México: Autonomía y rebelión en Cherán. El pueblo que expulsó a políticos, narcos y policía. Un ejemplo revolucionario a seguir para los Pueblos Latinoamericanos.
Por
Red Latina sin Fronteras/ADDHEE.ONG:
Autonomía
y rebelión en Cherán. El pueblo mexicano que expulsó a políticos, narcos y
policía
Se
cumplen doce años desde que un pequeño pueblo de catorce mil habitantes y su
comunidad indígena organizaran un grito de rabia en la meseta michoacana,
México. El 15 de abril de 2011 pusieron fin a la violencia estatal, a las
extorsiones, los secuestros, las violaciones y asesinatos. Y es que ya desde
comienzos del siglo XXI, el pueblo indígena purépecha de ese territorio, tuvo que
hacer frente al narcotráfico que comenzaba a controlar y dominar completamente
la región, abriéndose un conflicto social con terribles consecuencias para el
municipio de Cherán. Sometidos a una situación descontrolada de continuada
extorsión, estos grupos narcotraficantes actuaban con la connivencia de las
propias autoridades mexicanas.
Desde
el año 2008, se observaban salir diariamente alrededor de 180 a 250 camiones
cargados cada uno de ellos con tres metros cúbicos de madera de pino, encino y
oyamel (árbol endémico del territorio mexicano). Una de las dinámicas del
crimen organizado era cobrar aproximadamente mil pesos mexicanos a cada camión
por un día de protección, además de prender fuego al resto del bosque una vez
que terminase la tala. Este último proceso se hacía con la finalidad de
ampararse en la Ley Forestal, la cual permitía talar madera muerta o derivada
de incendios. Al quemar el bosque, los grupos del crimen organizado
proporcionan una cobertura falsa para sus acciones, además de ser una dinámica
utilizada para el despojo a las comunidades locales de sus bosques.
El
estallido social en Cherán: de la revuelta a la autonomía política
En
abril de 2011 un numeroso grupo de hombres, mujeres y jóvenes de la comunidad
decidieron tomar las calles de la población utilizando para autodefenderse lo
que tenían a mano: palos de manera, machetes y otros instrumentos de labranza.
Esta iniciativa popular que comenzó siendo una revuelta contra esta situación
concreta de violencia, acabó deviniendo en un auténtico conflicto contra el
Estado mexicano y por la lucha de su autonomía. Es un verdadero ejemplo de cómo
iniciar un movimiento organizado desde abajo para luchar contra un enemigo que
les explota.
Una
enseñanza de cómo construir un pueblo fuerte, de cómo una chispa bajo una
necesaria organización social puede resultar en una revuelta abierta contra
toda autoridad y contra todo un sistema que invisibiliza y reprime. Queda
bastante claro en el testimonio de un comunero de Cherán: «tardamos unas horas
en reaccionar pero lo hicimos, dijimos: compañeros, vamos a levantarnos que ya
estuvo bueno, y todo el pueblo se alzó, mujeres, jóvenes, niños, todos, y ahí
detuvimos los carros y los quemamos, y agarramos presos a los talamontes».
A
partir de ese punto de no retorno, lo que podría haber devenido en una revuelta
social como expresión de una rabia acumulada en un momento concreto, derivó en
una auténtica rebelión para construir su autonomía comunitaria, y la lucha que
inicialmente se orientaba a defender el bosque del territorio, fue mucho más
allá de esa reivindicación inicial. El pueblo entero estaba sometido al narco y
las autoridades políticas municipales, con elecciones amañadas cada tres años
nombrando representantes mediante sufragio, pero realmente elegidos por los
intereses de los narcotraficantes. Bajo ese contexto de mercantilización de sus
tierras y dominación de sus vidas, poco o nada tenían que perder. El pueblo
aprendió sobre las relaciones de poder municipal, y no querían estar tampoco
sometidos a los regidores del ayuntamiento local gobernado por el PRI (Partido
Revolucionario Institucional, de tendencia derechista y autoritaria).
Se
organizaron barricadas en las calles, e instalaron casetas de seguridad
comunitaria para controlar los accesos, e impedir tanto la entrada de narcos
como de policías. Se constituyó una entidad, no ya de carácter policial en
absoluto contra la comunidad, sino de autodefensa del pueblo. Se le denominó
como «ronda comunitaria», constituida por un centenar de personas voluntarias del
pueblo, elegidas por el Consejo Mayor de Gobierno Keri’s. Este grupo era
responsable de evitar que a la comunidad ingresaran armas que pudieran caer en
manos de talamontes escondidos y reaccionar violentamente, impedir el acceso de
alcohol, drogas, o publicidad de partidos políticos oficiales.
Este
proceso de autonomía se va trazando a lo largo del año 2011, y además, la
comunidad de Cherán creó una coordinación general de carácter provisional, que
incluía la comisión política, la de alimentación, la de abasto de agua, la de
barrios, la de prensa y la de vigilancia. La comunidad creía que por la vía
legal no había esperanzas, y se pusieron a imaginar cómo sería el camino para
continuar resistiendo y construir su propio proyecto de autonomía. En noviembre
de 2011 rechazaron participar de las elecciones municipales votando a partidos
políticos oficiales como se había hecho hasta entonces, y comenzaron a organizar
su nueva autonomía política sobre la base de los usos y costumbres purépechas.
En los años siguientes se conectan con otras comunidades en México que también
luchan por su autonomía desde hace varias décadas.
Desaparece
el miedo y las desconfianzas que habían desunido al pueblo, y se comienza a
vivir un día a día comunitario de convivencia, por lo que reconocen que la
autonomía social que llevaron a cabo, ha mejorado inestimablemente sus vidas de
manera personal y colectiva. Las hogueras nocturnas de vigilancia en los
barrios frente a posibles ataques que pudieran sufrir del exterior, se
convirtieron en espacios de reunión social, de intercambio de opiniones, y en
esas ágoras es donde nacía la política del municipio. Esas fogatas de
convirtieron en un punto central de defensa en el autogobierno de Cherán. Esta
experiencia representa un buen ejemplo de organización en diversos niveles,
estableciendo una autodefensa contundente y acción directa frente a quienes les
violentaban, pero construyendo la paz necesaria que la comunidad requería para
reparar las heridas que el Estado mexicano y el narcotráfico habían dejado como
huella.
Una
memoria de resistencias, un presente de autodefensa
A
doce años de la organización autónoma en Cherán, siguen manteniendo esas
entidades sociales que constituyeron, porque la propia experiencia y la
conexión a otras luchas en el territorio mexicano han mantenido vivo el fuego
de esas hogueras donde construir justicia social y dignidad, y su voluntad de
vivir en autonomía. Se consiguió paralizar la tala indiscriminada de árboles de
los bosques del territorio, siendo utilizados solo aquellos recursos naturales
que suman al bien comunitario. Se ha logrado igualmente reforestar gran parte
de los bosques, porque la comunidad de Cherán no solamente piensa en el
presente, sino en el bienestar futuro. El sistema educativo se ha adaptado a
las necesidades de los conocimientos que necesita su población para vivir dignamente,
se enseña la historia del pueblo purépecha, siempre marginalizada en la
historia oficial, y se ofrecen herramientas pedagógicas para sostener esa
autonomía y su lucha social frente a cualquier intento de derribarla.
Lo
sucedido en Cherán antes de lograr su autonomía es una mirada a una situación
de desigualdad insostenible y violencia particularmente extrema, pero esa
criminalidad y sometimiento es extendible a todas las latitudes donde domina el
sistema capitalista. Es la manera que tiene de actuar el neoliberalismo,
rompiendo cualquier atisbo de armonía social y con la naturaleza, buscando
siempre llevarnos a un estado de shock extremo, y vivir en la violencia
extenuante, de ahí que solo tengamos dos opciones: socialismo o barbarie.
La
autodefensa practicada en el municipio de Cherán buscaba la libertad para toda
la comunidad social, la construcción de un pueblo fuerte, de unas relaciones de
poder horizontales y no de dominación. Una experiencia política en la que las
decisiones son tomadas desde lo colectivo, y se crean instituciones con esa
finalidad de mantenerse vigilante para no crear nuevas jerarquías y relaciones
de dominio. El capitalismo es un espejo distópico hecho pedazos, y
habitualmente genera una oposición a sí mismo que representa un reflejo de lo
peor de su seno, heredando brutalmente ese autoritarismo algunas estrategias
emancipatorias. El poder de la fuerza social debe evitar la reproducción de
esas relaciones dominantes que conocemos del sistema capitalista, y generar
otras entidades sociales desde otras relaciones de carácter horizontal y
colectivo.
La
producción económica social debe funcionar bajo otros paradigmas que no sean la
comercialización de recursos en el mercado neoliberal. Desde la perspectiva
comunitaria de los indígenas purépechas de Michoacán, tanto la relación entre
los individuos de una sociedad, como su relación con la propia naturaleza, no
coincide en absoluto con esa dominación impuesta por el capitalismo a través de
narcos, policías y regidores políticos. La autonomía alcanzada en Cherán supuso
ir más allá de un levantamiento contra las injusticias y crímenes cometidos por
los «talamontes», sino que han repensado sobre la opresión del Estado nacional
mexicano, estableciendo otras instituciones de carácter municipal y bajo
democracia directa. Organizaron una auténtica sociedad contra el Estado, y en
tierras mexicanas ya van siendo varias décadas de práctica de resistencias y
gobiernos autónomos en comunidades indígenas.
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