Los "treinta pesos" de la rebelión social, popular del 18 de Octubre 2019.
Escritor, Filosofó,
comunicador social y analista internacional/OTHER NEWS/Semanario Sur Andino/ ADDHEE.ONG:
Prolegómenos de los jóvenes chilenos,
mapuches de la Plaza de la Dignidad Gabriela Mistral: “No es por los 30 pesos,
ni los 50 años, hoy es por los 100 años que pretenden imponer a nuestro Chile,
ocupado por la clase oligarca, empresarial/CMPC/SOFOFA y su testaferra la clase
burguesa, politicastra, castrense corruptas, vende patria, por orden del
imperialismo estadounidense. El presente es de lucha, 18/10/2023. Rechazamos los
apelativos de “estallido social” del inefable Piñera y de “revuelta” de los
administradores de la herencia de la dictadura cívico militar concertacioncita,
nueva mayoría, al Movimiento Social Popular Rebelde de las ciudadanías chilena
y Mapuche: Venceremos!, porque la historia la hacen los Pueblos.
“Si la clase dominante ha perdido el consenso, entonces no es más
dirigente, sino únicamente dominante, detentadora de la pura fuerza coercitiva”
(Gramsci, 2018)
Pronto a cumplirse cuatro años del 18 de octubre de 2019, la presente no
tiene intención de escudriñar respuestas sociológicas, ni filosóficas, ni menos
politológicas, para dar comprensión al fenómeno que comenzó al inicio de dicho
mes, con el asesinato del Dr. Miguel Enríquez Espinoza y del comandante
Ernesto Guevara de la Serna, y de esa alegría que nunca llegó y que menos
se ganó con un lápiz como lo plantea, la clase dirigente.
La oligofrénica frase
del ex presidente Sebastián Piñera señalando que “estamos en guerra” solamente
crispó más el ambiente e hizo recordar los tiempos de la dictadura civil
militar
Sucedió poco después de un alza al pasaje en el “sistema de transporte”: una multitud de estudiantes
secundarios, se concentraron en una estación de metro y cuál corriente de
sueños rebeldes ingresaron a andenes sin pagar, solamente con el grito “Evadir,
no pagar / otra forma de luchar”, era uno de aquellos gritos. Uno de los
primeros en responder fue el ex subsecretario Ubilla Mackenney, que
expresó, “me llama la atención que el pasaje de metro no subió para los
estudiantes. Y ellos toman esa causa como una forma de protesta. Creo que no es
la forma”. Y la evasión se fue prolongando y haciéndose masiva, sin temor y
sin miedo, como rezaba una frase del 05 de octubre de 1988. El devenir de los
acontecimientos fue el aumento como un volcán que reventó una y otra vez en
diferentes lugares de Santiago.
Pocos minutos de acontecida la medianoche del día
viernes 18 de octubre del año 2019, el ex presidente Piñera Echenique anunció
estado de emergencia para la ciudad de Santiago, debido a las violentas
manifestaciones ocurridas durante ese día. La medida constitucional comprendió las
provincias de Santiago y Chacabuco, además de las comunas de Puente Alto y San
Bernardo en un primer momento, luego se fueron agregando otras ciudades y
regiones de Chile. Dicho estado de emergencia y el correspondiente toque de
queda se extendió hasta la medianoche del lunes 28 de octubre.
El objetivo de la aplicación de dicho estado
excepcional, que no se aplicaba desde 1987, fue “con el objetivo de
contribuir a que Chile recupere la normalidad institucional”, con el paso
de las horas y generalizando la irrupción social, el ex presidente Piñera
Echenique expresó que “estamos en guerra contra un enemigo poderoso,
implacable que no respeta a nada y nadie”, de la misma forma, el general a
cargo de las operaciones en la Región Metropolitana, y actual comandante en
jefe del Ejército expresaba “soy un hombre feliz, no estoy en guerra
con nadie”.
La oligofrénica frase del ex presidente Sebastián
Piñera señalando que “estamos en guerra” solamente crispó más el ambiente e
hizo recordar los tiempos de la dictadura civil militar (1973-1990). En diversos espacios
comunicacionales reflotaron el registro del dictador Augusto Pinochet Ugarte
luego del atentado en Melocotón en septiembre de 1986 con la frase “ya
está bueno que los señores políticos se den cuenta que estamos en una guerra
entre el marxismo y la democracia”.
Cabe mencionar que, desde antes del 18 octubre,
Piñera Echenique utilizó diversos conceptos que referían al estado de “oasis”
de Chile y que, por ende, “había que cuidar el país”. Luego de la rebelión social
y popular, los conceptos usados fueron en una dicotomía, las FFAA (orden)
versus la delincuencia (caos). Dado lo anterior, el ex presidente fue más allá
y partió sus constantes alocuciones, aseverando que “estamos en guerra”,
tal como lo hiciera Pinochet Ugarte en dictadura, aludiendo al enemigo interno
como foco de la crisis. Con lo cual, externalizó una profunda crisis
institucional emanada de la desigualdad del modelo socioeconómico procedente e
instalado por la Dictadura Civil Militar y luego, administrado por los
diferentes gobiernos de la Concertación en la eterna llamada transición a la
Democracia.
Con el transitar de los días y semanas para frenar
el descontento social, reaparecieron las FFAA y de Orden “controlando
el orden público” con lo cual se fueron profundizando los métodos
represivos, contando en la actualidad por lo menos con cerca de 460 personas
con traumas oculares, totales y/o parciales, una treintena de muertos, una
cifra indeterminada de detenidos en diversos procesos y recintos carcelarios
sin claridad en dicha información.
En los primeros ocho días den la rebelión social
y popular, según cifras oficiales del Instituto Nacional de Derechos
Humanos, solamente en personas heridas se detallaban 1.132 y detenidos 3.243.
Cabe aludir que las cifras fueron variando con las manifestaciones, que “es un
derecho humano” y el control de la seguridad y el orden público fue mutando
desde un primer minuto por personal de Carabineros de Chile a personal de las
Fuerzas Armadas, estos últimos ampliaron aún más la situación al no estar
dispuestos profesionalmente para efectuar control civil de orden y seguridad y
luego, de nuevo a Carabineros de Chile.
Manifestar que agentes del Estado, particularmente
Carabineros de Chile y el cuerpo militarizado “Fuerzas Especiales” (actuales
COP) contraviniendo sus propios protocolos, utilizó la fuerza de manera
irracional y desproporcional y particularmente, los altos mandos hasta el día
de hoy no han rendido cuenta por las graves y sistemáticas violaciones a los
Derechos Humanos.
La violencia del Estado contra los manifestantes se
fue instalando sin contrapeso y respaldada por las autoridades administrativas
del país. A
partir de esos hechos se pudo constatar, pesquisar y evidenciar diversas
violaciones a los Derechos Humanos, como “aquellos delitos contras los
Derechos fundamentales del hombre, en cuanto miembro de la humanidad, que se
encuentran definidas en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y que
son realizadas por el Estado directa, indirecta o por omisión, al amparo de su
poder único. De esta forma, el Estado anula su finalidad esencial y provoca la
inexistencia del Estado de Derecho”.
Lo subrayado/interpolado es nuestro.
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