COLOMBIA EN LLAMAS: ¿quiénes son los incendiarios?
Por Mariano Sierra.
Escritor,
jurista, y analista internacional, Addhee.Ong
.
Colombia
se alza en rebelión para reprimir las pesadillas sociopolíticas que en grandes
incendios se han extendido a través del tiempo consumiendo la esperanza de un
pueblo. En nuestro país no paran de percibirse ardientes temperaturas sociales,
climáticas, políticas, económicas, espirituales, de gobernabilidad. No han
bastado alegóricas reformas para sortear las llamas hegemónicas siempre en
combustión. Las políticas de Estado no cumplen su objetivo social, democrático
e institucional, por ello son la causante de los incendios que se propagan
indiscriminadamente, difíciles de contener.
El
pasado no puede quedar en el olvido, pasado que hace con el presente una
simbiosis de lo que somos como institución política para vislumbrar el futuro
que debemos ser. Las llamas de la piromancia estatal han sometido a la sociedad
a patologías diversas formando una comunidad enferma, apática, temerosa y con
miedo. Las llamas se configuran en grandes conflictos éticos de una parte y
sociales de otra que conducen a propiciar protestas legales a las que el Estado
responde con la fuerza pública represiva dado que no es capaz de enfrentar la
verdad. Y por faltar a la verdad, por el mundo recorre el fantasma de la
incredulidad. Nadie cree en nada ni en nadie acrecentando el individualismo y
la soledad humana con un paroxismo social sin límites.
El
pueblo ha sabido resistir en medio de las cenizas cual Ícaro, por su pujanza,
por la resistencia de una juventud guerrera, por el valor de nuestros
indígenas, afros, campesinos y mujeres.
La lucha sigue en medio de la pandemia y las
turbulencias recordando a un paladín de la paz, que en un pasado exclamo que el
respeto al derecho ajeno es la paz, Benito Juárez García, primer presidente
indígena de México. En la Colombia en llamas se vive la llama del poder de régimen,
autoridades, elites y otras fuerzas aliadas como los medios mediáticos de
comunicación, quienes creen que el poder es de ellos, pero la realidad de la
ley natural es que el pueblo. es el poder, que busca reivindicar sus muertos de
tantos genocidios y de esos muertos que en vida recorren el país sepultado por
la impunidad.
Colombia
el país en llamas. es hervidero de pirómanos de todas las estirpes,
provocadores de caos, corrupción e impunidad, conflictos múltiples, todos ellos
ya crónicos. Con Personalidades diversas y actos obsesivos, estos pirómanos se
satisfacen con actos de crisis sociales y políticos en todas las instituciones
oficiales y aun privadas, como verdaderos mercenarios de la violencia
organizada, procesando y construyendo empresas delictivas a la luz de los
órganos de control estatal, donde también ejercen su profesión corrupta, donde
se funciona con criterios de impunidad, lejos de los objetivos que les
corresponde, o se cumplen con fines diferentes
y para personas específicas.
Los
caminos de la verdad arden y sus agitadas llamas cierran todos los espacios
atizando amenazas. Quienes deben aflorar la verdad que el proceso de paz
acordó, la diluyen con sofismas de distracción, con divagaciones insulsas,
engañosas llenas de difusos discursos, todo en dirección de que la verdad se
esfume, escondiendo a los ordenantes de los hechos que cercenaron vidas, a
sabiendas que hacen parte del estado, que pertenecen a la gran estructura del
régimen.
Todos
los regímenes han estado salpicados de
incendios, cuyas llamas han alcanzado todos los frentes sociales y políticos.
Todos los derechos humanos, económicos y laborales como los órganos de
justicia, policivos, militares y de control se han visto envueltos en
escándalos, sin que la ley haya hecho presencia para castigar a los actores de
las fechorías. Sendos discursos retóricos recorren los umbrales de la sociedad,
llevando ilusiones, o lo que se predica, negación de la vida armónica. La
sociedad se pregunta que país está construyendo este régimen, país que es el
imperio de la amenaza, donde la escuela de gobierno está ausente de hombres
honestos, donde los funcionarios parecen saber de todo, pero no entienden nada,
donde no se mide la condición humana y lo que la sociedad espera y lo que está
por venir, es caos e incertidumbre.
En
Colombia todo trasciende entre turbulencias, hecatombes y caos. Cada proyecto
social no culmina pues su proceso está lleno de vacíos jurídicos que terminan
en afectaciones al patrimonio de la nación, pues los contratistas hacen de las
suyas sin que nadie los investigue ni juzgue. Bajo estas premisas de gestión
pública es que se labra el legado que se le va a dejar a la nación, que se
plasmara en los anales de los politiqueros corruptos y en la conciencia del
pueblo. Catástrofe de una gobernabilidad imposible de superar es aprender para
que sean menos burocráticos y resiliente, que evite este declive. Se vive una
colisión política, nos dicen, en perspectiva histórica.
El
proceso de paz en llamas. Este capítulo se quedará sin conocer la verdad por
parte de expresidentes, altos funcionarios del Estado, ministros y miliares de
la cúpula. Aquí las llamas seguirán ardiendo y las victimas se quedarán
esperando quien asesinó a sus familiares y donde se encuentran enterrados. Solo
conocerán esta información, cuando ocurrirá en la resurrección de los muertos
que nos habla la biblia.
Colombia
en llamas arde por todos los frentes, rurales y urbanos y en el rural acoge las
tierras que le han arrebatado a nuestros campesinos que agonizan en tierras
roturadas como siervos sin tierra, cual condenados de la tierra como también lo
señala en su obra Juan Rulfo en el Llano en llamas, que es otro episodio de
nuestra América saqueada en llamas.
Revivamos los fuegos de la esperanza para con ellos apagar los fuegos
leviatanes de los poderes de los sin razón. Como dirán los expertos que, ante
la inmanencia del fuego de las crisis, plantear desafíos se torna prioridad si
queremos dar impulso a unas mejores condiciones de vida, de libertad y
existencia.
Las
venas abiertas de la tierra, de la naturaleza se extienden resistentes ante la
embestida humana que a cada instante profieren su destrucción con el fuego que
el hombre propaga con sus instintos criminales, que le arrebatan su vida, que
es también la vida humana. Abrir la biosfera es nuestro ímpetu para avivar los
vientos de la ontología humana, del saber y conocer la historia, que nos revive
el clamor de un pueblo que nunca es oído ni atendido, al que solo le llega el
fuego de las balas asesinas.
Colombia
vive con el Estado una relación rota, pues la sordera, el silencio y la
estrechez para moverse no está en la agenda presidencial. La sociedad ante esta
idiotez de gobernanza, le tiene miedo a la libertad, a su existencia, mientras
no se extinga la dictadura y la terquedad. Salvarnos de la imaginación es la
tarea de la resistencia que propone un pensar social abierto a la lucha que
enruta propuestas ecuánimes y consistentes. Pero el miedo presidencial a su
pueblo, a su juventud, a sus etnias quiere apabullar a los jóvenes con una
invitación a participar en una votación anaranjada con zanahoria a bordo para
después dejarlos colgados de la brocha. Eso es lo que le gusta al dictador,
proponer lo que no puede cumplir y lo más ruin, es que lo hace cuando ya se le
acerca el final sin pena ni gloria, dejando una sociedad sometida a patologías
diversas, enferma y doliente ante los conflictos que tuvo que vivir, todos
ellos incurables como la pandemia que nos asiste. Cualquier anuncio no podrá
modificar las concepciones antropológicas ancestrales, para cambiar el devenir
de la fracasada cultura naranja que pasó desapercibida pues nadie la supo
explicar ni se entendió por más que se anunció con bombos y platillo. También
las llamas la consumen.
En
Colombia en llamas también se extiende a la vulgar politiquería, que apaga la
acción ciudadana, de conciencia combativa y su voluntad política que le inducen
el voto porque padecen de madurez social e idiotez política que solo saben
avivar fuegos de poder transgresor e ideologías presentes en sus conciencias
robóticas sin identidad de bien común. La barbarie de la democracia fracturada
y de la gobernanza fallida nos asiste cual carbones encendidos siempre en la
hoguera constitucional dispuestos a seguir su cometido impopular.
La
rebeldía social es una práctica que hace imperar procesos de gobierno
comunitario que evita la conviertan en idiota útil. El estado en su gobernanza
busca siempre convertir al sujeto comunitario en un instrumento para sus juegos
incendiarios. En medio de las llamas, debemos aprender a resistir los incendios
que proponen y sufragan los regímenes dictatoriales en consorcio con sus
cómplices elitistas. Los desastres incendiaros y de otras múltiples facetas no
duran ni saben afrontar las crisis, pues el pueblo con tenacidad social,
aprende a apagar las llamas tiránicas de los regímenes torpes
Siempre
hay un derecho a la transformación cuando nada funciona, para edificar
oportunidades autorrealizables. La historia se ha dicho la hace el hombre,
cambiar el mundo en medio de utopías, porque lo peor es no cambiar. L las utopías están en nuestra razón para
contrarrestar la irracionalidad de la razón, enfrentando las llamas de la
indolencia social y política con tesón bajo la existencia de un mundo posible.
El país en llamas se cierne sobre partidos faltos de sentires sociales, lo
único que hacen es disputarse curules bajo mantos de duda en sus integridades,
pues la persecución de la justicia los asedia. Las líneas de fuego propagan
maquinaciones seductoras embriagadoras de poder para ofrecerlas al pueblo que
se resquebraja de dolor entre la miseria y la esperanza.
Estas
reflexiones propias de una razón rebelde y un pensamiento crítico buscan
invitar a desafiar a un régimen en llamas. Las razones de rebeldía encuentran
eco en el tratado sobre el gobierno de Locke que detalla que los pueblos tienen
derecho a rebelarse en contra de los gobiernos tiranos, derecho al cual no se
puede renunciar. Los sentires de protestas y de rebelarse tienen cabida contra
el despotismo, donde la reflexión se asume como una denuncia.
Thoreau
dijo....... Loado sea quien como dice mi vecino, tiene un hueso en la espalda
que no le permite doblegarse......
Lo
subrayado e interpolado es nuestro
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