Cumbres borrascosas...
Por Sergio Rodríguez Gelfenstein.
Escritor, analista internacional/ OTHER NEWS/ADDHEE.ONG
El
título de este artículo alude a una extraordinaria novela escrita por Emily
Brontë a mediados del siglo XIX y que, en muchas ocasiones, ha sido adaptada
para cine y televisión. Yo vi la versión de 1992 dirigida por Peter Kosminsky.
El
título de la novela vino a mi mente cuando me propuse reflexionar acerca del
resultado de una serie de reuniones realizadas en fechas recientes del año en
curso y que han significado una verdadera tormenta para la existencia y
funcionamiento del sistema internacional. Son ellas las cumbres del grupo BRICS
realizada en Sudáfrica en agosto, las del G-20 en India y del G77+ China en
Cuba, en septiembre. Y agregaría el Foro Económico del Extremo Oriente, realizado en la ciudad
rusa de Vladivostok durante el mismo mes. En menos de dos meses se ha
estremecido los cimientos del sistema internacional atlantista y eurocéntrico.
La reunión
anual de 2023 del grupo BRICS rompió definitivamente el oscurantismo mediático
que acompañaba estas sesiones. Ya no fue posible ocultar ante el mundo una
asociación de 5 Estados a la que desean incorporarse alrededor de 40 países del
llamado “Sur Global” ante el avasallador avance de esta agrupación que ha ido
ganando fuerza como contrapeso al orden financiero y político occidental.
En este momento (antes de la incorporación el 1° de enero de 2024
de seis nuevos países), los BRICS ya representan el 41% de la
población, el 31,5% del producto interno bruto (PIB) y el 16% del comercio del
mundo. Eso le ha permitido establecer una agenda distinta a la
de Occidente como ha quedado en evidencia con el apoyo a Rusia para enfrentar
las sanciones de Estados Unidos y la Unión Europea.
La gran demanda que hoy existe para unirse al bloque, es una
demostración de la influencia de esta nueva fuerza geopolítica que posee el
potencial para desafiar el sistema liderado por Occidente. Una fuerza que
tendría al frente a la segunda potencia mundial, China que junto a Rusia
esperan liderizar a la comunidad internacional hacia un mundo más justo,
equitativo y participativo.
Lo dijo el presidente Xi Jinping al
despedirse de su homólogo ruso al finalizar su visita de Estado a ese país en
marzo: “Se están produciendo cambios que no hemos visto en cien años y somos
nosotros quienes lo estamos liderando juntos”. Lo reiteró el pasado lunes 18 el
canciller chino Wang Yi al iniciar su visita a Moscú: "Estamos dispuestos a velar
junto con Rusia por la formación de un mundo multipolar y un orden mundial más
justo". Estas declaraciones no dejan espacio para dudas con relación a
cuál es el objetivo final.
Sólo unos días
después de la reunión de Johannesburgo, durante a segunda semana de septiembre se
realizó con gran éxito para India la cumbre
del G20 en Nueva Delhi. Ccontrario a los intereses occidentales, el cónclave
evitó “ucranizar” la cita. La declaración final aprobada por consenso expuso otros temas de interés planetario como la
alimentación, el clima y la energía, la necesidad de reformar las instituciones
financieras internacionales, la transformación digital y la política
macroeconómica.
Vale destacar fue la aceptación de la
importancia de los objetivos de desarrollo definidos como estratégicos por el Sur
Global, sobre todo en relación con el reforzamiento del papel que deben jugar
los países en desarrollo en el ámbito económico mundial y en la necesidad de
que los países desarrollados cumplan las obligaciones financieras acordadas que
establecen la necesidad de destinar cien mil millones de dólares anuales para
luchar contra el cambio climático. La inclusión de la Unión Africana en el
G-20 como miembro permanente fue una decisión histórica.
Rusia y otros países que han pugnado
por despolitizar los debates en esta instancia para tener capacidad de dar
respuesta a estos problemas que enfrenta la mayoría de la población mundial, lograron
paralizar los
intentos occidentales de transformar el evento en una discusión sobre la
situación en Ucrania. El cónclave estableció con precisión que existe una multiplicidad de conflictos armados
en el planeta, haciendo un llamado a su arreglo pacífico mediante el diálogo y
los esfuerzos diplomáticos sobre la base de los propósitos y principios de la
Carta de la ONU en su totalidad. Una vez más el fracaso de Estados Unidos y sus
aliados fue patente.
Por otra parte, durante el mismo mes se realizó el Foro
Económico Oriental en la ciudad de Vladivostok, ubicada en el extremo oriental
de Rusia. Este espacio es “una plataforma internacional clave para crear y estrechar lazos entre la comunidad inversora rusa y
la mundial, así como para llevar a cabo una evaluación
exhaustiva del potencial económico del Lejano Oriente ruso”. En la misma
participaron alrededor de 7.000 representantes de más de 50 países. Según el
portal RT el año pasado, en el evento se firmaron documentos por un valor de casi 34.000 millones de dólares incluidos
convenios sobre proyectos de infraestructuras y transporte, desarrollo de
grandes yacimientos, así como en los sectores de la construcción, la industria
y la agricultura.
El intercambio comercial entre Rusia y los países de la región de
Asia-Pacífico creció un 13,7% el año pasado, mientras que
durante los primeros seis meses de este año se incrementó otro 18,3%. Durante
su discurso en el cónclave, el presidente Putin planteó con claridad que el desarrollo
del Lejano Oriente ruso es una "prioridad estratégica para todo el
siglo XXI". Este evento y los acuerdos firmados exponen
un mentís a la idea publicitada por los medios transnacionales de la
desinformación que hablan del “aislamiento” de Rusia y la crisis de su
economía.
Putin exteriorizó la idea de que estaba
naciendo “un nuevo modelo de cooperación” a nivel global que no se basa en
los patrones occidentales, explicando que estos cambios se producen debido a
"la destrucción del sistema financiero" por parte de Occidente. Ello
ha conducido -según el presidente ruso- a que cada vez más países muestren su
disposición a cooperar bajo el nuevo modelo.
Finalmente, también durante este mes,
se realizó en Cuba la cumbre del Grupo 77+China, agrupación formada por 134
países de Asia, África y América. que
representan el 80% de la población mundial y dos tercios de los miembros de
Naciones Unidas.
Este evento ha sido considerado una cita de los países del sur
que han sido golpeados y maltratados por el injusto sistema internacional
hegemonizado por Occidente. Especial importancia cobró que la reunión se
celebrara en Cuba, país que durante más de 60 años ha sido bloqueado y multi
sancionado por Estados Unidos. En el evento se denunció con mucha persistencia las
políticas de bloqueo, injusticia, colonialismo, empobrecimiento, sanciones,
marginación, explotación y racismo que estos pueblos han sufrido en diversas
formas.
Contrario a lo que transmiten los medios transnacionales de la desinformación,
la cumbre ha dejado claro que es Estados Unidos, Europa y eso que han
denominado su “Comunidad internacional”, la que se encuentra aislada de la
mayor parte de la humanidad que busca otros caminos y señala otros derroteros
en la ruta de defender los valores de justicia y bienestar.
El evento enfatizó en que es necesario construir un enfoque
diferente para tratar los elementos fundamentales del desarrollo científico,
cognitivo y tecnológico, para que, de esta manera se pueda avanzar y lograr “un
valor añadido, alcanzar justicia e igualdad de condiciones y eliminar de una
vez por todas, la arrogancia, discriminación, hegemonía y las guerras impuestas
por el Norte”.
En la reunión se impuso la lógica
que estableció en su discurso Miguel Díaz-Canel, presidente de Cuba cuando dijo
que: “No somos países pobres sino empobrecidos y privados de la tecnología y la
ciencia para que sigamos siendo marginales y facilitar que los países del Norte
saqueen nuestros recursos humanos y riquezas”.
Como presidente del Grupo, Díaz-Canel llamó a la construcción de
un orden global justo y sostenible que permita a la mayoría de estos países
salir de las crisis que les han sido impuestas. Para ello, propuso centrarse de
manera participativa y colectiva en el desarrollo de recursos científicos, la innovación
y el fortalecimiento de las capacidades científicas y cognitivas para lograr el
desarrollo sostenible.
En su intervención ante el evento y de forma sorpresiva, el
secretario general de la ONU, Antonio Guterres, se
plegó al clamor mundial al afirmar que es fundamental cambiar tanto el orden
internacional como sus instituciones, creados tras la Segunda Guerra Mundial,
para que “reflejen las realidades actuales”.
Guterres
agregó que: “Necesitamos una acción global (...) para construir un sistema
internacional que defienda los Derechos Humanos y trabaje en
beneficio de sus intereses en todos los niveles. Y eso requiere que el G77+China
utilicen su voz para luchar por un mundo que funcione para todos”.
Contrario a
su postura tradicional, Guterres aseguró que el objetivo fundamental debería
ser construir “instituciones
multilaterales fuertes y eficaces”, ya que muchas de ellas, especialmente el
Consejo de Seguridad de la ONU y las creadas a partir de los acuerdos de
Bretton Woods, “reflejan una época pasada” y no la actual.
Parecía
increíble, pero el diplomático portugués expresó con firmeza que: “La voz del
G77+China siempre será esencial en Naciones Unidas. Y cuento con este grupo,
que durante mucho tiempo ha sido defensor del multilateralismo, para dar
un paso al frente, utilizar su poder y luchar”.
Así, vistas
en su conjunto las reuniones cumbres de los dos últimos meses han mostrado a
una humanidad que pareciera trazar un rumbo distinto al que le ha tocado vivir
en los últimos 80 años, marcados por el dominio, la imposición, el chantaje y
la amenaza permanente que significa la hegemonía atlantista de Estados Unidos y
Europa.
Lo subrayado interpolado es nuestro
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