Luchar por la paz. Evitar
la 3ra, Guerra termonuclear Mundial.
Por Sergio Rodríguez Gelfenstein/Escritor y analista internacional/ ADDHEE.ONG/Lucha internacionalista/ El Salto/ Prensa Mare Argentina/ Xinhua, Other News, Sputnik, RT, Publico.es, La Jornada de México, Red latina sin fronteras.Sur, ACHEI, Utopía, Argentina Indymedia:
Lo cierto es que aquel viejo adagio de que no se
conoce como empezará la tercera guerra mundial, pero si se sabe que la cuarta
comenzará con palos y piedras, cobra plena validez. La racionalidad que ha
indicado -desde 1945- que una nueva guerra mundial, necesariamente conducirá a
la utilización de armas atómicas, significando muy probablemente el fin de la
especie humana sobre el planeta, ha inducido a una racionalidad que ha
compelido a evitar tal tipo de conflagración. Durante la guerra fría primó una
lógica de contención mutua que permitió mantener al mundo alejado de tal
posibilidad.
Pero el fin de esa atapa, la desaparición de la Unión
Soviética y del mundo bipolar y el desenfrenado triunfalismo desatado en Occidente
tras aquella idea de que “la historia había finalizado”, ha llevado al mundo a
una fase de escepticismo que ha ido escalando en la medida del fracaso del
capitalismo como instrumento para generar estabilidad y desarrollo en el
planeta. Por el contrario, se ha encaminado a la Humanidad a una era en la que
parecieran estar manifestándose los prolegómenos del final de la hegemonía
occidental y de Estados Unidos, su principal representante.
Todo ello expone una situación de elevada
incertidumbre en la medida que Estados Unidos -como ha sido natural en el
pasado con otras potencias- resiste su declive y lo hace con los instrumentos
que tiene a su alcance, el principal de los cuales es su poderío militar
utilizado como herramienta de amenaza, chantaje, agresión, intervención,
guerra, conflicto, asesinato y muerte.
Uno puede suponer que finalmente se impondrá la
racionalidad y el fantasma destructivo de una guerra termonuclear no llegue a
ocurrir. Lamentablemente, las señales que se envían desde Occidente en ese
sentido no son alentadoras. En el horizonte del liderazgo estadounidense y
europeo, se observa un panorama de mediocridad, estulticia e ignorancia que a
veces asusta. Estas “cualidades” vistas
en su conjunto son las que el professor Sergei A. Karaganov, presidente
honorario del Consejo de Política Exterior y de Defensa de Rusia, denomina “parasitismo estratégico”, caracterizado por
la pérdida de las élites occidentales de los sentidos de la historia y de la
autopreservación.
Los hechos apuntan en esa dirección. Cuando el Congreso de
Estados Unidos aprobó un presupuesto de casi 100 mil millones de dólares para
escalar los conflictos a nivel mundial, estaban apuntando a la necesidad de
salvaguardar su economía -en crisis desde hace más de 40 años- de la única
manera que pueden hacerlo: tratando de reflotar su principal industria, la de
armamento, para lo cual necesitan que en el mundo haya guerras o cuando menos,
conflicto. Algunos se preguntarán de cuál crisis estoy hablando cuando al
contrario, lo que se observa es una maravillosa realidad de alfombras rojas,
vestidos largos, lujosos yates y costosas joyas que transmiten los medios mediáticos de comunicación imperiales como expresión del éxito del
sistema. Al respecto, me estoy refiriendo a que todo eso ayuda a tapar el
aprieto de una economía que desde la década de los 80 del siglo pasado
se sostiene a través de la emisión de dólares inorgánicos que han inundado al
mundo
Clausewitz apuntó que: “La guerra es la continuación de la
política por medios violentos”. A su vez, Lenin dijo que la política es la expresión concentrada de la
economía”, de ello se puede deducir claramente que toda guerra persigue
objetivos económicos. En este caso, repito, se trata de salvar a Estados Unidos
y a la economía capitalista del colapso.
Ese paquete de alrededor de 100 mil millones de dólares, de
forma patente está orientado a generar conflictos y desatar guerras: US$61.000 para Ucrania (contra Rusia), US$26.400 para Israel
(contra Irán) y US$8.100 para Taiwán (contra China). Tres conflictos que
Occidente ostensiblemente está perdiendo sin que se observen posibilidades
ciertas de reversión.
En el caso de Ucrania, cuando a todas luces, Rusia está
avanzando en sus planes, “sin prisas pero sin pausas”, no es posible pensar que
lo que Kiev no pudo hacer cuando recibió 200 mil millones de dólares en dos
años y tenía 500 mil combatientes más, lo pueda realizar con 61 mil millones de
dólares (que en realidad son 25, porque el resto se quedará en Estados Unidos)
y cuando ya no cuenta con la principal masa de combatientes, oficiales y
soldados experimentados, jóvenes y con fervor patriótico que hoy ya no tiene.
500 mil combatientes ha enviado Zelenski a la muerte, solo para satisfacer al
Complejo Militar Industrial estadounidense y a la estupidez europea.
Cuando de
irracionalidad se habla, me refiero precisamente a eso, a los 500 mil jóvenes
ucranianos sacrificados sin sentido, aunque también se pueden poner otros ejemplos.
Veamos:
1.
Alemania renunció a sostener su economía basada en la energía
barata que le proporcionaba Rusia. Prefirió destruir su industria y someter a
sus ciudadanos a un enorme incremento en sus gastos en combustible. Mientras
tanto, se hizo cómplice de la destrucción del gasoducto Nord Stream 1
(construido por una empresa alemana) para después seguir pagando la cobertura
de los seguros de ese gasoducto, toda vez que está obligado contractualmente.
2.
Mientras sostiene un discurso profundamente anti
ruso y asume como estandarte las sanciones contra Moscú, España importa hoy
casi el doble del gas que le enviaba ese país antes de febrero de 2022. Es
decir, mientras en 2021 llegaron a España, 37.027 gigavatios hora de gas
natural ruso, en el año 2023 obtuvieron 72.690 GWh, o sea, prácticamente el
doble.
3.
En 2022, el entonces primer ministro de Letonia Krisjanis Karins, país de 64,5 mil Km² y 1,8 millones de
habitantes que tiene una fuerzas armadas de 5.500 efectivos regulares y
8.500 en la reserva, envalentonado por su membresía en la OTAN, hizo un llamado
a derrotar militarmente a Rusia como único camino para lograr la paz.
4. En el mismo momento (entre
el domingo 26 y el martes 28 de mayo) que en Gaza, Israel realizaba nuevas
matanzas causantes de casi 200 muertos y
500 heridos para sumarse a los más de 36 mil fallecidos y 81 mil heridos que la
invasión nazi sionista ha producido desde el 7 de octubre pasado, el vocero del Pentágono John Kirby opinó
que no había ocurrido nada
que impulsara a Estados Unidos a retirar la ayuda militar estadounidense a
Israel porque este país aun “no había cruzado la línea roja”.
5.
Cualquiera que tenga un mínimo de conocimientos
militares, sabía que sostener una minúscula
cabeza de playa en el asentamiento de Krynky en la margen izquierda del río
Donets, bajo soberanía rusa y defender a ultranza las ciudades de Avdiivvka y
Artemivsk (antes Bajmut), eran una total locura desde el punto de vista táctico
y operativo. La decisión de la dirigencia ucraniana de hacerlo, solo se puede
entender como la necesidad de obtener
objetivos de propaganda a costa de la muerte innecesaria de decenas de miles de
jóvenes soldados ucranianos.
6.
Finalmente, carente de explicaciones que
permitieran refutar las acciones de Rusia en defensa de su soberanía, el
presidente Biden concluyó que su homólogo ruso Vladimir Putin “era un loco hijo
de puta”. Ese es el nivel argumentativo del líder de la nación más poderosa del
planeta. En sus manos estamos.
Estos son solo algunos
ejemplos de lo que denomino “mediocridad, estulticia e ignorancia” del actual liderazgo
occidental. En el mundo de hoy, estos ingredientes son gasolina para el fuego
de la guerra. Vuelvo al profesor
Karaganov: “El delirio de
masas está impidiendo que la razón regrese a Occidente”. A continuación, el
destacado académico ruso se pregunta “¿Cómo
puede el resto del mundo lidiar con esta locura? ¿Y qué puede esperar el resto
del mundo?”
Durante la segunda guerra
mundial, antagónicamente enfrentados desde
el punto de vista ideológico, los líderes de la Unión Soviética José Stalin; de
Estados Unidos, Franklin Roosevelt (Harry Truman tras el fallecimiento del
anterior) y Winston Churchill del Reino Unido se reunieron varias veces y se articularon
para derrotar al nazi fascismo.
Hoy, eso es imposible, al
contrario, ante la posibilidad de que se llegara a una pronta negociación y un
acuerdo que hubiera evitado la pérdida de centenares de miles de vidas, fue el
propio líder británico Boris Johnson quien abortó esa contingencia tras la
ilusoria idea de obtener una victoria militar contra Rusia. Cerrando toda
posibilidad al diálogo y la negociación, en Ucrania fue aprobada una ley que
considera esa alternativa como alta traición, dejando el camino para Kiev, solo
abierto a una guerra que no tiene ninguna posibilidad de ganar.
De ahí que, volviendo a la
pregunta inicial, en medio de tanta irracionalidad y tanta mediocridad, se
tengan dudas en torno a la posibilidad o no de que se desate una tercera guerra
mundial. De hecho, varios líderes occidentales, en Estados Unidos, Europa e
Israel han hecho un llamado a la utilización de armas nucleares en los
conflictos de Ucrania y Gaza, de manera tal, que no estamos ante una quimera
irrealizable.
Solo queda apelar a la
sensatez que emana de la necesidad de evitar la destrucción de la vida en el
planeta. Se ve difícil pero no imposible. Contra ello, atenta que, como dice el
Professor Karaganov: “ …el
nivel intelectual de la mayoría de las élites ha caído bruscamente debido a los
cambios en los estándares morales y al deterioro
de su sistema de educación superior, especialmente en Europa”.
Por lo pronto, la tarea es resistir, resistir y vencer.
Finalizo una vez más con el professor Karaganov: “Debemos aprender unos de otros a vivir en paz,
respetar y apoyar las culturas de los demás, desarrollar nuestra propia cultura
y promoverla en todo el mundo. Pero, sobre todo, debemos
respetar la singularidad de cada pueblo y fomentar el enriquecimiento
intercultural positivo”. Al igual que él soy optimista respecto del futuro, aunque
debemos ser capaces de evitar una Tercera Guerra Mundial. “Esta es nuestra
tarea común”.
Lo
subrayado/interpolado es nuestro.
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