VOTAR CON CRISIS DE PÁNICO
Marcar el voto con una rayita no es una
acción inocente que se pueda obviar o renegar de ella, según cómo se vayan
desencadenando los procesos políticos posteriormente. Es una acción que debe
ser asumida con plena conciencia y responsabilidad.
El miedo es una indispensable sensación
y emoción que nos pone en alerta y desencadena una serie de reacciones
orientadas a la sobrevivencia, pero cuando se convierte en una patológica
condición de crisis de pánico provoca un miedo irracional en donde los
fantasmas del pasado reaparecen, pasando a ser protagonistas esenciales en los
análisis y decisiones que se toman.
En este enrarecido y difuso ambiente, las
combativas consignas gritadas a voz en cuello desde la década de los sesenta en
adelante, se han cambiado por un lápiz poseedor de los poderes mágicos para
detener y derrotar a la ultraderecha chilena, como si solo ahora este sector
político tuviera existencia con este candidato de apellido alemán, cuando se ha
mantenido saludable y robusta desde el 11 de septiembre del año 1973. Una
derecha silenciosa y calmada cuando todos bailan al compás de la música
instalada por ella, inquieta, vociferante y violenta en los momentos que estime
o imagine que corren peligro sus intereses de clase.
A la dictadura no se le derrotó alegremente con un lápiz como han pretendido instalar de manera porfiada y oficial. Siendo rigurosos, a la dictadura cívico militar nunca se le derrotó, porque ésta, a partir de los noventa siguió expresándose a través de la democracia en la medida de lo posible, dejando de lado la parte militar que fue su característica fundamental durante los 17 años anteriores, pero los gobiernos civiles que la sucedieron continuaron la obra encuadrada en la Constitución del 80, acatando y cumpliendo el itinerario fijado en las normas transitorias incluidas en ella que definían el Plebiscito del SI y el NO y las elecciones posteriores para dar paso de esta manera a una nueva forma del sistema de dominación.
El fantasma del comunismo levantado por
la derecha ha provocado también en dicho sector el mismo efecto patológico de
la crisis de pánico, mientras los poderes fácticos y los adoradores del sistema
capitalista y el modelo neoliberal construido paciente y decididamente durante
más de treinta años por los partidos políticos funcionales al sistema de
dominación se articulan, se reacomodan y se preparan para seguir usufructuando
de las bondades del poder en todas sus dimensiones, dejando una vez más como
espectadores a todo un pueblo que con la esperanza del realismo mágico
depositado en un lápiz, al finalizar esta tenebrosa obra de teatro electoral,
encenderse las luces y conocer al vencedor
de esta contienda, que gobernará con cara sonriente o severa según se trate de
uno o de otro, pero que seguirán implementando con mano suave y blanda, o dura y
enérgica, según sea el caso, el sistema de dominación vigente en nuestro país, un
pueblo que deberá enfrentarse a la cruda y dura realidad más allá de los escenarios
y espectáculos electorales.
La crisis de pánico dará paso a
depresiones post electorales en partidarios de uno o del otro bando que resulte
derrotado en esta ocasión. Probablemente habrá expresiones destempladas de
descontento emocional, pero los instrumentos institucionales y los personeros
al servicio del poder y la dominación actuarán en forma oportuna y eficaz para
que todo se ordene dentro de los cauces de la sacrosanta democracia, el estado
de derecho y la vida republicana, porque estas elecciones y la convención
constitucional en curso son caras de una misma moneda destinados precisamente
al objetivo anteriormente enunciado.
El próximo 19 de diciembre caerá el
telón. Fin de la función.
Guillermo Correa Camiroaga, Valparaíso
16 de diciembre 2021
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