No saben lo que hacen…
Tampoco saben que no se puede argumentar una defensa con la ignorancia de la ley...
Tendrían que ser muy zonzas ambas herederas del
presidente Salvador Allende Gossens al incurrir deliberadamente en
un delito de tamaña gravedad y arriesgarse a ser destituidas de sus cargos. Lo
peor es que aquí se ha transgredido la Ley, pero también se ha vulnerado el
sentido común. Cualquier persona debiera
saber que los altos funcionarios públicos no deben hacer transacciones
comerciales con el Fisco. Casi es de Perogrullo.
Por otro lado, tratándose de un bien que perteneció al
extinto presidente, se debió tener doble o triple cuidado. Por la experiencia
política de Isabel y Maya debieron saber que para la oposición y para muchos
chilenos sería esta operación materia de escándalo. No luce bien comprarle la casa del presidente Allende a sus
herederas, a un altísimo precio, para después concedérsela a la propia familia
para su administración como museo. Se podría decir que el negocio era
redondo, como dicta el dicho, y que de todas maneras habría de ser cuestionado
por la derecha y la oposición. No tenemos duda de que, si se tratara de una
compra a los herederos de Pinochet, esto sería visto como escandaloso por todos
los que lucharon contra su dictadura cívico-militar. Más todavía si se
quisiera instalar un memorial allí.
¡Qué triste, vergonzoso y patético es lo acontecido!
Se suma a la larga serie de desprolijidades de los gobernantes, porque en
verdad es el Presidente de la República el principal responsable de esta
frustrada operación. El firmó la
autorización respectiva en nombre del Estado y, por los mismos motivos que el
Tribunal Constitucional reprobó la transacción, Boric podría o debería ser
sancionado por el Tribunal Constitucional, si hubiera un requerimiento en tal
sentido, o si los ministros que le dieron amplia mayoría a la condena contra la
Senadora se atrevieran a hacer lo propio con el Jefe de Estado.
Lo más grave de todo es la falta de ecuanimidad e
independencia del conjunto de los dirigentes y partidos oficialistas. Aunque la
operación, sabemos, es ampliamente condenada en privado, a la luz pública todos
cierran fila en defensa de las culpables como para condenar la resolución de
los jueces. Insistimos: aunque se trate de un lamentable error u omisión.
En este sentido se llega al colmo de plantear abiertamente
que los miembros del Tribunal designados por el Presidente Boric debieron, en
consecuencia, absolver a las acusadas. Parlamentarios, ministros y otros con
esta actitud ratifican lo que es una convicción general: la política ha infectado las decisiones judiciales, y el nombramiento
de jueces de parte del Ejecutivo y el Parlamento no puede garantizar la
independencia judicial, aunque en este caso se trate de una saludable excepción.
Simplemente, ni los opositores confiaron en que la mayoría oficialista en la
composición de este Tribunal pudiera culminar con la sanción que ahora
aplauden. Sorpresa total tanto para gobiernistas y detractores.
Lo sorprendente,
bueno en este Chile Virtual, nada puede sorprendernos cuando se trata “que
hacer político” o de la Justicia...
A los anterior, no se puede dejar de considerar que al menos
quince abogados y asesores de confianza del actual Ejecutivo tuvieron la
oportunidad de revisar el expediente de compraventa, callando sigilosamente
sobre el delito que estuvo a punto de consumarse en plenitud. Verdaderos
esbirros y secuaces, no ya ignorantes, de la Ley que debieron advertirle a la
cabeza del gobierno respecto de donde pondría su firma, como de los ilícitos
pagos que favorecerían a las herederas de Salvador Allende Gossens...
Los hechos ya se produjeron y parece imposible volver atrás.
Se nos ocurre que la única forma en que Isabel y Maya podrían tener alguna
forma de exculparse sería donar esta propiedad al Estado, así como procurar que
la gestión del posible Museo, en memoria del presidente depuesto, estuviera en
otras manos, no en las de su familia, ni en el gobierno de turno.
Tampoco podríamos suponer que Boric tuvo plena conciencia de
la anomalía que iba a cometer al estamparle su firma al decreto que autorizaba
esta operación. No es el momento de juzgar sus intenciones, aunque sus actos
nos digan que constantemente este novel mandatario comete errores graves que
ponen el riesgo lo que llaman “Imagen país”. Como lo fueron sus recientes y
precipitadas palabras contra el Presidente de los Estados Unidos y el hecho de
advertir que con la India compartimos el mismo Océano. Cuando el más poblado
territorio del mundo está en el Indico y no en el Pacifico.
A muchos nos gustan las descalificaciones que afectan a
Trump, pero, de nuevo, el sentido común le recomienda ser más prudente al Jefe
de Estado. Sobre todo, cuando nos tiene acostumbrados a medir con distinta vara
a los regímenes del mundo. Conforme a intereses económicos más que éticos.
Ciertamente que con este incidente en nada se opaca la
figura del presidente Salvador
Allende Gossens, su legado y su prestigio nacional e internacional. La
codicia nunca lo afectó, como lo demuestra la forma en que vivió y el hecho de
que nunca los militares le hayan podido demostrar después, algún acto indecente
al respecto. Algo de lo cual pocos políticos del presente podrían jactarse.
Lo subrayado/interpolado
es nuestro
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