Hacia un inminente fracaso...
Juan Pablo Cárdenas S. /Escritor, periodista y analista internacional/Diario RED, xinhuanet, la jornada de México, Other News, Tektonikos, red latina sin fronteras, en red, el salto diario, el clarín de chile, ACHEI, ADDHEE.ONG:
Quedan nuevamente en evidencia las asimetrías que
existen entre los ingresos de la inmensa mayoría de los trabajadores respecto
de ese cinco por ciento de los chilenos más ricos, quienes perciben más de 40
veces lo de cada pobre, según cifras corroboradas siempre por la CEPAL y los
diversos estudios nacionales y regionales.
Sin desconocer lo obrado por los gobiernos de la
posdictadura en beneficio de erradicar la miseria o la extrema pobreza, lo
cierto es que estos logros no han modificado las distancias entre el bienestar
de la extrema riqueza y la dramática situación de quienes apenas logran
subsistir. Lo que habla de los miles de tomas de terrenos y campamentos, cuyos
habitantes viven en ascuas esperando en cualquier momento que los Tribunales
ordenen la demolición de sus precarias viviendas y la erradicación de estas
familias en beneficio del “sagrado” derecho de propiedad, reservado en Chile
para algunos y negado para las grandes mayorías de pobres, mapuches e
inmigrantes.
Si bien hoy, contrario a lo que ocurría hace
algunas décadas, a la mayoría no le falta el sustento alimenticio básico, ello
no significa que objetivos como el de la salud, la educación, la vivienda y
otros estén garantizados. Es insoslayable que los ricos son cada día más ricos
y los pobres iguales o todavía más pobres al final de la actual administración
del llamado progresismo chileno.
Esto significa que continuarán creciendo las listas
de espera en los hospitales y que las brechas existentes entre la educación
elitista y la instrucción pública serán todavía más ostensibles. Poca o ninguna
diferencia marcara el Gobierno de Boric respecto de lo realizado por su
antecesor y las administraciones de la Concertación y Nueva Mayoría. En este sentido,
Chile como las naciones de toda nuestra región y del Tercer Mundo seguirán
viviendo en “estado de pecado” según lo anotado tantas décadas atrás por el
papa Pablo Vl y los episcopados católicos del Continente.
Y las soluciones debieran ser más fáciles de lo que
se cree. Diversos estudios nos señalan
que, si se reasignara el 4 o 5 por ciento del PIB, nuestros países podrían dar
satisfacción a todas las demandas de la salud, educación y vivienda. Pero
ello, ya sabemos, no se logrará en el año que nos queda, en que para colmo es
la derecha la que ahora promete satisfacer cínicamente, las principales
demandas sociales y, según las encuestas, tiene la mejor opción de alcanzar la
victoria presidencial y parlamentaria en los comicios de fin de año. Salvo que prevalezca
el feroz canibalismo practicado entre sus partidos y caudillos.
Esta ventaja de la derecha habla de los dividendos
que entrega la millonaria propaganda electoral como la propiedad y orientación
de los más poderosos medios de comunicación. En una “democracia” en que la
diversidad informativa no existe y, para peor, sigue restringiéndose. A lo que
debemos sumar la enorme decepción popular respecto de lo que se esperaba de los
actuales gobernantes.
Posiblemente tampoco ni este o el próximo gobierno
hagan algo para aprobar una reforma tributaria sustantiva, que prohíba la
extrema riqueza, disminuya los desmedidos gastos de defensa para el logro
siquiera de una justa pensión para los jubilados. Además de mantener más o
menos igual las diferencias que se consolidan entre los sueldos que ganan los
hombres y mujeres. Tampoco será posible,
ya, ponerle término al sistema previsional de las AFP y a las fatídicas isapres
que lucran con la salud de la población. Lo que fueron promesas rotundas para
lograr el apoyo de la ciudadanía.
Antes que la desatada competencia electoral nublara
la contienda de ideas, nada se hizo para corregir los abusivos honorarios de
ministros, subsecretarios, parlamentarios y otros altos funcionarios públicos,
siempre por encima de 30 a 40 veces el salario promedio de los trabajadores.
Una gran tajada del erario nacional que también la clase política comparte con
operadores, asesores y funcionarios de su confianza. En que se hace gala del
amiguismo, del cuoteo, del nepotismo y otros vicios que explican, en realidad,
la unidad que mantienen los partidos que integran el oficialismo. Nada más que
por el riesgo de que cualquier desacuerdo severo entre los moradores afecte la
“correlación de fuerzas” y pueda arrastrar al desempleo de una cantidad de
parásitos de la política. Militantes de partido todos que, en virtud de lo
cual, gozan de altos honorarios, gastos reservados y otras prebendas. Como también la que les asegura a los ex
presidentes de la república percibir una abultada dieta vitalicia, aunque hayan
gobernado solo por cuatro años.
Herencia indiscutible del actual gobierno será
haber dotado a las policías de ingentes recursos para reprimir a los
insatisfechos, a los que ocasionen movilizaciones y protestas que puedan
desanimar la inversión extranjera y arriesgar la “calificación país” en las
instituciones financieras y económicas internacionales. Nunca el sector
castrense habría podido imaginarse las dádivas otorgadas por los izquierdistas
en el poder. Por lo mismo que está tan asegurada la estabilidad institucional
que fuera tan criticada por los que prometieron, también, derogar la
Constitución Política del Estado heredada de la Dictadura cívico militar y
ahora , desde el poder, son sus celosos guardianes..
Actualmente, ni a la derecha o el oficialismo se
les ocurriría golpear las puertas de los cuarteles para perseguir, por ejemplo,
la corrupción y los abusos de poder, que bajo este gobierno no disminuyeron en
nada su tendencia alcista. Seguramente a imitación y abrigo de la codicia de
los mismos militares y toda la impunidad que se manifiesta al respecto. Junto
con seguir postergando las sentencias que castiguen el cohecho, tanto como los
sobornos políticos y empresariales de aquellos bullados escándalos ocurridos
durante los gobiernos predecesores. Todo
esto porque nuestra democracia no es del pueblo, ni con el pueblo ni para el
pueblo.
Pero como el voto es obligatorio y la población
tiene menos formación cívica y cultural que en el pasado, lo más probable es
que las dirigencias políticas a fin de año vuelvan a jactarse de la fortaleza
de nuestras instituciones, y el país renueve la visa que le otorgan las grandes
potencias a nuestro sistema económico y desigualdad social.
Y, de esta manera, volvamos a salvar de los
bloqueos y las desestabilizaciones instigadas contra aquellos países más dignos
que el nuestro enfrente de la gran potencia imperial y el desquiciado gobierno
de Trump.
Lo subrayado/interpolado
es nuestro
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