Algunas observaciones sobre impunidad judeoisraelí, en el
genocidio del Pueblo Palestino:
Nuestro prolegómeno,
cómplices de este genocidio por acción, Estados Unidos, Inglaterra, Japón, los gobiernos
de la Unión Europea/occidente y por omisión, Naciones Unidas y su Corte Internacional
de Justicia, y la CPI/Corte Penal Internacional. Barbaros sionistas,
colonialista israelís en nombre de Dios, de los Derechos Humanos, de la mujer,
del niño, a seguir asesinando Palestinos: “El fin justifica los medios”.
Secretario Ejecuto ADDHEE.ONG
por Luis E. Sabini Fernández
Mis últimas notas han procurado enfocar situaciones
gravísimas y generalizadas que entiendo se ignoran o ante las cuales
“esquivamos el bulto”; incluyendo la expansión del narcotráfico y otros
tráficos igualmente lesivos o peores, como el de humanos, la plastificación
generalizada y lo que ello significa en términos de salud, ambiental, animal y
humana y también señalábamos la actual existencia de un genocidio a cielo
abierto y la no menos llamativa ausencia de reacción del universo
institucional.
Como esto último persiste, y aun tiene
visos de afianzarse, por normalización, por acostumbramiento, por miedo, no
tenemos más remedio que hincarle el diente otra vez al asesinato generalizado,
de día o de noche, de gente armada o desarmada, de niños de cualquier edad, y
en muy variadas formas, con muy peregrinas justificaciones.
Nos referimos a la política genocida abierta del Estado de
Israel sobre la población palestina cada vez más despojada de su territorio en
una lenta y progresiva política de pinzas del colonialismo sionismo israelí,
que se aceleró bruscamente el 7 de octubre de 2023.
Hasta entonces, la táctica y la técnica del sionismo
colonialista israelí para la apropiación del territorio palestino, se había
caracterizado por dos momentos: uno
primero, muy pausado y fragmentario, adueñándose de tierras de propietarios
ausentistas mediante escrupulosas compras de esas tierras a los propietarios
rentistas que en general aceptaban la transacción, incluso contentos porque los
sionistas colonialista israelís solían comprarles esas tierras a buen
precio.
Ese período, grosso modo, coincidió con la primera mitad del
s xx. Con la instauración del Estado de Israel se produce un cambio en el ritmo
y el alcance de la apropiación. Hasta 1947/1948, se echaba de tierras a
campesinos inmemoriales que carecían de títulos de propiedad, y la Agencia
Judía encargada ahora de administrarlas, las asignaba a kibutzim o a moshavim
de judíos que habían hecho la aliah, en español que habían
‘retornado a las fuentes’.
Este concepto de retorno tiene, como diría el inolvidable
Bartolomé Hidalgo, “su dificultad”: cuesta hablar de retorno, mediando dos
grandes obstáculos conceptuales para ello: los antepasados con que se
ligaba ese retorno, eran, si habían vivido allí, de dos mil años atrás. Ardua
tarea reconocer esa ligazón. Pero si los judíos que hacían la aliah tenían
sus ancestros provenientes de otras tierras, por ejemplo, jázaras, entonces se
perdía toda ligazón física, material. Podría argumentarse que se tratara de una
ligazón religiosa, pero ¿cómo validar con ello muy concretas y materiales apropiaciones
de tierras?
Lo cierto es que, “por la razón o la fuerza”, los sionistas colonialista
israelís ampliaron enormemente la apropiación de tierras después de 1948.
El período 1948-2023 fue el de un cada vez más intenso despojo de lo que iba
quedando como “territorios palestinos”, usando la fraseología de la ONU. Esos
territorios formaban parte fundamental de un hipotético “Estado Palestino” que
figuró en las tratativas palestino-israelíes más de una vez.
Pero permanentemente fue ensanchándose el poder sionista israelí
y achicándose, licuándose la presencia palestina. Si lo graficáramos con
imágenes animales diría que Israel empleó la técnica de la boa constrictor,
sobre todo cuando tiene que enfrentar una víctima de porte mayor.
Una medida tomada en 2006 por Israel lo grafica nítidamente:
luego de varios años con colonias sionistas israelí enclavadas en la
Franja de Gaza –un territorio altamente densificado sobre todo por el
expansionismo israelí (Guerra de los 6 días)–, “El Carnicero” Ariel Sharon
decide evacuar las escasas colonias instaladas en la Franja y anuncia hacerle
–a los palestinos– la vida imposible. Al retirarse, desmantelan y rompen todas
las instalaciones agrícolas y habitacionales, las redes de riego, que
habían erigido en Gaza, en medio de las privaciones generalizadas de su
población y dejan todo el estropicio sobre las maltratadas tierras
gazatíes. Y esa misma noche aviones israelíes sobrevuelan rasantes la
Franja a la velocidad del sonido: a la mañana, la Franja tendrá muchos niños
con enuresis y con tímpanos rotos.
La técnica constrictor se profundiza: la Franja de Gaza
queda aislada por los cuatro costados: se bombardea y desmantela el
aeropuerto y el puerto; únicos de la Franja, se cortan todos los caminos salvo
uno hacia Egipto celosamente cuidado por israelíes y egipcios, y otro de acceso
a Israel, que se convierte en “el cordón umbilical” de ese territorio “embolsado”.
Israel dictamina acerca del ingreso de alimentos instaurando dosis con un
máximo de calorías per cápita. Con la pesca fuertemente limitada, porque los
gazatíes no pueden salir al mar –son baleados–, apenas pescar en la
orilla, con una agricultura –la Franja de Gaza fue uno de los primeros
territorios agrícolas de la humanidad– totalmente saboteada por la depredación sionista
israelí colonislista, la alimentación de casi dos millones de seres
humanos pasó a estar dosificada por las hostiles autoridades sionistas
colonialistas israelíes.
Cuando decimos hostilidad, la idea es demasiado débil: valga
lo acontecido con un suceso infrecuente; en 2005 un soldado israelí es tomado
prisionero: cuando las fuerzas policiales y militares israelíes procuran
“liberar” a ese preso (único) que milicianos palestinos habían secuestrado en
una escaramuza (y que los palestinos liberarán mediante canje, sano y salvo,
años después; Gilad Shalit), en una serie de allanamientos -donde jamás
encontraron nada- terminan asesinando entre un centenar y dos
centenares de “allanados”. Le queda a uno la interrogante: ¿estaban buscando a
Shalit o usaban el pretexto de buscarlo para poder ir asesinar a
mansalva? Porque el descuido, el error, el simple exceso están descartados (ya
veremos un comportamiento similar ante el copamiento del 7 de octubre).
Observemos otro ejemplo que refleja la creencia que los
judíos sionistas colonialista, israelíes tienen de su propia
excelencia: la carta abierta que los decanos de las universidades israelíes Ben
Gurion del Negev, lnstituto de Ciencia Weizman, Universidad Hebrea de
Jerusalén, Universidad Ariel, Universidad Abierta de Israel, Universidad de
Haifa, y el Instituto Technion-Israel del Instituto de Tecnología, todos ellos
alarmados por los discursos académicos posteriores al 7 de octubre de 2023, con
lo que consideran “inadecuada respuesta”.
Los decanos adoptan acríticamente la versión oficial israelí
de “los más de 1400 víctimas niños, jóvenes y adultos, judíos, musulmanes y
cristianos por igual” [sic]. En el momento de su carta abierta, ya
existían numerosas fuentes de información que discriminaban en el tendal de
muertos; que el principal caudal de víctimas había sobrevenido con la reacción
israelí, unas 6 horas después del copamiento de Hamás y otros agrupamientos
palestinos sobre el cuartel regional israelí y algunos kibutzim aledaños.
Pero el nudo problemático radica no en repartir culpas y
muertos entre milicianos armados atacantes y militares contraatacando,
sino en algo previo.
¿Por qué? ¿Por qué la acción palestina del 7 de octubre?
Leamos a los decanos, que con increíble tranquilidad de
conciencia establecen el estado de situación: “Nos
enfrentamos atendiendo dos frentes: uno contra las atrocidades de Hamás, otro
en la arena global de la opinión pública. Lamentablemente, observamos una
tendencia alarmante según la cual Israel, pese a su derecho a la autodefensa,
es caracterizado como un opresor. Esto establece una equivalencia falsa
entre las acciones de una organización asesina y terrorista y un estado
soberano con su derecho a defender a sus ciudadanos, lo cual
desafortunadamente tiene como resultado la pérdida de vidas palestinas
inocentes. Todo intento de justificar o apelar equívocamente a las acciones
brutales y grotescas de Hamás es intelectual y moralmente indefendible. Es
preocupante que muchos colegas universitarios se ha[ya]n convertido
en campo propicio para sentimientos antiisralíes y antisemitas,
insuflados por una comprensión sesgada e ingenua del conflicto.” [1] Aquí, en la penúltima palabra,
aparece la superioridad intelectual, y moral, que presumen los decanos para sí.
Con su planteo maniqueo de que Israel –un Estado colonialista– sea el bien.
Claro que lo es, para los colonialistas.
Y me permito todavía otra frase de estos personajes que
destilan su superioridad definiendo sus verdades como si fueran universales: “Mientras
Israel usa sus armas como escudo protector de sus ciudadanos, Hamás usa a sus
ciudadanos como escudos para sus armas.” Nuestros decanos muestran escasa
originalidad pero que también conocen el mensaje panfletario. La realidad es
más espesa y penosa. Para los sionistas colonialistas israelíes, la vida
de los palestinos es apenas una molestia, una recordatoria del despojo que han
cometido. Los sionistas colonialistas israelíes más democráticos
soportan la situación; deseando, en todo caso, que los palestinos “se esfumen”.
Los israelíes menos democráticos, las alas fascistas del sionismo, quienes
siempre tuvieron la decisión de “esfumarlos”, están llevándolo a cabo, con la
cabeza llena de desprecio racista por los despojados palestinos. Por eso,
ministros de Netanyahu proponen como “solución” al problema carcelario, matar a
los prisioneros. Sinceridad modelo chutzpah. En su determinación
asesina sólo los altera la resistencia, formidable, que han tenido los
palestinos.
Israel Shahak ha llevado a cabo una labor esclarecedora
excepcional: los textos “sagrados” judíos están en lengua hebrea y por lo tanto
no son accesibles a la inmensa mayoría de los humanos. Shahak se tomó el
trabajo, junto con Norton Mezvinski, de traducirlos al inglés y con ello, dada
la difusión de esta lengua, ponerlos al alcance de prácticamente todos. Shahak
y Mezvinski son judíos no sionistas y hasta antisionistas, lo cual se expresa
en los frutos de su investigación.[2]
El judaísmo ortodoxo –probablemente como toda creencia
ortodoxa o absolutista– es profundamente racista. Y autocrático. Judeocéntrico.
En semejante escala de valores los no judíos, los goyim tienen
menos estatura humana que los judíos e incluso pueden ser considerados y
tratados como instrumentos por los propios judíos.
Allí, se entronca el radical desprecio con que los sionistas
colonialista israelís han estado desalojando, hostigando, castigando y
suprimiendo población palestina que les ha resultado refractaria. Lógicamente
refractaria. ¿A qué población le gusta que venga otra y que, alegando antiguos
derechos, los desaloje de las viviendas en que moran desde tiempo inmemorial,
les arrebaten los cultivos que laboran familiarmente desde décadas, siglos?
El sionismo, pese a su prescindencia inicial de lo religioso
estuvo siempre fuertemente atado a la tradición religiosa judía. Es aquello que
con humor judío siempre se ha dicho: “No
creo en dios pero él me ha asignado esta tierra”.
Lo grave del sionismo colonialista israelí es que
alberga judíos progresistas que rechazan con vehemencia toda política genocida.
Aunque significativamente tienen una particular alergia contra toda crítica a
“la cole” si viene de afuera. Sin embargo, ese árbol les hace
perder el bosque: lo explica magistralmente otro judío, antisionista: «el error fundamental de este artículo [3] es considerar al sionismo
una ideología nacionalista y no reconocer su verdadera naturaleza de colonialista. Eso es lo
que ha sido desde Herzl, quien parecía creer que los judíos éramos una nación
como las que en su tiempo querían liberarse de los imperios ruso, otomano y
austro- húngaro. Pero como, a diferencia de los checos, polacos, etc. no
estábamos todos en un mismo territorio, que bastaba con separar para crear un Estado,
Herzl imaginó una solución propia de su tiempo, el de los imperios coloniales;
crear un Estado de «europeos adelantados» en una tierra habitada por «nativos
atrasados». La ideología colonialista de Herzl quedó bien clara en su discurso
del 21/8/1903 cuando trató de convencer a los delegados al Sexto Congreso
Sionista de que aceptaran la oferta de Uganda. Dijo entonces: «debemos ser una
Inglaterra en miniatura, […] como esas naciones que supieron
hacer su fortuna con sus imperios coloniales». El sionismo colonialista israelí
siempre ha sido la ideología de los judíos de derecha, los de izquierda estaban
en el Bund, revolucionario de izquierda y antisionista o en organizaciones
revolucionarias sin identificación judía, ejemplos notorios, León Trotsky y
Rosa Luxemburg. Los judíos que por una parte se consideran de izquierda
mientras por la otra son incapaces de separarse de toda relación con Israel
debieran darse cuenta de que pretender ser «sionista de izquierda» es
equivalente a calificarse de «colonialista de izquierda», o capitalista
antiimperialista, ¡Absurdo!»
Existen muchos datos históricos que abonan la descripción de
Brainin. Baste pensar en la relación entre nazis y sionistas en los primeros
años nazis, hasta bien adentro los mediados de la década del ’30. Desde 1933,
rápidamente, los nazis van poniendo fuera de la ley y expulsando de las
instituciones gubernamentales a comunistas, socialdemócratas y purgando
estamentos públicos de judíos… no sionistas. A mediados de la década del ’30 sólo quedaban dos partidos políticos
reconocidos legalmente: los nazis… y los sionistas.
Más allá del certero comentario de Brainin al interrogante
de Burstin, éste pretende establecer ciertos cotos que en el terreno del pensar
son francamente equivocados, por no decir encubridores y sostenedores de
privilegios. En el mismo artículo que mencionaba Brainin, Burstin se queja de
la intromisión ideológica de ajenos al judaísmo acerca de la presunta
legitimidad del sionismo: “¿a santo de qué una persona que tiene cero
vínculos con el pueblo judío entiende pertinente pronunciarse acerca de la
legitimidad de ese movimiento nacional?”
Bastaría ver la trascendencia política, material, la
influencia que tiene el sionismo israelí en el mundo para considerar esa
legitimidad, para sopesar y criticar esa influencia en el mundo que es de
todos.
Porque estaríamos mucho peor de lo que ya estamos si sólo
los monárquicos pudieran opinar sobre lo monárquico, si sólo los católicos
pudieran opinar sobre su iglesia vaticana, si sólo los marxistas pudieran
hablar de ciencia política, si sólo médicos pudieran hablar sobre salud y
enfermedad. Burstin y los sionistas israelí no tienen ningún derecho a
procesar o disponer del sionismo como coto cerrado. Porque lo que ellos hacen
con el sionismo puede influir en otros. Pregúntenle a los palestinos, sin ir
más lejos.
Si ya de por sí, estas pretensiones de exclusividad y
reserva ideológica son nefastas; basta ver todas las matanzas prácticas que en
Israel se han procesado y procesan con incrementadas intensidad invocando el
sionismo israelí.
El rabino Kook, guía espiritual de la rama Lubavich –de la
que abreva el presidente argentino Javier Milei y buena parte del sionismo
religioso en Israel– establece, por ejemplo, esta curiosa distinción antro…
digamos antropológica (aunque no es exclusivamente referida a humanos):
“La diferencia entre un alma judía y las almas de los no
judíos –todos ellos en todos los distintos niveles— es mayor y más profunda que
la diferencia entre un alma humana y las almas del ganado.” [4]
Nuestros autores rastrean estas peregrinas afirmaciones.
Kook se basaba, para sus lucubraciones “en los principios básicos de la
Cábala Luriánica [que establece] la superioridad
absoluta del alma y cuerpo judíos sobre el alma y cuerpo no judíos.”
(ibíd.)
Empezamos a entender un poco mejor el desprecio, la
inaceptable sensación de superioridad que despliegan, por ejemplo, los
soldados, masculinos y femeninos, destrozando el tejido social palestino, con
sus niños masacrados, sus mujeres desesperadas, la impotencia de los varones
con los brazos desnudos contra civiles y militares israelíes abusando con sus
protecciones y armamentos…
Resulta penosamente interesante la observación, sin duda
cierta, de que Kook era vegetariano y respetaba las plantas hasta el punto de
“no permitir que fueran cortadas flores o pasto para su propio placer”. Con
ello, se ha querido como contrapesar su idea, hiperracista, sobre las almas de
judíos y no judíos.
A mí, en cambio, esa exquisita observación sobre el corte de
plantas me retrotrae a la llamativa sensibilidad de Heinrich Himmler para no
pisar hormigas en sus andanzas por el bosque y no quebrar ramas porque sí. Y
esos cuidados se ensamblan con decretos del Tercer Reich enseñando a la
población a poner las centollas a cocinar en agua hirviendo y no en agua fría,
prolongando innecesaria y cruelmente la agonía.
Estas consideraciones de Kook, de Himmler o del Tercer Reich
no están mal, sólo que el amor a los animales o vegetales que las nutre no se
extiende, curiosamente, a humanos. Que siempre entendimos se ligan, bien que
problemáticamente, al reino animal.
Volviendo a nuestro asunto principal; el genocidio
desplegado contra el Pueblo Palestino y el comportamiento judeosionista:
mientras hay una ceguera pertinaz ante las consecuencias del comportamiento
israelí; ¿se puede acaso considerar intrascendente el bombardeo masivo, por
artillería o mediante aviación de barrios densamente poblados, con edificios de
diez pisos, habitados por civiles, hombres, mujeres, niños, ancianos, ¿puede
algún israelí imaginar que tales bombardeos puedan ser incruentos?
Porque el presidente de AMIA, Amos Linetzky, ha declarado: “Nuestra tradición nos enseña no
permanecer ajenos ante el sufrimiento del otro.”[5] Difícil conciliar tamaña afirmación
con el comportamiento sionista colonialista israelí en Palestina/Israel.
Esa frase del señor Linetzky adquiere claridad y atroz
coherencia cuando advertimos que se refiere al sufrimiento de otro judío. Y
solamente entonces.
Otros humanos, ¿existen o no existen según la ceguera
luriánica? Cuando Linetzky clama: “No fueron suficientes los gritos
desesperados de familiares para que la Cruz Roja pueda llevar medicamentos a
personas secuestradas” se refiere exclusivamente a la emergencia, también
sanitaria, vivida por israelíes el 7 de octubre de 2023. ¿Y todas las veces que
la aviación y la artillería israelí arrasaron instalaciones, escuelas, hogares,
hospitales, calles, edificios aplicando discrecionalmente castigos colectivos a
palestinos (a veces por actos violentos de tipo guerrilleril, a veces por actos
rebeldes ni siquiera violentos, a veces por miserables competencias, como
los crueles, sádicos, mezquinos y reiterados atentados israelíes,
lisiando futbolistas) no necesitaban la Cruz Roja?
Como nos lo muestra
el extraordinario y valiente aporte de Shahak y Mezvinksi, la humanidad que
campea en Israel es bastante corta: se limita a “los suyos”.
Un egoísmo aterrador.
Sobre todo, cuando está armado y opera conquistando. Como lo
prueban sucesivos incidentes en que Israel y sus grupos de choque pisotean
otros derechos, otras heredades, castigando con la muerte, heridas y
mutilaciones de por vida a población civil a menudo ajena a las imputaciones.
Israel ha ido
deviniendo una máquina de asesinar que se permite avanzar sobre la base
de un desprecio radical a la vida de los ajenos, so pretexto de que “los demás”
quieren aniquilar a Israel y ahogar en la mar a sus habitantes.
Personalmente, no albergo ninguna simpatía ideológica por
una guerrilla que se ampara en un absoluto religioso, ya sea musulmán,
cristiano o judío. Pero observemos porqué Hamás ha logrado cosechar tanta
simpatía entre palestinos.
En primer lugar, porque a diferencia de una resistencia
palestina también armada, el Fatah, que terminó aceptando el penoso papel que
le ofreció la dirección sionista de ser policía de su propio pueblo, armada y
entrenada por sus mandantes israelíes, Hamás se concentró en ayudar a la
población palestina, tan privada y despojada por la ocupación israelí. El
palestino cualquiera, el que vive y brega para cuidar a su familia, sus hijos,
sabe lo que es traición o defecc¡ón y sabe lo que es una ayuda.
Una mirada sobre el 7 de octubre.
Historiadores tendrán que explicar por qué las fuerzas
israelíes tardaron 6 horas en reaccionar y actuar. En espacios, en distancias
muy reducidas. Desentrañar si fue una celada que le permitiera luego a las
fuerzas de seguridad israelíes dar rienda suelta a una “respuesta” o si fue que
el exceso de poder a su favor de Israel le jugó una mala pasada y fue
sorprendido por un adversario subvalorado, como pasa tan a menudo en el
deporte.
Sabemos que se discuten y barajan mucho esas dos posibilidades,
pero en lo que no cabe duda es en la capacidad de falsear realidad que Israel
sistemáticamente lleva a cabo. Con sus bots y sus trolls.
Desde los bebitos horneados o decapitados, pasando por las violaciones
colectivas de mujeres judías hasta atribuirle a guerrilleros palestinos con
armas livianas la matanza de la playa de estacionamiento de la fiesta rave, en
donde las fotos aéreas o de superficie de autos calcinados no dejan lugar
a dudas que fueron blanco de artillería pesada, precisamente la que pusieron en
acción las tropas israelíes.
El parte israelí de ese dia habla de 1400 víctimas de la
barbarie palestina. Prácticamente desde el inicio periodistas probos, judíos,
como Max Blumenthal o Ron Unz, o el muy conocido premio Pulitzer, Chris Hedges,
cristiano, rechazaron categóricamente ese guarismo, en el que se incluía a
todos los victimados por la intervención militar israelí, que eran muchos más
que los matados inicialmente por quienes coparon el cuartel regional israelí en
Gaza.
Esas primeras víctimas israelíes, militares, se estimaron en
centenares, ¿100, 200, 300?; de todos modos una cantidad de muertos que en
ningún momento antes había afrontado el ejército israelí en su prolongadísima
lucha de desgaste con la población palestina.[6]
Tan cruento golpe se explica por “la mano tan pesada” que
Israel ha estado levantando, cada vez más y de un modo cada vez más abusivo,
contra la despojada población palestina.
Parecería que el valor que Israel atribuye a la vida
de su población es tanto mayor que el valor de las otras
vidas, como exigiéndole al “otro” el pago de cien vidas por una judía. Alguna
vez he escuchado como justificación de tan atroz aritmética que el pueblo judío
es escaso, incomparable con la cantidad de árabes, de rusos o anglogermanos que
pueblan el planeta.
Pero estas cuentas son capciosas. Porque en primer luqar, el
racismo señorial ha exterminado con particular fruición a poblaciones menores
que las de los perpetradores. Y segundo, porque esas cuentas son inaceptables.
Lo que tenemos por delante es a genocidas que fundamentan su
proceder –ya sea decanos de la cúpula universitaria o burócratas– con descaro.
Esto es nuevo en la sociedad humana, capitalista
globalizada/hegemónica.
Hasta ahora, era más bien la ignorancia y el olvido lo que
“lavaba” genocidios.
Queda por ver, qué sucederá, que está sucediendo, en este
caso.
[1] A Letter from
VERA – Association of University Heads, Israel. Nov. 1, 2023.
[2] El fundamentalismo judío en
Israel, 1ª, ed. en inglés, 2004. Editado en español Editorial
Canaán, Buenos Aires, 2012.
[3] Kurt Brainin, comenta y replica, en
IJAN-International Antizionist Network en español, 7 abr 2024, a David
Burstin, “Atrapados entre el sionismo y el antisionismo, millones de judíos de
la diáspora nos preguntamos cuál es nuestro lugar en el mundo”, Posturas,
2 abr 2024.
[4] Shahak y Mezvinski, ob. cit.
[5] Amos Linetzky, discurso 18 jul. 2024.
Cit. p. Marisol Juárez, AM 7850, Bs. As.
[6] La excepción podría ser la huelga
general de la sociedad palestina contra la ocupación sionista, 1936-1939, una
suerte de guerra civil que demandó la vida de unos 300 judíos, una cantidad
similar de muertes inglesas y decenas de miles de muertos palestinos. Pero en
un período de 3 años.
Lo subrayado/interpolado
es nuestro.
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