martes, 11 de marzo de 2025

COLOMBIA UNA NACION DINAMICA EN BUSCA DE SU DESTINO Y DEFENSA DE LOS DERECHOS HUMANOS

COLOMBIA UNA NACION DINAMICA EN BUSCA DE SU DESTINO Y DEFENSA DE LOS DERECHOS HUMANOS:

“Cuando el Pueblo Colombiano se decida a luchar hasta el fin, no habrá ninguna potencia que pueda ser superior a la potencia de este Pueblo que exige su libertad”...


Por Dr. MARIANO SIERRA S./escritor, filosofo, jurista y analista internacional/ Diario RED, xinhuanet, la jornada de México, Other News, Tektonikos, red latina sin fronteras, en red, el salto diario, el clarín de chile, ACHEI, ADDHEE.ONG:


Entre Elites, políticas, mafias políticas, disidencias y cismas, un pueblo revolucionario, va camino a la desintegración por unas funestas ideologías imprecisas cuya acción segregacionista, cunde de un pasado esclavista, colonial y hegemónico, en medio de reacciones independentistas, de reformas partidistas, cruzadas y ocasos. Ellos nos permiten damos una mirada a ese mundo considerado como el surgir republicano, que aún no ha sido, si tenemos en cuenta que la evolución hacia una paz, una justicia y una liberación real, no se ha dado, para construir el país que nos debemos y merecemos.

Vale describir en esta apoteosis social el sentido común, como una realidad sin fronteras donde se encarnan desafíos que van y vienen entre mirada perdidas en lontananza, ansiosas de buscar sendas de pensares que permitan dar trazos de vida hacia el encuentro de convivencias donde cada uno superemos tantas ignominias. El carácter de estas realidades va quedando en los rostros cadavéricos de aquellos que entrecruzan el sin sentido de sus vidas ante invisibles cambios de un mundo vacío-

Una Republica sin el sentir del   pueblo, se ha venido dando. Continúan aun las monarquías y las elites turbulentas haciendo apologías a la resistencia, trazando jugadas de alta desunión, deslegitimando el proceso de cambio con posturas de martillazos. La ley de la sumisión y el acotar de seducciones buscan sujetar el poder en cuerpos ajenos, con bufones y pérfidos serviles, pero la nación no cede a los impulsos ni a los impactos de bandas divergentes mediante proceso legislativos de inmunda procedencia al mando de bandas que mercadean con la ley social-

Una visión amarga, sombreada con la angustia fantasmal en medio de venas abiertas, bajo el escarnio de unas ideologías donde se esconde el amor social, donde brotan odios, venganzas, círculos de dolores, donde no han cesado las horribles noches desatendiendo las palabras del que murió en la cruz. Nuestros pueblos no claudican aún sus luchas, aunque las oposiciones permean sus horrores sin cesar.

Entre indomables cruzo  el libertador Bolívar los Andes, con   expresivo empuje hacia la libertad sublime, recibiendo golpes de censura, y amenazas cual noche septembrina, hoy esta comedia se torna idéntica, con nuevos esbirros de los altos organismos y de la oligarquía profana, acudiendo a los mismos métodos propio de perdedores envidiosos, pero el tesón por la lucha social afrontando los embates sucios, el cambio se alza con valor resistiendo con resiliencia, ya que el pueblo está por encima de todo vulgar proceder y  de toda diversidad engañosa, seductora y mentirosa del poder estatal y económico. Que desconoce el sentir del ser humano que vaga entre humillados y ofendidos, o entre siervos sin tierra, pobres gentes del ayer de siempre.

Lucida, la transformación avanza demoledora con resultados innegables dejando una vara muy alta difícil de superar, que desvirtúa todo querer maloliente de la oposición, que enseña como gobernar con honradez, con capacidad y conocimiento y sobre todo con amor social, en un mundo en supervivencia, desigual, indiferente e indolente, apoderado por una guerra inhumana, bajo la anuencia de gobiernos por demás insolidarios, andrajosos, apoyando tan miserable perversidad. Las soluciones no requieren tanto discurso cargado de intenciones, es importante agregarle el ingrediente de la voluntad política y social. Contrario es una falta de sentir humano.

La agonía prosigue con esperanzas ciertas, y es así como se quiso formar la nación con sus ancestros, pletórica de sueños libertarios, donde disidentes criollos quieren apagar el grito de la independencia que se anida en las gargantas de un pueblo recio, añorando la justicia y sus derechos que en átomos volando quisieron sepultar y entre llamas cual icaro se alzó la verdad para justificar la lucha con júbilo inmortal. El discurso del cambio y la unidad del pueblo se enfrenta a las musas y a los cismas y a los rabiosos apátridas disidentes, insensibles ante el devenir de quienes armados con trágicos ideales y criticas extraídas de la nada razón.

Con las diversidades de nuestra nación se nutren nuestros pueblos. Avanzando con soltura en la nuda vida, bajo la dialéctica que desborda democracia cuando el progreso avanza dejando sin efecto la desigualdad, y le aviene el conocimiento, por medio del cual el ser humano acicala el mundo, descifra la tiranía y la maraña de conceptos de los políticos y sus elites, rompiendo así las reglas del desequilibrio y los derechos de los pueblos que migran ante imperios infernales.

A los disidentes, como a todos los divisionistas y generadores de cismas se les debe quitar el carácter deformativo de sus bandalicas desintegraciones, cuyas tragedias típicas, están llevando a la sociedad a enfrentamientos propios de sus naturalezas humanas, de donde se desprenden apocalipsis cercenantes de cualquier desarrollo, que desarticula el orden. Los necios están en gran mayoría por el mundo, extendiendo el daño como cizañas, burlando leyes y conciencias, esparciendo las cenizas del fuego infernal sin medir consecuencias. Todos estos personajes de muerte, cual ciclopes, hacen de sus nefandas conductas hábitos de vida, que los hace cambiar su personalidad, volviéndolos unos personajes histriónicos, ejecutores de emociones dramáticas, verdaderos exabruptos colaterales.

El gran conjunto de la política y los políticos con sus comandos elitistas son el mayor eslabón deformador ideológico, gerifaltes que descollan  en partidos, en el parlamento y algunos movimientos, como avezados proselitistas, manipuladores, conversos traidores que cambian sus trajes de luces como el camaleón con enconado fanatismo, generando exabruptos corruptivos desde sus trincheras estratégicas malolientes.

Monumental sodalicio político no se detiene porque además de sus gozosos negocios, vociferan escándalos y con el mayor cinismo se declaran en inocencias fallidas. Y aun con el sentir de investigaciones judiciales siguen operando bajo el techo del país, al amparo de impunidades espureas, pírricas. Todo movimiento disidente carece de ideales, van en la ruta de la extinción, no se sostienen, viven cayendo en el vacío bufando sus amarguras, sus imposibles, ante envidias que los acerca a el ocaso en compañía del tiempo que les traza una convivencia llena de incertidumbres.

La dinámica es cambio, llama a todos a la transformación, donde cunde la existencia de fuerzas unas visibles otras en el ostracismo, son fuerzas con grandes capacidades genocidas con vértices de llevar proyectos para la desintegración del mundo. No dejemos de hacer lo que nos produce, lo que alimenta el espíritu y entendamos que el verdadero saber está en reconocer la propia ignorancia.

La degeneración humana implica el estar conviviendo de genocidio en genocidio ser humano contra el individuo y contra la naturaleza y sus principios bio diversos, el mundo de la muerte, la corrupción, la injusticia social, problema histórico, cultural y de civilización. Estas divergencias hacen exigencia de una transformación hacia el nuevo ser humano, dentro de procesos muy humanos que van dejando sus huellas como nos lo enseña Zaratustra.

El ser humano converge a corrientes de plataformas filosóficas para unirse a la palabra y a la acción, conducto de vida en libertad, dirigida hacia el mundo donde hacemos encuentro con él otro en un debate callejero, fruto del pensamiento donde el pueblo se convierte en ese icono de la antología donde nos convertimos en filósofos de la vida, de su entendimiento, para un quehacer de resistencia que se entrelaza con la fuerza de la revolución, que es el amor, que une los pueblos.

La vida, dinámica permanente del cambio, vibra ante patologías anormales donde el ser humano da vida a anticristos, dioses terrenales para cumplir sus genocidas tareas en gobernanzas donde la codicia germina entre el bien y el mal.  La dinámica humana la producen los individuos que quieren llegar a ser lo que les aviene su acción, abiertos a la lucha. Aquellos Ecce Homos con la fuerza y el carácter propio, llenos de sentido de vida propia, se alzan contra todo impedimento. Contra todo Contradictorio, que viven exponiendo su pensamiento negativo para generar vida contraria al bien común.

El mundo, es esa dinámica en ebullición de   comedias poderosas a las que Nietzsche condeno, proveniente de los inquisidores ocultos entre quienes buscan condicionar los pueblos con discursos amenazantes, desestabilizadores, llenos de terror catastrófico y de emocionantes pasiones donde fluye la tiranía del poder. Pero el pueblo posee la fuerza de la calle donde expresa su poder constituyente con el vigor de sus ideas y el pensamiento democrático en línea con su condición humana, atributo personalísimo. Todo proceso de cambio exige reglas dentro de un liderazgo humano, sin egos, sin emociones y sin culto a la personalidad. La mente humana se desborda y ello frena todo proyecto por fuera del espíritu de transformación,

El mundo se ha llenado de pérfidos pescadores de odios, de crímenes y perseguidores de prójimo, corruptos, piratas de estados que se aprovechan del erario social, son pescadores y piratas de los tesoros de naciones, y de la tierra de siervos que las perdieron por la violencia estatal. Pero estos leviatanes también son confirmadores de carteles de justicia y de las instituciones que ejercen servicio social. Y como tal también son propiciadores del pecado social, con el apoyo del capitalismo extractivista. El ejercicio de la dinámica de echar redes se perfila por doquier, pues a estos cuatreros no les importa sino el saqueo, aplicando sus propias leyes terrorista

La dinámica de las naciones no es otra que recuperar el orden para con los cambios mostrarle al mundo de la paz, las estrategias del poder, que impiden que los pueblos ejerzan su capacidad de acción y resistencia. Salir del ostracismo es animar el pensamiento crítico y subversivo que modele la visión del mundo y de la vida.

Lo subrayado interpolado es nuestro.

De Bruselas a Riad, pasando por Múnich: Ocho días que estremecieron el mundo.

De Bruselas a Riad, pasando por Múnich: Ocho días que estremecieron el mundo...


Por Sergio Rodríguez Gelfenstein/escritor, historiados y analista internacional/ ADDHEE.ONG:


“La historia se repite, primero como farsa y después como tragedia”...

Conferencia de Yalta – La cumbre de la Segunda Guerra Mundial que redefinió el mundo, Y la repartición de nuestro desgraciado mundo

Los acontecimientos internacionales han tomado un ritmo extraordinariamente acelerado. He consultado con algunos colegas y hemos concluido que se está haciendo difícil seguir el movimiento de hechos que están conmoviendo, transformando y reestructurando el sistema internacional a una velocidad nunca antes vista por lo menos en los últimos 80 años. Lo cierto es que el mundo de la posguerra parece desmoronarse. El consenso logrado en 1945 en Yalta y Potsdam acaba de recibir un golpe mortal en Múnich.

Hagamos un somero recorrido de los acontecimientos de los últimos días para constatar esta aseveración que emana  la impronta que la administración Trump le está imponiendo al mundo:

·         12 de febrero. El presidente de Estados Unidos informó que había sostenido una “larga y muy productiva” llamada telefónica con su homólogo ruso Vladimir Putin. Dijo que este  quiere que la guerra en Ucrania termine y que cree que habrá un alto el fuego “en un futuro no muy lejano”. La llamada fue la primera conversación conocida entre ambos presidentes desde que Trump asumió el cargo el mes pasado.

·         12 de febrero. El Secretario de Defensa de Estados Unidos Pete Hegseth, durante su reunión en Bruselas con los miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), declaró “directamente y sin ambigüedades” que Washington ya no priorizará la seguridad de Europa, determinó que la guerra entre Ucrania y Rusia “debe terminar”, pues su prioridad se enfoca en asegurar las fronteras del país norteamericano y evitar la guerra con China.

Hegseth afirmó que las realidades estratégicas actuales impiden que Estados Unidos siga siendo el principal garante de la seguridad en Europa. Estas mismas realidades obligan –según el jefe del Pentágono-  a una reducción de las fuerzas estadounidenses en la región.  La prioridad para Washington es enfrentar a China, a la que definió como “ un competidor de gran envergadura” porque tiene la capacidad y la intención de amenazar la seguridad nacional de Estados Unidos y sus intereses principales en la región del Indo-Pacífico.   Hegseth subrayó que la disuasión de un conflicto con China en el Pacífico es la misión más importante de su despacho. Reconoció la escasez de recursos y la necesidad de tomar decisiones difíciles para garantizar que el proceso no fracase.

El Secretario de Defensa instó a los aliados europeos, miembros de la OTAN, a asumir un liderazgo activo. Les dijo tajante que: “La Casa Blanca ya no tolerará una relación desequilibrada que fomente la dependencia. En su lugar, la relación entre Estados Unidos y Europa se centrará en capacitar a los países europeos para que asuman la responsabilidad de su propia seguridad”.

·         14 de febrero. El vicepresidente de Estados Unidos, J.D. Vance, pronunció un discurso durante la 61.ª Conferencia de Seguridad de Múnich, en Alemania, sorprendiendo tanto a los presentes como a los países europeos aliados de Washington. En la disertación, el alto cargo estadounidense afirmó que: "La amenaza que más me preocupa respecto a Europa no es Rusia, no es China, no es ningún otro actor externo. Lo que me preocupa es la amenaza desde dentro, el retroceso de Europa respecto a algunos de sus valores más fundamentales, valores compartidos con Estados Unidos". Sin tomar en consideración la perplejidad que generaban sus palabras, agregó que "Cuando vemos a las cortes europeas cancelando elecciones, con altos funcionarios amenazando con cancelar otras, tenemos que preguntarnos si nos ceñimos a unos estándares debidamente altos".

·         14 de febrero. El senador republicano por Texas John Cornyn,  afirmó que esperaba que los europeos reconocieran que su privilegio de aprovecharse de los Estados Unidos había llegado a su fin y añadió que: "Lo han pasado bastante bien, y esos días ya terminaron”.

·         14 de febrero. Keir Giles, investigador principal del centro de estudios Chatham House, con sede en Londres, declaró a NBC News que Europa ha ignorado décadas de señales de que la paciencia de Estados Unidos se ha estado "agotando" con la dependencia de Europa de la defensa estadounidense.

·         14 de febrero. Patrick Wintour, editor diplomático del diario británico The Guardian, destacó que las palabras de Vance demostraron que "la disputa preexistente entre Europa y Estados Unidos ya no tenía que ver con el reparto de las cargas militares o la naturaleza de la futura amenaza a la seguridad planteada por Rusia, sino con algo más fundamental: la sociedad".

·         16 de febrero. En una columna titulada “El asalto de Donald Trump a Europa”, el periódico digital londinense  “The Economist” destacó que los líderes europeos que asistieron a la conferencia de Múnich quedaron "atónitos" al ver que la Administración Trump "echó por tierra décadas de diplomacia que han sustentado a la OTAN como la alianza militar más exitosa de la historia moderna".

·         18 de febrero. El primer ministro de Hungría señaló que: “La Unión Europea (UE) quedó "atrapada en la guerra" y conocerá los resultados de las negociaciones sobre Ucrania por la prensa”.

·         18 de febrero. El primer ministro polaco, Donald Tusk afirmó que la cumbre de urgencia de la UE, celebrada en París no tomó ninguna decisión sobre el conflicto ucraniano. Las contradicciones entre los líderes reunidos impidieron que surgiera una solución común. El portal Político indicó que, tras la reunión de 3 horas y media, sus reacciones fueron "decepcionantes".

·         19 de febrero. Un encuentro realizado en Riad capital de Arabia saudita entre delegaciones de alto nivel de Rusia y Estados Unidos concluyó exitosamente tras producirse un diálogo fluido y sin contratiempos según informó el asesor presidencial del Kremlin, Yuri Ushakov, quien participó en el encuentro junto con el canciller Serguéi Lavrov. Ushakov resaltó que durante las conversaciones se abordaron todos los temas con seriedad y profundidad y además, se logró un consenso para avanzar en las relaciones bilaterales.

·         19 de febrero. Al referirse a la reacción de Ucrania y de su líder Volodímir Zelenski a las conversaciones entre Estados Unidos y Rusia en Riad, Arabia Saudita, el presidente Trump dijo:” Piénselo: un comediante de éxito modesto, Volodímir Zelenski, convenció a los Estados Unidos de América de gastar 350 mil millones de dólares para entrar en una guerra que no se podía ganar, que nunca tuvo que comenzar, pero una guerra que él, sin los Estados Unidos y Trump, nunca podrá resolver. Estados Unidos ha gastado 200 mil millones de dólares más que Europa, y el dinero de Europa está garantizado, mientras que Estados Unidos no recibirá nada a cambio. ¿Por qué el soñoliento Joe Biden no exigió la igualdad, ya que esta guerra es mucho más importante para Europa que para nosotros? Tenemos un gran y hermoso océano como separación. Además de esto, Zelenski admite que la mitad del dinero que le enviamos está en falta. Se niega a tener elecciones, tiene un puntaje muy bajo en las encuestas y lo único en lo que era bueno era en manipular a Biden “como un violín”.  Zelenski es un dictador sin elecciones que debe actuar rápido o no le quedará ningún país. Mientras tanto, estamos negociando con éxito el fin de la guerra con Rusia, algo que todos admiten que solo Trump y la administración Trump pueden hacer. Biden nunca lo intentó, Europa no ha logrado traer la paz y Zelenski probablemente quiera mantener el “tren de la salsa” en marcha. Amo a Ucrania, pero Zelenski ha hecho un trabajo terrible, su país está destrozado y millones han muerto innecesariamente. Y así continúa…”

Parafraseando el título de  aquel famoso libro de John Reed, podríamos hablar de “los ocho días que estremecieron el mundo”. Los europeos están atónitos y, como lo demostró su reunión cumbre de París, absolutamente desarticulados y sin capacidad de respuesta. Asistieron a Múnich esperando que Vance hablara de asuntos relacionados con la seguridad y defensa del bloque europeo, pero en su lugar "atacó rotundamente" a los aliados de Washington denunciando "la desinformación, la información errónea y los derechos a la libertad de expresión". Según RT, “un alto funcionario europeo que habló con Foreign Policy bajo condición de anonimato dijo que Vance "mientras estaba en Alemania hizo algo en lo que los alemanes son bastante buenos: dar lecciones a otros".

Quien no fue sorprendida ni desarticulada fue Rusia. Desde 2014, con paciencia y visión de largo plazo articuló un plan que ha ido cumpliendo al pie de la letra. Hace unos meses, el presidente Putin esbozó su concepto de paz y su idea de nuevo orden internacional. Durante el foro “Interconexión de tiempos y civilizaciones, base de la paz y el desarrollo” que se celebró en Asjabad, capital de Turkmenistán en octubre 2024, explicó que: "...La paz global solamente puede lograrse teniendo en cuenta los intereses de todos los pueblos del planeta”. En su discurso en el evento, el presidente ruso dio a conocer que su país estaba convencido de que la “paz universal y el desarrollo integral solo pueden garantizarse teniendo en cuenta las opiniones de cada pueblo, respetando, al mismo tiempo el derecho de cada Estado a su propio rumbo soberano, a su propia cosmovisión, a sus propias tradiciones e ideas religiosas", señalando además que  la mayoría de los Estados del mundo abogan por "una distribución más equitativa de los beneficios".

Este fue el soporte que permitió que la semana pasada los mandatarios de Rusia y Estados Unidos conversaran por teléfono y acordaran dejar atrás un período "absolutamente anómalo" de las relaciones entre ambos países, cuando no hubo contactos mutuos.

La semana pasada hicimos una observación descriptiva de los acontecimientos internacionales, hacer un análisis de los mismos es un tanto más complejo. Me parece que las dificultades provienen de la idea de que es posible entender la situación creada en la actualidad a partir de una visión dicotómica unipolaridad vs. bipolaridad y de que las categorías de análisis usadas durante la guerra fría conservan validez aún. Incluso, algunos analistas hablan del surgimiento de una nueva bipolaridad China-Estados Unidos.

Hace unos días atrás, un amigo siempre bien informado y preocupado por dar seguimiento a los sucesos de la realidad internacional me escribió para decirme: “No entiendo cuál es la jugada. Estoy perdido. Quizá el imperio quiere rediseñar el mundo. Algo escribiste hace muchos años sobre las reparticiones…”

Todo ello me motivó a escribir este artículo que por su extensión, debió ser publicado en dos partes, lo cual no necesariamente es ventajoso. Efectivamente  en marzo de 2014 se publicó en Chile primero y en Argentina después por la editorial Biblos mi libro “La balanza de poder. Las razones del equilibrio del sistema internacional”. Unos meses después, en septiembre vio luz la edición en inglés de la obra de Henry Kissinger “Orden Mundial”.

Tratando de establecer cuál sería el sistema internacional el futuro, en mi libro recorrí las variantes existentes a partir del estudio de las causas de los conflictos y la cooperación entre los Estados para resolverlos. Entonces, expliqué las propuestas de  bipolaridad, multilateralidad, multipolaridad y apolaridad que estaban sobre el tapete. En lo personal, me atreví a exponer que las diversas condicionantes existentes anunciaban que, a mediano plazo se establecería un sistema internacional de balance poder.

La definición más clara de la balanza surgió de los estudios del politólogo estadounidense Morton Kaplan que  en un trabajo escrito en 1966 titulado: “Algunos obstáculos en la investigación de sistemas internacionales”, estableció que  los actores de la balanza tenían que ser como mínimo 5, exclusivamente de carácter nacional y ajustarse a la categoría de “actor nacional esencial para que el sistema funcionara”.

A continuación, instituyó 6 normas fundamentales que caracterizan el sistema de balanza de poder.  Entre ellas, negociar antes que pelear, pelear antes que dejar de incrementar las capacidades, dejar de pelear antes que eliminar a un actor esencial, oponerse a toda coalición que intente predominar, limitar a  aquellos actores que acepten principios organizacionales supranacionales y permitir que aquellos actores derrotados o limitados reingresen al sistema.

Este es un resumen muy sucinto de la propuesta esbozada por Kaplan. En mi libro, publicado hace solo 11 años atrás, exponía que, desde mi perspectiva, para China la búsqueda del equilibrio es parte de su política permanente mientras que para Estados Unidos, una fiera herida que da zarpazos, el equilibrio es una obligación de supervivencia.

Mi opinión era y es que el mundo avanza hacia un equilibrio de poderes. La posibilidad de destrucción del planeta como opción para imponer el capitalismo no es viable. Los capitalistas son inmorales, no suicidas. La acumulación tiene un límite -que en la actualidad viene impuesto por poderes confrontados- los cuales, en los hechos apuntan a una profundización de la debilidad y la pérdida de la hegemonía imperial. Una racionalidad del capital – si es que ella existe y es posible- establece como más viable un equilibrio que le permita conservar una cuota de poder antes que recurrir a una confrontación nuclear en la que, difícilmente puedan obtener alguna ganancia.

Como dije antes, unos meses después de la publicación de mi libro, el grupo editorial Penguin Random  House publicó el libro de Kissinger bajo el sugestivo título de “Orden Mundial. Reflexiones sobre el carácter de las naciones y el curso de la historia”. Desde otra perspectiva, incluso antagónica a la mía, Kissinger establece que el equilibrio es la única alternativa de estados Unidos para conservar su poder.

Poco antes de la publicación de su libro, a finales de agosto de 2014, Kissinger escribió un artículo titulado “Sobre la Asamblea de un Nuevo Orden Mundial” que fue publicado en el periódico estadounidense The Wall Street Journal. En este texto, adelanta algunos elementos que desarrolla mucho más ampliamente en su libro. Considera como positivo que la democracia y la gobernanza participativa pasaran de ser una aspiración para convertirse en una “realidad universal”. Ojo, se debe tomar nota de Kissinger hablando de “gobernanza participativa”.

Resalta que la mayor parte del planeta está constituido por países que configuran Estados soberanos independientes pero agrega que Europa no cuenta con los atributos para crear un Estado, lo que ofrece un “tentador vacío de la autoridad”. Aquí, pareciera estar apuntando a actualizar las características de los Estados nacionales esenciales mencionados por Kaplan, que se orientan a la configuración de una balanza entre China, Rusia, Estados Unidos, India y algún país europeo que emergerá como líder en el actual conflicto, ¿Alemania? ¿Reino Unido? ¿Francia? No importa cuál sea, pero será solo uno de ellos.

Kissinger era de la idea que el orden internacional se enfrentaba a una paradoja, toda vez que – según él- la prosperidad dependía del éxito de la globalización pero el proceso estaba produciendo una reacción política que apuntaba a cuestionar sus objetivos. Para solventar esta anomalía proponía la creación de “un  mecanismo efectivo de las grandes potencias para consultar y posiblemente cooperar en las cuestiones más consecuentes”.

Para lograrlo, Estados Unidos debería aceptar que existen dos niveles aparentemente contradictorios: principios universales por una parte y características locales y regionales particulares de otra. En cualquier caso, Kissinger no abandonaba su sustento ideológico imperialista al establecer que todo se debe considerar a partir de la naturaleza excepcional de Estados Unidos.

A nivel interno no obstante, esto pasa porque los ciudadanos estadounidenses lograran entender que, -dicho en términos coloquiales- acepten que no son los únicos que viven en este planeta, por lo que deben ceder parte de sus derechos a fin de avanzar en la globalización y que, incluso esos derechos, deberían seguirse conculcando [tal como está ocurriendo hoy en Estados Unidos] para dar espacio a la opinión de otros países. 

Ya en el libro, Kissinger opina que las distintas tradiciones culturales permiten establecer el concepto de orden como base de las relaciones internacionales. En esto parece contradecir a Huntington quien creía que el futuro estaría marcado por los conflictos civilizacionales. Por el contrario, opina que los conflictos actuales se han originado en la identificación de ideas contrapuestas en torno a la forma que debe adquirir el sistema internacional en un momento en que se enfrenta el reto de  que se organice el orden regional al mismo tiempo que se asegura que dicho orden sea compatible  con la paz y la estabilidad en el resto del mundo.

Sin que pareciera salir de su pluma, Kissinger opina que existe un gran riesgo en caso que Occidente intente extender su modelo de democracia por el mundo, advirtiendo que en particular, el “idealismo norteamericano” sin una estrategia clara para ponerlo en práctica, no conducirá a  amplificar la presencia de la “democracia liberal” por el mundo.

Parecieran antagónicas las nociones de imperialismo y equilibrio, pero no lo son. Quiero reiterarlo, para Estados Unidos se trata de sobrevivencia. Tal vez sea necesario estudiar el libro de Kissinger para comprender la actuación internacional del nuevo gobierno de Estados Unidos. Se sabe que durante la primera administración de Trump, habiendo pasado por mucho los 90 años de edad, Kissinger era un asiduo visitante de la Casa Blanca. Fallecido en 2023 a la edad de 100 años, sus ideas y su impronta conforman la médula de la actuación internacional de Estados Unidos en la coyuntura.

En diciembre de 2022, unos meses después de iniciada la Operación Militar de Rusia en Ucrania, con Joe Biden en el poder en Washington,  Kissinger, en un artículo titulado “¿Cómo evitar otra guerra mundial?” opinó que debía buscarse la paz con un doble objetivo: confirmar la libertad de Ucrania y definir una nueva estructura internacional en la que Rusia debía tener un lugar. Asimismo, el ex secretario de Estado se mostró en desacuerdo con la opinión de que Rusia estaba obligado a convertirse en un país impotente tras el conflicto en Ucrania toda vez que era imperativo reconocer que  Rusia “había contribuido decisivamente en la búsqueda del equilibrio mundial y el balance de poder durante más de medio milenio “por lo que su papel histórico no debía degradarse”.

Los temas que se han puesto sobre el tapete de la dinámica internacional actual como los deportados de Estados Unidos, el canal de Panamá o Groenlandia, son solo cortinas de humo para “entretener” al planeta y ponerlo a pensar y debatir sobre asuntos que no son prioritarios. Según el senador estadounidense Bernie Sanders el objetivo real de Trump es “desmantelar ilegal e inconstitucionalmente las agencias del gobierno” a fin de que los multimillonarios y las “clases gobernantes [que] siempre han querido y han creído que [el poder] es suyo por derecho,  [obtengan] más poder, más control más riqueza”. Para ello, necesitan dinamitar las instituciones del país y restructurar el sistema internacional de acuerdo a los parámetros señalados por Trump.

Por cierto, para lograrlo, necesitan que en el nuevo sistema que pretenden construir, el enemigo sea China, no Rusia, no obstante ante una profundización estratégica de la situación crítica, la única solución para tratar de evitar la catástrofe y salvaguardar alguna cuota de poder, es orientarse a la búsqueda del equilibrio, tal como lo señalaba Kissinger.

Así lo hizo saber claramente hace casi dos años, en mayo de 2023, la subsecretaria de Defensa de Estados Unidos, Kathleen Hicks, en una conferencia celebrada en Washington en la que afirmó que el Pentágono percibía a China como el desafío militar que marcaba el ritmo de su país  y “el único competidor estratégico con la voluntad y cada vez más la capacidad de rehacer el orden internacional”. Agregó que China  constituía  “un desafío generacional”, el cual, si bien cambiará con el tiempo, “no se irá a ninguna parte”.

Recordando la impronta de Kissinger durante el siglo XX, Hicks hizo memoria respecto de la experiencia histórica de enfrentar a la Unión Soviética, un competidor -según ella- “lento y pesado” mientras que ahora, en materia de Defensa, la nación norteamericana tiene que “evolucionar más rápido que las amenazas”.

Hicks afirmó que en esta “nueva era de competencia estratégica”, el objetivo de Estados Unidos “es disuadir, porque competencia no significaba conflicto”. Según la subsecretaria, el éxito del Pentágono  era que “los líderes de la China se despierten todos los días, consideren los riesgos de agresión y concluyan: “Hoy no es el día y que piensen en eso hoy y todos los días entre ahora y 2027, ahora y 2035, ahora y 2049, y más adelante”, curiosamente señalando los años emblemáticos en que la República Popular China se ha propuesto alcanzar objetivos estratégicos.

En este momento, Trump conoce los costos que conlleva sostener 800 bases militares y un millón trescientos veinte mil militares fuera de su territorio, sin contar 11 grupos de ataque de portaviones de los cuales 7 están desplegados y 4 en reparaciones con una carga económica muy grande que conspira con el objetivo de hacer realidad que “Estados Unidos sea grande de nuevo”. Por ello, se ha adelantado a las circunstancias y el pasado 20 de febrero ha manifestado su disposición a negociar con Rusia y con China para reducir el número de ojivas nucleares, resaltando que considera inaceptable el uso de armas atómicas y el aumento del número de potencias nucleares. Parafraseando al ex presidente Bill Clinton se podría decir “Es la economía, estúpido”. 

Hay que decirlo claramente… y reiterarlo, el sistema internacional de la posguerra colapsó y va a dar paso a uno nuevo. Es verdad que la OTAN sigue existiendo formalmente, pero lo real es que tal como lo certificó el presidente Macron en noviembre de 2019, padece de “muerte cerebral”. La Secretaría general es un cargo, vació solo creado para que los europeos creyeran que pueden decidir algo. El verdadero poder se sostiene sobre los hombros del comandante supremo aliado en Europa que siempre es un general estadounidense. Ya se comenta que Trump ordenará retirar sus tropas dislocadas en la Europa del este, en aquellos países que formaron parte de la Unión Soviética o del Pacto de Varsovia. Así se volvería al status quo del fin de la guerra fría cuando desapreció la Unión Soviética y Occidente hizo compromisos con Rusia que nunca cumplió.

Ahora, cuando delegaciones del más alto nivel de Rusia y Estados Unidos se reunieron en Riad, capital de Arabia Saudita, “las aguas están volviendo a su cauce”. Marco Rubio sabe que Serguei Lavrov no es el indigno y mentecato canciller de Panamá, tampoco Putin es el genuflexo José Raúl Mulino. No se trata de la dimensión y el poder de un país respecto del otro. Un líder panameño, el general Omar Torrijos obligó a Estados Unidos a sentarse a dialogar, negoció de igual a igual solo con el poder que le daba la dignidad y la historia del heroico pueblo panameño y les ganó: los obligó a devolver el canal.

En Riad, Rubio debió medir sus palabras y hasta sus gestos. Fue un primer paso, que tuvo más de política bilateral que de revisión de la agenda internacional aunque el tema de Ucrania estuvo sobre la mesa. Pero el hecho de que las dos mayores potencias nucleares del planeta se hayan sentado a dialogar y que algunos de sus principales dirigentes se miraran de frente, cara a cara y apagaran el fósforo con que solo hace unas semanas se amenazaba con encender el fuego de la hecatombe nuclear, señala un alivio y un camino positivo para toda la humanidad amante de la paz y de la vida.

Hoy existe duda, confusión e incertidumbre y para los europeos, perplejidad, pero debemos acostumbrarnos: así es la dinámica Trump y así será por lo menos durante los cuatro próximos años. Mientras tanto, reconociendo y aplaudiendo lo ocurrido en Riad y los hechos que han conducido a aplacar la posibilidad de una guerra nuclear, hay que recordar siempre al Comandante Ernesto Che Guevara cuando el 30 de noviembre de 1964 desde Santiago de Cuba recomendaba que en el imperialismo, “no se podía confiar ni tantito así, nada”.

Lo subrayado/interpolado es nuestro.

Puel Mapu_Neuquén, Comunidad Lafquenche: Resistencia y fortaleza mapuch

Puel Mapu_Neuquén, Comunidad Lafquenche: Resistencia y fortaleza mapuche

Felipe Paillalafquen, dentro de la comunidad Lafquenche, en Junín de los Andes. Neuquén, Puel Mapu.

De Periodismo de mar a mar 

Felipe Paillalafquen: la resistencia y fortaleza de un pillañ mawiza impreso en el kimvn de un lonko mapuche.

Escribe Gustavo Figueroa, escritor y periodista/ Diario RED, xinhuanet, la jornada de México, Other News, Tektonikos, red latina sin fronteras, en red, el salto diario, el clarín de chile, ACHEI, ADDHEE.ONG:

“Yo nací en el año 42. En el ’50, más o menos, llegó Parque Nacional. De un día para otro perímetro todo y nos dijo que podíamos cortar y que no. Yo era muy chico y recuerdo que nos miró como si no fuéramos nada, como si fuéramos unas ratas”. 

Felipe, mientras me cuenta, me hace una seña con la palma de la mano, indicando la altura de su porte en ese momento. Felipe recuerda ese encuentro como si fuera hoy porque, año tras año, Parque Nacional le rememora el trato condescendiente que mantiene con él y con su comunidad. Con el tiempo Felipe creció y los pudo enfrentar, les pudo decir en la cara lo que pensaba.

“Mi abuelo y mi padre me dieron el conocimiento y la sabiduría para cuidar este lugar. En cambio, Parque no puede cuidar nada. ¿Cuántos hombres han desaparecido en el Volcán Lanín por no pedir permiso, por no agradecer?”

¿A cuántas personas ha incentivado Parque Nacional -y el gobierno provincial de Neuquén- para que ingresen a un sitio sagrado, como el Volcán Lanín, sin concientizar a nadie sobre las dimensiones simbólicas y espirituales del espacio donde están ingresando? 

En Argentina existe una idealización sobre la representación social de Parque Nacional, de la misma forma que existe una idealización del lugar del Estado, con respecto a las comunidades mapuche – tehuelche y el cuidado que deberían tener estas instituciones hacia los elementos de la naturaleza. Se da por sentado que todo lo que hace Parque Nacional está bien, y que sus acciones siempre son en beneficio de los bosques, cuando fue justamente la llegada de Parques Nacionales lo que beneficio que los bosques, de un día para otro, se convirtieran en una extensa franja verde de monocultivo de pino implantado. Toda la medicina y el alimento de las comunidades se transformó rápidamente en una madera barata e inservible, en otro producto fútil del capitalismo. Es por eso que, entre las llamas de tanta materia inflamable, el testimonio de los viejos pobladores es tan valioso: Parque Nacional llegó para cumplir el mandato estatal de quitarle las tierras a las comunidades y dárselas a los ambiciosos empresarios extranjeros (y responder, de esta manera, al principio de “repoblar la argentina”), manteniendo un status quo, inclusive por la fuerza, con sangre y campañas mediáticas estigmatizantes -como las que padecen en la actualidad las comunidades williche del puel mapu que para ser desalojados de sus tierras por parte del gobierno nacional que las acusa de todo tipo de delitos incomprobables-.

Felipe reconoce que la dirección de Parques Nacionales de Neuquén le propuso concesionar el territorio de la comunidad; es decir, alquilar su territorio (con la comunidad dentro) a capitales foráneos. “Ellos querían ingresar, mandar y que nosotros seamos sus empleados. En muchas comunidades lo lograron. Acá no pudieron”.

Felipe tiene 83 años. Prácticamente ha perdido el sentido de la audición, ve con dificultad y el reuma lo tiene a mal traer. Pero nada de eso le impide recorrer cada parcela del extenso mallín que lo alberga, camuflarse entre los teros y las bandurrias, desprenderse de las verdades más profundas que brotan de su espíritu.

Parques Nacionales, desde un primer momento, fue acorralando a las comunidades: les cobraba por cada animal que tenían. Mientras más animales poseía la comunidad, más impuestos debía pagar, por lo que se vieron en la obligación de despojarse de los animales, que es en definitiva la forma de sustentarse de las comunidades. De esa forma, Parques Nacionales fue copando la parada, despojando a las comunidades de sus territorios, volcándose a las ciudades, volviéndose los empleados mal pagos de los nuevos residentes del territorio.

“Yo puse el camping porque no podía sostener a mí familia sólo con los pocos animales que me dejaron. Parque no quería que tuviera muchos animales. Ni que cortara los árboles para tener leña en invierno. Parque era tan mezquino que, cuando llegó, ni siquiera quería que levantemos los piñones del piso, cuando siempre estos frutos han sido nuestro alimento”.

Casi la totalidad del Parque Nacional Lanín está cubierto de pinos, el principal responsable de los incendios en la mal llamada Patagonia argentina. Uno de los pocos espacios donde se puede ver un bosque nativo, real (como siempre lo fue) es el espacio territorial que administra Felipe Paillalafquen: “acá ingresó en la tenencia parte del Cerro Cantala, el lago Paimún, las termas de Lahuen – Co y parte del Volcán Lanín”.

Pero ese permiso precario para custodiar está inmensa fortaleza natural, representa años de discusiones, demoras, viajes y reuniones burocráticas, incluso en la Casa Rosada.

En el folil y espíritu de Felipe Paillalafquen circula el mismo lago que resguarda con tanta vehemencia y dedicación inclaudicable. El mismo lago, que hace no muchos años, él mismo se encargaba de cruzar en un bote de madera -porque sabe que las embarcaciones con motor sólo dañan la existencia del lago-.

“Ustedes no son nadie acá. Ustedes no son autoridad acá”, repite Felipe, aclarando la respuesta que le da a Parque Nacional, cada vez que pretenden la subordinación de las comunidades. El pensamiento de Felipe es claro y transparente como el lago donde se crio. 

¿Existe una persona más comprometida y competente para custodiar un bosque que un lonko mapuche? ¿Quién ha vivido con mayor sabiduría y armonía junto al territorio: un hombre como Felipe Paillalafquen o los distintos presidentes que han comandado Parques Nacionales (en la actualidad lo dirige Cristián Larsen, designado por el presidente régimen fascista argentino Sólo hay que caminar un par de minutos entre los coihues y el barro de cenizas donde vive Felipe para comprobar que la trascendencia de un lugar puede conducir los actos de una comunidad por la senda de la responsabilidad y compromiso.

Las únicas deidades a las que se ha subordinado toda la vida Felipe son: el volcán, las cascadas, el bosque, el lago y la medicina que aún brota como agua de lluvia.

La postal es onírica: construida con madera, rocas y flores diversas. El color verde, se entremezcla con rojos y marrones; grises y naranjas. El azul y el negro caminan por el centro de la comunidad en forma de arroyo de deshielo, un agosto trayenko desde dónde se extrae agua helada para beber. Por la mañana temprano, cuando el rocío cubre las hojas, los caballos y chivos pasean entre las pehuenes y los troncos de árboles caídos. Como si mantuvieran un diálogo eterno, del lado derecho se ve imponente el cerro Cantala, desde donde cae la cascada, mientras que, del lado izquierdo, reconocible por una gran mancha blanca sobre la cima, se pronuncia el volcán Lanín. Ambos extremos unidos por el lago Paimún, una sábana de agua dulce repleta de truchas y patos de lomo marrón.

Ante semejante cuadro, no queda lugar a dudas, las pruebas son evidentes y palpables: mientras Cristián Larsen nos propone el infierno rojo del pino de la muerte, Felipe Paillalafquen nos vislumbra, intentando despertar nuestra conciencia, con el paraíso, reconocible y descripto en un bosque latente, incontenible, efervescente y cautivador.

fuente: https://periodismodemaramar.wordpress.com/2025/03/07/parque-era-tan-mezquino-que-ni-siquiera-queria-que-levantemos-los-pinones-del-piso/

lo subryado/interpolado es nuestro.

¡Trump: hijo legítimo de Europa AL IGUAL QUE HITLER!


¡Trump: hijo legítimo de Europa AL IGUAL QUE HITLER!

Por Prof. Boaventura de Sousa Santos* sociólogo y catedrático jubilado de la Facultad de Economía de la Universidad de Coímbra (Portugal). Profesor distinguido de la Universidad de Wisconsin-Madison (EE.UU.)/Diario RED, xinhuanet, la jornada de México, Other News, Tektonikos, red latina sin fronteras, en red, el salto diario, el clarín de chile, ACHEI, ADDHEE.ONG:


Trump es un hijo legítimo, no bastardo, de la Europa moderna. Como lo fue Hitler en su tiempo. La madre que dio a luz a estos hijos dará a luz a otros hasta que sea devorada por uno de ellos, tal vez por el propio Trump. En lugar del Saturno de Goya devorando a sus hijos, Europa será devorada por sus hijos. En esta metáfora, ser devorada no significa extinguirse. Significa volver a ser lo que fue hasta el siglo XIV, un rincón insignificante de la Gran Eurasia en el que el Mediterráneo oriental se erigía como puente entre los mundos oriental y occidental conocidos entonces. Trump comenzó a desestabilizar Europa en 2016, devorándola para mitigar las peores consecuencias del declive del imperialismo estadounidense. El proceso no empezó con él y continuó después, con Biden y por otros medios: en lugar de la guerra comercial, la guerra de Ucrania. Estamos, pues, ante un proceso histórico que analizamos con la dificultad de quien analiza la corriente de las aguas mientras es arrastrado por ellas.

A partir del siglo XV, Europa se llamó a sí misma la educadora del mundo. Y la cartilla de los educadores estaba dominada por la idea de que educar al otro es devorar al otro. Devorar es un progreso para los que devoran y un destino común para los que son devorados. Devorar es siempre progreso, ya sea devorar mediante la evangelización, la compra, el robo, la ocupación, la guerra o la asimilación. Por devorar entendemos una forma de antropofagia. La forma europea se autodenominó civilización y, en consecuencia, todas las demás formas de antropofagia que los educadores europeos encontraron en el mundo fueron declaradas bárbaras y, como tales, proscritas y demonizadas. Trump no es sólo un hijo legítimo, sino también un alumno que ha aprendido bien la lección que le dieron los educadores europeos.

Por llamativas que sean las rupturas entre la política de siempre y el tsunami Trump, tiendo a ver continuidades y son éstas las que significan el peligro de los tiempos que vivimos. El hecho de que se enfaticen las rupturas nos hace pensar que una vez que Trump sea historia, todo volverá a ser como antes. No será así. Trump es históricamente el espectáculo del declive de lo que llamamos Occidente. No es el declive de EEUU, es el declive de Europa y del mundo occidental. El largo ciclo que comenzó en el siglo XV está llegando a su fin. La inconsciencia de este hecho por parte de la socialdemocracia europea (que lleva suicidándose desde 1980) queda bien expresada en la reciente publicación de Social Europe, de la Fundación Friedrich-Ebert, titulada «EU Forward: Shaping European Politics & Policy in the Second Half of the 2020s» (2025). Las ruinas explicadas por quienes las provocaron se limitan a proponer soluciones que ellos mismos rechazaron en un momento en que podrían haber sido posibles y evitado el desastre. Desde 1945, el pacto colonial entre Europa y Estados Unidos se ha invertido. La autonomía concedida a la Europa dividida y la generosidad de su defensa (OTAN) tenían como objetivo contener el peligro comunista. Europa ha interiorizado tanto este papel que ahora no tiene más remedio que inventar el inexistente peligro comunista para sobrevivir. Europa es ahora una colonia de su antigua colonia, sin que ninguna de ellas haya pasado por un verdadero proceso de descolonización.

La matriz europea de Trump

La matriz europea tiene los siguientes componentes: superioridad civilizatoria; racionalidad instrumental; exclusividad epistémica de la ciencia y la tecnología; íntima relación entre comercio y guerra; conquista o contrato desigual; pacta sunt servanda cuando conviene; línea abisal entre seres plenamente humanos y seres infrahumanos; la naturaleza nos pertenece, nosotros no pertenecemos a la naturaleza; soberanía, enemigos internos y enemigos externos; dialéctica revolución/contrarrevolución. Esta matriz no bajó de los cielos, ni fue revelada a ningún descendiente tardío de Moisés. Es constitutiva de la estructura de dominación (explotación, opresión, discriminación) de la modernidad occidental, compuesta por tres pilares de dominación principales e intrínsecamente vinculados: capitalismo, colonialismo y patriarcado. Esta tríada ha variado mucho a lo largo de los siglos, pero permanece intacta, ayer como hoy, y siempre se ha servido de dominaciones satélites, ya sean de casta, de capacitismo, de etarismo, de religión, de política, etc.

Esta matriz no es exhaustiva, ha tenido múltiples interpretaciones y versiones y ha producido efectos contradictorios. La modernidad europea también permitió a dos grandes intelectuales malditos, uno al principio del ciclo y otro al principio del fin del ciclo, ver como nadie las contradicciones de las interpretaciones dominantes de esta matriz y las catástrofes que produciría. Me refiero a Baruch Espinosa y a Karl Marx.

La superioridad civilizatoria

En la modernidad occidental, la superioridad civilizatoria presupone la superioridad racial. A su vez, la superioridad racial presupone que no se pueden utilizar los mismos procedimientos e instituciones con los inferiores que con los iguales. Según la lógica secular, de Aristóteles a Nietzsche, sería una contradicción tratar a los desiguales como iguales. El racismo y el militarismo han sido siempre los subtextos de la superioridad civilizatoria. Devorar en nombre de la superioridad civilizatoria, sea cual sea el instrumento utilizado, provoca una forma específica de ansiedad derivada de la posible reacción de aquellos destinados a ser devorados. El racismo deshumaniza para legitimar la brutalidad de la represión, el militarismo elimina. Trump prefiere el racismo extremo porque le permite combinar la deshumanización con la eliminación. A diferencia de los indios, los inmigrantes no tienen que ser eliminados. Se les traslada a sus países de origen o a nuevas reservas, ya sea en Guantánamo o en El Salvador. Los inmigrantes son esposados para dramatizar el contraste con la liberación de los verdaderos estadounidenses.

La racionalidad instrumental y la exclusividad epistémica de la ciencia y la tecnología

El principio moderno de que el conocimiento es poder sólo sería un principio benévolo si se reconociera la pluralidad de conocimientos existentes en el mundo y se celebraran las posibilidades de enriquecimiento mutuo. En lugar de ello, se dio prioridad exclusiva a la ciencia y, más tarde, a la tecnociencia. Esto tuvo las siguientes consecuencias: un desarrollo científico y tecnológico sin precedentes; el epistemicidio masivo, es decir, la destrucción, supresión o marginación de todos los conocimientos considerados no científicos; la construcción de un sentido común según el cual ser racional es adaptar los medios a los fines propuestos sin que éstos sean objeto de discusión (eficacia); la devaluación de la ética resultante de la sustitución de lo razonable por lo racional; creciente discrepancia entre la conciencia técnica y la conciencia ética, en detrimento de esta última; rechazo de los límites externos del conocimiento científico, es decir, de las preguntas que la ciencia nunca podrá responder por mucho que avance, por la sencilla razón de que esas preguntas no pueden formularse científicamente (por ejemplo, ¿cuál es el sentido de la vida? ); la tendencia a convertir los problemas políticos en técnicos y a reducir las cuestiones cualitativas a cuantitativas. Elon Musk es la cara visible y caricaturesca del extremismo al que puede conducir este tipo de racionalidad. Pero él no es la causa, sino la consecuencia. Quienes le critican por su triunfalismo delirante son los mismos que celebran la inteligencia artificial sin darse cuenta de que son dos manifestaciones del mismo tipo de inteligencia y del mismo tipo de artificialidad. Llevada a su extremo, la racionalidad instrumental implica irracionalidad ético-política. El crecimiento actual de la extrema derecha es una de las muestras de ello.

El uso racional de los recursos naturales y humanos

La racionalidad instrumental de la dominación capitalista, colonialista y patriarcal moderna se fijó como objetivo la maximización de la acumulación de recursos como condición para maximizar los beneficios; los medios para lograrlo fueron los que cada época posibilitó, frente a la resistencia de los «desacumulados» o desposeídos, fueran seres humanos o naturaleza. Antes de ser utilizado por los marxistas para caracterizar las relaciones laborales, el concepto de explotación se había utilizado durante mucho tiempo para explotar la naturaleza según el mismo principio de que el conocimiento es poder. El neoliberalismo en las relaciones laborales y el colapso ecológico son dos caras de la misma moneda. Del mismo modo que «¡perfora, bebé, perfora!» (“drill, baby, drill!” ) y el trato a los trabajadores inmigrantes son dos caras de la misma moneda.

En la lógica de la racionalidad moderna, todo lo que es racionalmente utilizable es naturaleza. Parece contradictorio porque la distinción entre naturaleza y humanidad ha sido central al menos desde la Ilustración: la naturaleza nos pertenece; nosotros no pertenecemos a la naturaleza. De hecho, no hay contradicción porque la definición de cada uno de los términos siempre permanece abierta, de modo que todo lo que puede utilizarse racionalmente como recurso acumulativo se convierte en naturaleza. Los pueblos indígenas eran naturaleza, como lo eran las mujeres, como lo eran los esclavos. Y si observamos hoy cómo se industrializan los cuerpos humanos para funcionar eficazmente en las nuevas configuraciones del trabajo, lo que está en juego es la re-naturalización de lo humano.

Íntima relación entre comercio y guerra

Desde sus inicios, el comercio y la guerra han sido las dos caras de la expansión colonial europea. Francisco de Vitoria (1483-1546), el gran defensor del libre comercio, la propiedad individual y el derecho internacional, es también el partidario de la guerra justa cada vez que se violan los valores mencionados. De hecho, en opinión de los críticos del universalismo liberal, éste siempre ha llevado el estigma de justificar la guerra en nombre de principios que sólo favorecen a una parte, la que tiene el poder, en un momento histórico dado, de definir lo que es el universalismo liberal. El doble rasero como principio de gobierno es inherente a la modernidad occidental. El principio de que los pactos deben cumplirse (pacta sunt servanda) siempre se ha aplicado con una cláusula invisible (para los incautos): «siempre y sólo cuando convenga a los poderosos»

En la matriz de la dominación moderna, la guerra es el principio y el fin, el primer y el último recurso. Entre medias, la desposesión o la acumulación primitiva (y permanente), el robo, el comercio, el intercambio desigual, la esclavitud, el trabajo femenino no remunerado, etc. Para que todo se desarrolle en el marco de la civilización y no de la barbarie, se inventaron la diplomacia y los contratos desiguales. Adam Smith advertía de la existencia de contratos desiguales siempre que hubiera una desigualdad de condiciones materiales o de otro tipo entre las partes del contrato. La mayor desigualdad se produce cuando la parte más débil no tiene más remedio que aceptar el contrato con las condiciones ofrecidas por la parte más fuerte. Desde los contratos laborales y de servicios entre particulares y empresas multinacionales hasta los contratos de explotación de recursos naturales y los acuerdos comerciales entre países centrales y periféricos, existe una larga historia de contratos desiguales en la modernidad occidental.

La línea abisal entre seres plenamente humanos y seres infrahumanos

La jerarquía entre civilización y barbarie ha adoptado características diferentes a lo largo de los siglos. A partir del siglo XVI, esta jerarquía se utilizó para justificar el colonialismo, primero justificado por la religión y luego, con la Ilustración, justificado por la ciencia. La superioridad civilizatoria se convirtió en racial, blanca. Como dice Frantz Fanon en Pieles negras, máscaras blancas, es el racista quien crea a su inferior. A partir de entonces, la idea de humanidad universal, tan cara a la Ilustración, pasó a depender de los límites del universo de lo que se considera humano. Y, por definición de superioridad civilizatoria, este universo no abarca a todos los humanos. Surge una línea abisal entre los seres plenamente humanos (los que pertenecen a la sociabilidad metropolitana) y los seres infrahumanos (los que pertenecen a la sociabilidad colonial). La demarcación de exclusión/inclusión es tan radical que, aunque se institucionalizó durante el periodo del colonialismo histórico (la esclavitud, el código negro de 1695, las leyes segregacionistas de Jim Crow de finales del siglo XIX y principios del XX, los códigos de indigenismo portugueses a partir de la década de 1920), se convirtió en la segunda naturaleza de la civilización occidental y, como tal, sobrevivió al final del colonialismo histórico y al final de toda legislación discriminatoria.

Hoy es una línea tan radical como invisible en el plano de la normatividad institucional. Es la base del racismo, del robo continuado de los recursos naturales del Sur global y del intercambio desigual entre los países centrales y periféricos del sistema mundial. En la modernidad eurocéntrica, la humanidad no es posible sin la infrahumanidad. Al tratarse de una línea abisal, su existencia no depende de leyes o demarcaciones físicas (como el apartheid) porque está inscrita en lo más profundo del inconsciente colectivo de la modernidad occidental. Esto no significa que no esté siempre disponible para ser visualizada cuando conviene a los poderes políticos encargados de reproducir la dominación moderna. Los muros que cierran las fronteras y las deportaciones masivas de presuntos delincuentes son las dos formas más visibles en la actualidad.

Recordemos que las deportaciones, aunque tienen una historia muy larga, fueron una de las principales formas de castigo-población en el primer periodo de expansión colonial europea. Los portugueses la utilizaron a partir del siglo XVI, enviando convictos a los territorios «descubiertos»; a partir de 1717, los británicos deportaron a unas 40.000 personas a las colonias, primero a Norteamérica y luego a Australia (entre 1787 y 1855). A la luz de esta historia, se entiende por qué Trump insiste tanto en que los inmigrantes son todos criminales. Aprendió bien la lección europea.

Conquista

El principio de conquista es inherente a la modernidad occidental. No se limita a la conquista territorial; también incluye la conquista de la religión, la espiritualidad, la mente, las emociones y la subjetividad. La conquista utiliza múltiples armas, desde las militares hasta las económicas, educativas, discursivas, religiosas y lúdicas. La conquista «sabe» que encontrará mayor o menor resistencia y por ello opera según la lógica de la neutralización preventiva. El uso más eficaz y económico de la fuerza es amenazar. La conquista implica robo, compra, apropiación, diplomacia y violencia. Si observamos el actual territorio estadounidense, veremos que es el resultado del ejercicio más radical del moderno plan de conquista. Trump sigue fiel a este ejercicio cuando imagina sus nuevas conquistas territoriales

Soberanía, enemigos internos y enemigos externos

La idea de soberanía moderna que surge del Tratado de Westfalia (1648) está en el origen tanto del nacionalismo como del internacionalismo modernos. Cada uno de ellos fue tanto una realidad como una invención y sus significados políticos fueron diferentes e incluso contradictorios a lo largo del tiempo y según las circunstancias. La exacerbación del nacionalismo entre los países colonizadores fue siempre el presagio de la guerra, mientras que el nacionalismo de los países colonizados fue una condición para la independencia. Como EEUU es una colonia que se independizó sin descolonizarse, el nacionalismo ha estado al servicio tanto de la guerra como del aislacionismo.

Esta ambigüedad del concepto de soberanía, al tiempo que creaba una distinción entre enemigos internos y externos, permitía manipularlo al servicio de los intereses políticos del momento. Así, los inmigrantes son, según Trump, una entidad híbrida, entre el enemigo interno y el enemigo externo. La misma manipulación es posible con los amigos internos y externos. A muchos les habrá sorprendido que Trump empezó castigando con aranceles a sus amigos más cercanos (Canadá, México, Europa). En la lógica de Trump, como en la de Francisco de Vitoria, cualquiera que sea un rival económico es un enemigo político, por muy amigo que parezca.

Dialéctica revolución/contrarrevolución

Debido a su incesante e incondicional expansionismo, la modernidad occidental está constituida por la dialéctica entre insurgencia y contrainsurgencia. Ambas utilizan métodos más o menos violentos en distintos momentos y según las circunstancias. Estamos en un periodo en el que la insurgencia utiliza métodos no violentos (democracia, sistema judicial, opinión pública), mientras que la contrainsurgencia utiliza cada vez más métodos violentos (discurso del odio, auge de la extrema derecha, amenaza de guerra). Nadie puede prever las consecuencias de esta discrepancia. En el pasado, esta discrepancia condujo a la prevalencia de la contrainsurgencia.

¿Y ahora?

¿Está desconfirmado el excepcionalismo estadounidense?

Sí. Como Europa y todos los países del mundo, Estados Unidos puede producir héroes y villanos, puede crear democracias y destruirlas. La diferencia en beneficio o perjuicio radica en el poder de cada país en el sistema mundial moderno

¿Puede volver el fascismo?

Sí y no. Hitler dio un golpe de Estado en 1933 tras ganar las elecciones de 1932. Trump ganó las primeras elecciones en 2016 para preparar el golpe institucional (los nombramientos en el Tribunal Supremo) y ahora está ejerciendo el nuevo mandato como si fuera un golpe democrático. La extrema derecha mundial está muy atenta para definir en cada país qué estrategia, en la misma línea, conducirá a los mismos resultados

¿Habrá una guerra mundial?

Es probable. En el caso de guerras anteriores, algunos de los mayores defensores de la paz fueron los que más prepararon la guerra y luego la libraron. Si hay una guerra, será con China, y esta vez el territorio estadounidense será el escenario de la guerra. Creo que los estadounidenses son tan adictos a la idea del excepcionalismo que aún no se han dado cuenta.

¿Puede la izquierda estar ocasionalmente de acuerdo con Trump?

Esta respuesta es sin duda la más controvertida. Pero tomemos el ejemplo de USAID. Durante años, los analistas críticos han criticado a la USAID como el lado benévolo de la contrainsurgencia de la CIA. Se creó en 1961 para evitar que la revolución cubana se extendiera por el subcontinente. La ayuda humanitaria siempre ha consistido en desarrollar actitudes y comportamientos favorables al imperialismo estadounidense. Los comentaristas al servicio del imperio (que siempre se equivocan sobre las intenciones del imperio) se lamentan todos de este último golpe de Trump a la benevolencia de la ayuda estadounidense a los pueblos más desfavorecidos. Sin duda, esta ayuda ha sido preciosa para las poblaciones y su corte abrupto creará mucho sufrimiento. Pero China y sus aliados no tardarán en llenar el vacío dejado por USAID. ¿Con mejores condiciones para los países beneficiarios? Probablemente sí, mientras China sea el imperio ascendente. Entonces ya veremos.

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Europa: un seguidismo penoso… y peligroso

Editorial – Diario Red

El seguidismo de Europa a Estados Unidos en el actual contexto de ruptura hegemónica encierra peligros y constituye un puñal en la identidad soberanista europea

Amedida que aumenta la bestialidad del imperialismo trumpista, arrastrando a su paso toda ensoñación atlantista, aumenta también el grado de absurdez estratégica de quienes, desde Europa, reiteran aquello de que todo va a ir bien bajo el paraguas estadounidense. El asunto central es que aquel paraguas, aquella “protección” estadounidense que algún día justificó en cierta medida la sumisión de Europa al hegemón, está deshaciéndose.

Los aranceles y las amenazas territoriales (véase Groenlandia) son la evidencia más cruda de esta realidad que el europeísmo de la subordinación se empeña en ignorar. De hecho, este es el fondo del error europeo: pensar que la coyuntura trumpista es una excepción, un error de la Historia, en lugar de la nueva forma de dominio imperial estadounidense. Las cuentas son claras: para presionar a China, Estados Unidos necesita ser más agresivo y más unilateral, especialmente con sus aliados históricos.

El fracaso de la economía productiva estadounidense, fruto de la apuesta por un capitalismo financiero que se presentó como la forma “natural” de una economía internacionalizada sin contrapesos a la vista tras la caída de la Unió Soviética, retumba hoy. Tarde y torpemente, Donald Trump pretende agredir a casi todas las economías del planeta para proteger al capitalismo nacional estadounidense. Lo cierto es que llega muy tarde y, probablemente, no tendrá más “éxito” que la destrucción del poder adquisitivo de los trabajadores de Estados Unidos.

Para Europa, por cierto, los aranceles y la guerra comercial tienen una dimensión dual. De un lado, dejan claras algunas de las dependencias que el Viejo Continente acumula en relación a Washington. Sin un plan claro y decidido de desacoplamiento que permita proyectar a Europa como polo soberano, la era Trump 2.0. puede ser un nuevo shock para economías como la alemana.

Pero, además, la bestialidad del nuevo gobierno de Trump, que ha pillado por sorpresa (¡a pesar de los avisos!) a la cúpula política de la Unión Europea, tienen un componente simbólico, ideológico, incluso existencial. Desde hace décadas, Europa decidió ser un satélite político de Estados Unidos. Bajo la defensa de una institucionalidad liberal que hoy Trump vulnera, los Estados europeos renunciaron a su autonomía en favor de un seguidismo ciego del hegemón. La premisa inicial era simple: el unipolarismo, el dominio indiscutido de Estados Unidos, durará probablemente todo el siglo XXI.

Hoy se cuelan en el debate público algunas ideas que hace escasos años significaban el ostracismo en Europa. Conceptos como “desacoplamiento”, “autonomía” o “liderazgo europeo” cobran protagonismo, si bien como mera retórica si efectos prácticos desde los Estados o desde la unión. La identidad europea como extensión del proyecto imperial estadounidense sigue siendo el sentido común de época en el continente, aunque hoy se ve fracturada en medio de un aturdimiento general que afecta a sus grandes defensores.

Es por eso que Europa prefiere, a grandes rasgos, seguir pagando la cuenta de los excesos del trumpismo, a pesar de algunos comentarios críticos contra un Trump que se observa como “fallo”, en lugar de como “nueva normalidad”. Los aranceles molestan, pero no se quiere confrontar; lo de Groenlandia es una barbaridad, pero será una bravuconería particular de Trump; Europa no estará en las negociaciones por Ucrania, pero seguro que Estados Unidos considera nuestros intereses. Es patético; peor aún, es peligroso.

Que los principales Estados europeos hayan rehusado marcar un perfil propio continental, y que sigan haciéndolo ahora, es un escándalo. Al igual que con los aranceles, Donald Trump no tiene ningún incentivo para considerar los intereses europeos en Ucrania. Y esto constituye por sí mismo un riesgo existencial que, sumado a la pasividad de una Europa en retroceso ideológico y en shock tras el retorno de Trump, realmente podría devenir en amenazas concretas.

Más allá de la torpeza de Donald Trump con los aranceles y de las penosa pasividad europea como respuesta, quizá lo más preocupante de la subordinación europea sean las negociaciones de paz en Ucrania. Es probable que la guerra se pause sobre la base de una paz tensa en Ucrania, un marco en el que los rusos permanecerían en el Este, ejerciendo su disuasión, y los occidentales en el Oeste haciendo lo propio.

Es ahí donde Donald Trump, que ya ha advertido de que será él (y no Europa) quien negocie los términos con Moscú, así como de que los europeos deberán aceptar los criterios de la paz sin rechistar, podría obligar a Europa a ejercer un papel trágico. En esa suerte de Ucrania post bélica, es difícil pensar que Trump, quien ha insistido en que los europeos “se encarguen de Europa”, esté a favor de establecer tropas estadounidenses en el Oeste. De ser así, Estados Unidos podría exigir a Europa establecer tropas «de disuasión» en el occidente de Ucrania. Es difícil exagerar las consecuencias de esta medida: convertiría a Europa en la encargada de luchar contra Rusia en un eventual re-estallido de la guerra.

La penosa subordinación europea a Estados Unidos no solo es humillante, sino que es peligrosa. Económicamente, la guerra comercial y la no respuesta europea podría dañar todavía más a grandes actores europeos como Alemania. Si a ello se suma la ansiedad hegemónica de Estados Unidos, la rusofobia de dirigentes europeos, la frágil paz en la que se sumirá Ucrania y el malestar ruso con la presencia de la OTAN en su esfera de influencia… las consecuencias podrían ser atroces.

Europa, relegada y sin voz en la paz de Ucrania

Por Valeria M. Rivera Rosas* – Mundiario 

El giro estratégico de Washington supone un regalo para el Kremlin. Putin siempre ha buscado negociar directamente con Estados Unidos, marginando a la UE.

Europa vuelve a enfrentarse a una de sus peores pesadillas: ser espectadora de su propio destino. La reciente conversación entre Donald Trump y Vladímir Putin, en la que ambos líderes acordaron iniciar negociaciones para poner fin a la guerra en Ucrania, ha encendido todas las alarmas en Bruselas. No solo porque este movimiento marca un giro drástico en la política estadounidense, sino porque se ha producido sin contar con Europa y, lo que es más preocupante, sin tener en cuenta a Kiev.

El mensaje de la nueva Administración Trump es claro: Estados Unidos quiere cerrar este capítulo cuanto antes y dejar a la UE la responsabilidad de la reconstrucción y la seguridad de Ucrania. El secretario de Defensa de Trump, Pete Hegseth, lo dejó meridianamente claro en la última reunión de la OTAN: Kiev debe renunciar a Crimea y al Donbás, olvidarse de la OTAN y aceptar un acuerdo que difícilmente garantizará su integridad territorial a largo plazo. Washington, por su parte, se retira a sus propios intereses en el Indo-Pacífico.

Nada de esto debería sorprender. Desde su regreso a la Casa Blanca, Trump ha mostrado un profundo desdén por las alianzas multilaterales y una predilección por los acuerdos bilaterales, especialmente con aquellos a los que percibe como “hombres fuertes”. La UE nunca ha estado en su lista de prioridades, y el conflicto ucraniano, con su enorme coste económico y militar, solo refuerza su inclinación a desentenderse.

El problema es que Europa tampoco ha hecho mucho por evitarlo. Durante estos tres años de guerra, la UE ha adoptado una posición reactiva, confiando en que el paraguas de Washington seguiría protegiéndola. Ha destinado cerca de 124.000 millones de euros a Ucrania y se prepara para asumir la reconstrucción del país, pero no ha logrado consolidar una estrategia propia ni una voz única en política exterior y de seguridad. Ahora, con EE UU negociando por su cuenta, Bruselas se da cuenta de que su papel en la resolución del conflicto es marginal.

Un acuerdo peligroso para Ucrania y para Europa

Las condiciones que se perfilan en las negociaciones no solo son desfavorables para Kiev, sino que suponen un precedente preocupante para Europa. La renuncia a las fronteras previas a 2014, la exclusión de Ucrania de la OTAN y la falta de garantías de seguridad efectivas sientan las bases para una paz frágil, en la que Rusia conservaría sus conquistas territoriales y la capacidad de desestabilizar a sus vecinos en el futuro.

El ministro de Defensa alemán, Boris Pistorius, ha criticado la forma en que EE UU ha planteado el diálogo, lamentando que se descarten de antemano cuestiones clave como la adhesión de Ucrania a la Alianza Atlántica. Francia y el Reino Unido han advertido contra una “paz de la debilidad” que deje la puerta abierta a nuevas agresiones rusas. Pero más allá de las declaraciones de preocupación, la realidad es que Europa carece de herramientas de presión para influir en el proceso.

La situación actual pone de manifiesto las debilidades estructurales de la UE en política exterior y defensa. Sin una fuerza militar conjunta y sin una estrategia unificada, el bloque sigue dependiendo de la voluntad de Washington, aunque esta cambie de dirección de la noche a la mañana. La guerra en Ucrania debería haber sido un punto de inflexión para la autonomía estratégica europea, pero la realidad es que Bruselas sigue actuando a la sombra de EE UU y, ahora, se enfrenta a las consecuencias de esa dependencia.

Volodímir Zelenski ha insistido en que la UE debe reclamar su lugar en la mesa de negociación, no solo para proteger a Ucrania, sino para garantizar su propia seguridad a largo plazo. Sin embargo, los hechos demuestran que Trump no tiene intención de concederle ese espacio. En Washington ya han decidido que su prioridad no es Ucrania, sino la contención de China, y que el conflicto europeo es un problema que deben resolver los propios europeos.

El dilema al acuerdo Putin-Trump

El futuro inmediato presenta un dilema para la UE. Si acepta el acuerdo que Trump y Putin diseñen sin su participación, no solo traicionará a Ucrania, sino que enviará un mensaje de debilidad que Moscú y otros actores autoritarios no tardarán en aprovechar. Si intenta resistirse, se enfrentará a una Administración estadounidense que ya ha dejado claro que no está dispuesta a compartir el liderazgo.

Europa está, una vez más, en una encrucijada. La pregunta es si esta vez será capaz de actuar con la determinación que la situación exige o si, como tantas otras veces, se limitará a reaccionar cuando ya sea demasiado tarde.

*Valeria M. Rivera Rosas escribe en MUNDIARIO, donde es la coordinadora general. Licenciada en Comunicación Social, mención Periodismo Impreso, se graduó en la Universidad Privada Dr. Rafael Belloso Chacín de Venezuela.

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