Alemania
Nazi e Israel sionista colonialista: dos regímenes genocidas. ¡Hay más
comparaciones que diferencias!.
El sionismo colonialista israelí es, tal como lo era el nacionalsocialismo, una ideología en esencia criminal, racista.
La historia
se repite
En un interesante artículo del abogado José Manuel
Villalpando (1) este afirma que resulta común que los historiadores, sobre todo
ellos, aclaren y repitan constantemente que, la historia no se repite. Sin
embargo, la lectura de autores que no van en esa corriente de pensamiento
afirma, como es el caso del Prof. Hegel que los grandes hechos y
personajes de la historia universal aparecen dos veces. En el caso de Carlos
Marx este maximizaba tal idea señalando que “la historia se repite, la primera
vez es una tragedia, y la segunda, una farsa”. La historia aparece, así como un
campo de muchísima utilidad para tratar de no repetir los errores del pasado,
aprendiendo de las lecciones que nos deja. Pero… ¿Es así?
Los asesinos en
Acción
El nacionalsocialismo alemán que aplicó una política de
exterminio masivo contra gitanos, europeos de creencia judía, eslavos,
prisioneros de guerra, presos políticos, personas con discapacidad mental entre
otras “taras sociales” como lo definía la dirigencia política y militar del
Tercer Reich. Creación de campos de concentración, usurpación, robo, expolio de
bienes y tierras. Racismo, segregación, invisibilización de pueblos, negarles
su condición de seres humanos. Una política de Estado donde las víctimas
directas y sus familiares del que han denominado holocausto refrendan como la
necesidad de no repetir semejantes atrocidades. Y, para ello han establecido
una narrativa y han influido en nuestras sociedades para que tal tipo de
ideologías y acciones no tengan cabida en el mundo, denunciando quienes hacen
apología de ella y beneficiándose de las reparaciones que la Alemania de
postguerra ha tenido que entregar ya no a inmolados y familiares de los
crímenes del nazismo sino que a los gobiernos del régimen sionista
colonialista israelí y organizaciones sionistas, que han lucrado de esos
dineros conformando lo que el cientista
político estadounidense (de familia judía) Norman Finkelstein denomina “la Industria
del Holocausto”.
Por su parte el sionismo colonialista israelí y sus
influencias a través del apoyo incondicional de los gobiernos de Estados
unidos, Francia, Gran Bretaña, Alemania – entre otros países – unido a
organizaciones cristianas sionistas de gran poder económico, a lo cual hay que
sumar la propiedad de gran parte de los medios mediáticos de
comunicación globalizados del mundo
han generado una política de ocultamiento, que evita y tratar de acallar
las voces de denuncia, que asimilan la política de ocupación, colonización y
exterminio que llevan a cabo la entidad nacionalsionista israelí contra el Pueblo
Palestino y que desde octubre del 2023 ha masificado los niveles de horror y
capacidad de exterminio del Pueblo Palestino y en especial sobre la Franja de Gaza.
Un proceso de exterminio que se inicia antes del nacimiento de la entidad
sionista en mayo de 1948 y que refiere a una la política de solución final
contra el Pueblo Palestino, muy similar al plan de solución final planteada por
el nazismo en la Conferencia de Wannsee en enero del año 1942. Ejemplo de la
preparación del expolio, la expulsión y el exterminio del Pueblo Palestino lo
constituyó el denominado Plan Dalet que consistió, básicamente, en la expulsión
de la población palestina (hablo del año 1947 y 1948) de los actuales
territorios ocupados por el ente sionista colonialista israelí que
significó la destrucción de 500 aldeas y pueblos palestinos, la judaización de
ellos y la generación de una población de refugiados que superaba las 750 mil
personas en un proceso de ocupación, colonización y exterminio que palestinos
denominan Al Nakba.
Ese Plan Dalet no ha concluido, está en pleno ejercicio y
amplificado convirtiendo la ocupación de palestina en un proceso de 76 años de
genocidio, de limpieza étnica. Bombardeos que han generado una Gaza arrasada,
el cielo negro bajo el humo de un total de 80 mil toneladas de explosivos
lanzados sobre su suelo (4 veces la potencia de la bomba atómica lanzada sobre
Hiroshima), uso de fósforo blanco, detenciones, torturas, violaciones, niños
que han muerto de hambre, ataques a la población generando 37 mil asesinados
entre ellos el 70% mujeres y niños. 12 mil palestinos que yacen bajo los
escombros tras la destrucción del 75% de todas las ciudades, pueblos, aldeas,
escuelas, mezquitas, hospitales de la Franja de Gaza. En porcentaje de
población asesinada por el régimen israelí administrado por el criminal de
guerra Benjamín Netanyahu y en el plano militar dirigido por el también
criminal de guerra Yoav Gallant ha significado el exterminio del 2% de la
población de Gaza. Si lleváramos esa cifra a una hipotética situación de número
de muertos de la población alemana, por ejemplo, significaría que 1.8 millones
de alemanes sería la cifra de asesinados. 6 millones 500 mil estadounidenses o
400 mil chilenos.
En el libro Asesinos en Acción de la escritora Anatole
Goldstein editado por el Instituto de asuntos judíos, tras el juicio de
Núremberg contra los jerarcas nazis tras el fin de la Segunda Guerra Mundial.
Estudio que da cuenta de los crímenes del nacionalsocialismo alemán y que nos
refiere una sentencia del juicio del tribunal militar en el caso N°9 dice “La
locura regía, el odio avanzaba, el cielo estaba rojo de las llamas de la
destrucción y el mundo lloraba y llora todavía silenciosamente” (3). Una
afirmación claramente asimilable a los crímenes del nacionalsionismo colonialista
israelí contra el Pueblo Palestino donde la perversidad del régimen
infanticida sionista colonialista israelí ha generado una sociedad de
odio, de extremismo donde el objetivo es el exterminio de todo un pueblo sin
distinción de género, edad o religión, como muestra evidente que al sionismo le
da exactamente lo mismo si asesina musulmanes y cristianos, lo suyo es hacer
desaparecer la mayor cantidad de palestinos como objetivo político.
Otto Ohlendorf,
comandante de Einsatzgruppen. Juicio de Nuremberg, 1947.
Las palabras mencionadas las encontramos calcadas cuando
líderes sionistas colonialista israelí, políticos, civiles, militares y
religiosos repiten esta sentencia como un mantra. Israel no debe dar alimentos, medicinas ni ayuda humanitaria a nadie
que tenga más de 4 años en Gaza. Todos en Gaza están involucrados, todos
votaron por HAMAS, todos los mayores de cuatro años son partidarios de HAMAS y
nuestro objetivo actual es convertirlos de partidarios de HAMAS en personas a
las que no les guste HAMAS. Los niños de Gaza que respaldan a HAMAS merecen un
castigo colectivo” son las palabras del ex agente del Mossad y convertido en
analista político para la televisión israelí, en el Canal Kan, Rami Igra,
quien llama al castigo colectivo y expresión de ello son las cifras de ocho
meses de exterminio: 36 mil palestinos asesinados de las más diversas formas y
entre ellos 16 mil niños y otros tantos miles bajo los escombros, mutilados,
sin atención médica y muriendo de hambre.
Para nazis y sionistas colonialistas israelíes cuando
los intereses reales o imaginarios de sus sueños megalómanos estaban en juego,
en peligro reales o aparentes todo escrúpulo moral quedaba absolutamente
excluido de cualquier consideración. Conceptos como el del bien y el mal no
están presentes en su actuar como ejecutores de un exterminio llevado a la
práctica en dimensiones monumentales. Para
el nazismo no había disyuntiva la hora de la defensa de la supuesta grandeza de
Alemania como tampoco existe en la perversidad y la idea presuntuosa y falsa de
considerarse un pueblo elegido al cual un dios con características de agente
inmobiliario, le habría proporcionado una tierra, una promesa que se cobra a
costa del Pueblo Palestino. Pero no fue sólo esta argumentación la que
generó el exterminio de cientos de miles de seres humanos en Europa, tanto
creyentes judíos, como gitanos, personas con discapacidad mental y prisioneros
políticos. Sino también la consideración que tanto alemanes como israelíes
tenían de sus propias peculiaridades, pueblos elegidos, superiores al resto de
los habitantes del planeta. El menosprecio por el otro es un punto de contacto
entre nazis y sionistas colonialistas israelíes.
El libro de Goldstein nos refiere la visión que se tenía,
por ejemplo, de aquellos polacos de creencia judía a través de las palabras de
un oficial que le escribe a su general en vista de su cumpleaños “No sé si
usted general ha visto también en Polonia tales figuras horribles de judíos.
Agradezco al destino haber visto esta raza mestiza parecida a los seres más
primitivos…ahora en Kamenetz Podolsk hemos dejado un porcentaje insignificante.
Los pocos míseros judíos que viven en los distintos distritos también forman
parte de nuestra clientela. Hemos hecho una limpieza sin remordimientos de
conciencia y después los ayes cesan y el mundo queda en paz”. Esas palabras
tienen su correspondencia en la propia dirigencia política y militar sionista colonialista
israelí como es el caso, por ejemplo, del ministro de la guerra israelí –
cuya detención ha sido solicitada por la Corte
Penal Internacional, Yoav Gallant, “estamos imponiendo un sitio total a Gaza.
No habrá electricidad, ni comida, ni agua, ni combustible. Se cerrará todo.
Estamos combatiendo contra animales humanos y estamos actuando en consecuencia”
o las palabras de Shlomo Lahat, quien afirma “nosotros debemos matar a los
palestinos, a menos que ellos acepten vivir como esclavos”.
La cercanía entre nazismo y sionismo colonialista israelí
hunde su origen desde el momento mismo de la llegada al poder del
nacionalsocialismo al poder en Alemania el año 1933. La relación se dio entre
jerarcas nazis y líderes sionistas que
firmaron el llamado Acuerdo Ha’avara (“acuerdo de transferencia”)
constituido como un acuerdo entre el gobierno nacionalsocialista de Alemania y
organizaciones sionistas – la federación sionista alemana- firmado el 25 de agosto 1933 con el fin de
facilitar la emigración de los judíos de Alemania hacia Palestina, ya que ambas
partes tenían el deseo de hacer emigrar a la población judía de Europa, y
asimismo para detener el boicot anti alemán que se estaba levantando en
aquellos años en países europeos y los propios Estados Unidos.
Sionismo y nazismo
son dos caras de la misma moneda. Medalla conmemorativa del acuerdo Ha´avara.
En la actualidad resulta muy peculiar la cercanía entre
Alemania e Israel que tiene su punto de partida político, diplomático con
Konrad Adenauer y continúa hoy con Olaf Scholz. Todos los líderes alemanes de
postguerra han reafirmado el compromiso de Alemania con su responsabilidad
histórica y la necesidad de enfrentar y reconocer los crímenes cometidos
durante el período nazi. Esto implica una reflexión sobre la gravedad de los
crímenes y la determinación de aprender de la historia para construir un futuro
mejor. El compromiso de Alemania con
Israel se ha materializado en los aportes significativos de reparación
realizados a lo largo de los años. Hasta 2021, estos pagos ascendieron a más de
80.000 millones de euros, de los cuales aproximadamente 29.000 millones de
euros se destinaron a víctimas de la persecución nazi que residían en Israel –
la cifra que se baraja en forma más realista es de 120 mil millones de euros –
Además de los pagos directos, Alemania se comprometió a proporcionar ayuda
económica y técnica a Israel para ayudar en su desarrollo económico y fortalecer
su infraestructura. Dichos beneficios han tenido incluso palabras conceptuosas
del primer ministro israelí Benjamín Netanyahu al propio Hitler al sostener que
el nazismo no quería exterminar a los europeos de creencia judía, sólo
expulsarlos de Europa.
El sionismo colonialista israelí es, tal como lo era
el nacionalsocialismo, una ideología en esencia criminal, racista que, en el
caso de los israelíes, desprecia a todo ser humano que sea Goyim (no judíos) y
que se explica sin ambigüedad alguna con las palabras de Menachem Begin. Ex primer ministro de Israel 1977-1983 y
Premio Nobel de la Paz, en un discurso dado al Knesset (Parlamento israelí)
citado por Amnon Kapeliouk, Begin and the Beasts, New Statesman, 25 de junio de
1982 donde afirma palabras que perfectamente son propias del
nacionalsocialismo. Palabras que ya en esa época deberían haber generado la
determinación de castigar al ente infanticida israelí, establecer una política
de Boicot, Sanciones y Desinversión: “Nuestra
raza es una raza de amos. Nosotros somos dioses sobre este planeta. Somos tan
diferentes las razas inferiores como ellos lo son de los insectos. De hecho,
comparados con nuestra raza, las otras son bestias, ganado como mucho. Las
demás razas son consideradas como excremento humano. Nuestro destino es gobernar
sobre las razas inferiores. Nuestro reino terrenal será gobernado con vara de
hierro por nuestro líder. Las masas lamerán nuestros pies y nos servirán como
nuestros esclavos”.
Lo subrayado
interpolado es nuestro.
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