Venezuela:
El verdadero objetivo del imperio yanqui y sus lacayos es recolonizar el
oro negro
Por Juan Carlos Hurtado Fonseca/ Escritor,
periodista y analista internacional/ Red Latina Sin fronteras. Sur, En red sin
Fronteras, ADDHEE.ONG:
diario-octubre.com/
agosto 2, 2024
A los países imperialistas no les interesa la democracia en
Venezuela, menos el bienestar de la sociedad, su interés, por lo cual quieren
tumbar a Maduro, son las grandes reservas de petróleo y gas.
Desde 2014 Estados Unidos desplegó un plan con el objetivo
de que la economía de Venezuela colapsara, provocar un cambio de gobierno y
tomar el control del petróleo venezolano, las mayores reservas certificadas del
mundo.
Así lo han manifestado públicamente desde los expresidentes
Barack Obama y Donald Trump, hasta el exembajador estadounidense en Colombia,
William Brownfield, quien también lo fue en Venezuela desde 2004 hasta 2007.
“De vez en cuando
tenemos que torcer el brazo de aquellos países que no quieren hacer lo que queremos
que hagan”, manifestó Obama a un medio de comunicación internacional.
Por su parte, Brownfield, también en entrevista televisiva
dijo: “La mejor resolución sería
acelerar el colapso, aunque produzca un periodo de sufrimiento mayor, por un
período de meses, o quizás años”.
Los planes también fueron confirmados por el expresidente
Trump cuando afirmó: “Al salir, Venezuela estaba lista para colapsar. Nos
habríamos hecho de ella. Hubiéramos tomado todo su petróleo. Hubiera sido justo
al lado”.
Las reservas de crudo
Y es que Venezuela lidera el ranking mundial de reservas de
petróleo con 304 mil millones de barriles, es decir, el 18% de toda la
participación de este recurso en el ámbito global. “Que podrían ser para más de
300 años de reservas energéticas, si se tienen en cuenta las reservas de gas, y
en dos o tres años se podría decir que es para 500 años”, explicó la politóloga
y química Betzabeth Aldana, quien también aseguró que Venezuela será “el agua
que saciará la sed de todos los mercados energéticos a nivel global”, justo
cuando, lentamente, el país está volviendo a insertarse en el mercado
energético global.
Ahora bien, hay que recordar que con la llegada del
comandante Hugo Chávez Frías al poder hubo cambios en la política
petrolera, como quitar el control del recurso a las grandes compañías
extranjeras e invertir las utilidades del crudo en la financiación de las
grandes misiones que dignificaron la vida de millones de venezolanos, como la
Misión Vivienda. Asimismo, el presidente Chávez Frías presidió la Organización de
Países Exportadores de Petróleo, OPEP, donde logró elevar el precio
internacional del crudo.
Las medidas fueron incómodas para las potencias consumidoras
de este recurso energético porque, por un lado, ya no controlaban los precios,
y por otra parte los avances sociales que conseguía de manera acelerada el
vecino país, eran “un mal ejemplo” para los vecinos latinoamericanos.
Impactos sociales
Lo anterior explica
la imposición de más de 930 sanciones contra Venezuela, dirigidas
principalmente a bloquear el comercio de crudo, gas y oro. Las medidas
estadounidenses sí repercutieron de manera negativa en el bienestar de los
venezolanos, lo que “se tradujo en sufrimiento e incluso muertes por la falta
de medicamentos, alimentos y por los daños que se provocaron en el sistema
sanitario, eléctrico y educativo, más la ola migratoria que separó a millones
de familias venezolanas”, como lo expresó la periodista y analista de Venezuela
News, Karen Méndez.
Durante la provocada catástrofe económica y social, muchos
en el mundo y en Latinoamérica esperaban la caída del Gobierno del vecino país;
pero este por el contrario se reacomodó y desde mediados de 2021 la situación
empezó a cambiar.
Es así que en 2024 este país tiene la inflación más baja en
20 años, su producción petrolera es de casi un millón de barriles por día, hay
abastecimiento en tiendas y supermercados con productos nacionales, lograron la
más estable estabilización cambiaria en 13 años y la recaudación tributaria ha
aumentado un 93%.
Recuperación económica
Para muchos economistas, se está ante una reactivación y un
crecimiento de la actividad económica, porque entre otras cosas, también se ha
recuperado el ingreso, las exportaciones no tradicionales han crecido en los
últimos tres años en un 261% y acumula once trimestres consecutivos de
crecimiento económico.
Por su parte, el Fondo Monetario Internacional, que no es un
organismo de izquierda, estima que Venezuela crecerá un 4% en 2024 y que en
2025 su Producto Interno Bruto crecerá 3%.
Medidas contra la delincuencia también han surtido efecto,
pues han sido golpeadas bandas criminales, lo que ha permitido la reactivación
de sectores como el turístico, al punto que en el último año más de un millón
de viajeros de distintas partes del mundo lo han visitado.
Los anteriores y otros resultados son producto de un
programa de recuperación económica que presentó el presidente Nicolás Maduro,
en 2018, y que fue consensuado y ejecutado con el apoyo de sectores
empresariales y productivos del país.
Y aunque falta mucho por hacer, pues no se ha logrado
recuperar el salario de los trabajadores, tampoco el estado de bienestar y
reducir la desigualdad, el país llegó a las elecciones cuando se estaba
recuperando de los efectos de las sanciones de Estados Unidos.
Acabar el ejemplo
Así las cosas, para las derechas latinoamericanas y para
Estados Unidos, en Venezuela lo fundamental no es la democracia, la
transparencia en las elecciones, sino sacar a Maduro del poder a como dé lugar,
incluso con violencia como lo han pedido en redes sociales políticos y
periodistas.
Por eso, desde meses antes de las elecciones los grandes
medios de comunicación corporativos, estadounidenses y latinoamericanos,
difundieron la narrativa de que ganaría las elecciones el candidato de los
Estados Unidos y la oposición venezolana, Edmundo González Urrutia, que de no
ser así se confirmaría un fraude electoral.
De esta manera, independientemente de que Venezuela
demuestre que sus elecciones fueron transparentes, insistirán en la violencia y
el intervencionismo para truncar el “mal ejemplo” que podría ser el proyecto
político del vecino país, y que Estados Unidos recupere el control sobre las
más grandes reservas energéticas del mundo.
Lo
subrayado/interpolado es nuestro.
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