martes, 25 de noviembre de 2025

Arabia Saudí, el régimen estadounidense y la sombra interminable del asesinato del presiodista Khashoggi


Arabia Saudí, el régimen estadounidense y la sombra interminable del asesinato del presiodista Khashoggi

Por Mario Gontade* – escritor y analista internacional/ADDHEE.ONG

La visita de Mohamed bin Salmán a la Casa Blanca reabre la disputa entre realpolitik y derechos humanos, mientras el convicto presidente Trump persigue un gran pacto geopolítico en Oriente Próximo.

La política internacional acostumbra a escenificar sus contradicciones en lugares solemnes. Pero pocas veces se concentran tantas en un mismo despacho como las que afloraron durante la visita del príncipe heredero saudí, Mohamed bin Salmán, al Despacho Oval. Allí, interrogado por una periodista de la cadena ABC, el líder de facto de Arabia Saudí calificó el asesinato del reportero Jamal Khashoggi como un “enorme error” y algo “muy doloroso”. La reacción de Donald Trump, sin embargo, fue un reflejo de su aproximación a la diplomacia: regañó a la reportera por “poner en una situación embarazosa” a su invitado y zanjó el asunto con un “cosas que pasan” impropio de un presidente que presume de defender la libertad de prensa.

La escena resume un dilema recurrente en la política exterior estadounidense: cómo equilibrar la defensa de los derechos humanos con la búsqueda de alianzas estratégicas en una región marcada por guerras, ambiciones tecnológicas y equilibrios militares precarios. En esta ocasión, la balanza volvió a decantarse del lado del pragmatismo geopolítico. Y de los negocios.

La visita de Bin Salmán tenía un objetivo claro: dejar atrás el episodio que más ha dañado la imagen internacional del reino y de su propio liderazgo. Khashoggi, residente en Estados Unidos, fue asesinado y descuartizado en el consulado saudí en Estambul en 2018, en una operación que los servicios secretos estadounidenses atribuyeron directamente al príncipe heredero. Pese a ello, Trump ha optado por un cierre en falso del caso, elogiando incluso el historial en derechos humanos de su invitado, mientras impulsa una agenda de acuerdos que podrían alterar la arquitectura de seguridad en Oriente Próximo.

Ese pragmatismo ha dado frutos inmediatos. Washington ha ofrecido a Riad garantías de seguridad similares —aunque no idénticas— a las otorgadas a Qatar; ha resucitado la posibilidad de vender cazas furtivos F-35, hasta ahora bloqueada por el riesgo de filtración tecnológica y por el rechazo de Israel; y ha celebrado un compromiso saudí de inversión en Estados Unidos que el heredero sitúa ya en un billón de dólares, pese a que la cifra supera casi todo el PIB anual del propio país. Más allá de la hipérbole financiera, lo que cuenta es la señal política: Arabia Saudí quiere un rol preferente en la relación con Washington, acceso a tecnología puntera y algún tipo de blindaje frente a Irán.

Trump, por su parte, persigue su gran hito diplomático: sumar a Arabia Saudí a los acuerdos de Abraham y sellar así la normalización entre Israel y los principales países musulmanes. En su primer mandato los convirtió en un emblema de política exterior; en su segundo, aspira a consagrarlos como un legado histórico. De hecho, la Casa Blanca acaba de anunciar nuevos pactos con Indonesia y Kazajistán. Pero la pieza clave sigue siendo Riad.

Y ahí es donde asoman los límites. Bin Salmán ha reiterado que solo se sumará a esos acuerdos si existe una hoja de ruta creíble hacia un Estado palestino. El plan para Gaza diseñado por la Administración Trump no contempla ese horizonte, e Israel se opone frontalmente incluso a los pasos más modestos. La reciente resolución 2803 del Consejo de Seguridad de la ONU, que reconoce un proceso de 20 puntos hacia la autodeterminación palestina, ofrece un marco, pero no el consenso político necesario en la región.

El resultado es un equilibrio incómodo: Riad mantiene su exigencia de una solución de dos Estados, Washington insiste en que sin acuerdo con Israel no habrá tratado de defensa, e Israel se niega a cualquier compromiso que perciba como una cesión. Mientras tanto, la guerra en Gaza y los ataques cruzados en Líbano, Yemen o Irán han debilitado a Teherán y a sus aliados, pero han congelado cualquier avance diplomático sostenible.

La visita de Bin Salmán —acompañada de honores reservados a jefes de Estado, desfiles militares y una puesta en escena propia de las vanidades presidenciales de Trump— buscaba precisamente navegar ese laberinto geopolítico. La devolución fue generosa en gestos, pero cauta en resultados. Washington y Riad parecen dispuestos a reconstruir su relación estratégica, pero no a cualquier precio.

Un artículo de opinión no puede eludir la cuestión moral: el asesinato de Khashoggi, por más que se presente ahora como un “error doloroso”, sigue siendo un crimen de Estado. Y la respuesta de Trump, intentando minimizarlo ante la prensa, envía una señal inquietante sobre las prioridades de su administración. Las democracias no pueden actuar como si la defensa de los derechos humanos fuese un accesorio prescindible.

La realpolitik es inevitable. Pero también lo es preguntarse qué se pierde cuando se renuncia a ciertos principios en nombre de un equilibrio regional que ni es estable ni está garantizado. Entre la sombra de Khashoggi y la ambición de un gran pacto geopolítico, la visita del príncipe saudí deja la impresión de que Estados Unidos y Arabia Saudí avanzan, sí, pero hacia un destino que ambos prefieren no describir del todo.

No subrayado/interpolado es nuestro.

Los Pueblos indígenas alzan la voz en el escenario mundial



Los Pueblos indígenas alzan la voz en el escenario mundial


Por Holly Young*/escritora, periodista y analista internacional– Deutsche Welle/Berlín, Alemania:

Los pueblos indígenas de todo el mundo son vitales para la protección de los bosques y su biodiversidad, pero a menudo quedan excluidos de las decisiones sobre política climática. En la COP30, esperan que sea diferente.

Cuando los organizadores de la conferencia internacional sobre el clima en Brasil de este año adoptaron «mutirao», palabra portuguesa de origen indígena que significa «esfuerzo colectivo», como lema oficial del evento, reforzaron una señal que comenzó con la  elección misma de la sede para la COP30.

La ciudad amazónica de Belém fue elegida para las conversaciones con el fin de destacar el papel de los 1,7 millones de indígenas de la región como guardianes expertos de la selva tropical más grande del mundo.

Estos gestos representan un cambio para las conversaciones en las que las comunidades indígenas, que salvaguardan gran parte de la biodiversidad mundial, se han sentido durante mucho tiempo ignoradas, aunque aún está por ver si se traducirán en acciones significativas.

¿Qué piden los pueblos indígenas?

Los más de 5.000 grupos distintos de pueblos indígenas que viven en 90 países representan solo 6 % de la población mundial, pero son vitales para la protección de la naturaleza y el clima. Como guardianes de sus tierras, una de sus principales demandas es una mayor participación en su gestión. Muchos de sus territorios se enfrentan a la invasión de la industria petrolera y gasífera, la minería y la tala.

«Queremos llegar a un consenso en el que los territorios indígenas ya no sean sacrificados», afirma Lucía Ixchiu, una indígena k’iche’ de Guatemala que navegó por la Amazonía durante semanas para llevar este mensaje a los líderes mundiales.

Para muchas comunidades, los derechos sobre la tierra son un problema constante. Si bien entre 2015 y 2020 se otorgó el reconocimiento legal de aproximadamente 100 millones de hectáreas a comunidades indígenas, afrodescendientes y otras comunidades locales, aún quedan por resolver las reclamaciones sobre otros 1.400 millones de hectáreas. «Esperamos que la COP30 refuerce el compromiso internacional con la demarcación y protección de los territorios indígenas, reconociéndolos como áreas fundamentales para la conservación y el equilibrio climático», declara Alcebias Sapara, miembro destacado de la Coordinación de Organizaciones Indígenas de la Amazonía Brasileña.

Sapara afirma también que impulsarán mecanismos de financiamiento directo para iniciativas lideradas por indígenas, de modo que puedan gestionar sus territorios de forma autónoma y sostenible, y que el conocimiento tradicional se integre en las políticas climáticas.

Christine Halvorson, directora de programas de la Rainforest Foundation US, una organización de derechos humanos que colabora con los pueblos indígenas, señala que también exigen que los proyectos relacionados con la transición energética que puedan afectar las tierras y los medios de vida indígenas se realicen con la preceptiva consulta previa y con la exigencia de consentimiento previo también.

Halvorson añadió que solicitan mayor protección, ya que muchos enfrentan amenazas y violencia por defender sus tierras. En 2024, alrededor de un tercio de los defensores ambientales desaparecidos o asesinados a nivel internacional eran indígenas.

¿Pueden contribuir a la protección del clima?

«Sin los pueblos indígenas no hay futuro para la humanidad», sentencia ante la prensa Sonia Guajajara, ministra de Asuntos Indígenas de Brasil, quien destacó cómo garantizan la limpieza del agua, la protección de la biodiversidad, los alimentos libres de pesticidas y la conservación de los bosques en las zonas donde habitan.

Las comunidades indígenas son ampliamente reconocidas como las mejores guardianas de los bosques del mundo. Gestionan alrededor de una cuarta parte de las tierras del planeta y hasta la mitad de los bosques intactos que aún quedan.

Además de su rica biodiversidad, los bosques del mundo son vitales sumideros de carbono, ya que almacenan aproximadamente 861 gigatoneladas de este elemento, lo que equivale a 100 años de emisiones de combustibles fósiles.

Los bosques intactos han absorbido en el pasado alrededor de una quinta parte de las emisiones, pero se encuentran cada vez más amenazados por la actividad humana y el cambio climático. El año pasado, los incendios forestales provocaron un aumento de 80 % en la deforestación de los bosques tropicales.

Cada vez hay más evidencias fiables de que garantizar los derechos sobre la tierra a los pueblos indígenas desempeña un papel clave en la lucha contra el cambio climático. «La evidencia es clara: donde se respetan los derechos territoriales indígenas, la deforestación disminuye; donde se niegan, la destrucción aumenta», afirmó Guajajara en un comunicado escrito previo a la COP30.

Otorgar a las comunidades el poder de impedir proyectos de desarrollo como la perforación petrolera y la minería en sus tierras también ha demostrado ser una forma rentable de proteger la naturaleza.

Asegurar los derechos territoriales de los pueblos indígenas en la Amazonía brasileña podría reducir la deforestación en 66 %, según un estudio de 2023. Otro estudio estimó que las emisiones serían 45 % mayores en la Amazonía si no hubiera tierras indígenas protegidas.

Su presencia no solo previene la destrucción de los bosques, sino que también mantiene la salud de los ecosistemas. Muchos pueblos indígenas recurren al conocimiento tradicional para gestionar la tierra de forma sostenible: rotando cultivos para regenerar el suelo, conservando el agua o recurriendo a quemas controladas para impulsar la biodiversidad y prevenir incendios forestales.

¿Qué podrían lograr las comunidades indígenas en la COP30?

Ya se habían conseguido algunos logros antes de la inauguración oficial de la COP30. Entre ellos, que decenas de países se comprometieran a reconocer formalmente los derechos territoriales para 2030 en 80 millones de hectáreas donde viven comunidades indígenas, afrodescendientes y otras. Los líderes indígenas recibieron la medida con cautela, advirtiendo que la implementación práctica de los derechos territoriales puede ser compleja.

El lanzamiento del Fondo para los Bosques Tropicales para Siempre (TFFF), un fondo mundial de conservación propuesto de 125.000 millones de dólares que pagaría a los países según la eficacia con que protejan sus bosques, también se comprometió a destinar 20 % de los fondos a los pueblos indígenas.

Si bien este es un paso importante, Halvorson afirma que para ser realmente eficaz el TFFF debe garantizar que los pueblos indígenas tengan acceso directo y equitativo a los recursos que necesitan. Y añade que si se cumplen los compromisos adquiridos en Belém sobre la demarcación de tierras, el financiamiento directo y el reconocimiento mundial de los derechos territoriales, «la COP30 podría convertirse en un hito para la justicia climática».

Si bien la COP30 ha mostrado avances en la visibilidad de las preocupaciones de los pueblos indígenas, hasta ahora «sigue siendo insuficiente en comparación con lo que esperamos», afirma Sapara. Ellos hacen hincapié en la necesidad de un reconocimiento político de sus demandas y de que se plasmen en compromisos concretos.

Algunos observadores señalan que habría mucho que aprender de los pueblos indígenas para garantizar el éxito de la COP30.

Dado que las emisiones y las temperaturas globales siguen aumentando, el concepto de «mutirao» podría contribuir al necesario cambio hacia la implementación real de la acción climática sobre el terreno entre individuos, comunidades y actores locales, explica Hayley Walker, profesora asociada de negociación internacional en la Escuela de Negocios IESEG de Francia.

«Si cuaja, el llamado al ‘mutirao’ podría ser un valioso aporte de los pueblos indígenas de Brasil al resto del mundo, con el potencial de acercarnos significativamente a donde debemos estar para abordar el cambio climático», concluye Walker.

La Geopolítica del Fascismo en el patio trasero latinoamericano/ estadounidense/ yanqui, en especial Sudamérica:


La Geopolítica del Fascismo en el patio trasero latinoamericano/ estadounidense/ yanqui, en especial Sudamérica:

“La ultraderecha fascista surge del miedo de la plutocracia empresarial oligarca, financiera, agrícola, monopolista por perder sus privilegios históricos”...


Por Ing. Mauricio Herrera Kahn*- escritor y analista internacional/ADDHEE.ONG:


El plan que nadie se atreve a nombrar  por cobardía u oportunismo...

El fascismo sudamericano no es un accidente. No es el capricho de líderes carismáticos ni la rabia irracional de pueblos cansados. Es un proyecto geopolítico profundo que combina la educación privada elitista, enajenante, como un medio de consumo por y para el lucro, industria cultural, inteligencia militar, economía de las élites y desesperación popular. Se alimenta del derrumbe de la izquierda tradicional, de la pobreza estructural y de la migración descontrolada, pero esas son solo las ramas visibles. La raíz está más abajo. En el subsuelo del poder. En lo que nunca se discute en los medios mediáticos globalizados, especialmente en la telebasura/internet.

La ultraderecha fascista no nace del pueblo. Nace del miedo de la del miedo de la plutocracia empresarial oligarca, financiera, agrícola monopolista, por perder sus privilegios históricos... la historia se repite como farsa y después como tragedia, ¡Sapere aude!

Cuando las élites ven que los modelos económicos tambalean levantan proyectos de control social. En Argentina la élite agro-monopolista-financiera teme el impuesto a la riqueza. En Chile la élite heredera de la dictadura  cívico militar  teme perder privilegios históricos. En Ecuador la élite banquera teme la regulación. En Bolivia la élite empresarial teme la plurinacionalidad. Todas recurren al mismo manual. Inflan el miedo a la delincuencia. Demonizan al migrante. Militarizan el discurso público. Presentan al adversario ideológico como amenaza existencial. El fascismo siempre fue la respuesta del plutócrata empresarial oligarca cuando temió dejar de serlo.

Sudamérica es el laboratorio donde se prueba la política del shock permanente... “La ultraderecha fascista no es nacional, es internacional, continental...

Aquí se experimenta lo que en Europa ya no pueden hacer frente a instituciones fuertes. En Sudamérica el ensayo es ilimitado. Argentina prueba el ultraliberalismo nihilista. El Salvador prueba el autoritarismo tecnológico. Chile prueba la guerra  educacional/cultural permanente. Ecuador prueba la militarización disfrazada de orden. Honduras prueba el neopentecostalismo político. Cada país aporta una pieza. Cuando uno cae otros aprenden. La ultraderecha/fascista no es nacional, es continental.

La geopolítica energética empuja el avance ultra

Las potencias necesitan litio, cobre, agua, gas, tierras raras. Sudamérica es el nuevo Medio Oriente. Pero a diferencia de Medio Oriente aquí no hay Estados fuertes ni alianzas regionales. La ultraderecha fascista ofrece lo que las grandes potencias buscan. Orden sin democracia, recursos sin negociación y contratos sin regulaciones. Es más fácil explotar minerales bajo regímenes autoritarios que bajo democracias sociales. La pregunta correcta no es por qué crece el fascismo. La pregunta correcta es quién gana cuando crece.

El fascismo contemporáneo no usa camisas pardas. Usa algoritmos y templos/jerarquías eclesiásticas.

La ultraderecha  fascista actual no marcha con antorchas. Maneja redes sociales, iglesias neopentecostales, medios mediáticos digitales millonarios y consultoras de comunicación. El fascismo del siglo XXI se infiltra por los pastores, los influencers, los noticieros y los bots. Su símbolo ya no es el brazo alzado, es el celular encendido y no necesita tanques, sino pantallas de la telebasura/internet.

La izquierda sudamericana cavó su propia tumba con soberbia chovinismo, determinismo y burocracia  burguesa.

Muchos movimientos progresistas dejaron de escuchar. Se encerraron en sus partidos. Se pelearon entre ellos, hablaron para Twitter y no para el pueblo. Creyeron que la historia estaba de su lado y no entendieron que la historia nunca está de parte de nadie. La ultraderecha no creció porque fuera brillante, creció porque la izquierda se olvidó de hablarle a los pobres con palabras simples y soluciones concretas.

El pueblo no es fascista. Está abandonado: ¡La ultraderecha es la única fascista!

En Chile trece millones votaron y la abstención fue un grito silencioso. Una mezcla de cansancio, desconfianza, miedo, frustración y resignación... frente a la corrupción, impunidad y el sufragio obligado...

Cuando la política deja de ofrecer esperanza surge el fascismo que ofrece orden y seguridad.

Cuando la democracia deja de emocionar surge el líder duro que promete resolverlo todo  con mano dura.

Cuando la izquierda deja de tocar la puerta surge la derecha que entra por la ventana.

Estados Unidos no financia la ultraderecha fascista. La promueve, autoriza y la impone...

Washington no necesita intervenir directamente. Solo necesita no bloquear a la ultraderecha. Sabe que esos
regímenes le garantizan recursos y seguridad, estabilidad para sus empresas y bloqueo a China. La geopolítica del siglo XXI es simple. Los países que tienen litio, cobre o mar estratégico reciben guiños y los que intentan autonomía reciben advertencias. La ultraderecha fascista latinoamericana y en especial sudamericana, es útil y garantiza la seguridad a la oligarquía plutocrática empresarial, financiera-bancaria/agiotista, agrícola monopolista, dueña de la celestina universal/el dólar

El fascismo no se instala desde el poder. Se instala desde la sensación de amenaza

Inseguridad, migración, narcotráfico, crisis económica y peleas políticas. Cada ingrediente es real. El fascismo lo mezcla todo hasta que parece que solo él puede evitar el colapso. El problema no es que la gente sea ignorante, el problema es que la política tradicional dejó de prevenir el miedo y permitió que existiera... 

Chile como espejo de lo continental

En Chile la ultraderecha pelea contra Jara con una disciplina de hierro, con dinero, con relato, con iglesias jerarquías eclesiásticas, con medios mediáticos globalizados alineados y con operadores políticos de vieja data. Kast no es un fenómeno aislado. Es la expresión chilensis de una corriente que cruza el continente. En la votación del domingo pasado, el voto ultra capturó miedo, rabia y deseo de orden y seguridad. La izquierda perdió votos jóvenes, perdió votos de clase media, perdió votos del sur rural, perdió votos por división y perdió votos por cansancio. No por ideas, sino por abandono y resignación, ¡es lo que hay!

Cómo salir del laberinto: con una educación libertaria y Justicia Social...

Sudamérica no necesita un nuevo líder, necesita un nuevo lenguaje. Las fuerzas democráticas deben volver a hablar de seguridad sin complejos, de progreso sin tecnicismos, de dignidad sin consignas. Deben recuperar la pedagogía política, la cercanía y el territorio. Deben romper la burbuja urbana, explicar cómo funcionan los impuestos, cómo se financia un país, cómo se protege la frontera sin ser fascista, cómo se combate el crimen sin militarizar la vida, cómo se integra al migrante sin regalar el país. Porque si no lo explican ellos, lo explicará la ultraderecha con mentiras simples y contundentes.

El fascismo sudamericano no es ruido

Es estrategia, no es locura, es cálculo, no es pueblo, es cúpula. Y solo se detendrá cuando las democracias vuelvan a ofrecer algo más poderoso que el miedo, la educación libertaria, formadora, integral, pública y gratuita, y la Justicia Social... Cuando vuelvan a ofrecer futuro…

 

Nuestro colofón:

“Cuando la educación y la cultura dejen de ser medios de consumo por y para el lucro, podrán convertirse en una fuerza moral enaltecedora del ser humano. La educación, permanente, formadora, libertaria, no consiste solo en transmitir conocimientos sino también crear un espíritu crítico y solidario que capacite al ciudadano para la vida social”...

Prof. Dr. Carlos Aldunate Lyon S.J, Claustro de Reforma de la Universidad del Norte Chile/1968, desaparecida por la dictadura cívico militar fascista.

Lo subrayado/interpolado es nuestro.

*Mauricio Herrera Kahn, Ingeniero Civil Mecánico titulado en la Universidad Técnica del Estado (UTE) en 1975, desaparecida por la dictadura cívico militar fascista, con más de 45 años de experiencia en el sector de ingeniería y desarrollo de proyectos mineros. Ha ejercido cargos como Gerente General, Gerente de Proyectos y Jefe de Ingeniería en empresas nacionales e internacionales, donde lideró estudios y ejecución de proyectos bajo la modalidad de EPCM ("Engineering, Procurement, and Construction Management"). Actualmente es Gerente General de HyB Ingenieros, desarrollando estudios y análisis de nuevas plantas y procesos con Capex y Opex a nivel de ingeniería de perfil. Desde hace varios años escritor de artículos y columnas de análisis social , político y económico nacional e internacional.

lunes, 24 de noviembre de 2025

Panorama del patio trasero latinoamericano estadounidense/yanqui, “América para los americanos/yanquis: Argentina, Paraguay, Perú, Ecuador, Panamá, y ahora le toca el turno al Chile virtual de la dictadura cívico militar pinochetista:


Panorama del patio trasero latinoamericano estadounidense/yanqui, “América para los americanos/yanquis: Argentina, Paraguay, Perú, Ecuador, Panamá, y ahora le toca  el turno al Chile virtual de la dictadura cívico militar pinochetista:


El swap de Estados Unidos no  salvará al querido y hermano pueblo argentino. La única alternativa es  dejar de pagar la deuda externa. Al pueblo argentino solo lo salvara su lucha...

Es hoy  en Argentina  imprescindible  el ejercicio  de las  libertades democráticas – entiéndase que “la Democracia no será jamás un sistema político formal, sino un instrumento de liberación y realización del ser humano “-, incompatible con la existencia de la clase plutócrata oligarca empresarial, financiera –bancaria, agiotista, agrícola  monopolista, su testaferra la clase burguesa/liberal politicastra castrense y su régimen cipayo para recoger las migajas debajo de la mesa...

Parafraseando al genial Engels, “cuando el vicio estadounidense/narcotraficante/yanqui vomita la oligarquía plutócrata empresarial se sienta a la mesa...”

La Clase Trabajadora Argentina, como en todo el continente latinoamericano, única capaz de autoemanciparse liberando al mismo tiempo al pueblo, tiene en Argentina una larga historia de lucha. Tiene muy clara la lección del marxismo científico “de la degradación  en profundidad del capitalismo determinista globalizado solo pueden emerger el socialismo marxista donde  todos  seamos  socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres “ o la barbarie fascista capitalista con la destrucción de la Humanidad “...

Con esperanza y memoria, “Luchar es vivir”, solo merecen la libertad y la vida quienes cada día la conquistan...

Por un Sur Socialista Marxista, no alineado del mundo multipolar y la mundialización...

Prof. Moreno Peralta /IWA

Secretario ejecutivo Addhee. Ong

El swap de Estados Unidos no salvara al Pueblo Argentino, porque solo el Pueblo salva al Pueblo, con su Clase Trabajadora y su juventud...


La única alternativa es dejar de pagar la deuda  externa, ilegal, inmoral, ilegitima, fraudulenta e impagable...

En un comunicado conjunto del Banco Central de la República Argentina y la Secretaría del Tesoro de Estados Unidos se acaba de anunciar la firma del swap de monedas entre los dos países. Es la ratificación del aumento de la semi colonización de nuestra economía, y de la luz verde para el saqueo de nuestras riquezas.

¿Qué significa exactamente este swap? Empecemos diciendo que no se trata de ninguna “ayuda” a la Argentina por parte del imperialismo yanqui. Ni un dólar “fresco” entrará a nuestro país. Se trata, en última instancia, de que el Estado yanqui opera como un garante en última instancia de que los buitres especuladores de la deuda externa cobrarán ante cada uno de los próximos vencimientos. 

Siendo bien concretos: cuando en enero se dé el vencimiento de 4.600 millones de dólares, se “activará” el swap por ese monto. O sea, si el gobierno ultraderechista argentino no tiene los dólares para pagarlos, lo paga Estados Unidos. Y el estado argentino pasará a deberle ese monto ya no a los acreedores privados sino directamente al tesoro yanqui. Obviamente, luego habrá que devolverlo, más los intereses incluidos. Así, no se trata de ningún “regalo” o “ayuda”, sino de una nueva vuelta de rosca a la bola de nieve sin fin de la deuda externa.

Si sumamos todos los vencimientos de deuda en moneda extranjera de bonos en propiedad de buitres especuladores de los próximos dos años, ellos suman, exactamente ¡20.000 millones de dólares! Esto quiere decir que el 100% del swap está a disposición de garantizar esos pagos.

Los negocios de los amigos de Bessent 

En la Argentina, la deuda externa es la mayor estafa del último medio siglo. Generada durante la dictadura genocida, y luego reconocida, pagada y aumentada por todos los gobiernos posteriores sin excepción, generó miles de millones de dólares en super-ganancias para los grandes especuladores internacionales. Por eso decimos que es ilegal, inmoral, ilegítima, fraudulenta y además, impagable. 

Pero la estafa y los negociados específicos de este swap han llegado a generar un escándalo en los mismos Estados Unidos. Lo ha denunciado en el New York Times, el premio Nobel de Economía Paul Krugman. Sucede que viejos conocidos y clientes del propio Scott Bessent (de su paso anterior de jefe privado de especuladores, cuando conoció a sus colegas Caputo y Daza, ministro y vice de Economía de nuestro país) estarían sobre-comprados en bonos argentinos, y quieren evitar que caigan de precio y, ni que hablar, que entren en default. ¿Quiénes son? Viejos conocidos de la Argentina: Black Rock, Pimco, Fidelity (los mismos de la negociación del canje 2020 de Martín Guzmán), más los nuevos Stanley Druckenmiller y Robert Citrone. Este último, dueño del fondo Discovery Capital Management, además de haberse reunido especialmente con Milei hace unos meses, es el jefe del “asesor” yanqui Barry Bennet quien estuvo reunido la semana pasada con Santiago Caputo, exigiendo “gobernabilidad” a La Libertad Avanza para continuar con la motosierra después de las elecciones. 

¿Cuál es la salida?

No hay ningún salvataje a nuestro país, sino a los buitres especuladores para que sigan ganando. Ante esta realidad, el peronismo, que hace discursos indignados, no ofrece solución alguna. La propia Cristina Fernández salió el pasado 17 de octubre a denunciar que es “lo que ya vimos, la historia de siempre”.

Sin embargo, luego de este diagnóstico, el peronismo insiste en recorrer el camino trillado de siempre. Dicen que es “infantil” romper con el FMI, vuelven a repetir que se puede negociar con los acreedores de otra manera, más “adulta”, y vuelven a vender que se puede pagar y, a la vez, redistribuir la riqueza. Nada de eso va a pasar, ya sabemos como termina, con más ajuste contra el pueblo trabajador, a partir de la experiencia del gobierno de Alberto, Cristina y Massa. 

Por eso, volvemos a insistir: la única salida sólo la plantea el Frente de Izquierda Unidad. Pasa por dejar de pagar la deuda externa, romper con el FMI y con todos los lazos políticos y económicos que nos someten al imperialismo.

José Castillo,

Dirigente de Izquierda Socialista (UIT-CI)/Frente de Izquierda y de los Trabajadores-Unidad

Del ALCA de Bush al garrote sin zanahoria del convicto presidente Trump

Por Pedro Brieger* – Sur y Sur

Se cumplieron veinte años de la histórica Cumbre de las Américas en 2005 en la ciudad de Mar del Plata donde se le dijo “NO al ALCA”.  George Bush (h) se volvió con las manos vacías a Washington sin comprender por qué no se había aprobado la gran iniciativa de un Área de Libre Comercio de las Américas.  

El ALCA había sido lanzado con bombos y platillos en Miami en 1994 por Bill Clinton en pleno auge del famoso “Consenso de Washington”.  Carlos Salinas de Gortari de México, Alberto Fujimori de Perú y Carlos Menem de la Argentina marcaban el rumbo como los grandes aliados de la Casa Blanca, donde eran recibidos con alfombra roja.  Todo parecía ir sobre ruedas: la sede estaría en Miami, se crearían cerca de 70 mil puestos de trabajo en esa ciudad y en la Casa Blanca sabían que el gran acuerdo de libre comercio beneficiaría, en primer lugar, por supuesto, a las empresas estadounidenses.

Una década más tarde de aquella reunión inicial -que solo excluyó a Cuba- la región había cambiado.  En Argentina, Brasil, Uruguay y Venezuela gobernaban presidentes que se oponían a los tratados de libre comercio impulsados por la Casa Blanca.  Los cuatro sumaron a Paraguay e hicieron fracasar el ALCA, justamente, en la Cumbre donde había que rubricar el Acuerdo.

Las principales “espadas” de Bush, los presidentes Álvaro Uribe de Colombia, Vicente Fox de México y Alejandro Toledo de Perú, no pudieron torcer el rumbo del encuentro que marcó el fin de una estrategia a largo plazo que tenía Estados Unidos para América Latina.  Durante varios años demócratas y republicanos habían armado una iniciativa que se desmoronó como un castillo de naipes y los dejó sin respuestas. Y sin estrategia.

Clinton y Bush compartían un proyecto económico para toda la región que buscaba beneficiarlos e intentaba sumar las voluntades de todos los gobiernos a través de un consenso global.  

El fracaso del ALCA en 2005 los dejó sin perspectiva.

Si los años noventa habían sido los años de la hegemonía neoliberal, la cumbre de Mar del Plata marcó el comienzo de la disputa “derechas vs izquierdas” en América Latina.  Se acababa la hegemonía y el “Consenso de Washington”.  En 2008, apenas tres años después de la Cumbre, y, dejando de lado a Guyana y Surinam, que son dos países que no suelen integrarse, en América del Sur había ocho gobiernos de signo progresista o de izquierda.  Además, se habían creado la UNASUR y la CELAC, y solo Colombia y Perú se alineaban con el Departamento de Estado.  

Once años más tarde todo había cambiado otra vez.  En noviembre de 2019 Lula estaba preso, Evo Morales había sido derrocado y Venezuela estaba sola, aislada, en América del Sur.  Las derechas parecían haber triunfado nuevamente porque gobernaba Jair Bolsonaro en Brasil, Mauricio Macri en la Argentina, Jeanine Añez en Bolivia, Iván Duque en Colombia y Lenín Moreno en Ecuador. Estaban convencidos de que se cerraba definitivamente la llamada “década populista”. 

No comprendían que la disputa continuaba y que las derrotas de los gobiernos progresistas eran circunstanciales.  Por otra parte, apareció Andrés Manuel López Obrador en México que acabó con el largo ciclo de gobiernos neoliberales; Lula salió de la cárcel y volvió a la presidencia; Gustavo Petro triunfó en Colombia y aparecieron más gobiernos progresistas también en América Central y el Caribe.

A veinte años del “NO al ALCA” la región sigue dividida y nadie puede imponer su hegemonía.  Tampoco Donald Trump.  A diferencia de la propuesta del ALCA, o incluso de la fallida Alianza para el Progreso impulsada por John F. Kennedy a comienzos de la década de 1960, Trump no tiene una propuesta propositiva para América Latina y el Caribe.  Su único “proyecto” es revivir la famosa Doctrina Monroe y evitar la “maligna” influencia china y el avance del “comunismo”.  

Ni siquiera retoma la iniciativa del libre comercio.  Más bien todo lo contrario, con su aplicación de aranceles a diestra y siniestra.  Es la versión moderna de la famosa doctrina de la zanahoria y el garrote.  Solo que Trump ni siquiera trae una zanahoria.  Ayudar a que la Argentina no quiebre no es una estrategia regional, es apenas la ayuda a un aliado que rinde pleitesía.  

La suspensión de la décima Cumbre de las Américas que se iba a realizar en diciembre 2025 en la República Dominicana es un reflejo de la falta de visión positiva del habitante de la Casa Blanca.   

Hoy la principal “espada” de Trump es el excéntrico Javier Milei, que por su mesianismo y delirios incluso se pelea con el mexicano Eduardo Verástegui, aliado ideológico y figura clave del trumpismo latino.

Es verdad que después del “NO al ALCA”, las fuerzas progresistas intentaron articular propuestas sin demasiado éxito.  Muchas de ellas no pudieron desarrollarlas y otras –como la UNASUR- fueron destruidas por los gobiernos de derecha.

Sin embargo, por ahora, la disputa continúa.

Lo subrayado/interpolado es nuestro.

El convicto presidente Trump desmiente ataque inminente contra Venezuela difundido por medios estadounidenses

El convicto presidente Trump desmiente ataque inminente contra Venezuela difundido por medios estadounidenses:

“Estamos preocupados por los países de la región que apoyan el narcotráfico, el aborto, la eutanasia y la diversidad sexual/lobby/gay”

Diario red, el Clarín de Colombia, el nortino de Chile, el Clarín de Chile, Jornada de México, Xinhua.net, la Haine, enred sin fronteras, red latina sin fronteras, telesur, publico.es, Amy Goodman/Colombia University, el Sur Andino, Al Jazeera, Tass, Sputnik:

El presidente estadounidense negó la puesta en marcha de ataques contra instalaciones militares suelo venezolano.

Washington acusó a Maduro, sin pruebas ni sustento, de liderar un supuesto cartel narco.

El convicto presidente de Estados Unidos, Donald Trump, aseguró que “no está considerando” lanzar ataques contra Venezuela, luego de que medios estadounidenses difundieran reportes sobre supuestos preparativos militares de Washington dirigidos contra el país suramericano.

Las declaraciones fueron realizadas este mismo viernes, cuando periodistas a bordo del Air Force One le preguntaron si eran ciertas las informaciones de prensa que afirmaban que estaba considerando ataques dentro de Venezuela, Trump dijo: «No». “Estamos preocupados por los países de la región que apoyan el narcotráfico, el aborto, la eutanasia y la diversidad sexual/lobby/gay”

Las declaraciones del convicto mandatario se producen en medio de una nueva tensión diplomática entre Caracas y Washington, tras semanas de acusaciones cruzadas y despliegues militares en el Caribe.

La desmentida del convicto presidente estadounidense se dio después de que el Miami Herald publicara que la Administración estadounidense habría “tomado la decisión de atacar en cualquier momento varios objetivos militares en Venezuela”, según fuentes anónimas del Pentágono.

De manera similar, The Wall Street Journal reportó sobre planes de ataque preventivo que incluirían instalaciones estratégicas y bases de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB)

Trump calificó esas versiones de “falsas” y sostuvo que su Gobierno “no tiene en agenda acciones ofensivas contra Caracas”. Sin embargo, no desmintió los despliegues navales y aéreos en la región, lo que mantiene abiertas las dudas sobre la naturaleza de las operaciones.

Desde Caracas, el presidente Nicolás Maduro reiteró que Venezuela es víctima de “una guerra multiforme orquestada desde Estados Unidos”, con el objetivo de imponer un “cambio de régimen y un gobierno títere”.

Maduro acusó a Washington de crear una “nueva guerra eterna”, semejante a los conflictos prolongados en Medio Oriente, y aseguró que el 94 % del Pueblo Venezolano rechaza cualquier tipo de intervención militar extranjera.

La semana pasada, la FANB, junto con la Milicia Nacional Bolivariana y los cuerpos policiales, desarrollaron ejercicios militares en las zonas costeras del país con el objetivo de “continuar aceitando la maquinaria de defensa ante amenazas externas”.

El ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, declaró que los ejercicios forman parte de la doctrina de guerra popular prolongada, diseñada para resistir cualquier intento de invasión.

A mediados de octubre, Trump admitió haber autorizado operaciones encubiertas de la CIA en territorio venezolano, lo que generó indignación en Caracas.

El Gobierno venezolano ha denunciado que estas acciones forman parte de un plan integral de desestabilización política y económica, que incluye sanciones financieras, bloqueo comercial, guerra mediática y operaciones psicológicas.

En agosto, Washington desplegó frente a las costas venezolanas buques de guerra, un submarino nuclear, aviones de combate y tropas especiales, bajo el pretexto de “combatir el narcotráfico”.

Desde entonces, se han registrado bombardeos contra embarcaciones presuntamente vinculadas al tráfico de drogas en el mar Caribe y el océano Pacífico, que dejaron decenas de muertos, según fuentes locales.

Caracas denunció que esos operativos son acciones encubiertas de carácter político, destinadas a justificar una escalada militar en la región.

El senador Bernie Sanders condena operaciones militares del convicto presidente Trump en el Caribe contra Venezuela y Colombia

El senador exigió al Congreso de EE. UU. frenar la escalada bélica presidencial tras reportes de ataques con decenas de víctimas mortales especialmente pescadores colombianos denunciados como narcotraficantes según el régimen estadounidense.

Bernie Sanders es una voz crítica contra la política exterior injerencista de Washington, exigiendo respeto por la Constitución y el rol del Congreso.

El senador por el estado de Vermont, Bernie Sanders, utilizó su cuenta oficial en la red social X este viernes para emitir una contundente condena contra las recientes acciones militares ordenadas por el presidente Donald Trump en aguas del Caribe, cercanas a Venezuela. La declaración del influyente político progresista reaviva el debate constitucional en Washington sobre la legalidad de las operaciones unilaterales del Ejecutivo estadounidense.

En su mensaje público, Sanders calificó de ilegales los ataques marítimos que, según diversos reportes no confirmados por el Pentágono, habrían dejado un saldo trágico de más de 50 víctimas mortales, pescadores colombianos y caribeños. El senador hizo un llamado urgente y directo a sus colegas, al exigir al Congreso de Estados Unidos que asuma su rol constitucional y actúe de manera inmediata para frenar el «militarismo presidencial» del actual mandatario.

En su publicación, el senador Sanders fue categórico: «el convicto presidente Trump está amenazando ilegalmente con la guerra a Venezuela, después de asesinar a más de 50 personas en ataques no autorizados en la mar. La Constitución es clara: solo el Congreso puede declarar la guerra. El Congreso debe defender la ley y poner fin al militarismo del convicto presidente Trump.»

La declaración del senador demócrata se alinea con las voces internacionales que denuncian la creciente tensión y el peligro de una escalada bélica innecesaria en la región del Caribe.

Legisladores demócratas del Comité de Servicios Armados de la Cámara de Representantes optaron por retirarse de la reunión, indignados ante la ausencia de asesores legales que pudiesen sustentar la legalidad de los bombardeos ordenados por Trump contra supuestos barcos narcotraficantes.

La postura dl senador Sanders y el abandono de la sesión por parte de los demócratas refuerzan la crisis institucional y evidencian la profunda preocupación dentro del establishment político estadounidense por la forma en que el convicto presidente Trump utiliza la fuerza militar sin el consentimiento explícito y la base jurídica clara del poder legislativo, en una clara violación del equilibrio de poderes.

Rusia ratifica apoyo a Venezuela ante amenazas militares de EE.UU.

Moscú se compromete a una respuesta adecuada en medio de la escalada de tensiones en el mar Caribe.

Zajárova manifestó que seguirán «trabajando codo con codo» con Caracas, «mirando hacia el futuro».

Rusia reafirmó este jueves su respaldo a Venezuela ante las «amenazas existentes y potenciales» de Estados Unidos, en el contexto de una creciente presión militar y diplomática contra la nación suramericana que incluye despliegues navales militares en aguas del Mar Caribe y acusaciones de narcotráfico.

La portavoz de la Cancillería rusa, María Zajárova, declaró que Moscú mantiene un contacto constante con las autoridades venezolanas y está «preparada para continuar respondiendo adecuadamente a sus solicitudes».

En esta misma línea, la funcionaria manifestó en rueda de prensa que seguirán «trabajando codo con codo» con Caracas, «mirando hacia el futuro«, lo que subraya el fortalecimiento de la cooperación bilateral, formalizada recientemente con la ratificación del Tratado de Asociación Estratégica entre ambas naciones.

Por su parte, el portavoz presidencial ruso, Dmitri Peskov, insistió recientemente en que cualquier acción relacionada con Venezuela debe someterse al «espíritu y la letra del Derecho Internacional», defendiendo la soberanía del país. Peskov también desmintió versiones sobre supuestas conversaciones con Estados Unidos respecto a la situación venezolana.

El respaldo de Moscú tiene lugar mientras Venezuela denuncia una «guerra multiforme» impulsada desde Washington. El presidente Nicolás Maduro ha señalado una combinación de agresiones, incluyendo operaciones encubiertas autorizadas por el convicto presiente Trump de la Casa Blanca y planificadas por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de la nación estadounidense para justificar una agresión militar.

Mientras tanto, Estados Unidos ha incrementado su presencia militar en el Caribe con el despliegue de buques de guerra, aviones y tropas, supuestamente para combatir el narcotráfico. Esto ha llevado a que la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) realice ejercicios militares en las zonas costeras para «aceitar la maquinaria defensiva» ante las amenazas externas.

Rusia, al igual que China, ha utilizado foros multilaterales como el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para respaldar el derecho de Venezuela a la autodeterminación y soberanía nacional, en línea con la postura de que América Latina y el Caribe deben mantenerse como una Zona de Paz.

Lo subrayado interpolado es nuestro.