Geopolítica de la ruta de la seda y del desarrollo: China y Brasil consolidan su sociedad estratégica
Una “luna de miel” con
claros impactos en el turbulento contexto latinoamericano y global.
A contramano de las tendencias belicistas y de las
narrativas de “Nueva Guerra Fría” que predominan en Occidente, la política
externa del presidente de Brasil, Lula da Silva, apunta a priorizar dos
objetivos de la geopolítica de un país del Sur Global: la integración regional
y las políticas de desarrollo.
Si bien en el primer objetivo prevalece un cierto
voluntarismo frente a la fragmentada realidad política sudamericana, el segundo
objetivo tiene a China como socio crucial para reformular la receta que combine
la fortaleza exportadora de Brasil con las oportunidades del nuevo Programa de
Aceleración del Crecimiento (PAC) del gobierno Lula III, orientado a la
transformación industrial.
Según el secretario de Desarrollo Industrial, Innovación,
Comercio y Servicios, Uallace Moreira, el nuevo desarrollismo brasileño está
basado en seis misiones: las cadenas agroindustriales, infraestructura y
saneamiento, el complejo económico industrial de la salud, transformación
digital, tecnologías críticas y transición energética. Para alcanzar las metas,
la sociedad estratégica con la República Popular de China (RPCh) es crucial.
El objetivo de nuestro análisis es observar y analizar cómo
esta relación bilateral se está forjando a partir de relaciones multifacéticas,
flexibles y complejas.
Brasil y China: ¿más
juntos que nunca?
La visita del presidente Luiz Inácio Lula da Silva a la Republica
Popular China en marzo de 2023 constituyó un verdadero relanzamiento de la
sociedad bilateral entre ambos países, después de la tumultuosa relación diplomática
provocada y estimulada por el expresidente brasileño Jair Bolsonaro. La
delegación del presidente Lula fue numerosa e incluía importantes empresarios.
En China se firmaron
más de 20 acuerdos bilaterales que contemplaron: el fomento del turismo entre
ambos países; el estímulo de inversiones en diferentes sectores, incluyendo la
tecnología satelital; la cooperación en la lucha contra el hambre; la
protección del medio ambiente y el desarrollo sostenible, entre otros temas.
De hecho, este viaje, además de oportuno, marcó el foco geopolítico de Brasil
de cara al futuro: el desarrollo y la reindustrialización del país,
aprovechando las oportunidades que el gigante asiático puede brindar.
En junio, el vicepresidente Geraldo Alckmin lideró una
delegación de ministros que participaron en Beijing de un foro empresarial y de
la VII Sesión Plenaria de la COSBAN (Comisión Sino-Brasileña de Alto Nivel de
Concertación y Cooperación, que institucionaliza la sociedad estratégica
bilateral y con reuniones bianuales). Sin embargo, esta no fue solo una visita
protocolar. La misión brasileña se propuso avanzar y profundizar la sociedad
estratégica económica con China y afianzar una postura geopolítica clara frente
los conflictos en Ucrania y Gaza.
A 50 años del establecimiento de las relaciones formales
entre la RPCh y Brasil, la relación bilateral no podría estar mejor encauzada.
En un escenario global turbulento y desafiante, el comercio sino-brasileño
sorprendió positivamente y rompió un nuevo récord, destacándose la resiliencia
del comercio bilateral, cuya balanza ha sido superavitaria para Brasil. Además,
China expresó su disposición a fomentar el diálogo por una mayor amplitud
comercial y la cooperación con el MERCOSUR —aunque Paraguay, como miembro
pleno, reconoce a Taiwán. La normalización del diálogo diplomático fluido con
China por parte del Gobierno Lula derivó en negociaciones para la expansión de
las exportaciones de productos de alto valor agregado a China que se plasmaron
en la participación de Brasil en eventos como la Exposición Internacional de
Importaciones de China (CIIE).
El viaje del presidente Alckmin a China consolidó el apoyo
del país asiático a la presidencia brasileña del G20, a la presidencia rotativa
brasileña del BRICS y a la realización de la 30ª Conferencia de las Partes de
la Convención-Cuadro de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático en
Brasil, a ser realizada en 2025. La cumbre de los BRICS se realizará en
noviembre de 2024 y contará con el presidente chino Xi Jinping.
Finalmente, es importante destacar los dos sectores clave
donde se reforzará la cooperación: 1) sector financiero: cooperación entre las
bolsas de valores de ambos países con un rol fundamental de los bancos
multilaterales; y 2) sector aeroespacial: incluye la construcción conjunta de
un satélite meteorológico geoestacionario. China y Brasil acordaron promover
activamente el proceso de estudio y fabricación del CBERS-6 e implementar el
Plan de Cooperación Aeroespacial entre Brasil y China de 2023 a 2032.
En resumidas cuentas, en los comunicados conjuntos, China
destacó: 1) el desarrollo equilibrado del comercio Brasil-China; 2) el nuevo
futuro de la relación binacional en la nueva era; 3) profundizar la
coordinación de las políticas financieras y la cooperación pragmática. Por otro
lado, Brasil mencionó: 1) la neo-industrialización: industria, verde,
innovadora e inclusiva; 2) la agricultura sostenible e innovadora; y 3) las
inversiones en infraestructura.
Brasil y la geopolítica de la Nueva Ruta de la Seda:
¿ingresa o no?
La Iniciativa de la Franja y la Ruta (IFR, o BRI en inglés)
fue lanzada por el presidente chino Xi Jinping en 2013 en Kazajistán e
Indonesia respectivamente, como una plataforma de globalización inclusiva
basada en el fortalecimiento de la interconectividad con masivas inversiones en
infraestructura. América Latina y el Caribe, como región, fue invitada a
participar en esta iniciativa en 2017 en la segunda Reunión Ministerial del
Foro China-CELAC que se realizó en Santiago de Chile. Idealizada como un gran proyecto
de interconectividad, la IFR reconfigura la geopolítica mundial al fortalecer
el nuevo “casi centro” del sistema mundo, como expresó el teórico Cheng Enfu.
Es decir, la IFR actúa como fuerza centrípeta de un nuevo punto focal de la
geoeconomía global en el este de Asia en general y en China en particular. A
pesar de que ningún documento oficial chino relaciona la IFR con la
geopolítica, como expresó Lanxin Xiang, “puede que no te guste la geopolítica,
pero tu sí le gustas a la geopolítica”.
Por lo tanto, en el contexto de esta “luna de miel” entre
Brasil y China es importante destacar un aspecto de extrema relevancia
geopolítica. Existen especulaciones, dentro del equipo gubernamental brasileño,
con respecto a la posibilidad de que el gigante sudamericano pueda ingresar a
la IFR. No sería irrealista pensar en esta posibilidad ya que 22 de los 30
países de América Latina y el Caribe firmaron Memorandos de Entendimiento de la
IFR, entre ellos Argentina. La idea sería coronar este proceso aprovechando la
visita del presidente chino Xi Jinping en la próxima cumbre del G20 a ser
realizada en Brasil, dentro de cuatro meses.
A pesar de que el gobierno Lula no tomó ninguna decisión al
respecto, existen sectores del gobierno brasileño y de algunos empresarios que
son resistentes al ingreso de Brasil a la IFR. Tres factores parecen
condicionar esta posición: 1) tendencias más conservadoras en la burocracia
brasileña que resisten a mayores compromisos con China; 2) sectores más
prooccidentales convencidos de que el hecho de firmar un memorando de
entendimiento de la IFR sería visto como una provocación a los Estados Unidos;
y 3) otros sectores, mostrando cierta arrogancia, que manifiestan autoconfianza
y están convencidos que las relaciones económicas de Brasil con China no
dependen de la firma de un memorando y que, por lo tanto, no habría ninguna
necesidad de ingresar a la IFR.
No obstante, a medida que se expande la iniciativa china,
ella va creando mecanismos de gobernanza específicos y densidad institucional
propia que pueden ser necesarias, principalmente en lo que concierne a las
inversiones: los arbitrajes, la mediación de conflictos, etc.
En este escenario, la diplomacia china se mostró una vez más
muy flexible y pragmática a la hora de negociar temas importantes con sus
socios estratégicos. En la visita que realizó el ministro de Relaciones
Exteriores de China, Wang Yi, en enero de 2024, el foco de atención del
gobierno brasileño estuvo en atraer inversiones chinas para fortalecer el
relanzamiento del nuevo PAC por medio de concesiones, sociedades mixtas público
privadas, suministro de materiales y capital para participar en las
licitaciones. Fue en este viaje que Wang Yi sugirió que los gobiernos de Brasil
y China deberían trabajar juntos para acercar los objetivos “de la iniciativa
de la Franja y la Ruta y el PAC de Brasil”.
La puerta está abierta, es flexible y multidimensional.
Debemos aguardar las importantes cumbres de 2024 —la del G20, en Brasil y con
Xi Jinping presente, y la del BRICS 10— para ver los próximos movimientos.
El Brasil de Lula y la geopolítica sudamericana
Como destacó en su momento Rivarola Puntigliano, las
prioridades geopolíticas de los países latinoamericanos deberían estar
centradas en dos grandes objetivos: la integración regional y el desarrollo.
Para estos propósitos, el liderazgo de Brasil es de crucial relevancia, por su
tamaño, por su gran mercado y por su proyección post atlantista desde que ayudó
a crear y fortalecer el BRICS. Si bien el gobierno Lula III desde 2023 se propuso
enfocar en ambos objetivos, la integración fue siendo minada por fuerzas
fragmentadoras extrarregionales e intrarregionales. Gobiernos de extrema
derecha neoliberal como el de Javier Milei en Argentina, con una política
externa claramente antilatinoamericanista, y el intervencionismo solapado de
los Estados Unidos en las crisis de Ecuador y de Perú recientemente, han minado
cualquier avance concreto del regionalismo latinoamericano.
Por otro lado, la apuesta por el desarrollo basado en una
experiencia de neoindustrialización se transformó en la gran apuesta del
gobierno Lula, donde China es la pieza crucial para consolidar ese objetivo,
que es económico y geopolítico al mismo tiempo. Según el Instituto de Estudios
para el Desarrollo Industrial (IEDI), la industria brasileña en 2024 sigue
escalando posiciones en la producción manufacturera global. En la base de datos
de la UNIDO (United Nations Industrial Development Organization) Brasil alcanzó
la posición 45, subiendo 15 posiciones desde el cuarto trimestre de 2023 (60º
posición).
La apuesta del Brasil de Lula por el desarrollo tiene costos
geopolíticos que deberá enfrentar con una política externa de equilibrista en
un contexto global turbulento. Una equidistancia inteligente será cada vez más
necesaria, aún más si Donald Trump llega a la presidencia de EE.UU. y sus
apoyadores refuerzan las redes de las nuevas derechas en Brasil y en los
vecinos. Noticias recientes publicadas en Bloomberg y Financial Times anuncian
que un potencial gobierno Trump pisará el acelerador de la guerra comercial y
tecnológica con China.
Recordemos que el Brasil de Lula apartó de los negocios al
gran pop star empresarial Elon Musk (de la fabricación de autos eléctricos, del
litio y de los contratos de Starlink) en favor de empresas chinas y nacionales.
Musk, apoyador y financiador de Donald Trump, aliado a redes de extrema
derecha, podría tomar revancha y Brasil, tornarse en el blanco geopolítico
regional primordial del Tío Sam. La mejora de los indicadores económicos junto
con la calidad de vida de la población, la promoción de un desarrollo
sustentado, aprovechando la transferencia tecnológica de avanzada de China y la
experiencia de una diplomacia profesional de Brasil, serán cruciales no solo
para consolidar la legitimidad de un gobierno progresista, sino también para
lidiar de manera inteligente entre los dos órdenes mundiales en disputa.
China y
América Latina estrechan cooperación en todos los ámbitos
Luego de una década de trabajo conjunto, se han incrementado
los intercambios culturales y entre pueblos.
Tras una década de trabajo, crecen la confianza política
mutua, el volumen comercial, los lazos culturales y la coordinación
internacional.
China y América Latina han logrado durante la última década
progresos continuos en la construcción de una comunidad de futuro compartido,
esfuerzos que han abierto una era de equidad, beneficio mutuo, innovación y
mayores beneficios para los pueblos, aseguró este jueves el portavoz de la
Cancillería china, Lin Jiang.
Durante una rueda de prensa, el funcionario recordó que
esa política fue enunciada por vez primera el 17 de julio de 2014 por el
presidente Xi Jinping, cuando asistió a la reunión de líderes de China-Países
de América Latina y el Caribe, que tuvo lugar en Brasilia.
Detalló que aquel discurso del presidente Xi Jinping,
titulado «Construir una Comunidad de Destino Compartido para el Progreso
Común», fue cálidamente recibido por los países latinoamericanos y caribeños, y
marcó un camino a seguir que, entre otros saldos positivos, ha fortalecido la
confianza política mutua bilateral.
Detalló que el volumen anual de comercio entre China y
América Latina bordea los 500.000 millones de dólares. China es el segundo
mayor socio comercial de América Latina y se ubica como primero para Brasil,
Chile y Perú.
Se han firmado memorándums de entendimiento sobre
cooperación en la Franja y la Ruta con 22 países latinoamericanos, en tanto que
el presidente Xi visitó el área latinoamericana en cinco ocasiones.
En paralelo, se han incrementado los intercambios culturales
y entre pueblos, con eventos tan notorios como la extensión de la red de
centros del Instituto Confucio y el Programa de Formación de Jóvenes Líderes
China-Países de América Latina y el Caribe «Puente hacia el Futuro».
Jiang destacó los progresos entre China y la Comunidad de
Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), visibles en la realización de más
de 90 eventos que abarcan 28 áreas.
Valoró que las partes han trabajado de manera estrecha en la
coordinación internacional y la gobernanza global, con una sostenida promoción
del multilateralismo y el respeto a la Carta de las Naciones Unidas. Subrayó el
apoyo brindado por más de cien países a los Entendimientos Comunes sobre la
Solución Política de la Crisis de Ucrania, emitidos por China y Brasil para
defender la paz.
Manifestó que China y los países de América Latina y el
Caribe son todos países en desarrollo y miembros del Sur Global. Ratificó que
Beijing China seguirá adhiriéndose al principio de sinceridad, resultados
reales, amistad y buena fe y al principio de perseguir el bien mayor y los
intereses compartidos, fortalecer la solidaridad y la cooperación con los
países.
Entre otras ideas, trasmitió que las partes continuarán
interactuando para impulsar la Iniciativa para el Desarrollo Global, la
Iniciativa para la Seguridad Global y la Iniciativa para la Civilización
Global, así como lograr más desarrollo a través de una mayor cooperación en el
marco de la Franja y la Ruta.
Lo subrayado/interpolado
es nuestro.
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