Al
Querido Hermano:
Luis
Olguín Blanco
Venerable
Maestro de la
Respetable
Logia Simbólica "Hiram" No. 65
Presente.-
Creo
que, tal vez, en ninguna alternativa anterior de mi existencia había
experimentado una emoción más intensa y compleja como la que afronto en la
presente oportunidad: he de esperar que esta comunicación traduzca ante el
Querido Hermano y Venerable Maestro y mis Hermanos, lo más genuino y auténtico
de mi pensamiento.
Las
alternativas propias de un destino profano pletórico de contingencias de lucha,
me connaturalizaron con el principio de que es esencial el frío análisis
colectivo para adoptar resoluciones de gran trascendencia.
Pero
en tales coyunturas siempre -antes que ahora- comprendí que actuaba en función
de procesos sociales y políticos e igualmente en función de organizaciones de
muy claras concepciones interpretativas de la historia, regidas por programas
concretos y atendidas a estrategias y tácticas consecuentes.
Capté
que no era yo, aún acerca de mis propios actos, el árbitro supremo y exclusivo.
Encarné
aspiraciones de carácter general que personificaban a miles de chilenos y, por
lo mismo, aunque se me dispensara el honor máximo de las más elevadas
responsabilidades cívicas, medí los hechos con un compás de justo brazo y según
una cabal escala de valores objetivos.
Mis
pasos tenían que reflejar un fenómeno amplio.
Y
conforme a este criterio, jamás me dejé arrastrar por la jactancia de echar
sobre mis hombros el fardo de algo que me transformara en una especia de agente
de lo irreparable.
Siempre
me miré, antes que nada, en la faz de mi conciencia; pero aboné mis procederes
y eligiré su peso, en lo que consideré como una correcta interpretación del
sentir de la comunidad.
En
este instante no he consultado a ser humano alguno, porque ello no procede.
Obro,
teniéndome a mí mismo como único consejero.
Por
un impulso íntimo e inducido por ansias y anhelos nutridos de lo bueno y
alimentado también por el ambiente familiar, con humildad y fe en lo positivo
de la condición del hombre, detuve mi ruta profana.
Golpeé,
hace cerca de 30 años y en plena muchachez, ante las puertas de la Orden.
Dejé
oír mi solicitud iniciática; Hoy, al cabo de tan larga etapa de trabajo y convivencia,
he resuelto cerrar esta dilatada trayectoria, sin haber interrumpido jamás mi
asiduidad a los Talleres.
ME ACOJO A MI TEMPLO ÍNTIMO
Me
alejo de los templos, por magníficos que ellos aparezcan ahora en la
suntuosidad de su arquitectura y me
acojo al templo íntimo que, en plena madurez de condiciones, he logrado
edificar para mí mismo.
Este
Templo, construido con los sólidos muros del idealismo; traducido en la
justicia social, la libertad concreta extraña a toda alienación; apoyado en la
fraternidad por la proscripción de las clases sociales y de la igualdad por la
derogación de cualquier discriminación, ya sea racial, religiosa, económica o
cultural, es obra de múltiples experiencias acumuladas con el correr del
tiempo.
Surge mi formación, de estudios
hechos, de circunstancias y emociones tan variadas como ricas, en las que el
éxito y el fracaso se confundieron; en que las amarguras y las decepciones se
borraron ante el desinterés de los humildes y los ejemplos anónimos y
edificantes y también de mis muchas jornadas de mi alternancia Masónica.
Cuanto
acumulé a través de treinta años de trabajo en los talleres de la Orden, tiene
inobjetablemente caracteres de piedra fundamental para mí.
Pero
no deseo que semejante cimiento angular sufra menoscabo y velando por
preservarlo ante mis ojos con fuerza y vigor he resuelto poner entre lo actual
y contingente y los grandes valores, la neutralidad de la distancia y su
benévola perspectiva.
Me
alejo sin reservas espirituales de ningún especie; con hondo sentido de la
fraternidad hacia todos mis hermanos y ansiando solo que se me excuse, si
inadvertidamente, con actos o palabras dijera, siquiera rocé espiritualmente a
algún Hermano en nuestros Talleres.
Solicito mi carta
de retiro por imperativo de mi conciencia.
Y
ante esta, todo requerimiento extraño al propio yo, ha de detenerse y todo
sentimiento ha de postergarse.
El
precio de semejante estrictez es muy duro.
Pero
se alcanza una compensación: la conformidad consigo mismo y la paz que traen el
tiempo y su transcurrir.
Aspiro
que mi último contacto material con los Talleres pueda ser de alguna utilidad.
Ello
es mi deber postrero como Masón activo.
Por
lo mismo, pensaré en voz alta, con el único ánimo de que mi franqueza
contribuya a clarificar conceptos, a evitar dudas en los iniciados -ojalá así
sea-, también a enriquecer a quienes han alcanzado la plenitud Masónica, ya que
el acervo moral no cesa jamás de perfeccionarse por la adición incesante de
puntos de vista.
Estudiante
en un período de fragor social y político y médico joven, de acción profesional
amplia y anónima, fui tremendamente golpeado por el impacto de la realidad
patria y que, por decirlo sintéticamente, en su estructura económica, cultural,
social y política, es la de toda América Latina.
De
ambiente familiar sin prejuicios dogmáticos y atraído por el papel protagónico
de los Masones desde los albores de la independencia; por la dura tarea de la
Orden en su inalterable lucha contra el mal y por el bien; por la acción profana
de la institución en sus afanes de eliminar la desigualdad social; por sus
esfuerzos para barrer la intolerancia y superar el oscurantismo y por imponer
un régimen de igualdad de derechos y de expectativas para todos los hombre
ingresé a la Orden.
Es
no escasa medida también ejerció influencia en mis preocupaciones de bien
público, mi devoción hacia la figura de mi abuelo, el doctor Ramón Allende
Padín, ex Gran Maestro de la Orden y fundador de la primera escuela laica de
Chile.
Larga
trayectoria en la que he recibido honrosas muestras de confianza de mis
Hermanos, como la Maestría y la jefatura de mi Taller, me han hecho formarme un
juicio que estimo apoyado en la realidad de nuestro ámbito fraternal.
Además,
imagino que son muy escasos los Hermanos que han visitado tantas Logias como
yo, a través del territorio nacional, durante tantos y tantos años que llevo
procurando descubrir en su integridad social a Chile y las características de
sus gentes.
UN
INCENTIVO DE SUPERACIÓN
Desde
un punto genuinamente teórico, la Orden Masónica es una institución perfecta.
Esencialmente
aspira a una meta que carece de ubicación determinada en el tiempo y que, por
lo mismo, representa un incentivo permanente del más alto nivel: la superación
del hombre en sí.
Los
métodos que sustenta para promover semejante proceso son inobjetables por su
contenido y significación.
En
efecto, su sistema de gradación iniciática, sinónimo de esfuerzo, disciplina,
constancia, etc., no puede merecer el más leve reparo.
Su
lenguaje simbólico, más allá de la belleza que encierra en sí, ofrece la
enorme ventaja de que las imágenes, que
superan el frío significado preciso de los términos, ponen en vibración
sugestiva y creadora todos los resortes de la imaginación interpretativa y de
los sentimientos.
Y
el Ritual del intimo contacto de los
símbolos, planea fórmulas expresionales y hasta
organizativas que ennoblecen la
convivencia.
La
Orden, en sus aspiraciones de fondo, podría mirarse quizá si como la más
acabada expresión del humanismo, ya que no incurre en dogmas - sinónimo de drama histórico- que
singularizan las religiones.
En
su aspecto formal, la Orden también reconoce principios de una vigencia
indiscutible: genuina democracia; una indispensable jerarquización funcional de
valores y una precisión nítida de las delimitaciones entre los diversos órganos
de su estructura.
Obviamente, dentro de los Talleres se crea, así una realidad que debería hacer de cada Hermano un hombre libre, de
buenas costumbres, apto para cultivar la igualdad, la fraternidad, la
tolerancia, y en suma, un ciudadano auténtico de la libertad integral.
En
la sociedad Masónica y en el pueblo Masónico nace, en cierto modo, un mundo que
refleja el ideal de estructura de la
comunidad, no solo ya en su carácter
nacional, sino en la esfera
universal.
APERTURA AL MUNDO CONTEMPORÁNEO
Este
mundo ideal en que vive el pueblo
Masónico, ¿puede bastar al hombre
real, al hombre común, que se desenvuelve dentro de los imperativos tan concretos de
una nación?
En
este interrogante radica un gran problema, pues, en los hechos, se aprecia una
contradicción.
Los Masones giramos
en torno de la Igualdad, la Libertad, la Fraternidad como suprema síntesis de
la convivencia colectiva.
Procede
hacer una observación: ¿quiénes integran nuestra Orden?
¿Podría,
con honestidad intelectual, imaginarse que su composición refleja a la sociedad
chilena de hoy?
La
respuesta, al menos en mi comprobada
experiencia, tiene que ser negativa.
En
la Orden solo se cobijan elementos de la burguesía.
No
hay éste aserto calificativo de ninguna especie. Es un hecho y nada más.
En
consecuencia, los principios que animan la vida Masónica son practicados por un
grupo -no el más vasto- de nuestra comunidad.
¿Debe
la Orden permanecer indiferente ante una
vacancia de la clase trabajadora como la que enuncio?
Más
aún, ¿se trata de un fenómeno
accidental?
La
ausencia de elementos extraños a la burguesía es grave, tanto mas cuanto que fenómeno tiende a acentuarse,
ya que la historia acredita que hubo épocas en que nuestros Talleres se vieron
decorados por muchos y preclaros Hermanos, que respondían, por lo menos a una
extracción artesanal y que también
predominaba en el mutualismo.
¿Ingresa
a la Orden en forma ininterrumpida, una raudalosa corriente de juventud, de
estudiantes, de elementos representativos de la intelectualidad nacional en
marcha?
Tengo
la impresión de que la respuesta, aunque menos categórica que en el caso de los trabajadores, tiene
también que ser adversa.
En
mi trayectoria de Masón activo, siempre
me promoví estas cuestiones.
Las
conclusiones fluyen con extrema
facilidad: determinados sectores sociales y aun estratos muy influyentes
de la burguesía progresista no sienten que la Orden responda a los
requerimientos del mundo contemporáneo.
¿Por qué? Por dos razones principales: por el
desconocimiento de lo que es en sí la Orden y por la actitud de algunos
Hermanos, que contradicen en el mundo profano lo que se imagina deben ser los
principios de la institución.
En su incesante
afán de superación humana, la Orden
tiene, sin embargo, metas que son
esenciales para que tal perfeccionamiento pueda alcanzarse. Se plantean como
tales la Igualdad, la Libertad, y la
Fraternidad, y sus derivaciones.
Algunos Hermanos
consideran estos elementos en una órbita exclusivamente abstracta y formalista, eludiendo toda consideración de
sus aspectos reales en la convivencia y que aparecen como algo sine qua non
para el imperio de estos principios.
Puede
argumentarse que la Orden, si entra en estas actitudes temporales, pasaría rápidamente hacia su transformación en un
partido político.
Hay
en esta apreciación un juicio simplista que exige análisis.
En
primer término, tiene que pensarse en la época en que la institución Masónica
afianzó su etapa moderna, ya que no es del caso remontarse a entidades
esotéricas del mundo antiguo, del Renacimiento o del feudalismo.
La
actual trayectoria corresponde a un período en que recién se comenzó a luchar
por la emancipación del hombre con un sentido propiamente "humanista".
¿Cuál
era el nivel en que podía librarse esta confrontación de valores?
Sólo
en los espíritus selectos que, por su capacitación intelectual captaban que las
únicas expectativas de progreso radicaban en el afianzamiento de ciertos
conceptos de derecho, sinónimo de garantías individuales.
Se
promovió, así, el avance y
perfeccionamiento de las instituciones constitutivas del Estado, al libre
examen y al desarrollo capitalista como oposición al medioevo.
La
Orden partió en su ruta actual bajo el imperativo de fortificar las
instituciones políticas y sus estructuras .
Es
decir, fue reflejo de una etapa en que las condiciones predominantes
restringían las posibilidades de los seres superiores a hacer más y más
correctas las manifestaciones superestructurales y formalistas de la sociedad.
Y
nadie puede ignorar que semejante enfoque se abría solo para los espíritus más
cultos y generosos de la burguesía y de
la intelectualidad.
Y, desde entonces,
la Orden para muchos Hermanos ha fincado su supervivencia en subrayar el
carácter abstracto de su contenido.
Me inquiero, ¿puede
una institución mantener su fuerza y su vigor situándose al margen del
"devenir" histórico y preocupándose sólo de conceptos relativos?
A
mi juicio ello sería una vana aspiración que,
a lo más relegaría la Orden a una
labor ateneísta y de grata convivencia
puertas adentro.
LA
REALIDAD CON MIRADA VIGILANTE
A
mi juicio, la Orden tiene que medir la
realidad que la circunda, tanto nacional como latinoamericana y universal, con
mirada vigilante y actual.
La
declaración de principios y reiterados Conventos así lo disponen.
No
se puede sobrevivir sólo en razón de bellas tradiciones y del mérito del papel
que se desempeñó en acontecimientos históricos.
Nadie
ignora que los deslumbrantes avances científicos y técnicos han transformado en
sus raíces mismas muchos conceptos.
Diríase
que la mayoría de las palabras conservan
su sentido esencial; pero que resultan ineficaces para expresar las dimensiones
de los nuevos valores que trastocan el mundo en sus elementos determinantes.
Es
acertado imaginar que un régimen jurídico liberal, a través de las disposiciones constitucionales, podría, por
ejemplo, garantizar la libertad de los hombres, en el sentido de evitar la
presión arbitraria.
Evidentemente,
el régimen jurídico representa un progreso sobre la etapa en que predominaban
el absolutismo y la arbitrariedad.
Igualmente
constituyó un enorme avance la división
y la autonomía de los Poderes del Estado, etc.
Nuestra
Orden cumplió en ese sentido una noble misión, no solo por la filosofía que
imprimió en sus afiliados, sino por la batalla que libró frente a instituciones
que, como la Iglesia, eran sinónimos de un status quo absolutista.
Pero,
¿Puede hoy restringir sus esfuerzos a semejantes aspiraciones?
No,
y por una razón muy simple: en el estado actual alcanzado por las ciencias y
sus técnicas derivadas, es dable ir más allá: se está en condiciones de
organizar un régimen que origine un humanismo, claramente configurado.
Es
alcanzable hoy la libertad concreta, y
no solo la libertad de espíritu.
Antes, la gente de
privilegiada sensibilidad y cultura se limitaba a alcanzar la hegemonía de su
propia conciencia mientras las grandes mayorías quedaban al margen de todo
avance.
Hoy,
nadie debe ignorarlo, resulta viable procurar a todos los seres los elementos
que requieren para satisfacer sus necesidades biológicas, espirituales y
culturales, en cualquiera de sus expresiones y matices.
Es
posible dar estructura a una comunidad en que haya sistemas planificados, aptos
para derrotar las alienaciones efectivas que subordinan al hombre.
Y
un ser liberado en términos concretos tiene acceso a la más genuina, fecunda y
típicamente humana existencia del
espíritu y a una moral también genuinamente humana y social.
Hoy,
el hombre puede, en forma efectiva, desarrollar los tributos que lo diferencian
de los demás seres.
Es
factible construir una comunidad en forma y en marcha.
En
forma, para responder eficazmente a los requerimientos que singularizan al
hombre y su presencia, y en marcha, por la experiencia que es posible alcanzar
ininterrumpidamente metas que la imaginación se revela incapaz de concebir.
Es
dable, así, cumplir integralmente, en el
espíritu y la materia, un humanismo que, por si, justifica nuestra Orden y que,
a mi juicio, traduce el símbolo del Gran Arquitecto del Universo.
¿Cómo
podría o debería proceder nuestra Orden en su labor para alcanzar tan loables
finalidades?
La
exclusión parece ser el método más adecuado para responder.
No
puede, sin lugar a dudas, enunciar fórmulas programáticas definitorias para dar
solución a los problemas objetivos de la realidad, porque con ello seguramente
alteraría la fraternidad,
constituyéndose en un partido político o en una suerte de organización semejante,
cuyo destino, en último término, habría
de ser predominio institucional, con todas las proyecciones y
consecuencias que esto trae consigo.
No
puede, igualmente, desentenderse de
semejante realidad, ya que los hechos son porfiados y las vacancias que se
comprueban en la composición de la Orden -vacancias tanto cualitativas como
cuantitativas- revelan que algo origina esta falta de atracción en la
comunidad.
UNA MISIÓN GRANDE Y EXCELSA
A
mi modo de ver, la Orden tiene una misión grande y excelsa: sin precisar
enunciados de soluciones programáticas debe inculcar a sus afiliados que hay que definir con vara actual los
principios de Libertad, Igualdad y Fraternidad
para que surja una sociedad exenta
de alienaciones, eliminando la cesantía abierta o disfrazada por los
salarios insuficientes; para que se evite la enfermedad suprimible; para que no
se operen las muertes anticipadas; para que exista un sistema de seguridad
social funcionalmente correcto y eficaz en su acción, para que se erradique el
analfabetismo y para que se abra a todos el acceso a las anchas rutas de la educación/cultura
en sus múltiples expresiones y creaciones; para que se reconozca el derecho a
la vivienda que llevan en si todos los seres y para que el esparcimiento se encuentre
al alcance de la generalidad, tanto en el orden físico y espiritual y no
represente, como hoy acontece, un privilegio económico de los sectores que
menos lo requieren por su vida grata cotidiana.
Trasladados estos
conceptos al orden internacional, se eliminará el subdesarrollo de los países;
se afianzará la paz y se impondrán los derechos entre los Estados, más allá de
las fórmulas organizativas o de su poderío bélico.
LA LUCHA CONTRA LA
OLIGARQUÍA EMPRESARIAL AGRÍCOLA-CITADINA
Esta posición de nuestra
Orden necesariamente la llevará a luchar con quienes, acéptenlo o no, son
índices de postergación generalizada y con quienes disfrutan de las ventajas de
un status quo insostenible por antihumano y antisocial.
Estas mismas
batallas se libraron ayer y ahora ellas deberán librarse contra la oligarquía
empresarial, el feudalismo agrario; la concentración financiera monopólica; el
colonialismo, el neocolonialismo y el imperialismo, y el oscurantismo religioso
y dogmático.
La Orden, si acepta
tal actitud consecuentemente con las responsabilidades de nuestra hora, no
podrá guardar silencio y enclaustrarse en sus templos.
Sus
filas, en cambio, se verán engrosadas y fortificadas de modo que sus enseñanzas
trascenderán decisivamente al medio.
Pero una Orden que
nada dice cuando se siembra el terror psicológico masivo sobre la base de la
mentira internacional durante nuestros
procesos cívicos, es algo sin valor espiritual.
Una Orden que no
reacciona para procurar que no se vulneren la soberanía y la libre determinación
de los pueblos, es algo también sin vida.
Una Orden que nada
dice cuando se invaden y masacran los
pueblos porque una nación se reserva el
derecho de determinar, por sí y por su poderío bélico, cual es el sistema
político y económico que considera
aceptable, es una institución que no vela por la Libertad, ni por la Igualdad
ni por la Fraternidad.
Nadie
puede inferir en estas apreciaciones que yo pretenda que la Orden se transforme
en movimiento político.
Pido,
sencillamente, que forme a sus miembros en los conceptos que son su razón de
existir, pero trasladados éstos a su significado, contenido y dimensiones
presentes.
A
través de toda mi labor, principalmente
en los últimos años he procurado que los Hermanos adquieran una conciencia de
estos hechos.
En
importantes actos de la Gran Logia he denunciado la colusión gigantesca puesta
en marcha entre la Iglesia, el imperialismo y la oligarquía empresarial nacional
e internacional para preservar el statu quo que origina que la sociedad chilena
no esté al margen de los riesgos colectivos - hoy técnicamente eliminables
- siempre que impere un régimen
político y de Gobierno que así lo desee.
El sistema en
vigencia hace que las mayorías no se revelen integradas por seres humanos "libres y de buenas costumbres",
sino en alta cuota por seres alienados, frustrados y agobiados por las taras de
la miseria, la explotación, la marginación, la enajenación, etc.
A
través de una muy prolongada jornada también he tratado de contribuir a que en
los talleres se desentrañen objetivamente los elementos que configuran la
realidad, definiendo en todos sus grandes lineamientos los factores que, en
conjunto dan pie al subdesarrollo en Chile.
Hasta
ahora, he de reconocerlo, esta adaptación de las concepciones de mis Hermanos al mundo de hoy se torna
difícil.
He
hecho un esfuerzo grande, a pesar de que mis tareas profanas me absorbían en
inmensa medida.
He
cumplido conmigo mismo.
En
el aspecto interno se han adoptado normas institucionales que, en mi concepto, vulneran gravemente el sentido democrático de
la institución.
Tal
juicio me merece y lo representé en
forma del todo regular, la última enmienda constitucional que ha llevado a
posibilitar la reelección del Serenísimo Gran Maestro.
Esgrimí
objeciones morales y también genuinamente institucionales, ya que toda entidad,
de cualquier naturaleza que ella sea, ha de abrir válvulas para la renovación.
Si
no se considera conveniente brindar tales expectativas, se llega al corolario de que la misión del
Sembrador no ha sido útil, pues no se ha dado origen a los frutos de cuya
nobleza se tenga certidumbre.
Podría,
ante todos los hechos que he analizado, adoptar una alternativa: seguir junto a
quienes comparten mis ansias de renovación dentro del pueblo Masónico o darme por
vencido y guardar silencio.
Pero
no haré ninguna de ambas cosas.
No
creo útil para los Hermanos, cuyos puntos de vista comparto en su alto
significado Masónico mi permanencia en la tarea junto a ellos, pues soy un
político de acción militante muy definida y, por lo mismo, resulta fácil
esgrimir la mezquindad de imputaciones partidistas para desconocer y
desnaturalizar la raíz Masónica de mis afanes.
No
me acojo al silencio y envío esta nota a mis Hermanos explicando con franqueza
mis ideas.
Aspiro
que esta comunicación sea juzgada en su exacta dimensión y que ella llegue a
constituir un incentivo más para las inquietudes de tantos Hermanos.
Me
resta formular algunas explicaciones estrictamente subjetivas.
Experimento
desgarramiento al alejarme de la casa que, espiritualmente, fue la mía por
tantas épocas.
Tengo
conciencia de que, dentro y fuera de los Talleres, me comporté como un Masón.
Siempre,
aun a riesgo de mi posición política, reivindiqué públicamente mi formación
iniciática; ante el ataque aleve contra
la Orden siempre se me halló delante, ya
sea en el Parlamento, en el Comité o en la Asamblea Popular.
Aun
dentro de los organismos superiores dentro de mi partido hube de poner de
realce la no incompatibilidad entre los principios de la Orden y los programas
de tipo socialista: entonces, al igual que esta comunicación trate de analizar
la realidad de lo que es, en esencia, nuestra institución Masónica.
Es decir, creo que
en mi la siembra fue fecunda y al incurrir en esta mención, recuerdo con
recogimiento y gratitud a quienes me brindaron la iniciación, a quienes me
prodigaron la generosidad de su ejemplo y a quienes me estimularon a desbastar
la piedra bruta.
Mi
emoción solidaria se traslada igualmente hacia los Hermanos que, sin vulnerar
la prescindencia política de la Orden me procuraron su inapreciable apoyo a mi
trayectoria profana, me alentaron con la
fe en los postulados de justicia social y me entregaron tantos y tantos
testimonios de solidaridad abierta y extraños a cualquier propósito subalterno.
Me
acojo a retiro.
Formulo votos por
la prosperidad de la Orden dentro de una efectiva misión social, para bien de
la Patria Continente América Latina y del mundo.
Deseo que la
felicidad más genuina marque el destino de todos y cada uno de quienes son y
seguirán siendo mis Hermanos de verdad.
Saluda
muy fraternalmente al Venerable Maestro
Firmado:
Dr.
Salvador Allende Gossens.
Santiago,
21 de junio de 1965.
N. de la redacción:
En la
investigación realizada por el Centro de Estudios Políticos Latinoamericanos
General Libertador Simón Bolívar Palacios y Blanco, de la Fundación Presidente
Dr. Salvador Allende Gossens de España, se precisó, que la respuesta de la
Logia, de fecha 5 de Agosto de 1965, comunica que aquella “habiéndose reafirmado
una vez más la coincidencia de nuestros planteamientos , acuerda, por una
unanimidad, rechazar la solicitud de la carta de retiro presentada por el
hermano Salvador Allende Gossens.
Lo
subrayado es nuestro.
Valparaíso, 26 de Junio de 2017.
Compañero Presidente
Dr. Salvador Allende Gossens
Siempre es 26 de
Junio para su Pueblo Chileno que tanto amó.
De
hijo en hijo –bien nacido-, mientras nuestra Patria Continente América Latina y
El Caribe viva, el eco de su nombre y de su heroico ejemplo estará presente y
resonará en lo más viril y honrada de nuestras entrañas. “Oímos ruidos de cadenas que se rompen”, es el espíritu del
luchador social, del libre pensador, del Prometeo del Pueblo Chileno, el
compañero Presidente Dr. Salvador Allende Gossens que lucha por la liberación
de su Pueblo.
“Con serena firmeza
y viril energía: la herencia maldita; heredamos una sociedad lacerada por las
desigualdades sociales. Una sociedad dividida en clases antagónicas de
explotadores y explotados. Una sociedad en que la violencia está incorporada a
las instituciones mismas y que condena a los individuos a la codicia
insaciable, a las más inhumanas formas de crueldad e indiferencias ante el
sufrimiento ajeno [...] Los chilenos seremos verdaderamente libres, cuando no
haya ignorancia, cesantía, explotación del hombre por el hombre, ni miseria moral
ni fisiológica en nuestra Patria”.-
Dr. Salvador Allende Gossens, Presidente de Chile. 5/11/1970.
Con
esperanza y memoria.
Lic.
Yirsela Peirano Cofré.
Asistente
ADDHEE.ONG
Certificó:
Prof.
Moreno Peralta/IWA
Secretario
Ejecutivo ADDHEE.ONG
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