La ONU debe desaparecer.
Por Sergio Rodríguez Gelfenstein
Escritor, analista internacional/ Indymedia Argentina, Other
News, Sputnik, RT, La Jornada de México, ACHEI,
Addhee.Ong
En fecha tan lejana como el 25 de
septiembre de 2011 escribí un artículo titulado “La ONU ha muerto”. Entre otras
cosas allí decía que: “Los
acontecimientos de los últimos años signados por una unipolaridad cerrada […] dan
cuenta de una ONU inoperante y plegado a la voluntad de los Estados canallas.
La resolución unánime que condenó a Irán por la supuesta intención de construir
armas atómicas contrasta la existencia de las mismas en países como Israel,
India y Pakistán, que poseen la común característica de estar entre los mayores
compradores de armas a los fabricantes que son básicamente los países miembros
permanentes del Consejo de Seguridad”.
Continuaba más adelante: “La
aprobación también unánime de las potencias para autorizar -a través de la
resolución 1973- lo que derivó en el bombardeo indiscriminado a las ciudades
libias y el asesinato de miles de ciudadanos, muestran una organización que ya
no es garante de la paz sino promotora de la guerra. Igual hecho ocurrió
durante los recientes acontecimientos en Costa de Marfil, donde el propio
Secretario General de la ONU dio órdenes a los Cascos Azules de involucrarse
militarmente bajo órdenes de las fuerzas armadas francesas que invadieron el
país africano”.
Doce años después, el diagnóstico
es el mismo pero la crisis es aún más profunda. La pandemia de Covid 19
evidenció ante el mundo la incapacidad de la organización para gerenciar el
combate contra el virus que se constituyó en enemigo común de la humanidad.
En esta batalla, la Organización
Mundial de la Salud (OMS fracasó estrepitosamente). En octubre de 2021, 20
meses después de haber comenzado la pandemia sólo el 57% de la población mundial
había sido vacunada. La pandemia nunca pudo ser controlada a través de la
distribución de vacunas. Los países ricos establecieron una clara distancia de
los más pobres. En enero de 2022,
la OMS publicó una guía para priorizar la distribución mundial de las vacunas
COVID-19 de manera justa pero ya era demasiado tarde y el plan era
defectuoso. Primó la lógica del mercado, del lucro y la ganancia por encima de
la lógica de la protección del ser humano, de su salud y su vida. Ello, porque
la OMS depende principalmente de la buena voluntad de los países ricos y de las
empresas.
Circunstancias similares
ocurrieron en la
actuación de la OMS durante la gripe A (subtipo H1N1) que atacó al mundo en
2009. Otro ejemplo de error reiterativo de la OMS fue su actuación en 2014
durante la crisis del Ébola. Su incapacidad es recurrente. En el primer caso los gobiernos que siguieron sus recomendaciones
acumularon cantidades innecesarias de fármacos antigripales solo en beneficio
de las empresas farmacéuticas. Y en el segundo, actuando con extrema pasividad ante
la gravedad de la propagación del Ébola, infravalorando el problema . Solo
cuando la epidemia estaba ya fuera de control en África Occidental, la
directora general declaró una emergencia global.
Hay que decirlo, esa “buena
voluntad” mencionada está en relación directa con la decisión de las empresas
de actuar cuando observan que el contagio puede afectar sus ganancias y las de
los países ricos. Este hecho es violatorio del enciso 3 del artículo 1,
Capítulo 1 de la Carta de las Naciones Unidas que establece los propósitos y
principios de la ONU y que señala que la organización debe: “Realizar la cooperación internacional en la solución de
problemas internacionales de carácter económico, social, cultural o humanitario,
y en el desarrollo y estímulo del respeto a los derechos humanos y a las
libertades fundamentales de todos, sin hacer distinción por motivos de raza,
sexo, idioma o religión”.
Así mismo, el pésimo trabajo de la ONU en el manejo de la
pandemia atenta flagrantemente con el artículo 3 de la Declaración Universal de
los Derechos Humanos de la ONU que establece que: “Todo
individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su
persona”. La ONU ha demostrado que no es capaz de garantizar ese derecho y, ni
siquiera cumplir con los propósitos que le asigna la Carta.
En este
contexto, la operación militar de Rusia en Ucrania y el reciente conflicto en
Palestina pusieron sobre el tapete la inoperancia de la ONU. En ambos casos la
organización fue incapaz de impedir que se proyectaran y ejecutaran sendos
genocidios sobre los pueblos del Donbass y de Palestina respectivamente. En
Ucrania hicieron de la “vista gorda” durante 8 años mientras con extrema
crueldad hordas nazi fascistas exterminaban a la población ruso parlante.
El asunto
palestino es mucho peor porque la ONU es causante directa del mismo al crear
ilegalmente el Estado de Israel cuando no es potestad suya -según la Carta-
crear países, pero incluso después de haber decidido tal esperpento jurídico,
no ha sido capaz de hacer cumplir la resolución 181 de la Asamblea
General, del 29 de noviembre de 1947 que establecía la partición de Palestina en un Estado judío, un Estado árabe y una
zona bajo régimen internacional particular. En este caso, tal vez más que en
ningún otro, se ha hecho patente el uso de la ONU como un instrumento de la
política exterior de Estados Unidos. La ONU ha fallado en su responsabilidad
primigenia que era promover y consolidar la paz en el planeta.
En otro ámbito, uno
podría preguntarse qué sentido tiene la existencia de la Organización Mundial
del Comercio (OMC), otra agencia de la ONU si hasta agosto de 2023, se habían aplicado
26.162 medidas coercitivas unilaterales (mal llamadas sanciones) por parte de
Estados Unidos, la Unión Europea, Canadá Reino Unidos, Suiza y otros países afectando
a 30 Estados en todo el mundo. Así, el 28% de la población mundial está impedida
de desarrollar su vida con total normalidad.
Vale decir que en este
caso, la Asamblea General de la ONU en su 78° periodo de sesiones, aprobó con
128 votos a favor y 54 en contra una resolución sobre la promoción y protección
de los derechos humanos frente a las medidas coercitivas unilaterales.
Sin embargo, todo es en
vano. Las relaciones internacionales no son de derecho sino de poder. La ONU es
una estructura sustentada en el poder atómico de 5 países que imponen esa
condición al mundo. La institución del veto es una práctica antidemocrática que
establece que el mundo tiene que vivir bajo la dictadura de 5 países por la
única razón que tienen capacidad de destruir el planeta. Así, esa capacidad es
la que establece y sostiene al sistema internacional y su estructura. El
planeta vive bajo la permanente contradicción entre el carácter democrático de
la Asamblea General y el carácter dictatorial del Consejo de Seguridad.
En la actualidad hay
varios casos que exponen el carácter retrógrado de la ONU además de los ya
conocidos en Ucrania y Palestina, En este sentido, la República Popular
Democrática de Corea (RPDC) ha opinado en torno a que el Comando de la ONU, responsable de vigilar el cumplimiento del
armisticio después de la Guerra de Corea de los años 50 del siglo pasado, debe
disolverse para “evitar el inicio de una nueva guerra y defender la paz y
seguridad en la península de Corea.
De acuerdo
con el comunicado emitido por el gobierno norcoreano, el comando no representa
“más que un instrumento de confrontación de Estados Unidos porque no tiene nada
que ver con la ONU”. Según Pyongyang, el
comando “vuelve a revelar su naturaleza agresiva, buscando preparar una
declaración de confrontación simulando la segunda Guerra de Corea”. Ya en 1975,
la Asamblea General de la ONU aprobó dos resoluciones que estipularon la
disolución del comando y la retirada de las tropas estadounidenses de la región
e incluso, dos antiguos secretarios generales de la ONU, Butros Butros Ghali
y Kofi Annan, afirmaron que “el organismo no está bajo el control de
Naciones Unidas, sino de Washington”. Ahora -según la denuncia de la RPDC- el
Comando “se reactiva como un instrumento de guerra plurinacional, encabezado
por Estados Unidos. Se trata de graves acontecimientos que ponen en peligro la
seguridad en la región Asia-Pacífico, la península de Corea incluida”. Parece
evidente que la ONU está permitiendo ser usada por Estados Unidos para generar
otro escenario de conflicto en el planeta.
No podía
ser de otra manera cuando el secretario general de la ONU es un hombre
proveniente de un país de la OTAN. Hay que recordar que cuando fue primer
ministro de Portugal acompañó todas las tropelías de esta agrupación belicista
ente ellas la guerra de los Balcanes y la invasión de Afganistán. Difícilmente
un personaje de esta estirpe puede tener la ecuanimidad y la neutralidad
necesaria para tratar los asuntos que incumben a la organización. Un mundo justo jamás debe tener a un
guerrerista como su máximo líder.
Ya en el
pasado, Europa nos dio ejemplos del
liderazgo que la representa. Entre 1972 y 1981, Kurt Waldheim, un político
austríaco de extrema derecha fue designado secretario general de la ONU. No
importó que Waldheim hubiera sido miembro de la Liga de
Estudiantes Nacional-Socialistas Alemanes, una estructura del partido nazi de
su país que lo llevó a que incluso formara parte las SA, las tropas de choque
del partido nazi que bajo las órdenes directas de Hitler sembraban el terror en
los países ocupados. Nada más y nada menos que un nazi fue enviado por Europa
para ser secretario general de la ONU.
La actuación
respecto de Venezuela no está ajena a su impronta. La ONU ha violentado el
Acuerdo de Ginebra que establece una solución amistosa y satisfactoria para las
dos partes en el conflicto del Esequibo. Las gigantescas reservas petroleras
descubiertas en 2015 en ese territorio en reclamación movilizaron al gobierno
de Estados Unidos que ejerciendo presión sobre la ONU logró que el caso fuera
enviado de forma ilegal a la Corte Internacional de Justicia (CIJ), un órgano
de la ONU que ha decidido actuar sin tener jurisdicción sobre el caso.
Ya, el anterior secretario general de la ONU,
Ban Ki-moon, un títere de Washington, había
decidido de forma unilateral e ilegal ponerle fin a la figura del buen
oficiante. Dando continuidad a esta aberración jurídica, Antonio Guterres -casi
desde el mismo momento de su designación- aceptó la demanda que Estados Unidos
había iniciado ante su predecesor,
favoreciendo unilateralmente la decisión de Guyana que en realidad es la
decisión de la empresa ExxonMobil, que pretende explotar ilegal y
unilateralmente los recursos del Esequibo. Guterres es cómplice de este intento
de despojo, de la misma manera que lo es la CIJ que, poniéndose al margen de la
ley pretende avalar la demanda de Guyana.
Guterres debió consultar a Venezuela para obtener su conformidad
respecto de la jurisdicción de la CIJ, tal como lo establece el Acuerdo de Ginebra.
Vale agregar que Venezuela no es firmante del protocolo sobre jurisdicción
obligatoria de la CIJ por lo que no está obligada a acatar la decisión que tome
este organismo. No es Venezuela la que se ha puesto al margen de la ley. Ha
sido la organización de Naciones Unidas, una vez más.
Tal vez nadie como el presidente de Brasil, lo ha señalado con tanta
precisión: “La ONU de 1945 ya no vale nada en 2023". Lo
dijo espantado por la incapacidad de la organización para detener el genocidio
israelí en Palestina. Como es habitual, la dictadura anacrónica del veto
ejercida por Estados Unidos he impedido incluso que se detengan las acciones
armadas en Gaza. Al respecto Lula dijo: "Solo un país tuvo derecho a vetar
y la vetó [la propuesta], y fue Estados Unidos. Esto es incomprensible, no es
aceptable. Por eso luchamos para cambiar la ONU” y agregó: "Por eso
queremos cambiar el número de [miembros] y cómo funciona y acabar con el
derecho de veto"
En este
contexto fue el propio gobierno israelí el que se puso al margen del derecho
internacional al reconocer públicamente que posee armas nucleares, lo cual le
está vedado por la Carta de la ONU. No obstante, la Agencia Internacional
de Energía Atómica (AIEA), otro ente perteneciente a la ONU, tan activa
queriendo auditar y controlar a Rusia en el conflicto en Ucrania, ha dado
vuelta la cabeza para evitar dar una opinión sobre esta otra situación que…otra
vez, pone en entredicho la neutralidad de la ONU y su apego al derecho
internacional todo lo cual deteriora la seguridad global, colocando en grave
riesgo el régimen de control internacional de armas que la ONU debe sostener,
defender y aplicar.
Washington se ha colocado por encima de la ONU
avalando todos los desmanes cometidos por Israel, país que por cierto no ha
firmado el Tratado de No Proliferación. Sus 300
bombas termonucleares son un verdadero peligro no sólo para el pueblo palestino
sino para todo el planeta, cuando se sabe que las mismas están en manos de
estos nuevos nazis del siglo XXI, desbordantes en odio, ávidos de matar y
carentes de todo sentido de humanidad.
La ONU ha fracasado, no tiene sentido de existir. Un mundo nuevo está naciendo. Una organización nueva le debe acompañar.
Desde Sudáfrica si pide a la Corte Penal Internacional investigar crímenes de guerra de Israel en Gaza. El presidente Ramaphosa llamo a la comunidad a trabajar por un cese al fuego inmediato
El mandatario aseguró que “están cometiéndose crímenes de guerra” mientras resaltó el caso del Hospital Al Shifa.
El presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, solicitó a la Corte Penal Internacional
(CPI) iniciar una investigación sobre los "crímenes de guerra"
cometidos por Israel en la Franja de Gaza cuando se registran más de 11.500
personas asesinadas desde el pasado 7 de octubre.
"Nos sumamos a muchos otros países y
organizaciones para pedir a la CPI que investigue lo que está sucediendo y, de
hecho, podemos ver con nuestros propios ojos en Israel", declaró el
mandatario ante medios locales.
A su vez, el jefe de Estado sudafricano aseguró que
“están cometiéndose crímenes de guerra” mientras resaltó el caso del Hospital
Al Shifa, el cual se encuentra completamente bloqueado por las fuerzas
israelíes sin agua, electricidad y alimentos.
En este sentido, Ramaphosa llamó a la comunidad
internacional a trabajar en aras de "un cese al fuego de inmediato",
así como a tomar las medidas necesarias para la protección de la población
civil.
De igual forma, denunció el incumplimiento por Israel
de las normas establecidas en el derecho internacional, entretanto, subrayó que
no existe "precedentes en la historia" de una guerra que haya cobrado
la vida de tantos niños inocentes en tan poco tiempo.
"Aborrecemos lo que está ocurriendo ahora en
Gaza, que se ha convertido en un campo de concentración y se está produciendo
un genocidio", enfatizó el presidente.
La semana pasada, el Gobierno sudafricano anunció que
retiraría a todos sus diplomáticos de Israel para sostener consultas como
método para expresar el rechazo a la situación en Gaza.
Lo subrayado es nuestro
No hay comentarios:
Publicar un comentario