jueves, 3 de abril de 2025

África como pieza clave en el tablero de la guerra comercial entre EE.UU. y China

 

África como pieza clave en el tablero de la guerra comercial entre EE.UU. y China

Por Guillermo Akapo Bisoko*/escritor, periodista y analista internacional – Diario RED, xinhuanet, la jornada de México, Other News, Tektonikos, red latina sin fronteras, en red, el salto diario, el clarín de chile, ACHEI, ADDHEE.ONG:

África siempre ha sido el terreno geoeconómico de mayor interés por parte de estados extranjeros su explotación y saqueo de ss riquezas naturales.

En los últimos años, China ha emergido como un actor clave en África, su influencia ha desplazado paulatinamente a países como Estados Unidos y Francia en la región. Su apuesta en el desarrollo económico y la inversión a largo plazo ha propiciado que muchos líderes africanos vean en China un socio estratégico clave, lo que ha llevado a fortalecer sus lazos políticos y económicos en el continente.

Es probable que la solidez de la relación de China y el continente africano se remonte al 25 de octubre de 1971, tras la votación de la admisión de la República Popular China en las Naciones Unidas. De los 76 votos a favor, 27 provinieron de países miembros africanos.

Lo cierto es que África siempre ha sido el terreno geoeconómico de mayor interés por parte de estados extranjeros para sus fines geoestratégicos desde la época del colonialismo europeo, seguido por la contienda de las entonces deterministas superpotencias entre Estados Unidos y la Unión Soviética y llegados a la actualidad con los diferentes países occidentales que pujan por el extractivismo de los recursos en el continente.

Lo que está claro es que, en la guerra comercial y la carrera emprendida por Estados Unidos, Rusia y Europa por el dominio de la influencia en el continente, China lleva una clara ventaja respecto a las otras potencias. China ha demostrado un interés estratégico en África, no solo por sus recursos naturales, sino también por su posición geopolítica y su potencial como mercado emergente. Esta relación ha llevado a un aumento en el comercio bilateral y la cooperación en áreas como la tecnología y la educación, entre otras.

Y no es para menos, hablamos del tercer continente más extenso del planeta, tras Asia y América, abundantes tierras en recursos naturales, más de 1.300 millones de habitantes que, según datos, se espera que se duplique la población en los próximos años, y el escenario político, económico y social del continente ha generado algunos cambios en las relaciones internacionales desde el año 2020, en las que se produjeron los continuos levantamientos populares en la región de Mali, Burkina Faso y Níger, y el creciente sentimiento antioccidental/colonial entre los jóvenes.

La relación entre África y China en los Foros de Cooperación

«En esta época de cosecha, me complace reunirme con tantos viejos y nuevos amigos en Pekín para debatir los grandes planes de amistad y cooperación entre China y África en la nueva era» señalaba Xi Jinping el 5 de septiembre de 2024, en a la ceremonia inaugural de la Cumbre de Beijing del Foro de Cooperación China-África (FOCAC).

Desde la creación del FOCAC en 2000 y del Fondo de Desarrollo China-África en 2006, las relaciones económicas de China con África se han profundizado significativamente en las últimas dos décadas. China ha invertido enormes cantidades de dinero en infraestructura, recursos naturales y comercio en el continente africano. Esta relación ha sido beneficiosa para ambas partes, ya que China obtiene acceso a recursos clave como petróleo y minerales, mientras que África recibe inversión y desarrollo económico.

En la primera ceremonia del FOCAC de 2000, según fuentes consultadas, China y África acordaron establecer mecanismos conjuntos de seguimiento para realizar evaluaciones regulares sobre la implementación de las acciones de seguimiento.

En el marco del FOCAC se han establecido diversos foros; entre ellos se incluye el Foro de los Pueblos China-África, el Foro de Jóvenes Líderes China-África, el Foro Ministerial sobre Cooperación en Salud China-África, el Foro sobre Cooperación en Medios de Comunicación China-África, la Conferencia China-África sobre Reducción de la Pobreza y Desarrollo, el Foro Jurídico del FOCAC, el Foro sobre Cooperación de Gobiernos Locales China-África y el Foro de Centros de Investigación China-África.

El compromiso de China con los avances tecnológicos y digitales en el marco del FOCAC representa una importante oportunidad para el desarrollo de África. Esta alianza busca reducir la brecha digital mediante el fortalecimiento de la infraestructura y las capacidades tecnológicas de África.

Desde su inicio, el Foro de Cooperación China-África ha desembolsado decenas de miles de millones de dólares en ayuda, inversión y préstamos a los Estados africanos. 

La inversión china en infraestructura y tecnología ha sido clave para el crecimiento económico de África, pero también ha planteado preocupaciones sobre la deuda y la dependencia. Los líderes africanos deben ser proactivos en la gestión de estas asociaciones para garantizar que los beneficios económicos se traduzcan en un desarrollo sostenible y no comprometan la soberanía de sus naciones.

La nueva estrategia del convicto presidente Trump: Reducir la presencia china en África

El regreso del convicto  Donald Trump a la Casa Blanca y su agenda proteccionista sobre el comercio con las incrementaciones arancelarias han puesto todo patas arriba, generando incertidumbres en la economía global. Trump no ha querido dejar pasar la oportunidad y ha puesto especial atención al gigante chino, imponiendo aranceles del 10% a todas las importaciones de China a EE.UU. con el pretexto del problema del fentanilo.

Ante ello, el Ministerio de Asuntos Exteriores de la República Popular China señalaba que “la postura de China es firme y coherente. Las guerras comerciales y arancelarias no tienen ganadores. Las subidas arancelarias unilaterales de Estados Unidos violan gravemente las normas de la OMC. Esta medida no puede resolver los problemas internos de Estados Unidos y, lo que es más importante, no beneficia a ninguna de las partes, y mucho menos al mundo”.

“China es uno de los países más duros del mundo en materia de antinarcóticos, tanto en términos de políticas como de su implementación. El fentanilo es un problema para Estados Unidos”, continúa el comunicado.

China señaló que aplicaría aranceles del 15% al carbón y gas natural licuado, y un 10% a productos agrícolas estadounidenses como el trigo, soja, maíz, entre otros, como respuesta a la guerra comercial de la administración Trump. No es la primera vez que existen estas tensiones entre ambas potencias económicas, en el año 2018, primer mandato de Trump, Estados Unidos y China se vieron envueltas en una guerra arancelaria.

A pesar de los aranceles impuestos por la Administración Trump, China presentó el pasado mes de febrero un paquete de políticas de 11 medidas para fortalecer el desarrollo y la cooperación económica y comercial entre China y África, con iniciativas dirigidas a la integración de la cadena de suministro, la logística y el apoyo financiero.

Lo cierto es que Estados Unidos ha visto reducida su influencia en los últimos años en favor de Rusia y China. Y los recientes recortes en ayudas denotan el poco interés del nuevo inquilino de la Casa Blanca hacia África, aunque muchos analistas señalan que Estados Unidos estaría cometiendo un grave error al dejar que Rusia y China sigan expandiendo sus influencias en el continente.

Por otro lado, sería un grave error considerar el continente africano como un mero peón en esta guerra comercial entre China y Estados Unidos. El continente tiene mucho que ofrecer y puede desempeñar un papel fundamental en el escenario global. Pero también es fundamental que los países africanos mantengan su soberanía y tomen decisiones que beneficien a su población en lugar de servir a los intereses de potencias extranjeras.

China acusa a Estados Unidos de usar falsos pretextos para aplicar sanciones contra Cuba

La cancillería de China criticó las recientes medidas de Washington contra Cuba y sus misiones médicas, calificándolas de coercitivas y hegemónicas.

La portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Mao Ning, ofreció una conferencia de prensa en la que expresó su rechazo a las sanciones aplicadas por Estados Unidos contra las misiones médicas de Cuba. Foto: Ministerio de Asuntos Exteriores República Popular China.


Este miércoles 19 de marzo, en conferencia de prensa, la portavoz de la cancillería china, Mao Ning, ratificó el apoyo de su país al gobierno y Pueblo de Cuba y rechazó la ampliación de restricciones de visas a funcionarios cubanos y de terceros países relacionados con los servicios médicos en el exterior.

«Las acusaciones de «trabajos forzados» no es más que un pretexto utilizado por Estados Unidos para reprimir a Cuba y ejercer sus herramientas hegemónicas», aseguró Mao Ning tras destacar que esta acusación del régimen estadounidense para hacer valer su decisión, carece de fundamento.

La diplomática china recordó además que, durante más de 60 años, los servicios médicos cubanos han sido bien recibidos por gobiernos y poblaciones de la región. Asimismo recordó que particularmente durante la pandemia de la Covid-19, Cuba envió a más de 600.000 profesionales médicos a más de 60 países para ayudar en la atención de la enfermedad, esto a pesar de las dificultades propias que se vivían en el país, haciendo referencia a los datos proporcionados por el director de la Unidad Central de Cooperación Médica de Cuba, Dr. Michael Cabrera Laza.

En este contexto, la funcionaria china consideró que las acciones emprendidas por Estados Unidos, «no son más que una extensión y una intensificación de su bloqueo y sanciones contra Cuba, que llevan más de 60 años». En tal sentido, instó a las autoridades gubernamentales de ese país norteamericano a detener inmediatamente las medidas coercitivas contra La Habana, eliminar a Cuba de la lista de estados patrocinadores del terrorismo y tomar decisiones que favorezcan la mejora de las relaciones bilaterales.

Asimismo, hizo un llamado a Washington para que contribuya de manera constructiva al desarrollo de los países caribeños.

La reciente medida recibió el rechazo de los líderes de la Comunidad del Caribe, por considerarla un ataque a las misiones médicas de la nación antillana, cuya labor en el mundo ha sido reconocida además por la Organización Panamericana de la Salud y la Organización Mundial de la Salud, especialmente por su alto impacto social en naciones con servicios médicos limitados.

El secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, anunció el martes 11 de marzo, un endurecimiento adicional de las sanciones contra Cuba y Venezuela mediante la ampliación de la política ya existente de restricciones de visado relacionada con las misiones médicas cubanas en el extranjero.

El esfuerzo por socavar las brigadas médicas cubanas ha sido una prioridad para Rubio desde sus días como senador de Florida. En 2020, el Secretario de Estado, quien para entonces era presidente de la Subcomisión de Relaciones Exteriores del Senado para el Hemisferio Occidental, presentó junto al exsenador y delincuente convicto, Bob Menéndez, una legislación destinada a socavar el programa.

China condena aranceles del convicto presidente Trump y defiende la soberanía de Venezuela

Guo Jiakun enfatizó la firme oposición de China a estas acciones, instando a Washington a retirar todas las sanciones unilaterales contra Venezuela y a contribuir al desarrollo pacífico y estable de la nación bolivariana.

El impacto de estas nuevas sanciones podría agravar aún más las tensiones entre Estados Unidos, China y Venezuela, en un contexto marcado por conflictos diplomáticos y económicos que continúan escalando. Foto: EFE

El Gobierno chino reiteró su rechazo a las medidas anunciadas por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien propuso imponer un arancel del 25% a los países que compren petróleo y gas de Venezuela.

Según el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Guo Jiakun, estas sanciones representan un abuso de «jurisdicción extraterritorial» y una interferencia grosera en los asuntos internos de otros países.

Guo enfatizó la firme oposición de China a estas acciones, instando a Washington a retirar todas las sanciones unilaterales contra Venezuela y a contribuir al desarrollo pacífico y estable de la nación bolivariana. Además, subrayó que las guerras comerciales y arancelarias no tienen ganadores, advirtiendo que estas medidas solo incrementarán las pérdidas para las empresas y consumidores estadounidenses.

Por su parte, el gobierno venezolano calificó la medida de Trump como «arbitraria, ilegal y desesperada», afirmando que lejos de debilitar su determinación, confirma el fracaso de las sanciones impuestas contra el país. En un comunicado oficial, Caracas denunció que esta nueva acción viola flagrantemente las normas del comercio internacional, reforzando su postura de resistencia frente a las presiones externas.

China, uno de los principales socios comerciales de Venezuela, importó 1.4 millones de toneladas métricas de petróleo venezolano en 2024, posicionándose como el duodécimo mayor exportador de crudo al gigante asiático.

Lo subrayado/interpolado es nuestro.

Netanyahu antepone su supervivencia política ante las millones de vidas en Gaza: ¡Detener ya el genocidio el Pueblo Palestino! Se es cómplice por acción u omisión...

 



Netanyahu antepone su supervivencia política ante las millones de vidas en Gaza: ¡Detener ya el genocidio el Pueblo Palestino! Se es cómplice por acción u omisión...

Por Lic. Valeria M. Rivera Rosas*/escritor, periodista y analista internacionalDiario RED, xinhuanet, la jornada de México, Other News, Tektonikos, red latina sin fronteras, en red, el salto diario, el clarín de chile, ACHEI, ADDHEE.ONG:

La reanudación de los bombardeos masivos sobre la Franja, tras meses de obstrucción a las negociaciones, evidencia que la tregua nunca fue realmente una opción para el primer ministro israelí.

El conflicto en Gaza ha vuelto a escalar de manera dramática, y detrás de la nueva oleada de bombardeos lanzados por Israel no solo hay razones militares, sino una estrategia política bien calculada. El genocida Benjamín Netanyahu, acorralado por sus propios aliados y en una posición de extrema fragilidad, ha decidido dinamitar cualquier posibilidad de tregua con Hamás para garantizar su permanencia en el poder. La reanudación de la ofensiva, que ha dejado cientos de muertos en pocas horas, responde más a su necesidad de estabilidad dentro de la coalición gubernamental que a una verdadera estrategia de seguridad.

A lo largo de su carrera, El genocida Netanyahu ha demostrado ser un maestro en el arte de la supervivencia política. Su capacidad para sortear crisis y mantenerse en el poder, incluso en los momentos más adversos, es una de sus principales características. Ahora, en un escenario de extrema tensión, el primer ministro israelí ha vuelto a recurrir a su estrategia más eficaz: mantener la guerra viva para evitar que su régimen se desmorone.

Desde hace meses, El genocida Netanyahu ha maniobrado para obstaculizar cualquier avance en las negociaciones de paz con Hamás. Aunque en enero Israel firmó un acuerdo de alto el fuego, su cumplimiento ha sido deliberadamente entorpecido. La retirada de tropas de la frontera con Egipto nunca se concretó, la entrada de ayuda humanitaria ha sido restringida y las negociaciones para la segunda fase del pacto han sido sistemáticamente bloqueadas. Todo esto ha generado una situación en la que el conflicto no solo no cesa, sino que se intensifica con cada nueva violación del acuerdo.

El objetivo de El genocida Netanyahu no es, como afirma su régimen, la «destrucción total» de Hamás, sino la preservación de su propia posición dentro de la coalición. Los partidos de ultraderecha que sostienen su mandato, como Sionismo Religioso y Poder Judío, han condicionado su apoyo a la continuidad de la ofensiva militar. Líderes como Bezalel Smotrich han dejado claro que su permanencia en el ejecutivo depende de que la guerra no se detenga, y El genocida Netanyahu, consciente de su frágil mayoría parlamentaria, ha decidido ceder a sus exigencias.

Una guerra sin fin: la táctica de prolongar el conflicto

La clave de la actual escalada militar radica en la forma en que El genocida Netanyahu ha gestionado la tregua desde el principio. Si bien el alto el fuego debía abrir la puerta a una negociación más amplia que incluyera la liberación de rehenes y un acuerdo definitivo con Hamás, la estrategia del régimen israelí ha sido la contraria: impedir cualquier avance y justificar la reanudación de los bombardeos argumentando que las conversaciones están en un «punto muerto».

En este contexto, la reciente ofensiva no ha sido una sorpresa. Desde el inicio del alto el fuego, Israel ha seguido ejecutando ataques puntuales, aumentando la presión sobre Hamás y reduciendo cada vez más el margen de maniobra de la organización palestina. Al mismo tiempo, la Casa Blanca ha respaldado de manera implícita esta estrategia, culpando a Hamás de la falta de avances en las negociaciones y permitiendo que El genocida Netanyahu mantenga su línea de acción sin grandes consecuencias diplomáticas.

Sin embargo, esta política tiene un precio. Mientras El genocida Netanyahu asegura su supervivencia política, el conflicto se prolonga sin una salida clara. La guerra se ha convertido en un recurso para mantenerse en el poder, pero a costa de un coste humano y humanitario cada vez mayor.

El factor interno: política de guerra y crisis institucional

Más allá del conflicto en sí, la situación dentro de Israel también juega un papel crucial en esta estrategia. El genocida Netanyahu no solo enfrenta presiones de sus socios ultraderechistas, sino que también debe lidiar con una crisis interna marcada por divisiones dentro del propio Likud y crecientes protestas ciudadanas.

El reciente despido del jefe del Shin Bet, Ronen Bar, ha generado un malestar significativo dentro de los servicios de inteligencia israelíes, lo que podría traducirse en inestabilidad dentro del régimen. Además, la necesidad de aprobar los Presupuestos antes de fin de mes obliga a El genocida Netanyahu a garantizar el apoyo de todos los sectores de su coalición, lo que explica su decisión de reactivar la guerra en un momento tan crítico.

El fenómeno político conocido como rally ‘round the flag, por el cual la población tiende a unirse en torno al líder en tiempos de guerra, es un factor que El genocida Netanyahu conoce bien y que ha utilizado en varias ocasiones. En un contexto donde su popularidad ha sido cuestionada, la escalada del conflicto le permite reforzar su liderazgo y desviar la atención de las crisis internas que amenazan con debilitar su posición.

Lo que está ocurriendo en Gaza no es solo una cuestión de seguridad o estrategia militar; es, sobre todo, una jugada política que beneficia a El genocida Netanyahu y a su régimen. La guerra se ha convertido en una herramienta para afianzar el poder, incluso a costa de la estabilidad regional y del sufrimiento de miles de personas.

Mientras la comunidad internacional observa con preocupación el desarrollo de los acontecimientos, el primer ministro israelí sigue adelante con su plan: un conflicto prolongado que le permita mantenerse en el poder sin afrontar las consecuencias de una posible tregua. La pregunta no es cuándo terminará esta guerra, sino cuánto tiempo más podrá El genocida Netanyahu utilizarla en su favor. 

*Valeria M. Rivera Rosas escribe en MUNDIARIO, donde es la coordinadora general. Licenciada en Comunicación Social, mención Periodismo Impreso, se graduó en la Universidad Privada Dr. Rafael Belloso Chacín de Venezuela.

Trump, la Unión Europea y el futuro de Ucrania y Gaza

Observatorio en Comunicación y Democracia (Comunican) 

En poco tiempo, el convicto presidente Trump ha destruido decisivamente la noción cultivada durante mucho tiempo por los medios occidentales, de que Estados Unidos es un policía global benigno que impone un “orden basado en reglas”.

Hoy Washington es la cabeza de un imperio mafioso, que suma 800 bases militares en todo el mundo.  Desde el fin de la llamada Guerra Fría, agresivamente busca la «dominación global/hegemónica de un amplio espectro», como la califica el Pentágono.

Una nueva guardia de cleptócratas quiere conseguir acuerdos rápidos sobre Gaza y Ucrania no porque desee la paz sino porque ha encontrado una mejor manera de enriquecerse aún más. Cualquier persona que intente encontrar sentido a la política de la nueva Administración estadounidense con respecto a Gaza debe estar con una tremenda jaqueca, señala el analista Jonathan Cooke.

De esa prepotencia imperial bien puede hablar Volodomir Zelenski, el aún presidente ucraniano, quien recibió un par de botas de hormigón de diseño Trump, frente a toda la prensa occidental, en el Despacho Oval. Fue un espectáculo televisivo excepcional, se jactó Trump.

Pero esta agresión imperial no es obra del actual mandatario, sino que parece ser heredada. El gobierno de Bill Clinton consideró que «valía la pena», como dijo su secretaria de Estado, Madeleine Albright, asesinar a medio millón de niños iraquíes mediante la imposición de sanciones draconianas en los 1990.

En 2003, bajo el mandato de George W. Bush, Estados Unidos desarrolló una guerra “ilegal”, excusándose en mentiras y argumentos falsos bien difundidos por la prensa hegemónica, que asesino 500 mil iraquíes, y dejó a cuatro millones de personas sin hogar, con la ayuda de los mercenarios de Blackwater.

Hay quienes ocupan su tiempo en hablar de la eventual humillación de Zelenski, olvidando, por supuesto, los miles de ucranianos y rusos muertos o heridos en una guerra promovida por la Casa Blanca con sus socios de la OTAN.

Paradójicamente, los críticos en Washington, respaldados por los medios de hegemónicos comunicación y las élites europeas, desestiman las acciones de Trump en Ucrania al considerarlas el apaciguamiento de un imperialismo ruso supuestamente resurgente, en lugar de pacificación.

Pero siguen desconcertados por las reuniones de la administración Trump con los palestinos de Hamás, lo que rompe con décadas del llamado Consenso de Washington, que dictamina quiénes son los buenos y quiénes son los malos, quiénes los guardianes del orden y quiénes los terroristas.

Y, entonces, la alternativa para los europeos occidentales es clara:  Trump es un rompedor de moldes que rehace un orden mundial disfuncional, o es un fascista en ciernes, que acelerará el colapso del orden mundial establecido. Quizá sea ambas cosas.

Tanto en Ucrania como en Gaza parece decidido a terminar con el statu quo fallido. Poner fin a la guerra y a la destrucción de Ucrania, obligándola a rendirse no sin antes asegurarse los negocios futuros y/o terminar con Gaza, un verdadero campo de concentración palestino, vaciando a sus habitantes por la fuerza.

Una de las dudas es si Israel entendió la estrategia trumpiana. El ministro de defensa israelí Israel Katz amenazó con la anexión de la Franja de Gaza y ordenó al ejército apoderarse de más territorios, pero se abstuvo de indicar cuáles, además de evacuar a la población gazatí.

Mientras, la cumbre de los 27 países europeos, celebrada 24 horas después de que Ursula von der Leyen presentara su plan de 800 mil millones de euros para el rearme no avanza. España, Francia e Italia (países del sur con sensibilidad diferente a los vecinos de Rusia) pusieron en cuarentena el Plan Kallas que busca una ayuda masiva a Ucrania.

La quiebra del vínculo transatlántico en combinación con la asertividad rusa daban el marco perfecto para articular un relato sin fisuras: “Europa se encuentra bajo una amenaza terrible y ya no tenemos quién nos defienda”.

En el menú de la reunión había temas muy espinosos como la defensa del continente, el apoyo a Ucrania, el drama migratorio, la cumbre del euro, el desafío de la competitividad o la guerra de Gaza, pero se esperaba que tomara la temperatura de las posiciones nacionales cuando se están estableciendo los pilares de la arquitectura de la UE de la Seguridad y la Defensa.

Dicen que en Europa no se gasta lo suficiente en Defensa, aunque es sabido que el conjunto de los presupuestos europeos superaba casi en cuatro veces en 2022 al ruso. Es simple: no existe una fuerza militar de la UE, sino la suma de sus partes, algo que es altamente ineficiente… y oneroso.

Durante la cita, los países del Este han aprovechado la ocasión para intentar dar impulso a la entrada de Ucrania a la OTAN, pero la amenaza inminente sobre un ataque del presidente ruso Vladimir Putin en territorio OTAN que perciben en el este no llega al sur.

La sensación que se impone en Bruselas es que las negociaciones reales todavía no han comenzado y, por tanto, los europeos tienen tiempo para hacerse con un sillón en la mesa de negociación. Pero hasta hoy la UE no tiene ese espacio, ni siquiera con un representante que daría voz al bloque.

Antes, la élite de Washington perpetuaba guerras eternas contra demonios inventados que justificaban el desvío de la riqueza nacional a las arcas de las industrias bélicas de las que dependía la riqueza de esa élite. Hoy los pretextos para esas guerras parecen obsoletos y desestabilizadores en un mundo de recursos cada vez más escasos.

El convicto presidente Trump cabalga sobre el desencanto europeo, rompiendo normas, presentándose como quien va a acabar con la vieja guardia de los belicistas corporativos.

*Colectivo del Observatorio en Comunicación y Democracia (Comunican), Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA)

LO SUBRAYADO INTERPOLADO ES NUESTRO.

 

 

Hacia un inminente fracaso...



Hacia un inminente fracaso...

Juan Pablo Cárdenas S. /Escritor, periodista y analista internacional/Diario RED, xinhuanet, la jornada de México, Other News, Tektonikos, red latina sin fronteras, en red, el salto diario, el clarín de chile, ACHEI, ADDHEE.ONG:

Cuando solo le resta al actual gobierno un año de gestión, y los partidos políticos prácticamente están consumiendo ahora todos sus esfuerzos en ganar las próximas contiendas electorales, es muy poco probable que el país avance considerablemente en los que son los objetivos fundamentales de la política. Esto es la búsqueda de la equidad social, la libertad y el logro de una democracia participativa. Cuya insatisfacción es lo que mejor explica fenómenos como el de la inseguridad, la creciente delincuencia y el miedo como la desesperanza de la población.

Quedan nuevamente en evidencia las asimetrías que existen entre los ingresos de la inmensa mayoría de los trabajadores respecto de ese cinco por ciento de los chilenos más ricos, quienes perciben más de 40 veces lo de cada pobre, según cifras corroboradas siempre por la CEPAL y los diversos estudios nacionales y regionales.

Sin desconocer lo obrado por los gobiernos de la posdictadura en beneficio de erradicar la miseria o la extrema pobreza, lo cierto es que estos logros no han modificado las distancias entre el bienestar de la extrema riqueza y la dramática situación de quienes apenas logran subsistir. Lo que habla de los miles de tomas de terrenos y campamentos, cuyos habitantes viven en ascuas esperando en cualquier momento que los Tribunales ordenen la demolición de sus precarias viviendas y la erradicación de estas familias en beneficio del “sagrado” derecho de propiedad, reservado en Chile para algunos y negado para las grandes mayorías de pobres, mapuches e inmigrantes.

Si bien hoy, contrario a lo que ocurría hace algunas décadas, a la mayoría no le falta el sustento alimenticio básico, ello no significa que objetivos como el de la salud, la educación, la vivienda y otros estén garantizados. Es insoslayable que los ricos son cada día más ricos y los pobres iguales o todavía más pobres al final de la actual administración del llamado progresismo chileno.

Esto significa que continuarán creciendo las listas de espera en los hospitales y que las brechas existentes entre la educación elitista y la instrucción pública serán todavía más ostensibles. Poca o ninguna diferencia marcara el Gobierno de Boric respecto de lo realizado por su antecesor y las administraciones de la Concertación y Nueva Mayoría. En este sentido, Chile como las naciones de toda nuestra región y del Tercer Mundo seguirán viviendo en “estado de pecado” según lo anotado tantas décadas atrás por el papa Pablo Vl y los episcopados católicos del Continente.

Y las soluciones debieran ser más fáciles de lo que se cree. Diversos estudios nos señalan que, si se reasignara el 4 o 5 por ciento del PIB, nuestros países podrían dar satisfacción a todas las demandas de la salud, educación y vivienda. Pero ello, ya sabemos, no se logrará en el año que nos queda, en que para colmo es la derecha la que ahora promete satisfacer cínicamente, las principales demandas sociales y, según las encuestas, tiene la mejor opción de alcanzar la victoria presidencial y parlamentaria en los comicios de fin de año. Salvo que prevalezca el feroz canibalismo practicado entre sus partidos y caudillos.

Esta ventaja de la derecha habla de los dividendos que entrega la millonaria propaganda electoral como la propiedad y orientación de los más poderosos medios de comunicación. En una “democracia” en que la diversidad informativa no existe y, para peor, sigue restringiéndose. A lo que debemos sumar la enorme decepción popular respecto de lo que se esperaba de los actuales gobernantes.

Posiblemente tampoco ni este o el próximo gobierno hagan algo para aprobar una reforma tributaria sustantiva, que prohíba la extrema riqueza, disminuya los desmedidos gastos de defensa para el logro siquiera de una justa pensión para los jubilados. Además de mantener más o menos igual las diferencias que se consolidan entre los sueldos que ganan los hombres y mujeres. Tampoco será posible, ya, ponerle término al sistema previsional de las AFP y a las fatídicas isapres que lucran con la salud de la población. Lo que fueron promesas rotundas para lograr el apoyo de la ciudadanía.

Antes que la desatada competencia electoral nublara la contienda de ideas, nada se hizo para corregir los abusivos honorarios de ministros, subsecretarios, parlamentarios y otros altos funcionarios públicos, siempre por encima de 30 a 40 veces el salario promedio de los trabajadores. Una gran tajada del erario nacional que también la clase política comparte con operadores, asesores y funcionarios de su confianza. En que se hace gala del amiguismo, del cuoteo, del nepotismo y otros vicios que explican, en realidad, la unidad que mantienen los partidos que integran el oficialismo. Nada más que por el riesgo de que cualquier desacuerdo severo entre los moradores afecte la “correlación de fuerzas” y pueda arrastrar al desempleo de una cantidad de parásitos de la política. Militantes de partido todos que, en virtud de lo cual, gozan de altos honorarios, gastos reservados y otras prebendas. Como también la que les asegura a los ex presidentes de la república percibir una abultada dieta vitalicia, aunque hayan gobernado solo por cuatro años.

Herencia indiscutible del actual gobierno será haber dotado a las policías de ingentes recursos para reprimir a los insatisfechos, a los que ocasionen movilizaciones y protestas que puedan desanimar la inversión extranjera y arriesgar la “calificación país” en las instituciones financieras y económicas internacionales. Nunca el sector castrense habría podido imaginarse las dádivas otorgadas por los izquierdistas en el poder. Por lo mismo que está tan asegurada la estabilidad institucional que fuera tan criticada por los que prometieron, también, derogar la Constitución Política del Estado heredada de la Dictadura cívico militar y ahora , desde el poder, son sus celosos guardianes..

Actualmente, ni a la derecha o el oficialismo se les ocurriría golpear las puertas de los cuarteles para perseguir, por ejemplo, la corrupción y los abusos de poder, que bajo este gobierno no disminuyeron en nada su tendencia alcista. Seguramente a imitación y abrigo de la codicia de los mismos militares y toda la impunidad que se manifiesta al respecto. Junto con seguir postergando las sentencias que castiguen el cohecho, tanto como los sobornos políticos y empresariales de aquellos bullados escándalos ocurridos durante los gobiernos predecesores. Todo esto porque nuestra democracia no es del pueblo, ni con el pueblo ni para el pueblo.

Pero como el voto es obligatorio y la población tiene menos formación cívica y cultural que en el pasado, lo más probable es que las dirigencias políticas a fin de año vuelvan a jactarse de la fortaleza de nuestras instituciones, y el país renueve la visa que le otorgan las grandes potencias a nuestro sistema económico y desigualdad social.

Y, de esta manera, volvamos a salvar de los bloqueos y las desestabilizaciones instigadas contra aquellos países más dignos que el nuestro enfrente de la gran potencia imperial y el desquiciado gobierno de Trump.

Lo subrayado/interpolado es nuestro

El fenómeno Trump:

El fenómeno Trump:

Por Prof.  Boaventura de Sousa Santos* – Diario RED, xinhuanet, la jornada de México, Other News, Tektonikos, red latina sin fronteras, en red, el salto diario, el clarín de chile, ACHEI, ADDHEE.ONG:

Nuestro prolegómeno:

El fenómeno del convicto presidente Trump a partir del convicto canciller/presidente Hitler: Del imperio nazi al imperio estadounidense/yanqui.

Los Profs. Noam Chomsky, Boaventura de Sousa Santos y el Dr. Roberto Savio y una minoría de intelectuales consientes del peligro que encierra el desquiciado proyecto y régimen autoritario del convicto presidente Trump, para la sobrevivencia de los pueblos enajenados de Estados Unidos y de la Unión Europea – ¡No viven! -, ¿Podrán salvarlos o será demasiado tarde?.  “La historia se repite primero como farsa y después como tragedia. Quien no aprende las lecciones que le da la historia, ayer, con el convicto canciller/presidente Hitler, hoy, con el convicto presidente Trump, está condenado a repetirlas”...

Todo esta dicho, pero como nadie hace caso hay que volverlo a repetir...

Porf. Moreno Peralta/IWA

Secretario Ejecutivo ADDHEE.ONG

Reflexiona el Prof. De Sousa Santos

Toda normalidad induce y tolera cierto tipo de extremismo. Más allá de cierto límite, o el extremismo se neutraliza o el extremismo establece una nueva normalidad. La normalidad en Estados Unidos es el cumplimiento de la Constitución y, en lo que respecta a las relaciones internacionales, es poner ese cumplimiento al servicio de los intereses de Estados Unidos, el único aliado incondicional de Estados Unidos. Quiero decir incondicional en el sentido más fuerte de la palabra: cualquiera que socave estos intereses será neutralizado, aunque sea el Presidente. La neutralización es responsabilidad del Estado profundo, el Estado profundo que de hecho gobierna Estados Unidos tal y como lo conocemos. El término “Estado profundo” solo empezó a utilizarse en referencia a Estados Unidos durante el primer mandato de Trump, a menudo invocado por él como chivo expiatorio de sus fracasos.

Se refiere a la existencia de intereses muy poderosos y bien organizados que, sin ningún escrutinio democrático, deciden el destino del país en momentos de grave crisis. Es en esos momentos cuando se producen acontecimientos dramáticos, o decisiones oscuras cuyas causas nunca se aclaran del todo. Por ejemplo, el asesinato del presidente John Kennedy (1963); Watergate (1972); Irán-Contra (1981-1986); el atentado contra las Torres Gemelas de Nueva York conocido como 11-S (2001); la invasión de Irak «justificada» por unas armas de destrucción masiva inexistentes (2003), etc.

Concebido de diversas maneras, el Estado profundo es hoy un tema ineludible y su aplicación es tan pertinente en países considerados autoritarios como en países considerados democráticos. (Para el caso de Estados Unidos, véase, por ejemplo, Peter Dale Scott, The American Deep State: Big Money, Big Oil and the Struggle for Democracy, 2015; Mike Lofgren, The Deep State: The Fall of the Constitution and the Rise of a Shadow Government, 2016)[1].  Por ahora, el Gobierno de Donald Trump es una excepción autorizada y el espectáculo del extremismo. Si la normalidad sucumbirá o prevalecerá, si el extremismo de Trump se mantiene o no dentro de los límites tolerables, son, por el momento, cuestiones abiertas. Como lo está el futuro de Trump. Por ahora, legalmente, sólo el sistema judicial tiene algún poder para detener a Trump. En cuanto al Estado Profundo, no sabremos nada hasta que su intervención sea completa.

El espectáculo genera un proceso de retroalimentación permanente: Donald Trump abre los informativos de casi todas las televisiones del mundo en días consecutivos. El mundo parece estar patas arriba. De un día para otro, Estados Unidos es (o parece ser) el aliado de Rusia contra Ucrania y Europa. ¿Quién podía imaginar que EE.UU. votaría junto a China, Corea del Norte e Irán en la ONU la resolución para condenar la invasión rusa de Ucrania? El mayor problema para el mundo no es Trump, sino la forma en que los líderes mundiales tratan sus posiciones. Por otra parte, contrariamente a lo que retrata la espuma de los días, el comportamiento de Trump es menos errático o imprevisible de lo que se podría pensar.

Los principales ejes de su política a la luz de sus primeros pasos son los siguientes:

1- Los negocios unen y la política divide. La división política debe utilizarse para mejorar los negocios, no para destruirlos. En este terreno, Rusia es más prometedora que Europa.

2- El armamento es crucial para la economía de Estados Unidos, pero debe venderse, no utilizarse, y desde luego no por Estados Unidos.

3- En términos de rivalidad económica, sólo China cuenta.

4- El capitalismo determinista globalizado debe afirmar su ADN colonialista. El colonialismo es el saqueo de los recursos naturales. Sin él, no hay capitalismo. Los palestinos son indígenas. Igual que los congoleños, o los latinoamericanos y caribeños de su patio trasero.

5- Surgirá una nueva normalidad no sólo en Estados Unidos sino en el mundo: oligárquica, autoritaria, fascista en el fondo, democrática en la forma. Es el verdadero fin de la historia que sólo los ingenuos (como Francis Fukuyama) veían residir en el liberalismo capitalista.

La respuesta de Europa

El enfrentamiento «nunca visto» con Zelensky en el Despacho Oval de la Casa Blanca poco tuvo que ver con Zelensky. Con una puesta en escena perfecta, Trump quería sobre todo humillar a Europa humillando a su héroe, el gran campeón de la democracia. También quiso humillar a Joe Biden por haber impedido que la guerra acabara dos meses después de empezar; y también por estar convencido de que Biden está muerto en Estados Unidos pero vivo en Europa. Y Europa se comportó como Trump esperaba de unos dirigentes mediocres que no saben nada de negocios. Europa entró en la guerra presionada por Estados Unidos a través de la OTAN. La OTAN es Estados Unidos y poco más. La invasión de Rusia fue ilegal y reprochable, pero ya está plenamente documentado que fue provocada por Estados Unidos, convencido de que debilitar a Rusia era debilitar a un aliado clave de China. Trump tiene la opinión contraria. Por un lado, para él, sólo una alianza calibrada con Rusia puede debilitar a China. Por otro lado, Europa tiene características contrarias a lo que Trump imagina para EE.UU. y el mundo: es demasiado laica y liberal; tiene sistemas públicos de sanidad y educación robustos (hasta ahora); «excesiva» protección laboral; «excesiva» protección medioambiental y «excesiva» regulación estatal.  En resumen, Europa es débil porque tiene un Estado fuerte, porque carece de recursos naturales y porque no puede defenderse de los ataques exteriores sin el apoyo de Estados Unidos.

De lo que no se dan cuenta los líderes europeos es de que la verdadera debilidad de Europa (no la debilidad de Trump) ha sido deseada e inducida por Estados Unidos desde el fin de la Unión Soviética. Desde muy pronto, Estados Unidos temió que Europa se convirtiera en un actor global, alimentando así el multipolarismo, que siempre ha sido temido por Estados Unidos, que no puede imaginar (y teme) dejar de ser el único actor global. Cuando el Presidente Chirac de Francia y el Canciller Gerhard Schröder de Alemania se opusieron a la invasión de Irak, Estados Unidos tomó nota de que los aliados europeos eran futuros rivales en un mundo multipolar.  Este recelo aumentó con el Tratado de Lisboa de 2007, la inauguración en 2011 del primer gasoducto Nord Stream para suministrar energía rusa barata a la mayor economía de Europa (y a otros Estados europeos) y el refuerzo del pacto fiscal para fortalecer la integración europea ese mismo año. Además, la preferencia de Alemania por el Nord Stream y de Italia (Berlusconi) por el South Stream aumentó la suspicacia contra estos dos países considerados socios estratégicos de Rusia[2]. El mismo recelo contra un multipolarismo que debilitaría a Estados Unidos está en la raíz del apoyo estadounidense al Brexit (2016-2020). En otras palabras, los mediocres líderes europeos de la última década no se dieron cuenta de que Estados Unidos buscaba debilitar a Europa para poder ahora despreciarla… por débil.

Una vez retirado el apoyo estadounidense a la continuación de la guerra, los líderes europeos, bien engrasados por el lobby de la industria armamentística estadounidense, en lugar de sentirse aliviados por librarse de una guerra que les ha sido impuesta y que les llevará a la ruina financiera -y a la destrucción de Ucrania-, han asumido como misión histórica la continuación de la guerra y la preparación de otras guerras, y pretenden vender esta idea suicida a los europeos inventándose un nuevo peligro: la amenaza rusa. En definitiva, Europa ha mordido el anzuelo de Trump: se rearmará para seguir desarmándose social y políticamente. Las armas más complejas y caras serán compradas a la industria militar estadounidense. Una vez más, Trump ha logrado su objetivo: el equipamiento militar es crucial para hacer negocios, no para hacer la guerra. Al rearmarse, Europa transfiere la inversión en políticas sociales y transición energética a la inversión en armamento y, como resultado, aumenta la desigualdad social y la polarización social, e ignora el peligro de colapso ecológico. Abre un campo fértil donde pastan ideas y políticas de extrema derecha. En otras palabras, se ha convertido en una réplica barata de Estados Unidos. El autoritarismo fascista con fachada democrática está en el horizonte, tal y como Trump quiere para Europa y el mundo.

En definitiva, al rearmarse, Europa se está desarmando. En unas décadas, la economía europea en su conjunto no estará entre las diez mayores del mundo. Y el desarme social sólo beneficiará a la extrema derecha, que por el momento, al menos a través de la voz de Viktor Orban, parece más partidaria de la paz y más resistente a la orgía de preparación para la guerra que otras fuerzas políticas de derecha e izquierda.

¿Existe una amenaza rusa?

Europa sólo sería un aliado rival a respetar si permaneciera unida a Rusia, el país con mayor superficie del mundo y recursos naturales en gran parte sin explotar. Esta fue la propuesta que dominó el eje París-Berlín en las dos primeras décadas del siglo XXI. ¿Existe hoy una amenaza rusa contra Europa cuando Putin pide a los empresarios europeos que vuelvan a Rusia? ¿Es una transferencia subliminal del anticomunismo a la rusofobia? La rusofobia es algo mucho más antiguo y se remonta al menos a finales del siglo XIX. Fiel a su proyecto revolucionario, el propio Karl Marx puede considerarse rusófobo, por un momento, en las cartas que escribió en 1878 a Wilhem Liebknecht, padre de Karl Liebknecht. El objetivo era combatir al reaccionario imperio ruso, que en ese momento estaba en guerra con el no menos reaccionario imperio otomano. Ante la pasividad de Inglaterra y Alemania, Marx se desahogó en francés: «Ya no hay Europa»[3] Tras la Segunda Guerra Mundial, la rusofobia se metamorfoseó en anticomunismo. El gran pilar del anticomunismo en Europa fue el catolicismo conservador[4] y, en Estados Unidos, el macartismo. Pero la rusofobia también alimentó durante décadas la ideología comunista de la China de Mao Zedong y la ideología imperial de Japón. En Occidente, los acuerdos de Yalta mantuvieron a raya los impulsos más extremistas. Cabe recordar que en 1955 el ejército soviético (perteneciente al régimen fascista) se retiró de Austria a cambio de la neutralidad de este país. El mismo tipo de propuesta hizo Gorbachov en 1990 cuando aceptó la reunificación de Alemania.

La idea de la amenaza rusa era especialmente comprensible en los países del norte y el este de Europa. Recordemos que, para Lenin, la época de la Revolución Rusa estaba condicionada por la necesidad de acabar con la guerra a toda costa. Y el coste era alto porque Rusia perdió alrededor del 30% del territorio que antes había formado parte del Imperio Ruso. Los bolcheviques aceptaron la independencia de Finlandia, Estonia, Letonia, Lituania, Ucrania y Bielorrusia, los cinco últimos países ocupados entonces por Alemania. Fue un tratado efímero, dado el resultado de la guerra, pero las guerras locales que siguieron (entre Ucrania y Polonia, por ejemplo) y la Segunda Guerra Mundial cambiaron de nuevo el mapa geopolítico de esta región, una región que, hasta la guerra de Ucrania, se consideraba periférica, como los Balcanes, y de poca importancia para los grandes proyectos europeos (es decir, el eje París-Berlín). La rusofobia está volviendo precisamente porque ahora el centro de Europa parece haberse desplazado a Ucrania, Europa del Este y los países bálticos.

En mi opinión, la mayor amenaza para Europa proviene de su incapacidad para acercarse a Ucrania distanciándose de Zelensky. Trump intentó demostrar a los europeos que Zelensky era parte del problema, no de la solución. Los líderes europeos, mostrando su pobreza política, hacen la vista gorda ante los partidos democráticos prohibidos, la censura, los demócratas encarcelados en Ucrania y la fuerte presencia nazi en el ejército ucraniano. Al entronizar a un presidente de dudosas credenciales democráticas, están practicando un «cambio de régimen» a la inversa, haciendo todo lo posible para impedir que surjan en Ucrania otros líderes que, en unas elecciones libres y justas que no estén dominadas por la paranoia rusófoba, reconstruyan el país y hagan prosperar la democracia. El martirizado pueblo de Ucrania se merece eso y mucho más.

¿Qué futuro le espera a Europa?

Hasta la guerra de Ucrania, Europa parecía un oasis en un mundo convulso. Para los de fuera, Europa tenía tres características difíciles de encontrar en ningún otro lugar del mundo: libertad individual (la democracia se considera robusta), solidaridad social y paz. Para quienes vivían en Europa, estas características eran en parte verdad y en parte ficción. Las desigualdades sociales crecían; Bruselas era más una comunidad de grupos de presión y burócratas escandalosamente bien pagados que de demócratas centrados en los intereses de los ciudadanos; la xenofobia iba en aumento, tanto como causa como consecuencia de la polarización procedente de la extrema derecha en ascenso. Se había instalado un malestar tras treinta años de críticas alimentadas sobre todo por el neoliberalismo nacional e internacional, para el que el Estado del bienestar era inviable y la privatización de las políticas públicas (sobre todo las más ligadas al bienestar de las personas: sanidad, educación, sistema de pensiones) era la solución.

La Primera Guerra Mundial supuso la desaparición de cuatro imperios, tres de ellos europeos (ruso, alemán, austrohúngaro y otomano); la Segunda Guerra Mundial supuso el colapso del imperio japonés, la aparición del imperio soviético y la consolidación del imperio estadounidense, mientras los imperios europeos agonizaban en el Sur global (incluido el Caribe). Por mencionar los casos más destacados, el imperio holandés en Indonesia, el inglés en la India, el francés en Argelia y los países del Sahel, y el portugués en el África subsahariana. Un antiguo nuevo imperio, China, está resurgiendo subrepticiamente. Europa está fuera del juego interimperial y ha decidido trágicamente optar por la política perdedora, tanto frente al imperio estadounidense como frente al chino. Mientras que las antiguas colonias europeas han aprendido a sacar partido de las rivalidades interimperiales, Europa, tan adicta al recuerdo de su pasado imperial, se niega a aprender de sus antiguas colonias y prefiere un no-lugar, una especie de subcontinente sin hogar. Como las poblaciones sin hogar, estará sometida a todo tipo de intemperies.

[1] Otra concepción del “Estado profundo” puede leerse en Jon D. Michaels, ‘The American Deep State’ (2018) 93(4) Notre Dame Law Review 1653-1670.

[2] En 2008, Casa Banca intentaba organizar una alternativa energética desde Estados Unidos en los países del norte y este de Europa. Entre estos países se encontraban Ucrania, Polonia, los países bálticos y los países escandinavos. Véase Domenico Caccamo, «Europa 2005-2011: gli sviluppi istituzionali dell’eu visti da Washington» Rivista di Studi Politici Internazionali, abril-junio de 2012, nuova serie, vol. 79, nº 2 (314) pp. 189-209. Quizá esto ayude a entender lo ocurrido con Nord Stream en 2022.

[3] Bruno Bongiovanni, «Marx, la Turchia, la Russia: due lettere», Belfagor, vol. 33, nº 6, 1978, pp. 635-651.

[4] Rosario Forlenza «El enemigo interior: el anticomunismo católico en la Italia de la Guerra Fría» Past & Present, 235 (mayo de 2017), pp. 207-242.

*Sociólogo. Profesor catedrático jubilado de la Facultad de Economía de la Universidad de Coímbra (Portugal). Profesor distinguido de la Universidad de Wisconsin-Madison (EE.UU.)

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