“Mayor
gloria es mandar a los que mandan”, escribió en 1858 Pedro Félix Vicuña. El
co-fundador del diario El Mercurio de Valparaíso y padre de Benjamín Vicuña
Mackenna, resumía de esa manera el enorme poder e influencia política que ejercían
los hombres de negocios que a mediados de ese siglo habían amasado las primeras
grandes fortunas del país.
Todo
indica que, más de 150 años después, algunas cosas no han cambiado tanto en
Chile.
Un caso actual que ilustra esta “mayor
gloria” de los hombres de negocios es el de Andrónico Luksic.
En medio de los escándalos
político-empresariales que vienen sacudiendo al país hace casi un año, Luksic
ha aparecido mencionado de manera tangencial. Pero al igual que los monos
porfiados —que por mucho que uno los golpee siempre vuelven a erguirse—
Andrónico invariablemente termina de pie. Y más firme que nunca.
El ejemplo más reciente es el nombramiento
de Nicolás Eyzaguirre como ministro de la Secretaría General de la Presidencia.
Este ministerio es el encargado de llevar adelante la agenda legislativa y de
reformas del gobierno. Y entre esas iniciativas se encuentran varias de las
medidas que propuso la comisión presidida por el economista Eduardo Engel para
combatir el tráfico de influencia y la incestuosa relación entre el gran dinero
y la política.
Pues bien, parece que a muchos periodistas
y comentaristas políticos se nos olvidó que Eyzaguirre fue por un tiempo un
ejecutivo de confianza de Luksic. En efecto, entre agosto de 2012 y agosto de
2013 fue el presidente ejecutivo de Canal 13, la primera gran apuesta en el
mundo de la prensa de la familia Luksic.
Que uno
de los ministros actualmente más importantes de La Moneda haya sido un ex
empleado de Andrónico Luksic no es, ciertamente, un delito. Pero tampoco es una
anécdota curricular. Menos aún cuando hoy sabemos que la nuera de la Presidenta
Bachelet, Natalia Compagnon, solicitó en persona una millonario crédito al
Banco de Chile, encabezado por Luksic, para especular y obtener ganancias
rápidas con terrenos en la sexta región.
En su declaración ante el fiscal Luis
Toledo realizada el 15 de mayo en Rancagua, Luksic dijo que en la primera
reunión que sostuvo el 6 de noviembre de 2014 con la nuera de Bachelet, y en la
que estuvo presente su marido Sebastián Dávalos, el hijo de la Presidenta, le
hizo saber a Compagnon que era contraproducente nombrar a cada rato los
vínculos que su empresa Caval tenía con la entonces ex presidenta y casi segura
nueva presidenta de Chile. “Les dije que me parecía imprudente haber obrado de
esa forma, que con esa estrategia no conseguirían ningún crédito en el (banco
de) Chile”, relató Luksic ante el fiscal. “Ellos se sorprendieron y Natalia
Compagnon pidió disculpas por ello”.
Pero más relevante es algo que el
empresario declaró poco después. En otra de las siete u ocho reuniones que,
según él mismo, sostuvo con Compagnon, la nuera de Bachelet le informó al
magnate que tenía problemas para encontrar compradores para los predios de
Machali. Ante ello, Luksic le responde: “El banco no dudaría un minuto en
exigir el cumplimiento de la obligación si no pagaban el crédito”.
No es una gran novedad que los bancos
chilenos pueden ser implacables con sus deudores. Pero tratándose de “personas
políticamente expuestas” (las llamadas Pep en la jerga empresarial) agrega un
ingrediente sabroso. Como dijo Pedro Félix Vicuña a mediados del siglo
antepasado: “Los hombres verdaderamente ricos que hay entre nosotros no tienen
lujos algunos […] Entre ellos el lujo consiste en abrir su caja llena de documentos
y escrituras, y decir separándolas: todos estos deudores dependen de mí, todos
tienen que seguir mis banderas, el presidente de la República, sus ministros,
están bajo mi férula; ellos no me podrán negar lo que yo solicite; mi oro vale
mucho más que el poder; pobre del que me resista, irá a una cárcel y será
arruinado. Este lenguaje no es una figura, es un hecho del que todo Chile es
testigo”.
Viendo las cosas bajo esta perspectiva,
¿habrá sido sólo un extraño descuido de la Presidenta Bachelet y de sus
asesores el anunciar su gran cambio de gabinete de comienzos de mayo en Canal
13, propiedad de los Luksic?
Mientras los vínculos del entorno familiar
de Bachelet con Luksic torpedean cada vez más la “cariñocracia” de la que ha
gozado Michelle Bachelet por casi un década, para el empresario las cosas
siguen viento en popa. Aunque las ganancias de los bancos chilenos han crecido
un poco menos que el año pasado, hasta fines de mayo de este año el Banco de
Chile era la institución financiera del país que más utilidades acumulaba en
los primeros cinco meses del año: más de 380 millones de dólares.
Y a río revuelto, el Banco de Chile
aprovechó para adquirir de manera barata al Banco Penta, la principal empresa
de los dos Carlos procesados y que son financistas de la UDI.
Al tiempo que ocurre todo esto, la clase
empresarial se aprovecha de la baja popularidad de Michelle Bachelet para
señalar que han sido sus reformas las que la tienen en su actual situación de
rechazo. Lo peor es que La Moneda, como ha sucedido durante los últimos 25
años, ha caído nuevamente en la trampa del gran dinero, creyéndose el discurso
del terror que aplica el empresariado.
Y así, mientras Bachelet se entrampa cada
vez más, hombres como Luksic sonríen y, tal vez, digan en voz baja: “Mayor
gloria es mandar a los que mandan”. Pero no sería nada nuevo bajo el sol
chileno en un siglo y medio.
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