Chile,
ante la desazón y el engaño, “Aún tenemos Patria, ciudadanos”
Sergio Rodríguez
Gelfenstein.
Escritor,
analista internacional / Addhee.Ong
El
26 de mayo de 2018 debió haberse recordado en Chile el bicentenario del
asesinato de Manuel Rodríguez Erdoiza, jurista coronel, figura señera en la
lucha por la independencia de Chile del colonialismo español, sin embargo, la
fecha transcurrió casi absolutamente ignorada y olvidada sin que hubiera una
conmemoración oficial que pusiera en su verdadera dimensión la importancia del
papel que jugó este protagonista en la gran gesta librada a comienzos del siglo
XIX.
Para
recordar a Manuel Rodríguez Erdoiza, junto a tres colegas: Marcos Roitman, Luis
Rojas y Tito Tricot emprendimos durante tres años la titánica tarea de buscar a
alguna editorial que se interesase en el tema. Algunas, por desprecio al
personaje, otras por su alta sofisticación elitista, además de aquellas –hay
que decirlo- que interesadas en el tema, pero aplastadas por la crisis
económica generada por la pandemia no tuvieron capacidad para encarar la
publicación, hicieron de la tarea una misión casi imposible.
“Aún
tenemos patria…”
Finalmente
América en Movimiento de Valparaíso y su editor Israel Fortune aceptaron el
reto. Por ello, hoy 23 de marzo, en el 204 aniversario de aquel día cuando ante
la desazón y el infortunio que permeaban el sentimiento de los patriotas
chilenos tras la derrota en Cancha Rayada cerca de Talca, se alzó la voz y la
fuerza de las ideas de Manuel Rodríguez Erdoiza para exhortar a los ciudadanos a continuar la
lucha con la convicción de que aún teníamos Patria, presentamos este libro como
pequeño homenaje a su vida y a su obra.
Como
muchos de los padres y madres fundadoras de nuestras nacionalidades, a Manuel
Rodríguez se le encumbró en un monumento para engrosar la larga lista de héroes
que desde estatuas –casi siempre ecuestres- se les elevó a pedestales alejados
del pueblo.
Manuel
Rodríguez Erdoiza fue mucho más que un soldado de la espada y un guerrillero de
la astucia. Su
primer cargo público fue el de Jurista Procurador de Ciudad, para
posteriormente asumir las carteras de Guerra, y de Gobierno entre noviembre de
1811 y julio de 1812 y Hacienda, entre agosto y octubre de 1814 durante los
diferentes mandatos de José Miguel Carrera Verdugo. En todos ellos fue capaz de
exponer una integridad a toda prueba y una encomiable disposición para el
trabajo. En el desempeño de sus funciones debió confrontar retos provocados por
el rechazo que su impronta iba dejando. La mediocridad del entorno lo
perseguía, de la misma manera que las rivalidades de algunas familias
oligárquicas, manifestaron desde siempre contra él y sus hermanos.
Así, presagiando el triste final de su
vida, ya en enero de 1813, fue objeto de la insidia que lo acusó sin pruebas de
preparar una conspiración contra Carrera, escapando de cumplir la sentencia que
se dictó por la necesidad de unir fuerzas para combatir la invasión española
comandada por Antonio Pareja. Manuel Rodríguez Erdoiza se defendió a sí mismo,
saliendo a la palestra sus extraordinarias dotes de abogado y su refinadísima
cultura, todo soportado en avanzadas ideas políticas. El brete había tenido su
origen en las severas críticas que Manuel y sus hermanos habían hecho al
gobierno, exponiendo su inconformidad con el desarrollo de ciertos asuntos,
pero jamás participaron y menos promovieron una conspiración en la que sí
estaban involucrados ciertos personeros de la oligarquía feudal/mercanchifle que
desde intereses privados denostaban e intrigaban, confabulándose contra el
gobierno.
Jamás se ha podido demostrar que Manuel
Rodríguez Erdoiza perteneciera a uno u otro bando en los que estuvo dividido el
esfuerzo patriota por la independencia de Chile, pero tanto él como su familia
fueron perseguidos hasta su asesinato en Tiltil el 26 de mayo de 1818.
La
modesta obra que presentamos hoy: “Manuel Rodríguez en tres tiempos” pretende
entregar elementos de análisis, para comprender la dimensión de Manuel
Rodríguez Erdoiza y su aporte a la
historia de Chile. De la misma
manera, se propone contribuir de forma recatada a la necesidad de que El
Guerrillero no siga siendo un adalid olvidado e ignorado por las élites que han
dirigido el país durante dos siglos, por eso lo de los “tres tiempos”, además
de la impronta directa de su actuación patriótica a favor de la libertad de su
país, quisimos hacerlo nacer en el momento más sombrío y tenebroso de la
historia de Chile, cual fue la dictadura cívico militar de Pinochet, que vio el
resurgir su nombre en el Frente Patriótico que orgullosamente marcó su huella
por los campos y ciudades del país.
De
la misma manera, ha hecho presencia en estos años de continuidad dictatorial a
través de los múltiples actos de resistencia al avasallamiento político,
económico, cultural y social de los gobiernos de la post dictadura cívico
militar. En cada marcha, manifestación, protesta, huelga o paro de grupos y
sectores organizados de la sociedad, Manuel Rodríguez Erdoiza está presente a
través del ingenio, la creatividad, la inteligencia, el desprendimiento y la fe
en un futuro mejor que despliegan por todo el país todos aquellos que no se someten,
especialmente los jóvenes, que de manera lenta pero continua comenzaron su
despertar tras la pesadilla de la dictadura cívico militar y el amodorramiento posterior que
interesadamente han gestado los gobiernos neoliberales que han sucedido a
Pinochet, conservando y protegiendo su obra, en especial esa constitución que
consagra que los chilenos no son iguales y que unos tienen más derechos que
otros a la vida y a la felicidad.
El
18 de octubre de 2019, el pueblo chileno, en especial sus jóvenes iniciaron un
levantamiento en contra del sistema de exclusión e injusticia que se entronizó
en el país con la dictadura cívico militar y que ha tenido continuidad en la falsa
democracia que le sucedió y que se ha mantenido en el poder durante los últimos
32 años.
El centro del quehacer rebelde ha sido la
antigua Plaza Italia, ubicada en el centro geográfico de Santiago y rebautizada
como “Plaza de la Dignidad”. Muy cerca de ahí, desde su pedestal, Manuel
Rodríguez Erdoiza oteaba a los millones de ciudadanos y ciudadanas que se
movilizaron con la convicción de que “aún tenemos patria”. Como por acto de
magia, el Guerrillero bajó de su estatua y se introdujo subrepticiamente -como
en los mejores años de su afán independentista- entre los millones de chilenas
y chilenos que bajo el asedio gubernamental daban continuidad al profundo
sentimiento patriótico que nos legaron los padres fundadores. Otra vez, –como
dice la tonada- “el agua y
el viento dicen que vieron al guerrillero”. Inmerso en el mar de pueblo
combatiente, doscientos años después, Manuel Rodríguez Erdoiza “puede ser un obispo,
puede y no puede, puede ser sólo el viento sobre la nieve”. Por
eso, dos siglos después de su paso a la inmortalidad podemos decir: “Madre, no
mires. Que viene galopando Manuel Rodríguez Erdoiza”.
Otro Chile es
posible…
Hoy, cuando pareciera
que el engaño del “mal menor” y la política “en la medida de lo posible”
adquieren una nueva forma y cuando -una vez más- la pesadumbre y la congoja que
afectan a más de la mitad de la población del país que no cree en el sistema
político imperante, esta pequeña obra nos viene a recordar que ¡”Aún tenemos
Patria, ciudadanos”!
Lo subrayado/interpolado es nuestro.
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