LA CRISIS EDUCACIONAL Y LA CRISIS ECONÓMICA:
Replanteo Educativo,
educación integral, pública, laica, de calidad y gratuita o educación privada, un
bien de consumo, por y para el lucro.
En
los prolegómenos necesarios, preciso que, la educación es un derecho social al
igual que la medicina, que exige una sociedad verdaderamente democrática, con
una educación que prepare integralmente
a la infancia y la juventud para vencer las dificultades inevitables que
se presentan en el camino del progreso
espiritual y material. Una educación que, desde el principio, promueva los valores del espíritu y el respeto por el
entorno ecológico. Que abra su pensamiento y los haga penetrar en el mundo,
gracias al empleo de las disposiciones naturales de observación y
asimilación, que cultive el poder de las
manos, tanto como el poder de la cabeza, que inculque la apreciación de la belleza
en la naturaleza y en el arte, e insista en el cumplimiento del deber para sí
mismo y los demás, una educación integral, pública, laica, de calidad, gratuita,
desde temprano, a medida que se continúa el trabajo, capacite al niño y al joven a descubrir
sus propias facultades y limitaciones, y
que les impela a través de repetidas conquistas intelectuales a otras formas de
esfuerzos productivos, a buscar una vida de éxito alcanzada con la mente o las
manos o con ambas, que les habilite para
analizar por sí mismos los problemas pedagógicos educacionales, económicos y políticos
de su tiempo, y les dé la perspicacia,
el interés y el dominio para manejarlos tan
exitosamente como sea posible, en beneficio propio y de la sociedad, a
la vez, y, finalmente que les lleve a comprender que el único modo de
ganar y retener los premios de la vida
–honor, cultura, descanso, etc. – es,
ser cada vez más útil y hacerles comprender, así, que la vida sin lucha, -
“luchar es vivir”- , crecimiento y sin servicio, no es una valiosa vida.
Porque educar es, ante todo y sobre
todo, formar personas integrales que busquen la verdad con pasión, el
conocimiento de sí mismas, la prosperidad material y espiritual de su pueblo e
intenten desentrañar el misterio que encierra el destino final del ser humano y
del mundo…
Formación
integral o parcelación de la educación.
A
nadie le queda duda, que la crisis
económica está relacionada en gran parte con la crisis educacional. En
síntesis, guste o no, la solución de la crisis económica, en gran parte, pasa
por la solución de la crisis educacional.
La educación debe convertirse en un principio y
en un medio capaz de cooperar en la
definición, análisis, evaluación y propuesta de la superación de la crisis.
Para esto, hay que replantear los problemas educativos sobre bases que
garanticen la estabilidad formativa de los futuros científicos y técnicos que conducirán la
sociedad. Después de los intentos deshumanizadores ocurridos a fines del siglo XX y comienzos del actual,
es indispensable tener que confiar en el
ser humano. En una verdadera democracia no se concibe la educación ni la tarea
de los educadores sin la libertad para crear, investigar, poniendo la ciencia
al servicio del ser humano y no de la guerra y “del libre mercado”. La educación
no puede ser un bien de consumo, porque es un derecho del ser humano. Al
imperante desprecio por la persona, es imprescindible oponerle una fuerza
humanista. Esto exige, un necesario encaminarse hacia un humanismo no
estrictamente intelectual o estético, sino a uno, que comprenda, implique la totalidad del ser
humano. Hoy, esto es inadmisible, porque
la educación está al servicio de la
destrucción del género humano y del entorno ecológico. A quién racionalmente le
queda duda que los que dirigen los destinos de la humanidad son poderes económicos/políticos/militares aniquiladores
de lo humano que socavan la civilización.
Frente al implacable desenvolvimiento científico, técnico, la educación no puede fomentar lo negativo, sino que críticamente
denunciar el mal uso de ella y promover sus elevadas tendencias de lo humano,
olvidadas e ignoradas: la responsabilidad, la libertad para investigar y crear,
etc. Para recuperar a la persona, y
sacarla de su resignación y fatalismo y volver a creer en el ser humano, hay
que dar nueva vida a ciertas antinomias educativas. En primer
lugar, terminar con la insólita
definición y aplicación de que la educación es un bien de consumo,
porque ella es un derecho del ser
humano. A todos los niveles, como ya lo he definido y comentado en
otras oportunidades, la educación general y la educación especial, considerando
sus términos no contrapuestos, sino como
aspectos inseparables y concurrentes de
la estructura total que constituye la formación
del género humano. A la mayor exigencia de especialización reclamada por
las grandes empresas multinacionales, hay que oponerle, por ineludible la
necesidad de integración. Una formación de los
científicos y técnicos con un rol muy importante de las ciencias del ser
humano, especialmente en lo cultural. Así se logrará que el especialismo no
ahogue al humanismo.
La
educación de cualquiera disciplina se niega a sí misma, si no forma seres
humanos responsables e integrales, opuestos
al individuo gregario, consumista, exitista, autocomplaciente, etc.
Es
fundamente para resolver la crisis económica y educacional como ya lo he
sostenido en este ensayo, que el problema educativo se oriente únicamente hacia
la formación de personas que vivan con la consciencia de los derechos humanos
para dar satisfacción a las necesidades sociales del ser humano y a las
esperanzas y aspiraciones que les
permitan crecer espiritualmente. Hay que formar integralmente a la persona y no sólo un fragmento, una parte, aunque éste sea el intelecto, como lo postulan los epígonos
de la globalización del capital que consideran al mercado libre y la cultura como elementos esencialmente
intelectuales al servicio de la producción. Parafraseando a Max Scheler – para
la discusión- “la cultura es una categoría del ser humano, no del saber”. El
genial Pestalozzi acentuó: “Cuando la educación – del niño y del adolescente-
no abarca todo el espíritu, no produce otra
cosa que un método de anquilosamiento artificial del género humano”…
Como
colofón, a las anteriores reflexiones, afirmo que, el desarrollo de lo humano,
que se concentra en la persona como
suprema categoría a la que debe
aspirarse en el proceso de formación, no debe quedar subordinado a los
demás fines secundarios y parciales, sino
éstos a aquel. Concluyo, la educación depende de la concepción del ser
humano y del modo de entender la persona. Las
ciencias exactas no proveen este dato, porque caerían en el
fragmentarismo, que tanto ha afectado a la educación, en cambio, lo puede
suministrar la filosofía en su concepción global y unitaria, plena e integral. La persona no se reduce al individuo abstracto, a un número,
a una masa, sino al ser humano diferente cuando vive, lucha. Siente y obra en el grupo social y en la cultura a
que pertenece. Así, aparece afirmado de
este modo, la consciencia de la personalidad: la independencia y la
solidaridad. Personas así educadas se alejan de la resignación, el
fatalismo, el pragmatismo
contemporizador y el egoísmo. Una
educación que se oriente ante todo, al
espíritu como centro de la vida, de la persona, adopta su verdadero sentido de
humanización, pero esto no implica
que deba hacer a un lado o anular las
ciencias exactas, o toda forma de educación práctica y técnica. Lo que
debe cuidarse es no caer en una
prematura y excesiva especialización
como lo pretende cierto pragmatismo contemporizador, invasor del campo
pedagógico que busca inculcar, en primer término valores utilitarios y
técnicos. La persona en una democracia plena hay que educarla no sólo en una
cerrada competencia especializada, sino también, paralelamente como miembro de
la comunidad política, económica y social, apta, para juzgar por sí misma los problemas
de la democracia, la justicia, el bienestar social y la propia especialidad
técnica. Esto se consigue creando consciencia que en la educación integral de
la persona la ciencia del ser humano y
la ciencias exactas son muy importantes. No
como ocurre hoy en los países desarrollados que forman profesionales de alto nivel científico-técnico, pero neolectores en las ciencias del ser humano.
Prof. Moreno Peralta
Secretario Ejecutivo
ADDHEE.Ong
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