miércoles, 23 de abril de 2025

Diez años de la guerra olvidada en Yemen: una de las peores tragedias humanitarias contemporáneas



Diez años de la guerra olvidada en Yemen: una de las peores tragedias humanitarias contemporáneas

Por Néstor Prieto Amador/escritor, periodista y analista internacional/ ADDHEE.ONG – Público.es

Yemen cumple una década de guerra total atrapada por los intereses de potencias regionales y locales.

La guerra de Yemen es uno de los conflictos armados más importantes de la historia reciente a pesar de su olvido mediático. En este conflicto, que cumple una década y el cual Naciones Unidas califica como «una de las peores catástrofes humanitarias de la historia reciente», confluyen tensiones religiosas y étnicas con los intereses de las principales potencias regionales y globales.

Una década de guerra total ha dejado más de 377.000 víctimas mortales, 4,5 millones de refugiados, la mayor epidemia de cólera de este siglo, y a la mitad de los menores de cinco años con problemas de crecimiento y desnutrición.

¿Cómo hemos llegado hasta aquí?

Yemen es víctima de su propia geografía. Su posición privilegiada en la península arábiga y su control del estratégico estrecho de Bab el-Mandeb –que conecta el Mar Rojo y el Océano Índico, por el que transitó la ruta de la seda y hoy es vía de paso de más de cinco millones de barriles de crudo al día–, han convertido al territorio yemení en objetivo para las potencias regionales desde hace siglos. En los últimos 150 años el imperio otomano, el británico o la naciente pero poderosa Arabia Saudí han ocupado parcialmente el territorio.

Su independencia respondió también a intereses extranjeros. Desde 1917, Yemen del Norte había sido un Estado débil y dependiente de Occidente. Y en 1967, Yemen del Sur obtuvo su independencia bajo la esfera de la influencia soviética.

Solo con el fin de la Guerra Fría, en 1990, se inició un proceso de unificación que ignoró las distintas fracturas de la sociedad yemení, con un norte montañoso, fértil y de mayoría chií frente a un sur desértico, menos poblado y suní.

El poder del nuevo Estado estuvo concentrado en la élite política del norte del país, lo que incrementó las divisiones étnicas y religiosas. Las potencias vecinas, deseosas de ganar influencia en la región, tomaron partido por grupos concretos y alimentaron estas diferencias para hacerlas más profundas.

Casi desde su unificación, Yemen ha vivido atravesado por la violencia, aunque no fue hasta hace diez años, en marzo de 2015, cuando la intervención de Arabia Saudí hizo escalar el conflicto y sumió al país en una guerra total para la que no se atisba un fin cercano.

En el marco de la Primavera Árabe, las masivas protestas tumbaron al autoritario gobierno de Abdullah Saleh, presidente norteño de origen chií, que tuvo que dimitir en favor del suní Mansur al-Hadi. Pero el nuevo gobierno tampoco pudo responder a la crisis económica y de legitimidad del Estado yemení. 

El caos político generó un vacío de poder aprovechado por los houthies (hutíes), grupo integrista chií que desde 2004 había ganado influencia y consiguió expandirse rápidamente desde la montañosa ciudad de Sadah a todo el norte del país. Por su parte, el nuevo «gobierno provisional», en su mayoría formado por sunnís (sunís) del sur, contó con el respaldo económico y político de Arabia Saudí.

¿Quién es quién en la guerra de Yemen?

El rápido avance houthí, que contaba con el apoyo de Irán, llevó a Arabia Saudí a intervenir bajo el pretexto de defender al gobierno provisional. De fondo, la disputa sunismo-chiismo y la pugna de las dos grandes potencias regionales –Irán y Arabia Saudí– por hacerse con el control de Yemen.

La monarquía saudí impulsó una «Coalición Árabe» para intervenir en Yemen el 25 de marzo de 2015. Esta alianza, con el visto bueno estadounidense, agrupaba a Emiratos Árabes, Catar, Baréin, Egipto, Kuwait, Jordania, Marruecos, Sudán, Senegal y Pakistán. La coalición estableció un bloqueo marítimo y lanzó una campaña de bombardeos a gran escala.

Pero el ataque saudí no dio los resultados esperados. Muchos analistas consideran que Yemen es el «Vietnam de Arabia Saudí», porque aun con el gran despliegue realizado no han podido doblegar al movimiento houthi, cuya estructura vertical se ha profesionalizado tanto en lo civil como en lo militar.

En este escenario de caos y colapso del Estado yemení también ganó influencia la rama de Al Qaeda en la península arábiga y el Estado Islámico, grupos terroristas que se hicieron fuertes en el interior del país entre 2015 y 2019.

Con el paso del tiempo, el fracaso saudí para retomar el poder avivó las diferencias en el heterogéneo movimiento anti-houthí. Así, el 4 de abril de 2017 se creó el Consejo de Transición del Sur, una suerte de «gobierno transitorio» impulsado por tribus y grupos armados del sur del país; facciones hasta entonces aliadas con el gobierno de al-Hadi y Arabia Saudí pero que, ante la falta de avances, apostaron por la secesión del antiguo territorio de Yemen del Sur.

Estos grupos reivindicaron una identidad tribal e historia comunes y tomaron rápidamente las principales ciudades costeras del sur, incluyendo Adén, la capital económica del país. Esta hazaña fue posible gracias al apoyo de Emiratos Árabes Unidos, otra poderosa petromonarquía que hasta entonces había apoyado la estrategia saudí, pero que finalmente apostó por una agenda propia. Para 2018, Arabia Saudí había sufrido una crisis diplomática con Catar y ahora también con Emiratos Árabes, por lo que su coalición resultó fuertemente debilitada.

Esta exacerbación de las diferencias étnicas, religiosas y geográficas generó hasta cinco grupos armados en disputa hacia finales de 2017. Los houthies, respaldados por Irán y con el control del noroeste del país; el gobierno de transición, que controlaba la mayoría del interior del país y estaba apoyado por los saudís y su coalición; el Consejo de Transición del Sur, respaldado por Emiratos y fuerte en todo el litoral del mar arábigo; y Al Qaeda e Isis controlando pequeñas poblaciones en el desierto yemení.

Con el aplastamiento casi total del integrismo islámico en 2020, quedaron tres bandos, con sus respectivas alianzas internacionales, bien definidos, armados y delimitados territorialmente. La guerra ha experimentado desde entonces momentos de auge y de cierta «calma», pero el conflicto nunca ha estado cerca de apagarse definitivamente.

Los houthies reclaman la totalidad del territorio y han impuesto un régimen teocrático chií en la zona que está bajo su control. El Consejo de Transición del Sur apuesta por la secesión del país y no tiene un control total del territorio que reclama. El gobierno provisional, respaldado por Arabia Saudí, ya no controla las principales ciudades y está lastrado por casos de corrupción y disputas internas.

La osadía houthi

El silencio mediático que ha rodeado a la guerra de Yemen solo se ha roto, puntualmente, gracias a la osadía de los houthies, cuyas acciones armadas sobre territorio israelí y saudí, o contra buques mercantes en el Mar Rojo, han sorprendido a la opinión pública y a los expertos militares.

Este grupo surgió en la década de los 90 como un colectivo teológico zaidista –una rama del chiísmo– en el extremo noroccidental de Yemen. Su nombre lo deben a la tribu al-Houthi, supuestos descendientes de Mahoma que pueblan su región de origen. La represión y la debilidad del Estado yemení posibilitaron su radicalización y expansión.

En 2004 los houthies lanzaron un pulso al gobierno yemení, que aplastó su levantamiento asesinando a Hussein Badreddin al-Houthi, entonces líder del grupo y elevado a la categoría de mártir tras su muerte. Tras ello los houthies, liderados por Abdul-Malik al-Houthi –hermano del difundo Hussein– aumentaron sus vínculos con Irán y crecieron militar y organizativamente en el norte. La Primavera Árabe supuso una ventana de oportunidad para su expansión territorial por todo el país.

Su alianza con Irán, la compleja orografía de Yemen y su férrea pero numerosa estructura ha permitido que el movimiento haya aguantado los ataques de la coalición saudí y de Israel. El movimiento declara estar en «guerra santa» frente al invasor. Y el lema que reza en su bandera oficial, «Muerte a Estados Unidos, muerte a Israel, malditos sean los judíos, victoria al Islam», no deja lugar a dudas.

A pesar de su inferioridad material y humana, los houthies han destacado por su osadía militar, como el lanzamiento de varios ataques con drones contra la infraestructura petrolera saudí. Pero, sin duda, fueron las acciones llevadas a cabo por este movimiento tras los ataques de Hamás del 7 de octubre del 2023 las que los pusieron en las portadas de todo el mundo.

Los houthies declararon la «guerra contra el sionismo colonialista israelí en solidaridad con Palestina», involucrándose militarmente en la regionalización del conflicto. Desde Saná, capital del país bajo su control, se han lanzado decenas de misiles contra Israel e incluso contra portaaviones estadounidenses en la zona, aunque la acción de mayor calado fue el secuestro y ataque a varios barcos mercantes en el Mar Rojo.

El 19 de octubre de 2023, el grupo chií comenzó a atacar barcos occidentales y, un mes después secuestró el carguero Galaxy Leader, propiedad de un magnate israelí. La inestabilidad en el Mar Rojo desató una crisis que disparó los precios del comercio mundial.

EEUU y la Unión Europea lanzaros sendas misiones para asegurar «el tráfico comercial» en la región, pero las escaramuzas continúan. Estas acciones han internacionalizado a los houthies y les han otorgado prestigio a ojos de las sociedades árabes.

Destrucción total y una guerra sin visos de resolución

Aunque la guerra civil en su dimensión actual cumple ahora diez años, el país ha estado atravesado por conflictos armados –de mayor o menor intensidad– las últimas tres décadas. Las diferencias geográficas, religiosas y tribales erosionaron la débil unificación de 1990, y han sido el caldo de cultivo para la guerra actual.

Hoy, Yemen es un Estado fallido donde confluyen las ambiciones de grupos locales, regionales e internacionales. La fragmentación y el caos es tal que incluso las agencias humanitarias tienen difícil calcular las cifras de muertos y desplazados. El último informe de víctimas mortales de la ONU hablaba de 377.000 muertos en noviembre de 2021, por lo que no resulta descabellado deducir que se hubiese rebasado el medio millón de víctimas en la actualidad.

Una década de guerra total ha dejado más de 4,5 millones de desplazados internos según ACNUR, y el 85% de la población –más de 25 millones de personas– dependen de la ayuda humanitaria para sobrevivir. La destrucción de infraestructura sanitaria ha convertido a Yemen en el país más golpeado por el cólera del mundo, con un 35% de todos los casos reportados a nivel mundial.

La guerra está siendo especialmente cruel con los más pequeños. Hoy, la mitad de los menores de cinco años padece retraso en el crecimiento y desnutrición crónica según Médicos Sin Fronteras.

Con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, las posibilidades de una resolución del conflicto se reducen todavía más. De hecho, la primera gran operación militar en el extranjero de esta nueva administración ha sido en Yemen. «Ninguna fuerza terrorista impedirá que los buques comerciales y militares estadounidenses circulen libremente por las vías navegables del mundo» aseguró Trump en la red social Truth, tras lanzar una oleada masiva de bombardeos.

Yemen cumple diez años de guerra sin visos de resolución. Una guerra total, a la vez guerra civil, guerra religiosa, guerra contra el terrorismo y guerra regional. Un conflicto cronificado, oscuro, silenciado y alimentado por las potencias globales y regionales que han convertido al país en un Estado fallido con «una de las mayores crisis humanitarias de la historia reciente».

Lo subrayado/interpolado es nuestro.

La puerta de entrada de México a los BRICS: Entrara como la segunda economía regional más grande...


La puerta de entrada de México a los BRICS: Entrara como la segunda economía regional más grande...

Por Mario Campa* /escritor, economista y analista internacional/ ADDHEE.ONG – Diario Red


México tiene contadas cartas en la histórica relación asimétrica con los Estados Unidos, y una de ellas es el giro de alianzas en una era de multipolaridad y economías de preguerra

No cabe duda que la geopolítica vive días recios. Y detrás del trazado del nuevo mapamundi de alianzas está el mandamás de la Casa Blanca. El momento ultranacionalista del hegemón cierra puertas y abre ventanas de oportunidad a nuevos polos de poder. América Latina está obligada a la articulación para ganar márgenes de negociación ante las agresiones asimétricas que hoy son norma en las relaciones internacionales. 

Una de las reconfiguraciones más notables en décadas es el escalamiento de las potencias emergentes. Planes audaces como el incremento del comercio Sur-Sur o incluso la creación de un retador monetario son hoy algo más que sueño guajiro. Washington lo sabe.  En meses recientes, Trump amenazó con aranceles del 100 por ciento a los BRICS si acuñan una moneda para rivalizar al dólar. “Los BRICS están muertos”, declaró Trump como una advertencia que acompañó con 20 puntos porcentuales de aranceles adicionales a China y alegatos y amenazas contra Sudáfrica.  

Los BRICS son una asociación económica-comercial de países emergentes creada en 2010 que en su origen aglutinaba a Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. En 2024, otros cinco Estados fueron aceptados como miembros plenos: Egipto, Emiratos, Etiopía, Irán e Indonesia. En meses recientes, la agrupación incorporó trece miembros asociados, entre ellos Turquía, Tailandia y Vietnam, además de Cuba y Bolivia en América Latina. En su diversidad y desalineación radica su fuerza, pero también su debilidad. 

Aunque los BRICS construyen instituciones como el Nuevo Banco de Desarrollo (NDB) que preside Dilma Rousseff, representan un grupo heterogéneo sin un robusto entramado institucional de comercio. Para muestra, las represalias a la amenaza de aranceles a Trump fueron tan dispares como sus vocaciones de exportación: mientras China contraatacó a Trump con aranceles del 15 por ciento al carbón y al gas natural licuado y de 10 por ciento a otros bienes, además de vetos de exportación y carpetas antimonopolio contra corporativos estadunidenses, el primer ministro Narendra Modi (India) viajó a Washington con la promesa de comprar más combustibles y aviones caza F-35 para negociar exenciones. 

Pero aun desde la heterogeneidad, la apuesta desalineada de Estados Unidos y ambiciosos planes futuros vuelve a los BRICS imposibles de ignorar. Para abrir boca, el PIB de los cinco Estados miembro originales ajustado por Paridad de Poder Adquisitivo (PPA) tuvo un peso del 35 por ciento de la economía en global en el 2024 frente a solo el 30 por ciento del G7, y la brecha crece. Y América Latina tiene en Brasil un representante ancla. 

¿Dónde entra México como segunda economía regional más grande? “Lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos”...

México está atado a Estados Unidos por geografía y el TMEC. Eso lo vuele uno de los países más vulnerables a la ola proteccionista. Estados Unidos es de calle su socio comercial más importante, con más del 80 por ciento de las exportaciones—equivalente a casi 30 por ciento del PIB— dirigidas al norte. Esta proporción es mucho mayor que la de cualquier otro país de ingreso medio y también superior a la de Canadá, socio y aliado de larga data. Cadenas de suministro integradas son una restricción de corto plazo para un Mexit duro, pero las reglas del juego cambiarían si Trump impone aranceles a sus vecinos. Si bien la amenaza de aranceles generales se diluye en semanas recientes por una pinza de lobby corporativo al interior y contadas concesiones al exterior, tanto México como Brasil ya son afectados por los nuevos aranceles estadunidenses del 25 por ciento al acero y (en menor medida) al aluminio. Mientras la moneda gira en el aire, lo prudente es guardar cartas para mejores turnos.    

Como lo aprendió Zelenski a las malas, Trump suele equiparar los quilombos geopolíticos a juegos de naipes, donde las partes ocultan y develan cartas según la ronda y el marcador de poder. México tiene contadas cartas en la histórica relación asimétrica con los Estados Unidos, y una de ellas es el giro de alianzas en una era de multipolaridad y economías de preguerra. ¿Dónde quiere y debe estar México después de Trump? Mientras el debate al interior del país y de la coalición gobernante de izquierdas sigue abierto, crecen las pulsiones de la vía latinoamericana. 

La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) es una vía para el relanzamiento comercial intrarregional. No obstante, la ausencia de un secretariado y sede permanentes limita su alcance y efectividad. El cruce de fuego entre Petro y Trump dio fe cuando Honduras canceló la cumbre extemporal por considerar una “falta de consenso” entre los países miembros. Aunque es una vía institucional que a futuro puede hacer contrapeso a la Organización de Estados Americanos (OEA), en lo inmediato otros derroteros han de andarse. 

La puerta de entrada de México a los BRICS puede ser Brasil. En marzo del 2025, Lula invitó a México, Uruguay y Colombia a participar en la reunión del bloque a celebrarse en julio. Antes, en septiembre del 2024 en una visita a la Ciudad de México, Lula confirmó el deseo de suscribir nuevos acuerdos comerciales con México. Las dos economías latinoamericanas más grandes tienen firmadas dos Acuerdos de Complementación Económica (ACE) que facilitan el entendimiento mutuo. Con cifras del Observatorio de Complejidad Económica al 2023, Brasil fue el séptimo destino de las exportaciones mexicanas y México el sexto de las ventas brasileñas al exterior. De firmarse un tratado, la probable expansión moderada del déficit comercial en el campo mexicano podría justificarse con la diversificación de mercados y el combate estratégico a la inflación. Estrechar vínculos con el gigante sudamericano sería una llave geoeconómica al Mercosur y una forma indirecta de estrechar vínculos con los BRICS sin un desdén frontal a Estados Unidos — condición de posibilidad geográfica en la realpolitik. 

En lo inmediato, la prioridad mexicana es eludir un choque económico para preservar la reducción de la pobreza y la estabilidad macroeconómica. En un segundo momento, un poliamor comercial y el Plan México como proyecto de política industrial y expansión del mercado interno serían nuevos pilares soberanistas. 

Tender puentes con los BRICS de la mano de Brasil es hoy una carta complementaria de negociación y mañana una apuesta diversificadora y solidaria con el Sur Global. México debe aprovecharla hoy. Mañana, podría despertar y Lula ya no estaría allí. 

Lo subrayado/interpolado es nuestro.

La política sumida en el año electoral: “El sufragio soberano universal libre y secreto: el voto obligado constituye un atentado a la dignidad humana, su libertad y libre albedrio”. ADDHEE.ONG

La política sumida en el año electoral: “El sufragio soberano universal libre y secreto: el voto obligado constituye un atentado a la dignidad humana, su libertad y libre albedrio”. ADDHEE.ONG


Juan Pablo Cárdenas S/ escritor, periodista y analista internacional/ADDHEE.ONG 

En Chile los presidentes de la República gobiernan solo por tres años. Al cuarto, curiosamente, se le llama año electoral en el que la clase política se mira el ombligo, saca las calculadoras y se sumen en intensas negociaciones para llegar bien parados a la contienda presidencial y parlamentaria. El propio Jefe de Estado interviene en esta turbulencia para buscar quien será el candidato que lo represente y se proponga continuar la labor de su gobierno.

Pero tal parece que en la clase política nadie quiere ser su continuador. La propia candidata que fuera su ministra del Interior busca deslindarse de aquellos negros episodios en que habría sido el propio Boric el que prolongó en demasía la continuidad en el cargo del subsecretario Monsalve, acusado y hoy encarcelado por presunta violación y abuso sexual. Tampoco Carolina Toha quiere que se la vincule con esa repugnante operación para la compra de parte del Estado de la casa en que vivía el presidente Salvador Allende Gossens, a cambio de 900 millones de pesos que recibirían la hija del extinto Mandatario, la senadora Isabel Allende, como la nieta, la Ministra de Defensa Maya Fernández Allende. Una compraventa en que las partes llegaron a firmar y cometer un ilícito condenado por la Constitución, aunque finalmente todo se desbaratara con el escándalo público que se produjo. Lo que tiene a ambas familiares de Allende en una investigación judicial puesto que la Ley prohíbe toda operación comercial con el Fisco a quienes ejercen cargos públicos. Hasta aquí, Boric salva de haber sido el instigador de un negocio ya que ha sido blindado por el despido de varios funcionarios y operadores políticos que permitieron o no denunciaron la transgresión que estuvo a punto de consumarse. En una manifestación más de que el “hilo se corta por la parte más débil”.

No se aprecia durante el año final que vayan a prosperar reformas que extiendan la llamada política de acuerdos entre el Ejecutivo y la Oposición. Menos después de la Reforma previsional que, junto con celebrarse, la verdad es que día a día se aprecia que fue un mal proyecto. Tanto para los que aspiraban al término definitivo de las isapres que lucran de las cotizaciones de los trabajadores, como para la derecha que concurrió con sus votos y con ello ahondó las diferencia entre los partidos y dirigentes de los tres partidos que apoyan a Evelyn Matthei versus los otros abanderados del Partido Republicano y del Partido Nacional Libertario, José Antonio Kast y Johannes Kaiser. Apellidos germánicos de las principales figuras políticas de derecha, y los dos últimos totalmente reacios a concurrir con sus votos en el Parlamento en favor de las iniciativas del Gobierno.

Se habla de la posibilidad de concordar algunas reformas al sistema institucional, como también a la Ley Electoral. Modificaciones que deben contar con un quorum parlamentario calificado por lo que se prevé que sea algo imposible en meses de tanta discordia electoral. Ni siquiera parece posible fijar un umbral mínimo de votación del cinco por ciento para reconocer la existencia legal de los partidos políticos. Insistir en esta cláusula arriesga perder el apoyo y la posibilidad de pactar con esa gran cantidad de expresiones que no superan el dos o tres por ciento de la intención de voto ciudadano. Cuestión que en la práctica significa que haya entre los legisladores decenas de partidos de hecho cuando la posibilidad de cambiarse de bando y fundar nuevos referentes es una práctica habitual en el Parlamento. Ya que la legislación actual, ni siquiera le exige a los diputados y senadores mantenerse en sus partidos durante su legislatura. Menos todavía acatar órdenes de un partido, prácticas que hoy no tienen vigencia en un poder del estado regido por la dispersión, el oportunismo político, la corrupción de muchos de sus miembros, como ha quedado demostrado en diversos episodios que se ventilan en los Tribunales.

Este fenómeno, ciertamente no es un mal del momento. La historia consigna que cuando el padrón electoral chileno apenas tenía 450 mil votantes y existían 24 partidos, al igual que ahora. Y la mayor representación, con solo 90 mil sufragios. Cosas de la “democracia representativa”

Qué duda cabe que el financiamiento estatal de la política no ha impedido que candidatos y candidatas puedan recibir ingentes recursos de esa clase de empresarios también ímprobos y que buscan mediante el cohecho ganar la voluntad de legisladores, ediles, jueces y otros altos funcionarios públicos. En un país que ha incurrido en los mismos vicios de otros países de la Región y del mundo.

Particularmente grotesco parece tal cantidad de personas que buscan acreditarse como candidatos presidenciales a sabiendas que el Servicio Electoral les daría una gran cantidad de dinero según la votación que alcancen, lo que explica que vayamos a ver, de nuevo, por tercera o cuarta vez candidatos presidenciales sin opción alguna de cruzarse la banda presidencial, pero que con este estipendio fiscal pueden financiar su permanencia en la política. Además de apelar al apoyo de empresas como Soquimich, Penta y otras que reparten sobornos de derecha a izquierda y que, con el voto de algunos senadores o diputados, pueden lograr la aprobación de leyes a su favor en esta dispersión “ideológica” de nuestra política.

Del Partido Comunista siempre se dijo que podía combatirse por sus ideas, pero no por las malas prácticas de sus directivas y militantes. Sin embargo, ahora, una diputada y una ex alcaldesa de este Partido se encuentran imputadas por presunto tráfico de influencias y la posibilidad de haber recibido aportes secretos, esta vez, de empresarios chinos. A ello hay que sumarle la detención domiciliaria del ex alcalde Daniel Jadue, estimado como un “peligro para la sociedad” y acusado por presuntos delitos de cohecho, fraude al fisco y otros. Quien, sin embargo, funge como uno de los precandidatos presidenciales del Partido Comunista.

Del presidente Gabriel Boric se dice que los meses que le quedan lo va a aprovechar para realizar viajes al exterior como a recorrer el país, aunque haya señalado que él y sus ministros van a trabajar intensamente para aprobar un conjunto de leyes pendientes. Un cometido que será difícil de lograr durante la parafernalia electoral, cuyos resultados se hacen muy inciertos por las divisiones y apetitos de los partidos y candidatos que, ciertamente, no miran al interés nacional y a los acuciantes problemas que afligen a la población. Muy arduo será en este tiempo rebajar las listas de espera en los hospitales, avanzar en la construcción de viviendas o reponer siquiera las de los damnificados por los incendios de Valparaíso. Mientras los sueldos y salarios van perdiendo su poder adquisitivo y la delincuencia  y el narcotrafico asolan mostrándose incontrolables...

Aunque los jubilados podrán disfrutar del aumento de apenas cien mil pesos en sus pensiones. Algo así como 50 veces menos que el estipendio mensual que reciben los parlamentarios, ministros de estado y otros. Y todavía mucho menos de lo que reciben en forma vitalicia los expresidentes de la república por gobernar solo cuatro, perdón, tres años.

Lo subrayado/interpolado es nuestro.

Sucesión papal, ¿continuidad o regresión clerical conservadora?

Sucesión papal, ¿continuidad  o regresión clerical conservadora?

Sergio Rodríguez Gelfenstein/escritor, historiador y analista internacional/ADDHEE.ONG:

Aunque sea duro decirlo, el Papa Francisco se estaba preparando desde hace mucho tiempo para su fallecimiento. No lo tomó por sorpresa. Su salud se venía quebrantando paulatinamente y a pesar de su gran esfuerzo, constancia y perseverancia, se tuvo que rendir a lo inevitable. En los últimos meses  se propuso hacer algunas transformaciones que no quería dejar truncas. En el contexto, en el Vaticano daba inicio una brutal “guerra” por la sucesión. Como dice, Jaime Escobar Martínez, director de la revista chilena “Reflexión y Liberación” tal vez el más destacado vaticanólogo latinoamericano, “Cuando un Papa está muy enfermo, ingresamos en territorio desconocido e incierto”.

Autorizado por Escobar y tras una conversación sostenida con él hace dos meses, tomamos los elementos principales de su análisis sobre la sucesión papal. Afirma que la enfermedad de Francisco y su debilitamiento físico, aceleraron desde hace meses los debates internos del Vaticano en torno  a su sucesión. Así,  se comenzó a vivir un tiempo de Pre Cónclave, de lo cual no había porque sorprenderse toda vez que es una tradición centenaria que cuando se deteriora la salud del Pontífice,  se comienzan a realizar movimientos cardenalicios para buscar un sucesor ideal para la Iglesia.

En este año 2025, el mundo está enfrentado una difícil coyuntura política, económica y social, además de guerras y el auge de un conservadurismos que parecía superados a inicios del siglo XXI. En esta turbulenta coyuntura global fue normal escuchar en variados círculos vaticanos que no pocos cardenales habían iniciado consultas internas para examinar nombres disponibles para nominar un nuevo Papa durante el próximo cónclave.

Los procesos internos en la Curia romana son lentos y poco visibles. Cada acción, normas o iniciativas de conducción y poder son estudiadas sin apuro. Para el Colegio Cardenalicio se trataba de  no llegar desprevenido o desinformado para las votaciones. Todos los electores coincidían en que había llegado  el tiempo de discutir acerca de nuevas líneas pastorales, diplomáticas y de acción de la Iglesia Católica para estos complejos nuevos tiempos.

Desde ya, se debe advertir que el sector más conservador/clerical de la Iglesia y los que se han opuesto a muchas de las iniciativas y directrices de Francisco, encabezados por los cardenales de Estados Unidos, hoy envalentonados por la avalancha conservadora encarnada por Trump, se afirmarán para sus falsos propósitos “aperturistas” en el próximo cónclave, señalando que el Vaticano II, (vigésimo primer concilio ecuménico de la Iglesia católica convocado en 1959, iniciado en 1962 y concluido en 1965 y que tenía por objeto principal establecer la relación que debía tener la Iglesia y el mundo moderno) en su Constitución sobre la Iglesia (nº 22) señala que “el Papa es el sujeto de suprema y plena potestad en la Iglesia”, pero agrega a reglón seguido que también “tiene esa potestad, junto con el Papa, el episcopado mundial”… Toda esta estrategia de cálculo y poder ya en curso se estableció para asegurar votos que eviten la continuidad de Francisco con un Papa restaurador elegido con los votos decisivos de los cardenales de África y Latinoamérica, quitándole definitivamente el poder omnímodo que tenía Roma y los cardenales italianos en el control del papado.

Los vaticanólogos expertos consideran que no existe preponderancia de alguna de las corrientes internas (conservadores, reformistas y progresistas) para imponerse porque ninguna  tiene el respaldo suficiente para asegurar la mayoría de dos tercios necesarios para elegir holgadamente a un nuevo Pontífice en el próximo Cónclave, aun considerando que Francisco nombró un total de 140 cardenales.  Hasta ahí los elementos fundamentales del análisis de Jaime Escobar.

Para lograr una correlación de fuerzas favorable, Francisco nombró a su fiel amigo el díscolo cardenal argentino,  Prefecto para el Dicasterio para la Doctrina de la Fe, Víctor Manuel “Tucho” Fernández quien realizó un arduo trabajo ad hoc, bastante desconocido fuera de los muros del Vaticano. Asimismo, Francisco le encargó al obispo estadounidense Robert Francis Prevost la tarea de designar la mayor cantidad de obispos. El hoy Cardenal Prevost quien siempre  mostró absoluta lealtad hacia Francisco  fue retirado por éste del obispado de Chiclayo en Perú para llevarlo a Roma y nombrarlo Prefecto del Dicasterio para los Obispos y presidente  de la Pontificia Comisión para América Latina, es decir es quien recibe las propuestas para obispos y hace recomendaciones al Papa.

En ambientes vaticanos ya suenan nombres de probables Papas: Pietro Parolin, actual Secretario de Estado de la Santa Sede;  Matteo Maria Zuppi, arzobispo de Bolonia y Presidente de la Conferencia Episcopal Italiana; Timothy Michael Dolan, Cardenal Arzobispo de Nueva York; Mario Grech, Cardenal de Malta; Peter Turkson, natural de Ghana, Canciller de las Pontificias Academias de las Ciencias quien sería el primer Papa africano; Luis Antonio Tagle, nacido en Filipinas, ex arzobispo de Manila pro prefecto para la Evangelización quien en caso de ser elegido sería el primer Papa asiático; Pierbattista Pizzaballa, Orden de Frailes Menores, Patriarca Latino de Jerusalén, Giorgio Marengo, Misionero del Instituto de Misiones Consolata (IMC). 

Otros nombres que han comenzado a “sonar” son los del húngaro Peter Erdö, conservador, Willem Eijk de los Países Bajos, conservador, el español Juan José Omella, progresista y el mexicano Carlos Aguiar Retes también progresista, aunque difícilmente sea nombrado otro papa latinoamericano por lo menos en este cónclave.

Hay que decir que Pietro Parolin, a pesar de haber sido designado como segundo del Vaticano por Francisco, no es un cardenal “francisquista”, responde a la curia italiana, En una decisión propia de su habilidad para el manejo de las contradicciones y las diferencias, Francisco lo trajo al Vaticano desde Caracas para neutralizar a esa poderosa instancia.

 Según Jaime Escobar, hoy es comentario obligado en Roma, la preocupación fundada del sector progresista de la Iglesia, cercano a Francisco de que poderosos grupos -religiosos y laicos- de alta influencia en los episcopados europeos vienen trabajando para designar un candidato, aun secreto que contaría con el beneplácito y decisivo apoyo del Opus Dei, Comunión y Liberación, Camino Neocatecumenal, Caballeros de Colón (Estados Unidos), Orden de Malta (Roma), es decir toda la iglesia de extrema derecha clerical conservadora.

En el contexto, no hay una mayoría de cardenales habilitados para votar que favorezcan a la extrema derecha formada por el Opus Dei y la iglesia estadounidense. La derecha controla Estados Unidos y Europa pero los sectores progresistas controlan la mayoría de América Latina y África habiendo un cuasi empate entre los dos sectores. Se supone que en el Cónclave que defina al nuevo Papa serán decisivos los votos de los cardenales de Oceanía y Asia. Vale decir que la peor enemiga interna de Francisco fue en toda situación y en todo momento, la iglesia católica de Estados Unidos

A lo largo de los últimos años Estados Unidos siempre ha intentado interferir en el nombramiento del nuevo Papa, sin embargo la injerencia no se produce de manera directa desde el gobierno sino desde la presión de los cardenales estadounidenses que tienen una gran alianza con la ultra derecha conservadora. Aunque la iglesia católica estadounidense no es la más numerosa, sí es la más poderosa porque está configurada por las diócesis más ricas, en esa medida ejercen gran influencia sobre todo las de New York, Boston y Chicago donde participan católicos blancos ricos.

Otras diócesis, como Los Ángeles, San Diego, Miami, San Antonio, y Houston están básicamente conformadas por católicos de origen latino que no tienen mucho dinero. En este momento hay una fuerte relación de la iglesia católica con el gobierno de Trump. Varios católicos como JP Vance vicepresidente; Marco Rubio, secretario de Estado; Richard Grenell, enviado especial para Venezuela y Corea; Elise Stefanik, embajadora en la ONU; John Ratcliffe, director de la CIA y Sean Duffy, secretario de Transporte tienen altos cargos en la administración Trump. Tal vez nunca antes en la historia había ocurrido esto.

Estados Unidos va a pugnar para que los cardenales estadounidenses Michael Dolan, arzobispo de New York o Raymond Leo Burke ex prefecto del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica sea elegido como Papa. El primero fue nombrado como arzobispo de New York en 2009 y cardenal en 2012, el segundo como cardenal en 2010, ambas designaciones hechas por el Papa de ultra derecha clerical Benedicto XVI.

Francisco siempre tuvo una visión estratégica para el manejo del poder que genera la jefatura de la iglesia católica. Desde hace más de un año sabiendo que estaba enfermo y que su muerte era cosa de tiempo, estuvo preparando su sucesión. Mucho tiempo antes comenzó a tomar medidas para intentar sanear el Vaticano y la iglesia católica. Hizo un gran esfuerzo en el último tiempo para que su sucesión fuera la continuidad  de los cambios emprendidos durante su papado.

Una de las medidas más trascendentales tomadas por Francisco en el último tiempo ha sido destruir al “Sodalicio de Vida Cristiana”, formalmente una sociedad de vida apostólica de derecho pontificio, es decir, una comunidad perteneciente a la Iglesia católica compuesta por fieles laicos o clérigos. En realidad, bajo este nombre se organizaba una estructura de  extrema derecha  con sede en Perú pero con raíces en muchos países de América Latina financiada por millonarios  que manejaba a los gobierno del Perú y tenía tentáculos en otros de la región. A comienzos de este año 2025, en una de las últimas tareas que se propuso Francisco, disolvió al Sodalicio, excomulgando a su miembros y traspasando todos sus bienes a la iglesia católica.

Vale decir que buena parte del dinero que manejaba el Sodalicio provenía del dinero de la logia mafiosa P2 disuelta en 1982. Previo a ello, sacaron todos sus recursos de Italia y lo diseminaron por varios países entre ellos Brasil, Uruguay, Argentina, Nicaragua y Perú.

Tal vez como nunca antes, la elección de un Papa tenga un trasfondo político. Lo que está en juego es dar continuidad a la obra de Francisco o producir una regresión, incluso mucho más conservadora y reaccionaria que en el pasado. Pareciera ser que en el primer grupo se encuentran Zuppi, Turkson y Tagle y en el segundo, Dolan y Burke. Los otros y algunos otros no mencionados, seguirían una línea tradicionalista que trataría de mantener el poder del Vaticano más allá de quien sea el Papa. Tal vez la tarea más trascendental del nuevo Papa sea el establecimiento formal de relaciones diplomáticas con China.

Así, los 138 cardenales menores de 80 años con derecho a voto, se aprestan en pocas semanas a celebrar el Cónclave que elegirá al sucesor de Francisco. La gran duda es si lo harán por la continuidad de su papado o por la subordinación del mismo a los poderes globales del planeta.

Lo subrayado/interpolado es nuestro.

 

 

Sobre el «pánico moral» y el valor de hablar: El silencio de Occidente/USA y la Unión Europea, Inglaterra, Japón y el patio trasero latinoamericano/estadounidense yanqui sobre Gaz

 



Sobre el «pánico moral» y el valor de hablar: El silencio de Occidente/USA y la Unión Europea, Inglaterra, Japón y el patio trasero latinoamericano/estadounidense yanqui sobre Gaza

Por Ilan Pappé*/escritor, historiador y analista internacional, Partido Socialista Israeli –  Voces del Mundo *

Las respuestas del mundo occidental/USA y la Unión Europea, Inglaterra, Japón y el patio trasero latinoamericano/estadounidense yanqui a la situación en la Franja de Gaza y Cisjordania plantean una pregunta inquietante: ¿Por qué el Occidente oficial, y la Europa occidental oficial en particular, son tan indiferentes al sufrimiento de los palestinos?

¡Se es culpable del genocidio por acción criminal u omisión!

¿Por qué el Partido Demócrata de Estados Unidos es cómplice, directa e indirectamente, del mantenimiento de la inhumanidad cotidiana en Palestina, una complicidad tan visible que probablemente fue una de las razones por las que perdieron las elecciones, ya que el voto árabe-estadounidense y progresista en estados clave no podía perdonar, y con razón, al gobierno de Biden su participación en el genocidio de la Franja de Gaza?

Se trata de una pregunta pertinente, dado que estamos ante un genocidio televisado que ahora se ha renovado sobre el terreno. Es diferente de periodos anteriores en los que se mostró la indiferencia y complicidad occidentales, ya fuera durante la Nakba o durante los largos años de ocupación desde 1967.

Durante la Nakba y hasta 1967, no era fácil obtener información, y la opresión posterior a 1967 fue en su mayor parte incremental y, como tal, ignorada por los medios de comunicación y la política occidentales, que se negaron a reconocer su efecto acumulativo sobre los palestinos. 

Pero estos últimos dieciocho meses son muy diferentes. Ignorar el genocidio en la Franja de Gaza y la limpieza étnica en Cisjordania sólo puede calificarse de intencionado y no de ignorancia. Tanto las acciones de los israelíes como el discurso que las acompaña son demasiado visibles para ser ignorados, a menos que políticos, académicos y periodistas decidan hacerlo.

Este tipo de ignorancia es, ante todo, el resultado del éxito de los grupos de presión israelíes que prosperaron en el fértil terreno del complejo de culpa, el racismo y la islamofobia europeos.  En el caso de Estados Unidos, es también el resultado de muchos años de una eficaz y despiadada maquinaria de presión a la que muy pocos en el mundo académico, los medios de comunicación y, en particular, la política se atreven a desobedecer.

Este fenómeno se conoce en la erudición reciente como pánico moral, muy característico de los sectores más concienciados de las sociedades occidentales: intelectuales, periodistas y artistas.

El pánico moral es una situación en la que una persona teme adherirse a sus propias convicciones morales porque ello exigiría un cierto valor que podría tener consecuencias. No siempre se nos pone a prueba en situaciones que exigen valor, o al menos integridad. Cuando ocurre, es en situaciones en las que la moralidad no es una idea abstracta, sino una llamada a la acción.

Por eso muchos alemanes guardaron silencio cuando los judíos fueron enviados a campos de exterminio, y por eso los estadounidenses blancos permanecieron impasibles cuando los afroamericanos fueron linchados o antes esclavizados y maltratados. 

¿Cuál es el precio que tendrían que pagar los principales periodistas occidentales, los políticos veteranos, los profesores titulares o los directores generales de empresas de renombre si culparan a Israel de cometer un genocidio en la Franja de Gaza?

Parece que les preocupan dos posibles consecuencias. El primero es ser condenados como antisemitas o negacionistas del Holocausto y, en segundo lugar, temen que su respuesta honesta desencadene un debate que incluya la complicidad de su país, o de Europa, u Occidente en general, en permitir el genocidio y todas las políticas criminales contra los palestinos que lo precedieron.

Este pánico moral conduce a algunos fenómenos asombrosos. En general, transforma a personas educadas, muy elocuentes y entendidas en imbéciles totales cuando hablan de Palestina. Impide a los miembros más perspicaces y reflexivos de los servicios de seguridad examinar las exigencias israelíes de incluir a toda la resistencia palestina en una lista de terroristas, y deshumaniza a las víctimas palestinas en los principales medios mediaticos de comunicación.

La falta de compasión y solidaridad básica con las víctimas del genocidio quedó expuesta por el doble rasero mostrado por los principales medios de comunicación de Occidente, y en particular por los periódicos más establecidos de Estados Unidos, como The New York Times, CNN y The Washington Post. Cuando el director de Palestine Chronicle, el Dr. Ramzy Baroud, perdió a 56 miembros de su familia -asesinados por la campaña genocida israelí en la Franja de Gaza- ni uno solo de sus colegas del periodismo estadounidense se molestó en hablar con él ni mostró interés alguno en oír hablar de esta atrocidad. En cambio, una falsa acusación israelí sobre una conexión entre el Chronicle y una familia en cuyo bloque de pisos había rehenes suscitó un enorme interés por parte de estos medios y atrajo su atención.

Este desequilibrio de humanidad y solidaridad es sólo un ejemplo de las distorsiones que trae consigo el pánico moral. No me cabe duda de que las acciones contra estudiantes palestinos o propalestinos en Estados Unidos, o contra conocidos activistas en Gran Bretaña y Francia, así como la detención del director de The Electronic Intifada, Ali Abunimah, en Suiza, son manifestaciones de este comportamiento moral distorsionado.

Recientemente se ha producido un caso similar en Australia. Mary Kostakidis, una famosa periodista australiana y antigua presentadora de SBS World News Australia en horario de máxima audiencia, ha sido llevada ante el tribunal federal por su -hay que decir que bastante manso- reportaje sobre la situación en la Franja de Gaza. El mero hecho de que el tribunal no haya desestimado esta acusación a su llegada demuestra lo arraigado que está el pánico moral en el Norte Global.

Pero hay otra cara de la moneda. Afortunadamente, hay un grupo mucho más amplio de personas que no temen correr los riesgos que implica manifestar claramente su apoyo a los palestinos, y que muestran esta solidaridad aun sabiendo que puede acarrear la suspensión, la deportación o incluso la cárcel. No es fácil encontrarlos entre la corriente académica, mediática o política dominante, pero son la auténtica voz de sus sociedades en muchas partes del mundo occidental.

Los palestinos no pueden permitirse el lujo de que el pánico moral occidental tenga voz o repercusión. No ceder a este pánico es un paso pequeño pero importante en la construcción de una red global de Palestina que se necesita con urgencia, en primer lugar, para detener la destrucción de Palestina y su pueblo y, en segundo lugar, para crear las condiciones para una Palestina descolonizada y liberada en el futuro.

Traducido del inglés por Sinfo Fernández

*Ilan Pappé es un historiador y activista socialista israelí. Es catedrático de Historia en la Facultad de Ciencias Sociales y Estudios Internacionales de la Universidad de Exeter (Reino Unido), director del Centro Europeo de Estudios sobre Palestina y codirector del Centro de Estudios Etnopolíticos de Exeter. Asimismo, es autor de los bestsellers The Ethnic Cleansing of Palestine (Oneworld), A History of Modern Palestine (Cambridge), The Modern Middle East (Routledge), The Israel/Palestine Question (Routledge), The Forgotten Palestinians: A History of the Palestinians in Israel (Yale), The Idea of Israel: A History of Power and Knowledge (Verso) y, con Noam Chomsky, Gaza in Crisis: Reflections on Israel’s War Against the Palestinians(Penguin). Escribe, entre otros, para The Guardian y London Review of Books. En X: @pappe54

*Originalmente publicado en The Palestine Chronicle

Lo subrayado/interpolado es nuestro

 

jueves, 17 de abril de 2025

No es solo una guerra comercial…y apenas está comenzando.

No es solo una guerra comercial…y apenas está comenzando.


Por Sergio Rodríguez Gelfenstein/
Escritor, historiador y analista internacional/Diario RED, Inter Press Service (IPS), xinhuanet, la jornada de México, Other News, Tektonikos, red latina sin fronteras, en red, el salto diario, el clarín de chile, ACHEI, ADDHEE.ONG:



No conocemos el impacto que habrá causado en los habitantes de las islas Heard y McDonald la imposición de 10% de aranceles a sus exportaciones por parte de la administración Trump. Lo más probable es que nunca lo sepamos, porque la población de esos territorios está compuesta sólo de pingüinos, focas, tortugas y aves marinas.  Hace más de diez años desde la última vez que un humano pisó tales islotes rocosos de 412 Km² ubicadas a medio camino entre Australia y África, cuya actividad económica sustentada en la producción de aceite de elefante marino y cazas de focas, finalizó en 1877.

Esta decisión nos permite -de alguna manera- comprender la dimensión de las recientes medidas tomadas por Estados Unidos a fin de desatar una “guerra comercial” contra el mundo, que supone una verdadera hecatombe sistémica cuyas consecuencias todavía están por verse. No parece fácil hacer ese ejercicio, avezados economistas hablan de “fin de la globalización”, “catástrofe sistémica” o “destrozo  del sistema de comercio mundial por una falacia económica básica” según afirma el reconocido profesor de economía de la Universidad de Columbia Jeffrey Sachs quien asegura que Trump afirma erróneamente  que el déficit comercial de Estados Unidos se debe a que el resto del mundo lo ha estafado.

Otra opinión autorizada, la de la Asociación Económica Estadounidense señala que “la fórmula usada para fijar los aranceles, publicada por la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos tiene un error y carece de lógica económica”, asegurando que  “el cálculo de los aranceles no tiene respaldo ni en la teoría económica ni en el marco legal del comercio internacional”. Esta prestigiosa institución considera que si se corrigieran los errores de cálculo, se podría impulsar la economía del país, favoreciendo la liberalización del comercio y reduciendo el riesgo de una posible recesión.

De manera que las acciones de Trump no tienen sustento teórico ni siquiera en la doctrina económica del capitalismo. No obstante, tampoco se trata de hacer una simplificación diciendo que lo que está ocurriendo es una total locura. No lo creo, no creo que el mundo esté sufriendo un fuerte colapso sistémico motivado en una disfunción siquiátrica del jefe de la administración del país más poderoso del planeta.

Pienso que todo obedece a un plan fríamente elaborado y calculado. La política es un hecho racional en el que lo subjetivo tiene mayor o menor influencia en la medida del protagonismo de los actores, ya sean estos individuales o colectivos. Pero cuando lo irracional supera lo tangible, estamos ante una situación que sale de los límites normales de análisis. Tendrían los siquiatras y sicólogos que transformarse en científicos sociales para explicar lo que está sucediendo.

No se trata de locura, más bien de estupidez, estulticia, insensatez o como quiera llamársele. Y esos no son rasgos que caractericen una enfermedad mental, sino expresiones propias de la arrogancia y la prepotencia capitalista como respuesta a una situación en la que las cosas no están saliendo como se desean, es decir de la misma manera que ha venido ocurriendo al menos durante los últimos 250 años o, muchos milenios antes si nos atenemos a la existencia de sociedades de clases donde los poderosos han impuesto voluntad por la fuerza.

Como si fuera un monarca que ostenta todos los poderes, Trump pasa por encima de los poderes legislativo y judicial, desbaratando con su práctica la quimera del equilibrio de poderes que asume la retórica liberal. Pero así como Roma tuvo a Calígula y el imperio otomano a Solimán, y la Alemania nazi a Hirler, Trump caerá por la propia fuerza del sistema que pretende derrumbar a fin de maximizar las riquezas de un sector minoritario de la plutocracia estadounidense.

En una actitud supremacista nunca antes enarbolada por otro presidente estadounidense, Trump, actuando incluso al margen de una mínima  racionalidad, supone que su país tiene una potestad y un mandato planetario que no puede ser puesto en tela de juicio. Su mentalidad ególatra y arrogante no le permite reconocer errores, por lo que se ha rodeado de amigos y familiares que lo alaban en demasía y siempre le encuentran la razón.

Han transcurrido tres meses desde su llegada a la presidencia de Estados Unidos, el mundo aun no despierta de la medición de las consecuencias de lo que observa en la superficie, para comenzar a atisbar que lo que está ocurriendo, va más allá de un simple temblor que se siente en la corteza para ir comprendiendo que en realidad se está en epicentro de un violento terremoto en lo más profundo de la estructura del sistema capitalista. No se trata solo de “hacer grande a Estados Unidos de nuevo”, por sobre todo lo que intenta Trump es salvar el dólar, salvar la hegemonía de Estados Unidos y salvar al sistema capitalista que se debate en contradicciones propias de su etapa imperialista cuando el crecimiento inconmensurable de los monopolios destruyen la competencia que es consustancial al sistema.

Esto no es nuevo, ya en la década de los 70 del siglo pasado dio inicio una crisis de dimensiones estructurales a la que se le intentó dar respuesta implantando el neoliberalismo a nivel planetario, suponiendo que sería la panacea para superar lo que se consideraba un impasse superficial y cíclico. Esto trajo niveles superiores de explotación  de los asalariados, violación de las normas y valores más elementales de la democracia liberal que le había dado sustento al sistema durante dos siglos y la generación de conflictos y guerras para activar el aparato industrial militar  como forma de salir de la crisis.

Sin embargo, como las medidas tomadas durante medio siglo no han apuntado  a solventar el problema de fondo, este se ha profundizado hasta hacerse inmanejable. El déficit de Estados Unidos llegó a 59.000 millones de dólares en 1980. En ese mismo año, la deuda federal total ascendía a 914.000 millones de dólares, un aumento de 532.000 millones desde 1970.  El 2 de enero de 2025 el límite de la deuda se restableció en 36.104 billones de dólares, mientras que el déficit fue de 2 billones de dólares o el 7% del PIB. Vale recordar que en ese período han gobernado presidentes republicanos y demócratas de manera que no tiene sentido echarle la culpa a unos u otros, mucho menos tomar posición como si esa fuera la causa de lo que ocurre al tiempo que se pretende ocultar la crisis sistémica.

Sachs explica que “el déficit comercial de un país (o, más precisamente, su déficit en cuenta corriente) no indica prácticas comerciales desleales por parte de los países con superávit. Indica algo completamente distinto. Un déficit en cuenta corriente significa que el país deficitario gasta más de lo que produce. Es decir, ahorra menos de lo que invierte”. En el caso de Estados Unidos, se debe mantener un modo de vida sustentado en un despilfarro crónico, sobre todo de la clase dominante  oligarquía empresarial y de su testaferra clase media  burguesa, politicastra, castrense que gasta, creyendo que es inmune a los vaivenes de la economía. Sachs refiere también que esta crisis está motivada en “déficits presupuestarios crónicamente elevados derivados de recortes de impuestos a los ricos, combinados con billones de dólares desperdiciados en guerras inútiles. Los déficits no son la perfidia de Canadá, México y otros países que venden más a Estados Unidos de lo que Estados Unidos les vende a ellos”

Estados Unidos debe sostener 800 bases militares en todo el mundo, en las que 1.240.000 soldados totalmente improductivos deben ser mantenidos por el Estado. Así mismo debe financiar 11 fuerzas de tarea de portaviones que están en constante e innecesario desplazamiento por todos los océanos del planeta. De paso,  es bueno recordar que los hutíes de Yemen, el país más pobre del Asia occidental, se han encargado de demostrar su total ineficiencia. Según Trump, la guerra en su expresión bélica no es el mejor negocio para Estados Unidos, por ello recurre a la guerra económica pensando que este expediente si puede llevar a Estados Unidos a una victoria. No obstante, no se debe olvidar que, conceptualmente “la guerra es la continuación de la política por medios violentos” y que según Lenin, “la política es la expresión concentrada de la economía”, de manera que todo lo que está sucediendo tiene única y exclusivamente causas económicas, léase crisis económica del capitalismo y de Estados Unidos; mejor dicho, catástrofe económica, porque crisis, dice relación con un momento de un proceso o asunto que esta en duda su continuación o cese, catástrofe , suceso infausto que altera gravemente el orden de las cosas.

Suponer -como lo hace Trump- que esta guerra la va a ganar por vía del aumento de aranceles y que ello va a conducir a que los países del mundo eliminen los propios, que las empresas se van a trasladar ipso facto a Estados Unidos, que cada país no va a manipular sus monedas como medida de protección y que todo el mundo se va a volcar a comprar productos estadounidenses…producidos en Estados Unidos, no deja de ser una quimera de un arrogante desquiciado.

Algunas consecuencias de estas medidas ya se comienzan a percibir. El primer golpeado es el propio pueblo de Estados Unidos. Algunos de los más connotados economistas estadounidenses han anunciado que el déficit comercial de su país no podrá ser cerrado, por el contrario, creen que las medidas tomadas empobrecerán a los ciudadanos estadounidense y perjudicarán al resto del mundo. Justin Wolfers profesor de economía de la Universidad de Michigan, cree que el costo de la vida en su país aumentará un 6% ya que las empresas trasladarán los costos adicionales a los consumidores. Por otro lado, a pesar de la opinión contraria de los voceros de la administración, analistas de JPMorgan vaticinan que los aranceles de Trump muy probablemente sumirán a la economía global en una recesión este año.

En otro ámbito, pareciera que el bloque favorable a Trump en el Congreso de Estados Unidos comienza a resquebrajarse. Cuatro senadores republicanos se unieron a los demócratas para rechazar la política de aranceles de Trump en una votación clave. Esta decisión llevó a que el Senado adoptara una resolución por una votación de 51 a 48 destinada a bloquear los aranceles propuestos por la administración Trump sobre las importaciones canadienses.

Así mismo, en una respuesta inesperada para Trump, China que ahora enfrentará un arancel de 125% sobre sus exportaciones a Estados Unidos  ha respondido a cada escalada de Washington. Esto podría aumentar sustancialmente los precios de varios bienes que los estadounidenses compran a China. Washington importó 439.000 millones  de dólares en bienes de China el año pasado, la segunda fuente principal de importaciones detrás de México. No parece posible que Estados Unidos pueda ganar esta “guerra comercial” a China. Ya durante su administración pasada, el actual presidente intentó un conflicto de similares características pero mucho más acotado y lo perdió.

Las evidencias señalan que, más allá de sus promesas y a pesar de su avasallante retórica y sus determinantes decisiones, Trump no ha podido ocupar Groenlandia, no pudo imponer su plan para Gaza y no detuvo la guerra en Ucrania en 24 horas. Europa, los países árabes y Rusia respectivamente, se lo han impedido. Tampoco ha logrado vender las 100 mil visas de 5 millones de dólares que ofreció. Así mismo, nadie en el mundo ha dejado de llamar al Golfo de México por su nombre.  

El fracaso de las deportaciones.

Incluso en el tema de las deportaciones ha sido “más la bulla que la cabuya”. Sin dejar de considerar que esto se ha hecho al margen del derecho internacional e incluso de la propia institucionalidad y las leyes de Estados Unidos, la administración Trump no ha podido cumplir lo que se ha propuesto. Al respecto mi colega y amigo Antonio García me recuerda que: ”Con respecto a las deportaciones, un aspecto que ha pasado bajo la mesa es que Trump, en un plazo similar a lo que va de su mandato, ha deportado menos gente que Obama y Biden. Las deportaciones de Biden fueron un escándalo en comparación a otras. Solo en 2024 llegaron a casi 300 mil, […] en un plazo similar superó a las que lleva Trump. Así que las "masivas" deportaciones de Trump han sido un fracaso. Esa es la razón por la cual ha necesitado hacer escándalo con el Tren de Aragua y las deportaciones ilegales a El Salvador para de esa manera esconder su fracaso”.

De igual manera, pareciera que nadie le ha explicado a Trump la situación real de Estados Unidos. Según cifras aportadas por el portal Wofnon cuando en 2008, el PIB per cápita de la Unión Europea era de 37.203 dólares, el de Estados Unidos era de 48.570, una diferencia de 11 mil dólares. En el año 2023,  el de la Unión Europea fue de 41.422 mientas que el de Estados Unidos llegó a 82.769 dólares, es decir el doble.  En estas condiciones, ¿alguien cree que un empresario europeo trasladará sus fábricas a Estados Unidos donde tiene que pagar el doble de salarios para producir lo mismo que en Europa a mitad de precio o en Asia donde paga el 20%?

Otro elemento de análisis es el desplome de las bolsas  que no han cesado de caer desde el anuncio de la imposición de aranceles por Trump. Las cifras han oscilado desde el -2,77% del índice Nikkei de Japón hasta la caída del 9% de Apple.

Los hasta ahora aliados de Estados Unidos, sujetos aún a él por su subordinación en la OTAN y por bases militares que les proporcionan seguridad y defensa, han puesto el grito en el cielo. Desde Alemania a Australia, desde Suiza a Japón y desde Francia a Suecia, han hablado de “inquietud” y “aranceles más dañinos de lo esperado”. El gobierno de Bélgica, país sede de la OTAN, dijo que Estados Unidos "acabará quemándose a fuerza de jugar con cerillas"... Otros, como los presidentes de Argentina y Ecuador manifiestan subordinación plena al contentarse con los aranceles impuestos a sus países por ser menores que los de otros.

Pero lo que tal vez tenga mayor importancia y proyección de futuro, es la propia reacción del pueblo de Estados Unidos. En manifestaciones solo comparadas a las que se opusieron a la guerra en Vietnam en la década de los 70 del siglo pasado, y bajo el lema  ¡Manos fuera!,  se realizaron en un solo día, el pasado sábado 5 de abril alrededor  de 1200 manifestaciones en los 50 Estados de la unión estadounidense en las que participaron más de 150 grupos sociales y alrededor de 500 mil ciudadanos para expresar su repudio y rechazo a las medidas tomadas por Trump que afectan su situación económica y sus derechos laborales y humanos.

Este conflicto que ha iniciado Trump no es coyuntural ni de corto plazo, no tiene carácter táctico. Es un error caracterizarlo y analizarlo como tal. No. Es estructural, de largo plazo y de carácter estratégico. Lo que está en juego es la sobrevivencia del capitalismo por un lado y la sobrevivencia de la humanidad por el otro…y recién está comenzando.

Ya lo señalaba Lenin en 1916:  La época de la fase superior del capitalismo nos muestra que entre los grupos capitalistas se están estableciendo determinadas relaciones basadas en el reparto económico del mundo; al mismo tiempo, y en conexn con esto, esn creciendo determinadas relaciones entre los grupos políticos, entre los Estados, sobre la base del reparto territorial del mundo, de la lucha por las colonias, de la “lucha por las esferas de influencia.

De esto hace más de 100 años, mucho ha cambiado el mundo, pero la esencia es la misma. Este es un conflicto sistémico, es mucho más que una guerra comercial o una confrontación geopolítica. Lo dice incluso, uno de los mayores multimillonarios del planeta, el inversor y gestor de fondos de cobertura estadounidense Ray Dalio quien  hoy, 9 de abril en su cuenta X afirmó que: “Lo más importante a tener en cuenta es que estamos viendo una ruptura clásica de los principales órdenes monetarios, políticos y geopolíticos. Este tipo de colapso se produce solo una vez en la vida, pero ha ocurrido muchas veces en la historia cuando se dieron condiciones insostenibles similares". “La historia se repite como farsa y después como tragedia. Quien no aprende las lecciones que le da la historia esta condenado a repetirlas”...

Dalio agregó que estamos asistiendo al desmoronamiento del orden geopolítico a causa de que -según él- la era del dominio de Estados Unidos ha terminado a raíz del enfoque unilateral de Washington que se ha plasmado en la guerra comercial, la guerra geopolítica, la guerra tecnológica y, en algunos casos, las guerras militares que ha liderado”.

Si alguien pregunta porque Estados Unidos arremete contra los que hasta hace poco eran sus aliados, también Lenin tiene la respuesta: “… es consustancial al imperialismo la rivalidad entre varias grandes potencias por hacerse con la hegemonía, es decir, para apoderarse de territorios, no tanto directamente para ellas mismas, sino para debilitar al adversario y minar su hegemonía…”.

Como dije antes, esto apenas está comenzando…

Lo subrayado/interpolado es nuestro