Nuevo orden mundial, es el momento de que Europa actué...
Para defender sus valores ante la
ofensiva geopolítica y economía lanzada por Estados Unidos
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Filtrada la
propuesta de Trump a Ucrania: humillación, expolio y dominación
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La cumbre
de Múnich abre una profunda brecha entre EEUU y la Unión Europea y desubica a
Ucrania
Utopía, Diario
Red, Others News, el Clarín de Chile, Achei, la Jornada de Mexico. Tektónicos, Xinhuanet, El Sur andino, Red
Latina sinfronteras, EnRed, Edición america Libre/Addee.Ong:
Nuestro
prolegómeno: por un
Nuevo Orden Mundial Multipolar, la Mundialización por/para el
Sur Socialista no alineado...
La clase
empresarial, financiera-bancaria/agiotista, agrícola monopolista de Europa
y su testaferra la clase burguesa
politicastra/castrense, no entienden, porque no tienen la capacidad para
hacerlo, que la clase plutócrata de empresarios oligarcas/estadounidenses/yanquis
dueños de la celestina universal- el dólar-, y de la inteligencia artificial
genocida/IAG, tan perversos, degenerados como estúpidos, que controlan los destinos de ese país, no tienen amigos ni aliados, sino intereses.
“Ser enemigo de Estados Unidos es peligroso, ser amigo o aliado también”,
Henry Kissinger.
¡Clase
empresarial y su testaferra la clase
burguesa politicastra/castrense de la Unión Europa!, callar a partir de hoy es una ignominia.
Según y
conforme lo preceptuado por los
plutócratas oligarcas empresarios del Club Bilderberg, “la libertad, la democracia y la justicia deben ser deseables, aunque
solo una minoría obtenga ventajas de
ellas”. El régimen de Estados Unidos asumió a raja tabla ésta
decisión antes señalada. Tampoco
lo han entendido.
La dictadura informática mediatizadora capitalista
determinista globalizada/hegemónica.
Impuesta por
los plutócratas empresarios Bezos,
Zuckerberg y Musk, que han amasado
enormes fortunas en torno a
Internet y la telebasura, controlando
todas las redes sociales de relevancia
global: The New York Times, Washington Post, CNN, etc., “para producir noticias y opiniones bajo la lógica del mercado, la
veracidad es avasallada por la rentabilidad y la relación social entre periodistas y lectores
es degradada a una transacción comercial”...
Toda esta
patética realidad es posible por “la inteligencia artificial genocida” bajo el
control de los plutócratas empresarios
que determina que información hacer llegar al público, que temas son relevantes, cuales son las opiniones válidas y quienes
tienen derecho a expresarse. Reiteramos, sin prensa libre no existe la Democracia. Cuando la verdad se
deforma para ser ajustada al pensamiento
único, el punto de vista de los empresarios plutócratas dueños de la celestina
universal y de “la inteligencia artificial genocida”, la Dignidad Humana brilla
por su flagrante ausencia y está denegada de hecho la vida democrática y la
Justicia Plena. La libertad de prensa es una conquista democrática y su
beneficiario debe ser el pueblo, es decir, el público lector. Tampoco lo han
entendido...
Un ser humano
genial, universal, afirmó: “Reconozco dos
cosas infinitas, la distancia en el
Universo y la estupidez humana”... Prof. Dr. Albert Einstein.
Con esperanza
y memoria, Pueblos Europeos, “quien no aprende las lecciones que le da la
historia está condenado a repetirlas. La
historia oficial se repite, primero como farsa y después como tragedia”:
¡Sapere aude¡
Prof. Moreno
Peralta. Secretario ejecutivo Addhee. Ong.
PRECISO EL DR. SAVIO
Es el momento de que Europa actúe para defender sus valores
ante la ofensiva geopolítica y económica lanzada por Estados Unidos
La Unión Europea se enfrenta a una crisis estratégica sin
precedentes debido al giro en la política exterior de Estados Unidos, que ha
pasado de ser la de un socio fiable a actuar con hostilidad hacia sus aliados
del viejo continente. En un mundo en el que solo se respeta la fuerza bruta, la
Unión Europea se encuentra en una posición de vulnerabilidad porque se ha
construido sobre la base del derecho y no del poder militar o la coerción
económica.
La fractura entre Estados Unidos y Europa es hoy profunda.
La Administración republicana no solo se aleja de las democracias europeas,
sino que las desafía de palabra y obra. Horas después de que Trump desatara la
guerra comercial contra la Unión Europea utilizando un chantajismo arancelario
similar al empleado contra Canadá y México, el discurso pronunciado en Múnich
por su vicepresidente, J. D. Vance, subrayó esa voluntad de romper los lazos
transatlánticos. Al omitir la cuestión de Ucrania para centrarse en la crítica
al modelo europeo, Vance dejó patente que la agenda de su Gobierno pasa por
librar una guerra ideológica, colocando los intereses estadounidenses por encima
de la cooperación con sus aliados históricos. Su tono y contenido —xenófobo,
misógino y negacionista del cambio climático— estaban más alineados con los del
Kremlin que con los de la Unión.
Los contactos de Trump con Putin para negociar la paz en
Ucrania a espaldas de Kiev y de Bruselas —legitimando así el expansionismo ruso
y socavando el derecho internacional— no solo constituye un desprecio hacia
ucranios y europeos, sino que marca un punto de inflexión que exige una
respuesta decidida y, sobre todo, unitaria frente al nuevo orden mundial
impulsado de forma agresiva por Estados Unidos.
En este contexto, es imperativo que Europa se exprese con
una sola voz, no con 27. El desprecio de Trump por las estructuras de la
democracia y por los derechos humanos ha asestado un duro golpe al paradigma
occidental de gobernanza liberal. Su rediseño del poder presidencial para
concentrar en su figura el poder político, económico y tecnológico se proyecta
sobre un embrutecimiento de las relaciones internacionales, donde la diplomacia
cede paso a un modelo imperialista en el que las grandes potencias se reparten
el planeta y sus áreas de influencia.
El unilateralismo de Trump ha hecho añicos en tres semanas
el consenso posterior a la Segunda Guerra Mundial. A la espera de su plan para
Ucrania, la nueva era apunta de forma devastadora en Oriente Próximo. Lejos de
contribuir a una paz justa y duradera, su propuesta de limpieza étnica en Gaza
debilita el ya precario alto el fuego, agrava el drama de los palestinos y
perpetúa la inestabilidad en una región arrasada por décadas de conflicto.
Hoy, más que nunca, es crucial que Europa asuma un papel
activo en la geopolítica global, demostrando no solo su determinación para
defender sus principios, sino también su disposición a contrarrestar las
acciones unilaterales de otros países. Mientras desdeña los valores que
encarnan instituciones como el Tribunal Penal Internacional, la OMS o la propia
Unión Europea, Trump muestra una admiración desinhibida hacia el estilo de
liderazgo de autócratas que, como Putin o Xi Jinping, emplean su mismo
lenguaje: el de la fuerza.
Frente a esta realidad, la Union
Europea no puede seguir siendo una espectadora. Es hora de que despliegue su
fortaleza como potencia económica —y su capacidad para alcanzar tratados con
terceros países—, haga valer su poder regulatorio frente al trumpismo
tecnológico de las grandes plataformas, desarrolle su autonomía en materia de
defensa y tenga de una vez por todas una política exterior común, algo que hizo
en Ucrania pero no en Gaza. Si no quiere ver cómo Trump pone fecha de caducidad
al periodo de paz y prosperidad más largo de su historia, Europa debe
despertar.
Filtrada la propuesta de Trump a Ucrania:
humillación, expolio y dominación, “ser enemigo de estados unidos es
peligroso, ser amigo o aliado, tambien” henry kissinger
Por Eduardo García
Granado* – Diario Red
Hace unos días, un supuesto borrador con exigencias estadounidenses
para Ucrania se filtraba. Aparentemente, provenía de fuentes turcas, por lo que
la cautela se tornaba necesaria. La confiabilidad del documento, no obstante,
se vio fortalecida tras la veracidad que le otorgó el medio británico The
Telegraph. El borrador es nítido: Trump ofrece a Kiev una paz cara, frágil y
que consolide la dependencia del país; es un ofrecimiento injusto, pero basado
en la extrema debilidad del gobierno de Zelenski y de Ucrania en general.
Inicialmente, el texto expone cuatro premisas: 1) que Estados
Unidos ha provisto de “significativo apoyo financiero y material a Ucrania”
desde 2022 en el marco de la guerra; 2) que Estados Unidos “desea invertir
junto a Ucrania en una segura y libre Ucrania”; 3) que Estados Unidos y Ucrania
desean “una paz duradera” y “una asociación duradera entre ambos pueblos y
gobiernos”; y 4) que Estados Unidos y Ucrania esperan que “las partes hostiles
del conflicto no se beneficien de la reconstrucción de Ucrania”.
La apertura, pues, marca un punto de partida decisivo: Estados
Unidos ha aportado mucho al esfuerzo de guerra ucraniano. En consecuencia, como
se esboza en el borrador, debe obtener ventajas durante el proceso de paz en
Ucrania. Del hecho de que la guerra inició en parte como consecuencia de
la agresividad de la OTAN en el este de Europa, y de que no se detuvo en 2022
como consecuencia de la negativa del gobierno de Joe Biden, no hay mención. Por
supuesto, el gobierno de Trump está jugando sus cartas consciente de la inmensa
debilidad en la que Rusia, Europa y el propio Estados Unidos han sumido a Kiev.
El elemento central del borrador es el Fondo de Inversión para
la Reconstrucción, que incluye, según el texto, recursos minerales, recursos
gasísticos y petrolíferos, puertos y otras infraestructuras. Desde el minuto
cero de las conversaciones, pues, Estados Unidos reconoce el valor estratégico
de Ucrania en clave energética y de recursos minerales; no es para menos, en el
contexto de una aceleración de la disputa contra China en el campo tecnológico
y en el marco de un esfuerzo de Estados Unidos por reforzar su posición como
proveedor de energía. En este sentido, véase el auge del gas licuado
norteamericano en Europa tras el boicot contra el gas ruso.
Washington se reserva el derecho de “igualar” la oferta de
terceros actores y adjudicarse para sí el acuerdo
Como parte de la propuesta estadounidense, se establece que el
gobierno de Ucrania recibirá el 50% de los ingresos resultantes de licencias
que se hayan emitido para los recursos ucranianos mencionados anteriormente;
existirá, no obstante, un gravamen sobre dichos ingresos que favorecerá a
Estados Unidos. El borrador, además, define que “el gobierno de Estados Unidos
tendrá el derecho de tanteo para la compra de minerales exportables”. Es decir,
que para cada compra de recursos minerales ucranianos, Washington se reserva el
derecho de “igualar” la oferta de terceros actores y adjudicarse para sí el
acuerdo.
“El Fondo de Inversión para la Reconstrucción tendrá el derecho
exclusivo para establecer el método, criterios de selección, términos y
condiciones que deberá utilizar el gobierno de Ucrania para otorgar y
documentar licencias futuras para extraer o monetizar de otro modo los recursos
naturales de Ucrania sujetos a este Acuerdo”. Es decir, que Kiev estará sujeto
a los mandatos de Washington a la hora de concretar licencias sobre sus
recursos energéticos y minerales.
El acuerdo que habría ofrecido Estados Unidos a Ucrania, de
duración indefinida, obliga a Ucrania a renunciar “a la inmunidad soberana con
respecto a su responsabilidad” y “a la inmunidad respecto del embargo y
ejecución contra activos según sea necesario para satisfacer cualquier reclamo
que el gobierno de Estados Unidos (o cualquier delegado del gobierno de los
Estados Unidos) pueda tener contra el gobierno de Ucrania”.
El equipo de Trump exige también el derecho a “auditar” la
contribución del gobierno de Ucrania al fondo e impone una obligación sobre
Kiev de “reportar mensualmente recibos y otros asuntos de relevancia” sobre los
recursos mencionados en el acuerdo. El gobierno estadounidense, por otro lado,
completa las exigencias así: «El Gobierno de Estados Unidos nombrará un
ingeniero y auditor independiente pagado por el gobierno de Ucrania». Es
difícil exagerar los términos de la humillación a Ucrania impuestos por Estados
Unidos en el texto.
Donald Trump ha insistido en la urgencia de un acuerdo con
Ucrania que satisfaga, en primer lugar, los intereses de Washington
En fin, el borrador cierra con las siguientes líneas: “Entre
otras representaciones y garantías de Ucrania, no existe disposición
constitucional, ni ninguna disposición de ningún tratado, convención, estatuto,
ley, reglamento, decreto, orden judicial o similar autoridad vinculante para
Ucrania (o cualquier afiliado del mismo), ni ninguna disposición de cualquier
contrato, acuerdo o instrumento del que el gobierno de Ucrania (o cualquier
afiliado del mismo, incluidos, entre otros, Ukravtodor) sea parte, que pueda
ser contrariada o violada, o bajo el cual pueda surgir un incumplimiento
material o pueda efectuarse una moratoria en relación a cualquier obligación
por dinero prestado del gobierno de Ucrania, como resultado de la ejecución,
entrega o desarrollo de las obligaciones que deberá asumir Ucrania en virtud de
los acuerdos aquí contemplados”.
Es difícil asegurar que
el borrador sea, en efecto, veraz, aunque las confirmaciones pueden
precipitarse tras la posición de The Telegraph. En cualquier caso, no sería
sorprendente. Donald Trump ha insistido en la urgencia de un acuerdo con
Ucrania que satisfaga, en primer lugar, los intereses de Washington. La guerra,
promovida y sostenida en parte por la administración Biden y, en retrospectiva,
por anteriores gobiernos estadounidenses, podría cerrarse con un ventajoso
acuerdo para los intereses extractivistas de Estados Unidos. De paso, la crisis
securitaria la afrontarán los europeos. En base a este texto, Ucrania es
humillada frente a un Washington que aprovecha la debilidad relativa de Kiev,
apuntalada tras tres años de belicismo en Europa y Norteamérica.
La
cumbre de Múnich abre una profunda brecha entre EEUU y la UE y desubica a
Ucrania, “ser enemigo de estados unidos es peligroso, ser amigo o aliado,
tambien” henry kissinger
Por Juan Antonio Sanz* – Público.es
El
presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha jugado sus cartas en la
Conferencia de Seguridad de Múnich, con la malicia de un viejo tahúr entre
jugadores bisoños. Ha mostrado la debilidad de sus socios europeos y, tras
desautorizarlos, les está empujando hacia una peligrosa carrera armamentística.
Además, deja a Kiev a merced de las tempestades y ofrece a Rusia la oportunidad
de participar en las negociaciones de paz en su papel de superpotencia,
obviando de facto su responsabilidad en la invasión de Ucrania.
En
Múnich lo dejó claro el representante de la Casa Blanca para Ucrania y Rusia,
Keith Kellogg: Europa, es decir, los socios de EEUU en la OTAN y sus aliados de
la Unión Europea, no van a participar de forma directa en las negociaciones de
paz en Ucrania, país que queda también relegado a un segundo término ante
Rusia, que se convierte en el único interlocutor prioritario de Washington para
resolver la crisis.
En
el marco de la Conferencia de Seguridad de Múnich, después de dos días de
desprecios formulados contra los aliados europeos por parte del vicepresidente
de EEUU, J. D. Vance, el general Kellogg evidenció que la brecha entre Bruselas
y Washington es si cabe mucho más profunda por este reseteo del sistema de
seguridad internacional que está acometiendo Trump.
El
enviado de Trump para la guerra de Ucrania descartó la eventual participación
de la UE o de sus países miembros en las negociaciones para alcanzar la paz.
“Esto no va a ocurrir”, dijo tajante el general estadounidense, muy partidario
de la que llamó “la escuela del realismo”, es decir, solo pueden decidir
quienes tiene la sartén por el mango y la fuerza para imponer un alto el fuego.
Y
no la tiene Kiev, cuyo ejército se desmoronaría sin la ayuda estadounidense, ni
Bruselas, incapaz de compensar con sus aportaciones las partidas que Washington
abandone. Menos ahora, cuando la prioridad europea es militarizar el
continente, con ingentes inversiones en armas para asumir los gastos de la OTAN
y la defensa ante una supuesta agresión de Rusia, como si este país estuviera
capacitado para librar más guerras a corto y medio plazo.
En
respuesta a la ofensa de Estados Unidos por desdeñar el papel europeo en la
solución del conflicto ucraniano, el presidente francés, Emmanuel Macron,
convocó una reunión urgente este lunes de jefes de Gobierno y Estado de
Alemania, Francia, Reino Unido, Italia, Polonia, España, Países Bajos y
Dinamarca. También asistirán la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von
der Leyen, el presidente del Consejo Europeo, António Costa, y el secretario
general de la OTAN, Mark Rutte.
En
el encuentro se abordará el cambio de rumbo en la geopolítica europea que
introduce la decisión de Trump de negociar la paz en Ucrania con el presidente
ruso, Vladímir Putin, como interlocutor, mientras se deja en un segundo plano
al mandatario ucraniano, Volodímir Zelenski, y se excluye la participación de
representantes europeos.
Rusia
está pletórica ante el vuelco que ha dado la situación respecto a Ucrania y en
las relaciones entre Moscú y Washington desde que Trump ocupa el Despacho Oval
de la Casa Blanca. El Kremlin volvió a subrayar este domingo la buena sintonía
entre Trump y Putin, y reiteró la invitación al presidente estadounidense a
visitar Moscú.
Objetivos cumplidos para Moscú
Lo
cierto es que, a una semana del tercer aniversario del comienzo de la invasión
rusa de Ucrania, ocurrido el 24 de febrero de 2022, el Kremlin logró ya buena
parte de sus objetivos con la guerra y las negociaciones con Trump podrían
asegurar estas ganancias: Ucrania no será admitida en la OTAN, gracias al
rechazo de EEUU; Rusia conservará los territorios conquistados (un 20% de
Ucrania) y, no menos importante, Moscú negociará directamente con Washington
los términos de la paz y cualquier otra negociación sobre seguridad
internacional en el futuro.
Putin
siempre acusó a Washington de avivar desde las sombras el sentimiento antirruso
en Ucrania, desde que cayó la Unión Soviética en 1991 y sobre todo con las
revueltas de 2014 en Kiev, cuando fue defenestrado el entonces presidente
ucraniano, Víktor Yanukóvich, por sus simpatías hacia Moscú. Como respuesta a
la caída de Yanukóvich y la injerencia estadounidense, Putin aprovechó esos
momentos de caos para invadir y anexionarse la península de Crimea.
Ahora
el papel de Rusia se ve vindicado por Trump, quien desde que juró su cargo el
20 de enero ha puesto patas arriba el sistema de seguridad europeo y ha
beneficiado a Moscú, la “bestia parda” de la anterior Administración
estadounidense del presidente Joe Biden.
Moscú
está ganando la guerra, con continuados avances en el este ucraniano, en la
disputada zona del Donbás, y ha dejado las infraestructuras energéticas de
Ucrania al borde del colapso. Occidente, con sus sanciones y su presión en la
Corte Internacional de Justicia, han convertido a Putin en un paria en busca y
captura, y a Rusia en un país marcado.
Al
menos de palabra, pues una gran parte de los países del Sur Global, en Asia,
África y América, encabezados por China y en menor nivel India, pusieron
siempre en duda la legitimidad de Occidente para dictar sus leyes en todo el
planeta, incluso a la hora de juzgar lo que está pasando en Ucrania.
Trump redime a Putin
Ahora
Putin ve su figura redimida por su buen “amigo” Trump y se dispone a saborear los
laureles de su doble victoria militar y política cuando le plazca. Porque queda
claro que ha de ser Rusia quien decrete el alto el fuego. El presidente
ucraniano lo hará en cuanto lo digan los estadounidenses.
De
poco sirvieron las palabras de Zelenski en el foro de Múnich, “ninguna decisión
sobre Ucrania, sin Ucrania. Ninguna decisión sobre Europa sin Europa”, que
corearon los europeos, especialmente países como Alemania, Francia, Polonia,
Reino Unido o España, sin que provocaran mayor interés en la delegación
estadounidense que alguna ceja levantada.
En
otra muestra del movimiento pendular de Zelenski, el líder ucraniano insiste
ahora en que no hay acuerdo con Washington para la explotación de tierras raras
y otros minerales estratégicos en Ucrania a cambio de la ayuda estadounidense.
Fue el propio Zelenski quien realizó esa oferta hace unos días, con gran
contento de Washington. Ahora, el mandatario ucraniano está renunciando a la
última carta que tenía para atraer la atención de Trump.
Aunque
quizá esto sea un farol para subir las apuestas, pues este domingo Zelenski
dejó caer que su Gobierno estaba ya empezando a trabajar con el equipo de
Trump. “Ya sentimos que el éxito es posible”, dijo, aunque sin especificar qué
éxito ni las líneas de ese trabajo conjunto.
Zelenski
también demandó en Múnich la creación de un ejército europeo, ante el
desinterés de Trump para hacerse cargo de la seguridad en el viejo continente.
Y ya rozando el delirio, demandó el despliegue en Ucrania de un millón y medio
de soldados occidentales, un requerimiento que ni los más acérrimos enemigos de
Moscú en Europa podrían siquiera plantearse.
Europa, a un lado
No
solo ha desdeñado EEUU a Europa en el proceso negociador. Ni siquiera esas
negociaciones iniciales serán en suelo europeo. Trump señalo como país mediador
a Arabia Saudí, cuyo Gobierno ya lleva días avisado y al parecer ya estaba
intermediando entre Washington y Moscú. Los saudíes son los principales aliados
de EEUU en el mundo árabe y también tienen buenas relaciones con los rusos.
Según
la revista digital estadounidense Político, que citó fuentes de la Casa Blanca,
las conversaciones de paz entre Rusia y EEUU comenzarán en los próximos días.
Ya está previsto que viaje a Riad un equipo encabezado por el secretario de
Estado estadounidense, Marco Rubio.
El
jefe de la diplomacia estadounidense llamó este sábado al ministro de
Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, con quien acordó preparar los detalles de la
cumbre que celebren Trump y Putin, en principio también en la capital saudí.
Según un comunicado del Kremlin, “las dos partes han expresado su voluntad
mutua de interactuar sobre cuestiones internacionales apremiantes, como el
arreglo en torno a Ucrania, así como la situación en Palestina y, en general,
en Oriente Medio”.
Y
aunque el presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores de la Cámara de
Representantes, el congresista republicano Michael McCaul, dijo que a la
reunión de las delegaciones rusa y estadounidense están invitados los
ucranianos, no parece que Zelenski vaya a dar ese paso sin contar con Europa.
En
Múnich, Kellogg invitó a los “amigos europeos” a participar en el proceso
negociador con propuestas, pero no presencialmente. Según el enviado especial
de Trump, la mala experiencia de la participación francesa y alemana en los
acuerdos de Minsk, en 2014, para detener los combates entre prorrusos y
ucranianos en el Donbás, desaconseja que sean muchos los asistentes a las
nuevas negociaciones.
La carrera de armamento en ciernes
Kellogg
animó a los aliados de Europa a “incrementar el gasto” en materia de defensa y
éste ha sido otro de los resultados de la reunión de Múnich. Los países
europeos protestaron por el puntapié propinado por Trump y, tras reclamar en
balde un lugar en las negociaciones, aceptaron orgullosos lanzar una carrera
armamentística en Europa que subraye que no necesitan a EEUU para defenderles.
La
presidenta Von der Leyen, una de las personas que más se han opuesto a una
negociación de paz y que ha apostado una y otra vez por la derrota militar
rusa, algo bastante ilusorio desde el principio, pidió en Múnich aumentar
“considerablemente” los gastos militares de la UE, hasta el 3% del PIB al
menos.
Para
disparar las inversiones en defensa, Von der Leyen pidió activar la llamada
“cláusula de escape”, mecanismo que permite acometer crisis extraordinarias en
la Unión, como ocurrió durante la pandemia de covid o con la crisis energética
derivada de la contienda.
Antes
de la invasión rusa de Ucrania, los Veintisiete gastaban 200.000 millones de
euros en defensa. En 2024 subieron a 320.000 millones de euros. Europa puede
duplicar esta cifra, a cambio, claro está, de recortar los programas sociales,
la sanidad, las pensiones y muchos otros gastos que definen el supuesto Estado
de bienestar en la UE. Más cuarteles militares y menos hospitales, si se siguen
las directrices de Von der Leyen.
Lo subrayado es nuestro
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