La culpa no es
de Piñera: la culpa no la tiene el cerdo sino el que le da el afrecho, según
el habla popular.
Juan Pablo Cárdenas S./ Prensa Mare Argentina/ Xinhua, Other News, Sputnik, RT, La Jornada de México, Red latina sin fronteras. Sur, ACHEI, Utopía, Argentina Indymedia/ADDHEE.ONG:
Como corresponde
a quienes han desempeñado el Gobierno de Chile, Gabriel Boric cumplió con
otorgarle exequias de honor al malogrado ex presidente de la República,
Sebastián Piñera. Dispuso, así, de todo un conjunto de protocolos que van desde
el consabido duelo general a aquellos funerales de estado en que las Fuerzas
Armadas y de Orden se prodigan en colorido y actos marciales, así como sus
deudos tienen la oportunidad de concurrir masivamente hasta su féretro. A todo
ello se suman los discursos de despedida, entre los que destacan los del propio
Jefe del Estado, el presidente del Senado y el máximo titular de la Corte
Suprema.
A mayor
abundamiento, amigos, ex colaboradores y familiares del extinto aprovechan de
dejar también testimonio de su afecto y fidelidad tanto en la ceremonia oficial
como, en este caso, durante la liturgia que le siguió en la Catedral
Metropolitana de Santiago, tratándose de la confesión religiosa del ex jefe de
estado y gobierno.
Como es
habitual, estas alocuciones dan cuenta de la trayectoria y los méritos del
difunto, tanto en el plano político, como en el personal y familiar. Una
letanía de encomios y panegíricos en que lo máximo que se llegó a reconocer fue
de que se trató de alguien que, como todos los seres humanos, también incurrió
en algunos errores durante su truncada vida.
En este caso,
poco o nada importó que el fallecido fuera un personaje altamente controvertido
durante el tiempo en que se desempeñó dos veces como jefe de estado y llegara a
ser uno de los mayores multimillonarios del país. Todo lo que se dijo, durante
una parafernalia que incluyó la transmisión en vivo de todos los canales de TV
abierta, fueron sendos elogios que a no pocos oradores los llevó a asegurar,
incluso, que se trató de uno de los chilenos más inteligentes del país,
celebrando su capacidad de liderazgo, cuanto lamentar la imposibilidad de
llenar su vacío con otro dirigente de la centro derecha política a la cual
estuvo adscrito.
Culminados los
actos señalados y el chorro de palabras expresadas, no podemos olvidar que
Sebastián Piñera tuvo poderosos enemigos durante su vida. Desde luego, los sumó
en abundancia dentro de la derecha donde siempre se le reprochó su origen
demócrata cristiano y la voltereta que se diera hacia el final de la Dictadura,
cuando paso a engrosar las filas de los que le dijeron NO a la Constitución y
continuidad de Pinochet en el poder. De allí que quienes en su funeral
proclamaron que Piñera había sido un demócrata de la primera hora fueran
personas que al igual que él aplaudieran el Golpe Militar de 1973 y cambiaran
de posición después de largos años de horrores e interdicción ciudadana. Es
decir, fueran “cómplices pasivos” de todo lo que aconteció durante la dictadura
pinochetista, usando la misma expresión que el mismo Piñera acuñara.
Muchos
dirigentes derechistas, que ahora se los vio dolientes en torno a su féretro,
siempre lo acusaron de usar su dinero para imponer nominaciones políticas e
influir en los resultados de las elecciones internas y generales. Cuestión que
es fácil de comprobar en lo que publicaron autores como Hermógenes Pérez de
Arce respecto de su avasalladora personalidad.
Cabe consignar
que, dentro del ámbito patronal, Piñera también fue altamente criticado por
empresarios que le reprochaban su falta de probidad en los negocios. Entre
francas envidias, posiblemente, lo cierto es que se le acusó de ser muy
inescrupuloso y desleal con sus competidores.
Por cierto, su
figura además ocasionó abundantes críticas y sospechas dentro de la izquierda
tanto por la orientación neoliberal de sus convicciones como por la forma en
que encaró el llamado Estallido Social que, de no mediar la pandemia del
Coronavirus, muy probablemente habría tumbado su segundo gobierno.
Descalificaciones severas como la de haber sido responsable de las graves
violaciones a los derechos Humanos cometidas por la feroz represión policial
dispuesta por La Moneda en contra del Rebelión Social Octubre del
2019. En las que destacaron las voces de repudio de Gabriel Boric, Camila
Vallejo y otra serie de dirigentes políticos que posteriormente arribaron al
gobierno. Dedicándole el epíteto de “asesino” y prometiéndonos a todos que
sería juzgado y condenado por dichos actos que, ahora, con su muerte,
seguramente quedarán sobreseídos e impunes.
No se puede
soslayar que la presencia tan activa y el discurso de nuestro Primer Mandatario
fue acaso lo que causara mayor estupor, especialmente por la flagrante
contradicción entre sus críticas de ayer y los elogios de hoy a Piñera, aunque
ya se sabía el encantamiento que le produjo a Boric encontrarse y compartir con
el ex mandatario apenas llegado a La Moneda.
Algo extraño
sucede cuando vemos que el Partido Comunista y el propio referente de Boric
soportan tanta “vuelta de chaqueta”, no solo en cuanto a lo dicho en este
funeral, sino en relación a proyectos que el joven mandatario prometió
implementar y que hoy se hacen agua en el Parlamento. Cuando parece posible,
por ejemplo, la posibilidad de darle continuidad a las administradoras de
fondos de pensiones, como salir al rescate de las funestas isapres, que les
deben a sus pacientes ingentes sumas de dinero para repararlas de los abusos
que les cometieron.
Si Piñera pudo
enterarse desde el más allá de los funerales de Estado que le prodigó el
conjunto de la clase política probablemente estaría más que complacido respecto
de aquellos ex concertacionistas que han concluido en que sus dos
administraciones, en materia de realizaciones, quedaron a la izquierda de los
gobiernos que le precedieron, lo que parece muy cierto o así lo estima buena
parte de la opinión pública. En forma explícita, casi la totalidad de los ex
ministros de Hacienda y Economía de la posdictadura se sumaron a los homenajes
junto con evidenciar su franca conversión a las ideas neoliberales.
También Piñera
puede haber disfrutado por la forma en que sus compañeros de ruta hoy lo
reconocen como un gran estadista que, de paso, salvó a la derecha del
descrédito total.
En realidad, si
bien hubo mentiras evidentes y hasta grotescas en los homenajes al
expresidente, lo más significativo es todo lo que se soslayó respecto de su
figura y trayectoria. Con lo cual es muy probable que en su memoria haya
quienes busquen erigirle monumentos por todo el país, como suele suceder cuando
la muerte redime a los culpables y va sepultando la memoria de las víctimas y
genuinos artífices de la democracia y la justicia social. Dándole paso a
políticos inconsistentes y oportunistas como tantos de los que lloraron y
acompañaron a Piñera hasta su última morada.
Lo subrayado/interpolado es nuestro.
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