De Bruselas a Riad, pasando por Múnich: Ocho días que estremecieron el mundo...
Por Sergio Rodríguez Gelfenstein/escritor, historiados y analista internacional/ ADDHEE.ONG:
“La historia se repite, primero como
farsa y después como tragedia”...
Conferencia
de Yalta – La cumbre de la Segunda Guerra Mundial que redefinió el
mundo, Y la repartición de nuestro desgraciado mundo
Los
acontecimientos internacionales han tomado un ritmo extraordinariamente
acelerado. He consultado con algunos colegas y hemos concluido que se está
haciendo difícil seguir el movimiento de hechos que están conmoviendo,
transformando y reestructurando el sistema internacional a una velocidad nunca
antes vista por lo menos en los últimos 80 años. Lo cierto es que el mundo de
la posguerra parece desmoronarse. El consenso logrado en 1945 en Yalta y
Potsdam acaba de recibir un golpe mortal en Múnich.
Hagamos
un somero recorrido de los acontecimientos de los últimos días para constatar esta
aseveración que emana la impronta que la
administración Trump le está imponiendo al mundo:
·
12 de febrero.
El presidente de Estados
Unidos informó que había sostenido una “larga y muy productiva” llamada
telefónica con su homólogo ruso Vladimir Putin. Dijo que este quiere que la guerra en Ucrania termine y que
cree que habrá un alto el fuego “en un futuro no muy lejano”. La llamada fue la
primera conversación conocida entre ambos presidentes desde que Trump asumió el
cargo el mes pasado.
·
12 de febrero.
El Secretario de Defensa de Estados Unidos Pete Hegseth, durante su
reunión en Bruselas con los miembros de la Organización del Tratado del
Atlántico Norte (OTAN), declaró “directamente y sin ambigüedades” que
Washington ya no priorizará la seguridad de Europa, determinó que la
guerra entre Ucrania y Rusia “debe terminar”, pues su prioridad se enfoca en
asegurar las fronteras del país norteamericano y evitar la guerra con China.
Hegseth afirmó que las realidades
estratégicas actuales impiden que Estados Unidos siga siendo el principal
garante de la seguridad en Europa. Estas mismas realidades obligan –según el
jefe del Pentágono- a una reducción de
las fuerzas estadounidenses en la región. La prioridad para Washington
es enfrentar a China, a la que definió como “ un competidor de gran envergadura”
porque tiene la capacidad y la intención de amenazar la seguridad nacional de
Estados Unidos y sus intereses principales en la región del
Indo-Pacífico. Hegseth subrayó que la disuasión de un conflicto con
China en el Pacífico es la misión más importante de su despacho. Reconoció la
escasez de recursos y la necesidad de tomar decisiones difíciles para
garantizar que el proceso no fracase.
El Secretario de Defensa instó a los
aliados europeos, miembros de la OTAN, a asumir un liderazgo activo. Les dijo
tajante que: “La Casa Blanca ya no tolerará una relación desequilibrada que
fomente la dependencia. En su lugar, la relación entre Estados Unidos y Europa
se centrará en capacitar a los países europeos para que asuman la
responsabilidad de su propia seguridad”.
·
14 de febrero.
El vicepresidente de Estados Unidos, J.D. Vance, pronunció un discurso durante
la 61.ª Conferencia de Seguridad de Múnich, en
Alemania, sorprendiendo tanto a los presentes como a los países
europeos aliados de Washington. En la disertación, el alto cargo estadounidense
afirmó que: "La amenaza que más me preocupa respecto a Europa no es Rusia,
no es China, no es ningún otro actor externo. Lo que me preocupa es la amenaza
desde dentro, el retroceso de Europa respecto a algunos de sus valores más
fundamentales, valores compartidos con Estados Unidos". Sin tomar en
consideración la perplejidad que generaban sus palabras, agregó que "Cuando
vemos a las cortes europeas cancelando elecciones, con altos funcionarios
amenazando con cancelar otras, tenemos que preguntarnos si nos ceñimos a unos
estándares debidamente altos".
·
14 de febrero.
El senador republicano por Texas John Cornyn, afirmó que esperaba que los europeos reconocieran
que su privilegio de aprovecharse de los Estados Unidos había llegado a su fin
y añadió que: "Lo han pasado bastante bien, y esos días ya terminaron”.
·
14 de febrero.
Keir Giles, investigador principal del centro de estudios Chatham House, con
sede en Londres, declaró a NBC News que Europa ha ignorado décadas de señales de
que la paciencia de Estados Unidos se ha estado "agotando" con la
dependencia de Europa de la defensa estadounidense.
·
14 de febrero.
Patrick Wintour, editor diplomático del diario británico The Guardian, destacó que las palabras de Vance demostraron
que "la disputa preexistente entre Europa y Estados Unidos ya no tenía que
ver con el reparto de las cargas militares o la naturaleza de la futura amenaza
a la seguridad planteada por Rusia, sino con algo más fundamental: la
sociedad".
·
16 de febrero.
En una columna titulada “El asalto de Donald Trump a Europa”, el periódico digital
londinense “The Economist” destacó que
los líderes europeos que asistieron a la conferencia de Múnich quedaron
"atónitos" al ver que la Administración Trump "echó por tierra
décadas de diplomacia que han sustentado a la OTAN como la alianza militar más
exitosa de la historia moderna".
·
18 de febrero.
El primer ministro de Hungría señaló que: “La Unión Europea (UE) quedó
"atrapada en la guerra" y conocerá los resultados de las
negociaciones sobre Ucrania por la prensa”.
·
18 de febrero.
El primer ministro polaco, Donald Tusk afirmó que la cumbre de urgencia de la
UE, celebrada en París no tomó ninguna decisión sobre el conflicto
ucraniano. Las contradicciones entre los líderes reunidos impidieron que
surgiera una solución común. El portal Político indicó que, tras la
reunión de 3 horas y media, sus reacciones fueron "decepcionantes".
·
19 de febrero.
Un encuentro realizado en Riad capital de Arabia saudita entre delegaciones de
alto nivel de Rusia y Estados Unidos concluyó exitosamente tras producirse un diálogo fluido y sin
contratiempos según informó el asesor
presidencial del Kremlin, Yuri Ushakov, quien participó en el encuentro junto
con el canciller Serguéi Lavrov. Ushakov resaltó que durante las conversaciones se abordaron todos los
temas con seriedad y profundidad y además, se logró un consenso para avanzar en
las relaciones bilaterales.
·
19 de febrero.
Al referirse a la reacción de Ucrania y de su líder Volodímir Zelenski a las
conversaciones entre Estados Unidos y Rusia en Riad, Arabia Saudita, el presidente
Trump dijo:” Piénselo: un comediante de éxito modesto, Volodímir Zelenski,
convenció a los Estados Unidos de América de gastar 350 mil millones de dólares
para entrar en una guerra que no se podía ganar, que nunca tuvo que comenzar,
pero una guerra que él, sin los Estados Unidos y Trump, nunca podrá resolver.
Estados Unidos ha gastado 200 mil millones de dólares más que Europa, y el
dinero de Europa está garantizado, mientras que Estados Unidos no recibirá nada
a cambio. ¿Por qué el soñoliento Joe Biden no exigió la igualdad, ya que esta
guerra es mucho más importante para Europa que para nosotros? Tenemos un gran y
hermoso océano como separación. Además de esto, Zelenski admite que la mitad
del dinero que le enviamos está en falta. Se niega a tener elecciones, tiene un
puntaje muy bajo en las encuestas y lo único en lo que era bueno era en
manipular a Biden “como un violín”. Zelenski es un dictador sin
elecciones que debe actuar rápido o no le quedará ningún país. Mientras tanto,
estamos negociando con éxito el fin de la guerra con Rusia, algo que todos
admiten que solo Trump y la administración Trump pueden hacer. Biden nunca lo
intentó, Europa no ha logrado traer la paz y Zelenski probablemente quiera
mantener el “tren de la salsa” en marcha. Amo a Ucrania, pero Zelenski ha hecho
un trabajo terrible, su país está destrozado y millones han muerto
innecesariamente. Y así continúa…”
Parafraseando
el título de aquel famoso libro de John
Reed, podríamos hablar de “los ocho días que estremecieron el mundo”. Los
europeos están atónitos y, como lo demostró su reunión cumbre de París,
absolutamente desarticulados y sin capacidad de respuesta. Asistieron a Múnich
esperando que Vance hablara de asuntos relacionados con la seguridad y defensa
del bloque europeo, pero en su lugar "atacó rotundamente" a los
aliados de Washington denunciando "la desinformación, la información
errónea y los derechos a la libertad de expresión". Según RT, “un alto
funcionario europeo que habló con Foreign Policy bajo condición de anonimato dijo que
Vance "mientras estaba en Alemania hizo algo en lo que los alemanes son
bastante buenos: dar lecciones a otros".
Quien
no fue sorprendida ni desarticulada fue Rusia. Desde 2014, con paciencia y
visión de largo plazo articuló un plan que ha ido cumpliendo al pie de la letra.
Hace unos meses, el presidente Putin esbozó su concepto de paz y su idea de
nuevo orden internacional. Durante el foro “Interconexión de tiempos y
civilizaciones, base de la paz y el desarrollo” que se celebró en Asjabad,
capital de Turkmenistán en octubre 2024, explicó que: "...La paz global
solamente puede lograrse teniendo en cuenta los intereses de todos los pueblos
del planeta”. En su discurso en el evento, el presidente ruso dio a conocer que
su país estaba convencido de que la “paz universal y el desarrollo integral
solo pueden garantizarse teniendo en cuenta las opiniones de cada pueblo,
respetando, al mismo tiempo el derecho de cada Estado a su propio rumbo
soberano, a su propia cosmovisión, a sus propias tradiciones e ideas
religiosas", señalando además que la mayoría de los Estados del mundo abogan por
"una distribución más equitativa de los beneficios".
Este
fue el soporte que permitió que la semana pasada los mandatarios de Rusia y
Estados Unidos conversaran por teléfono y acordaran dejar atrás un período
"absolutamente anómalo" de las relaciones entre ambos países, cuando
no hubo contactos mutuos.
La
semana pasada hicimos una observación descriptiva de los acontecimientos
internacionales, hacer un análisis de los mismos es un tanto más complejo. Me
parece que las dificultades provienen de la idea de que es posible entender la
situación creada en la actualidad a partir de una visión dicotómica
unipolaridad vs. bipolaridad y de que las categorías de análisis usadas durante
la guerra fría conservan validez aún. Incluso, algunos analistas hablan del
surgimiento de una nueva bipolaridad China-Estados Unidos.
Hace
unos días atrás, un amigo siempre bien informado y preocupado por dar
seguimiento a los sucesos de la realidad internacional me escribió para
decirme: “No entiendo cuál es la jugada. Estoy perdido. Quizá el imperio quiere
rediseñar el mundo. Algo escribiste hace muchos años sobre las reparticiones…”
Todo
ello me motivó a escribir este artículo que por su extensión, debió ser
publicado en dos partes, lo cual no necesariamente es ventajoso.
Efectivamente en marzo de 2014 se
publicó en Chile primero y en Argentina después por la editorial Biblos mi
libro “La balanza de poder. Las razones del equilibrio del sistema
internacional”. Unos meses después, en septiembre vio luz la edición en inglés
de la obra de Henry Kissinger “Orden Mundial”.
Tratando
de establecer cuál sería el sistema internacional el futuro, en mi libro
recorrí las variantes existentes a partir del estudio de las causas de los
conflictos y la cooperación entre los Estados para resolverlos. Entonces,
expliqué las propuestas de bipolaridad,
multilateralidad, multipolaridad y apolaridad que estaban sobre el tapete. En
lo personal, me atreví a exponer que las diversas condicionantes existentes
anunciaban que, a mediano plazo se establecería un sistema internacional de
balance poder.
La
definición más clara de la balanza surgió de los estudios del politólogo
estadounidense Morton Kaplan que en un
trabajo escrito en 1966 titulado: “Algunos obstáculos en la investigación de
sistemas internacionales”, estableció que
los actores de la balanza tenían que ser como mínimo 5, exclusivamente
de carácter nacional y ajustarse a la categoría de “actor nacional esencial
para que el sistema funcionara”.
A
continuación, instituyó 6 normas fundamentales que caracterizan el sistema de
balanza de poder. Entre ellas, negociar
antes que pelear, pelear antes que dejar de incrementar las capacidades, dejar
de pelear antes que eliminar a un actor esencial, oponerse a toda coalición que
intente predominar, limitar a aquellos
actores que acepten principios organizacionales supranacionales y permitir que
aquellos actores derrotados o limitados reingresen al sistema.
Este
es un resumen muy sucinto de la propuesta esbozada por Kaplan. En mi libro,
publicado hace solo 11 años atrás, exponía que, desde mi perspectiva, para
China la búsqueda del equilibrio es parte de su política permanente mientras
que para Estados Unidos, una fiera herida que da zarpazos, el equilibrio es una
obligación de supervivencia.
Mi
opinión era y es que el mundo avanza hacia un equilibrio de poderes. La posibilidad
de destrucción del planeta como opción para imponer el capitalismo no es
viable. Los capitalistas son inmorales, no suicidas. La acumulación tiene un
límite -que en la actualidad viene impuesto por poderes confrontados- los
cuales, en los hechos apuntan a una profundización de la debilidad y la pérdida
de la hegemonía imperial. Una racionalidad del capital – si es que ella existe
y es posible- establece como más viable un equilibrio que le permita conservar
una cuota de poder antes que recurrir a una confrontación nuclear en la que,
difícilmente puedan obtener alguna ganancia.
Como
dije antes, unos meses después de la publicación de mi libro, el grupo
editorial Penguin Random House publicó
el libro de Kissinger bajo el sugestivo título de “Orden Mundial. Reflexiones
sobre el carácter de las naciones y el curso de la historia”. Desde otra
perspectiva, incluso antagónica a la mía, Kissinger establece que el equilibrio
es la única alternativa de estados Unidos para conservar su poder.
Poco
antes de la publicación de su libro, a finales de agosto de 2014, Kissinger
escribió un artículo titulado “Sobre la Asamblea de un Nuevo Orden Mundial” que
fue publicado en el periódico estadounidense The Wall Street Journal. En
este texto, adelanta algunos elementos que desarrolla mucho más ampliamente en
su libro. Considera como positivo que la democracia y la gobernanza
participativa pasaran de ser una aspiración para convertirse en una “realidad
universal”. Ojo, se debe tomar nota de Kissinger hablando de “gobernanza
participativa”.
Resalta
que la mayor parte del planeta está constituido por países que configuran
Estados soberanos independientes pero agrega que Europa no cuenta con los
atributos para crear un Estado, lo que ofrece un “tentador vacío de la autoridad”.
Aquí, pareciera estar apuntando a actualizar las características de los Estados
nacionales esenciales mencionados por Kaplan, que se orientan a la
configuración de una balanza entre China, Rusia, Estados Unidos, India y algún
país europeo que emergerá como líder en el actual conflicto, ¿Alemania? ¿Reino
Unido? ¿Francia? No importa cuál sea, pero será solo uno de ellos.
Kissinger
era de la idea que el orden internacional se enfrentaba a una paradoja, toda
vez que – según él- la prosperidad dependía del éxito de la globalización pero
el proceso estaba produciendo una reacción política que apuntaba a cuestionar
sus objetivos. Para solventar esta anomalía proponía la creación de “un mecanismo efectivo de las grandes potencias
para consultar y posiblemente cooperar en las cuestiones más consecuentes”.
Para
lograrlo, Estados Unidos debería aceptar que existen dos niveles aparentemente
contradictorios: principios universales por una parte y características locales
y regionales particulares de otra. En cualquier caso, Kissinger no abandonaba
su sustento ideológico imperialista al establecer que todo se debe considerar a
partir de la naturaleza excepcional de Estados Unidos.
A
nivel interno no obstante, esto pasa porque los ciudadanos estadounidenses
lograran entender que, -dicho en términos coloquiales- acepten que no son los
únicos que viven en este planeta, por lo que deben ceder parte de sus derechos
a fin de avanzar en la globalización y que, incluso esos derechos, deberían
seguirse conculcando [tal como está ocurriendo hoy en Estados Unidos] para dar
espacio a la opinión de otros países.
Ya
en el libro, Kissinger opina que las distintas tradiciones culturales permiten
establecer el concepto de orden como base de las relaciones internacionales. En
esto parece contradecir a Huntington quien creía que el futuro estaría marcado
por los conflictos civilizacionales. Por el contrario, opina que los conflictos
actuales se han originado en la identificación de ideas contrapuestas en torno
a la forma que debe adquirir el sistema internacional en un momento en que se
enfrenta el reto de que se organice el
orden regional al mismo tiempo que se asegura que dicho orden sea
compatible con la paz y la estabilidad
en el resto del mundo.
Sin
que pareciera salir de su pluma, Kissinger opina que existe un gran riesgo en
caso que Occidente intente extender su modelo de democracia por el mundo,
advirtiendo que en particular, el “idealismo norteamericano” sin una estrategia
clara para ponerlo en práctica, no conducirá a
amplificar la presencia de la “democracia liberal” por el mundo.
Parecieran
antagónicas las nociones de imperialismo y equilibrio, pero no lo son. Quiero
reiterarlo, para Estados Unidos se trata de sobrevivencia. Tal vez sea
necesario estudiar el libro de Kissinger para comprender la actuación
internacional del nuevo gobierno de Estados Unidos. Se sabe que durante la
primera administración de Trump, habiendo pasado por mucho los 90 años de edad,
Kissinger era un asiduo visitante de la Casa Blanca. Fallecido en 2023 a la
edad de 100 años, sus ideas y su impronta conforman la médula de la actuación
internacional de Estados Unidos en la coyuntura.
En
diciembre de 2022, unos meses después de iniciada la Operación Militar de Rusia
en Ucrania, con Joe Biden en el poder en Washington, Kissinger, en un artículo titulado “¿Cómo
evitar otra guerra mundial?” opinó que debía buscarse la paz con un doble
objetivo: confirmar la libertad de Ucrania y definir una nueva estructura
internacional en la que Rusia debía tener un lugar. Asimismo, el ex secretario
de Estado se mostró en desacuerdo con la opinión de que Rusia estaba obligado a
convertirse en un país impotente tras el conflicto en Ucrania toda vez que era
imperativo reconocer que Rusia “había
contribuido decisivamente en la búsqueda del equilibrio mundial y el balance de
poder durante más de medio milenio “por lo que su papel histórico no debía
degradarse”.
Los
temas que se han puesto sobre el tapete de la dinámica internacional actual
como los deportados de Estados Unidos, el canal de Panamá o Groenlandia, son
solo cortinas de humo para “entretener” al planeta y ponerlo a pensar y debatir
sobre asuntos que no son prioritarios. Según el senador estadounidense Bernie
Sanders el objetivo real de Trump es “desmantelar ilegal e inconstitucionalmente
las agencias del gobierno” a fin de que los multimillonarios y las “clases
gobernantes [que] siempre han querido y han creído que [el poder] es suyo por
derecho, [obtengan] más poder, más
control más riqueza”. Para ello, necesitan dinamitar las instituciones del país
y restructurar el sistema internacional de acuerdo a los parámetros señalados
por Trump.
Por
cierto, para lograrlo, necesitan que en el nuevo sistema que pretenden
construir, el enemigo sea China, no Rusia, no obstante ante una profundización
estratégica de la situación crítica, la única solución para tratar de evitar la
catástrofe y salvaguardar alguna cuota de poder, es orientarse a la búsqueda
del equilibrio, tal como lo señalaba Kissinger.
Así
lo hizo saber claramente hace casi dos años, en mayo de 2023, la subsecretaria
de Defensa de Estados Unidos, Kathleen Hicks, en una conferencia celebrada
en Washington en la que afirmó que el Pentágono percibía a China como el
desafío militar que marcaba el ritmo de su país
y “el único competidor estratégico con la voluntad y cada vez más la
capacidad de rehacer el orden internacional”. Agregó que China constituía
“un desafío generacional”, el cual, si bien cambiará con el tiempo, “no
se irá a ninguna parte”.
Recordando
la impronta de Kissinger durante el siglo XX, Hicks hizo memoria respecto de la
experiencia histórica de enfrentar a la Unión Soviética, un competidor -según
ella- “lento y pesado” mientras que ahora, en materia de Defensa, la nación
norteamericana tiene que “evolucionar más rápido que las amenazas”.
Hicks
afirmó que en esta “nueva era de competencia estratégica”, el objetivo de
Estados Unidos “es disuadir, porque competencia no significaba conflicto”.
Según la subsecretaria, el éxito del Pentágono
era que “los líderes de la China se despierten todos los días,
consideren los riesgos de agresión y concluyan: “Hoy no es el día y que piensen
en eso hoy y todos los días entre ahora y 2027, ahora y 2035, ahora y 2049, y
más adelante”, curiosamente señalando los años emblemáticos en que la República
Popular China se ha propuesto alcanzar objetivos estratégicos.
En
este momento, Trump conoce los costos que conlleva sostener 800 bases militares
y un millón trescientos veinte mil militares fuera de su territorio, sin contar
11 grupos de ataque de portaviones de los cuales 7 están desplegados y 4 en
reparaciones con una carga económica muy grande que conspira con el objetivo de
hacer realidad que “Estados Unidos sea grande de nuevo”. Por ello, se ha
adelantado a las circunstancias y el pasado 20 de febrero ha manifestado su
disposición a negociar con Rusia y con China para reducir el número de
ojivas nucleares, resaltando que considera inaceptable el uso de armas atómicas
y el aumento del número de potencias nucleares. Parafraseando al ex
presidente Bill Clinton se podría decir “Es la economía, estúpido”.
Hay
que decirlo claramente… y reiterarlo, el sistema internacional de la posguerra
colapsó y va a dar paso a uno nuevo. Es verdad que la OTAN sigue existiendo
formalmente, pero lo real es que tal como lo certificó el presidente Macron en
noviembre de 2019, padece de “muerte cerebral”. La Secretaría general es un
cargo, vació solo creado para que los europeos creyeran que pueden decidir
algo. El verdadero poder se sostiene sobre los hombros del comandante supremo
aliado en Europa que siempre es un general estadounidense. Ya se comenta que
Trump ordenará retirar sus tropas dislocadas en la Europa del este, en aquellos
países que formaron parte de la Unión Soviética o del Pacto de Varsovia. Así se
volvería al status quo del fin de la guerra fría cuando desapreció la Unión
Soviética y Occidente hizo compromisos con Rusia que nunca cumplió.
Ahora,
cuando delegaciones del más alto nivel de Rusia y Estados Unidos se reunieron
en Riad, capital de Arabia Saudita, “las aguas están volviendo a su cauce”.
Marco Rubio sabe que Serguei Lavrov no es el indigno y mentecato canciller de
Panamá, tampoco Putin es el genuflexo José Raúl Mulino. No se trata de la
dimensión y el poder de un país respecto del otro. Un líder panameño, el
general Omar Torrijos obligó a Estados Unidos a sentarse a dialogar, negoció de
igual a igual solo con el poder que le daba la dignidad y la historia del
heroico pueblo panameño y les ganó: los obligó a devolver el canal.
En
Riad, Rubio debió medir sus palabras y hasta sus gestos. Fue un primer paso,
que tuvo más de política bilateral que de revisión de la agenda internacional
aunque el tema de Ucrania estuvo sobre la mesa. Pero el hecho de que las dos
mayores potencias nucleares del planeta se hayan sentado a dialogar y que
algunos de sus principales dirigentes se miraran de frente, cara a cara y
apagaran el fósforo con que solo hace unas semanas se amenazaba con encender el
fuego de la hecatombe nuclear, señala un alivio y un camino positivo para toda
la humanidad amante de la paz y de la vida.
Hoy
existe duda, confusión e incertidumbre y para los europeos, perplejidad, pero
debemos acostumbrarnos: así es la dinámica Trump y así será por lo menos durante
los cuatro próximos años. Mientras tanto, reconociendo y aplaudiendo lo
ocurrido en Riad y los hechos que han conducido a aplacar la posibilidad de una
guerra nuclear, hay que recordar siempre al Comandante Ernesto Che Guevara
cuando el 30 de noviembre de 1964 desde Santiago de Cuba recomendaba que en el
imperialismo, “no se podía confiar ni tantito así, nada”.
Lo subrayado/interpolado es nuestro.
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