Reforma del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas: ¿Camino hacia la paz y la estabilidad o avance de los intereses occidentales?
Por Ramón Rodríguez Montero/
Escritor, periodista, analista
internacional/ADDHEE.ONG:
Los políticos y los expertos
manifiestan en la actualidad -y cada vez con mayor frecuencia y fuerza- sus
opiniones sobre la necesidad de reformar el Consejo a fin de aumentar su
eficacia.
Con el surgimiento de un orden
mundial multipolar, la aparición de nuevos centros de poder y el aumento de las
tensiones en la relaciones entre países, ¿con que estructuras cuenta la
humanidad para debatir las amenazas a la seguridad mundial y encontrar
soluciones mutuamente aceptables? ¡pocas! En este sentido, el órgano clave es
el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que tiene la responsabilidad
primaria de mantener la paz y la estabilidad según la Carta de las Naciones
Unidas y las normas del derecho internacional.
Los políticos y los expertos
manifiestan en la actualidad -y cada vez con mayor frecuencia y fuerza- sus
opiniones sobre la necesidad de reformar el Consejo a fin de aumentar su
eficacia, claro, teniendo en cuenta las realidades actuales. Sin embargo,
debido a la existencia de profundos desacuerdos entre los rivales geopolíticos
en cuanto a la ampliación del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, así
como a su funcionamiento, se avanza bien poco para alcanzar el consenso entre
las partes.
Los Estados Unidos de América se
esfuerzan en promover la reforma del órgano central de la seguridad mundial
pero con condiciones exclusivamente ventajosas para ellos, sin prestar atención
a su propósito original. Los estadounidenses pretenden someter al Consejo de
Seguridad y utilizarlo como instrumento de su política exterior para mantener
el dominio global. ¿Cuál es la estrategia yanqui para lograrlo? Sencillo,
quieren incorporar países leales a Washington en la organización para
garantizar el apoyo a las iniciativas estadounidenses y así lograr que estos integrantes
del Consejo de Seguridad voten a favor del levantamiento del veto que impuesto,
en primer lugar por Rusia y posteriormente por China contra sus
arbitrariedades.
Por si fuera poco, Alemania, a
pesar de ser el promotor y principal agresor en la Segunda Guerra Mundial,
trata de convertirse en miembro permanente del Consejo de Seguridad y ¡además
con poder de veto! ¿Qué tal? De esta manera, los alemanes intentan recuperar su
posición política perdida y ganar autonomía en la toma de decisiones sin mirar
atrás a Washington. ¿De dónde nace esta aspiración? el principal argumento de
Berlín es el monto de las cuotas que aporta para las actividades de ONU.
Ante la aspiración alemana de
ingresar al Consejo de Seguridad de la ONU ¿Qué opinan sus aliados de la OTAN y
la Unión Europea? Es decir; España, Italia y Francia, ¡se oponen a las
intenciones de los alemanes! Por otra parte, vale la pena tomar en cuenta la
rivalidad entre Berlín y París por el liderazgo en Europa, los franceses no van
a permitir a sus antiguos enemigos -Teniendo presente la Segunda Guerra
Mundial-, entrar en el Consejo de Seguridad y permitirles los mismos derechos
dentro de esta organización. Por su parte, Roma y Madrid, proponen otorgar una
plaza de miembro permanente, no a Alemania, sino a la UE entera.
En Venezuela decimos “Lo que está
a la vista no necesita anteojos”, el escenario está claro, vemos que los países
occidentales se proponen reformar el Consejo de Seguridad de la ONU. Pero
únicamente para lograr sus objetivos egoístas. Sin embargo, por ahora no existe
una alternativa a la institución de las Naciones Unidas. La amplia composición
de los miembros de esta organización, así como el poder de veto de los miembros
permanentes del Consejo de Seguridad, permiten encontrar soluciones mutuamente
aceptables a los graves problemas internacionales y excluyen la aprobación de
resoluciones unilateralmente ventajosas. En lo que respecta a su reforma, se
debe sopesar cuidadosamente todo a favor y en contra, a fin de adaptar
racionalmente el órgano para que cumpla con sus tareas en beneficio de toda la
humanidad.
Washington: Propuesta gatopardista para la Organización de Naciones Unidas
Por Pablo Jofre Leal
Escritor,
periodista, analista internacional/ADDHEE.ONG
Estados Unidos, uno de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas –ONU– junto a Rusia, China, Gran Bretaña y Francia, ha anunciado, reiteradamente, que pretende reformar este organismo, proponiendo cambios en el conjunto del organismo multilateral.
Objetivo destinado a impedir su
progresiva pérdida de Hegemonía. Una prueba de cómo reaccionarán los países de
tal forma que les permita desafiar la política global, multilateral y que cada
día tiene más adeptos por parte de la República Popular China y la federación
rusa. Esta idea de cambio genera incredulidad pues ha sido precisamente Estados
Unidos el principal responsable de debilitar las instituciones internacionales,
léase: la ONU, Corte Penal Internacional, Organización Mundial de Salud, UNESCO
y la Agencia Internacional de Energía Atómica, entre otras. Una política que
bajo el supuesto de cambiar la estructura política mundial, busca su control
absoluto y que ha tenido su expresión palpable desde el inicio de la
administración del ex presidente republicano, el multimillonario Donald Trump,
que se ha intensificado bajo el mando del demócrata Joe Biden.
El actual mandatario
estadounidense, aprovechando la política de ataques a la federación rusa y a la
República Popular China, exige transformaciones en la ONU que favorezcan una
línea de consolidación de sanciones a estos dos países, con la decisión de
ejercer el papel de jueces y a la vez verdugos en materia de política
internacional. No en balde Washington, en materia de proposiciones respecto a
nuevos miembros para el Consejo de Seguridad Permanente de la ONU -CSNU-
plantea sumar a Japón y Alemania. En el caso del Asia Pacífico, un Japón que
ejercería su radio de influencia en la zona donde China tiene disputas con eje
en Taiwán y el mar Meridional de la China. Con Alemania, su ingreso al CSNU
sumaría un Otanista más, junto a Francia y Gran Bretaña que implica
superioridad numérica y estratégica, inaceptable para Beijing y Moscú.
Dejar fuera o al menos minimizar
el papel de China y Rusia como miembros permanentes del CSNU se da bajo la
excusa esgrimida por la operación militar llevada a cabo por la federación rusa
en Ucrania, con una hipocresía rayan en la desvergüenza cuando la política
exterior de Washington señala que es necesario hacer cambio en el nuevo
panorama geopolítico internacional para garantizar la paz y seguridad del
mundo. Presentando incluso en videoconferencia al presidente ucraniano
Volodimir Zelensky en cuanto foro internacional se presenta. La embajadora de
Estados Unidos ante la ONU, Linda Thomas, afirmó, sin siquiera sonrojarse, que
“cualquier miembro permanente que ejerza el veto para defenderse sus propios
actos de agresión –haciendo alusión a Rusia- pierde autoridad moral y debe
rendir cuentas” prometiendo que su país sólo ejercería ese derecho “en situaciones
raras y extraordinarias”.
Para la ministra de Relaciones
Exteriores de Sudáfrica, Naledi Pandor, una de las naciones que ha sonado
permanentemente como miembro de un nuevo CSNU, si esta se reforma “resulta
hipócrita criticar el concepto de veto únicamente por cómo lo usa Rusia hoy.
Algunos de quienes hemos estado pidiendo que la Asamblea General tenga más voz,
nunca tuvimos apoyo, pero de repente, ¿hoy sí? Ahí el derecho internacional
empieza a no significar nada”. Una crítica certera que muestra este doble
rasero practicado por Washington en lo internacional, que ve hoy con
preocupación, a un mundo que marcha hacia un rumbo multilateral, con cada día
más y más países que sin temor hablan de desdolarizar la economía
internacional, poner fin al sistema Swift -Society for Worldwide Interbank
Financial Telecommunication- que facilita el movimiento de capitales – y
al mismo tiempo en caminos de soberanía respecto a no sumarse al show de
sanciones de Washington y los suyos contra Rusia, China, Irán y otros países.
Dólar y sanciones financieras,
armas económicas preferidas y usadas profusamente por el occidente liderado por
Washington a la hora de sancionar, bloquear o chantajear a los países que no le
son incondicionales y que al menguar ese poder disminuirá, evidentemente, la
capacidad de Washington de establecer políticas de máxima presión, reconocidas
incluso por ultraderechistas como el senador republicano Marco Rubio. Este ha
alertado el inminente colapso de la hegemonía occidental, anticipando que las
sanciones de su gobierno se volverán impotentes en un lustro, visto los
acuerdos de desdolarización del comercio internacional haciendo
referencia al acuerdo China-Brasil, que se suma al de China-Rusia, China-Irán
entre otros. Si a eso unimos la negativa de gran parte de los países, de entrar
en una dinámica de reformas de la ONU, que favorece sólo a los países
occidentales liderados por Washington, ese colapso será una inevitable
realidad.
Resulta, a lo menos dudosa, la
política de cambios que pretende Estados Unidos respecto a la ONU. Para el
ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguei Lavrov, resulta poco
creíble pensar en las intenciones de transformación que vienen desde la Casa
Blanca “en un intento desesperado por afirmar su dominio, castigando a los que
se muestran reacios, Estados Unidos se ha lanzado a destruir la globalización,
que durante años ha sido alabada como el bien supremo de toda la humanidad, al
servicio del sistema multilateral de la economía mundial” . La prueba más
evidente de esta política hipócrita de Washington, como adalid del cambio, para
un gobierno mundial distinto, es la invasión de Irak. Llevada a cabo por
Washington y sus aliados el 2003, se extendió por dos décadas. Sin autorización
internacional alguna y a contrapelo de la gran mayoría de países que se oponían
a la guerra, convencidos de la falsedad de las “pruebas” y demostrado por el
Informe Chilcot con su socio británico enfrentado a una mentira horrorosa,
cómplice de la muerte de centenares de miles de iraquíes, en el marco de una
“guerra contra el terror”. Decisión política-militar que sólo buscó satisfacer
a la industria militar estadounidense, a los halcones de la Casa Blanca y al
mismo tiempo proporcionar mayores niveles de acceso a recursos petrolíferos y
gasíferos al complejo energético estadounidense.
Desde Rusia se comparte el análisis de políticos como el primer ministro indio Narendra Modi. Este señala que la ONU no refleja las realidades actuales del mundo y se requieren efectivamente reformas, pues es incapaz de prevenir los conflictos, que no acepta la definición de terrorismo – que atañe a las acciones que países como Estados Unidos y la OTAN realizan contra numerosos países en el mundo. Para Modi, “las instituciones creadas en el siglo XX ya no concuerdan con el sistema del siglo XXI”. El ministerio de Asuntos Exteriores ruso, por su parte, ha señalado que cualquier transformación de organismos internacionales, como la ONU, por ejemplo, deben elaborarse cuidadosamente, proceder de negociaciones sustanciales entre los países miembros, no de imposiciones y tener en cuenta la división del trabajo entre los principales órganos de esta ONU, estipulada claramente en su carta fundacional. Ello requiere un trabajo intergubernamental y no equiparar derechos de países miembros y sus entidades no gubernamentales incluidas las organizaciones de ese tipo, que socavan el entramado de las relaciones internacionales.
La ONU no es capaz de prevenir conflictos por más que el secretario general, António Guterres, señale que están unidos para las reformas en el orden a la paz y seguridad donde “los objetivos generales en esta área son dar prioridad a la prevención y sostener la paz; aumentar la eficacia y la coherencia de las operaciones de mantenimiento de la paz y misiones políticas especiales y crear un único pilar integrado de paz y seguridad”. Difícil tarea porque su eficacia depende de la voluntad política de sus países integrantes en disponer la toma de decisiones colectivas. Rusia en los distintos foros internacionales, y en especial en el seno del Consejo de Seguridad y en su Asamblea General ha señalado que una reforma de este organismo debe facilitar el papel de los países de África, Asia y América Latina en los asuntos mundiales, que permita contribuir a forjar un orden mundial más justo, fortaleciendo la paz y seguridad internacional.
Y, en ese plano, Moscú es firme
partidario de considerar la presencia de la India y Brasil, como candidatas
naturales a estar en ese nuevo CSNU y al mismo tiempo, corregir la injusticia
histórica con África a partir de sus propias decisiones como continente.
"Creemos que las candidaturas de India y Brasil son buenas candidaturas.
Pero no es posible expandir el CSNU si ese paquete no incluye el tema de la
representación africana" explicitadas por Moscú, permanentemente en los
últimos años. En una rueda de prensa con el presidente de la Comisión de la UA,
Moussa Faki Mahamat, Lavrov agregó que "la prioridad más importante es
expandir la representación de tres regiones en desarrollo del mundo, incluida
África ciertamente".
Resulta evidente que pensar en
Alemania y Japón como partes componentes de un nuevo Consejo de Seguridad es
inaceptable, sobre todo con relación a Alemania, parte de la OTAN, socia de
Washington y por tanto parte de toda aquella camada de países que son los que
han aplicado las políticas de agresión, invasiones, desestabilización y
hegemonía más sangrienta de las últimas tres décadas: Irak en dos ocasiones,
Serbia, Libia, Siria, Yemen, Afganistán por citar algunas a las cuales
podríamos sumar el apoyo sostenido el régimen de Marruecos en su política de
ocupación y colonización del Sáhara Occidental y el sostén político, militar y
financiero al régimen nacionalsionista israelí en su política de exterminio contra
Palestina. La Unión Europea está ya sobrerrepresentada y no necesitamos un
nuevo país de ese continente, para seguir alentando las políticas belicistas
que hasta ahora han llevado adelante. Una Europa falta absolutamente de
soberanía y devenida hoy en el nuevo patio trasero de Estados Unidos. Esa
Europa es un peligro, no un aporte a la paz.
Efectivamente, Washington y sus
socios europeos son los que llevan adelante la única política exterior
dominante en el planeta, acordada previamente, transmitida a sus cancillerías
para que se vote así en organismos internacionales y ello debe modificarse.
Pero, no en un camino de cambio gatopardista. Aquella filosofía política
seguida por aquellos que propugnan la noción, que es preciso que algo cambie
para que todo siga, finalmente, igual. El efecto Lampedusa, del que se habla a
veces, consiste en hacer las cosas de modo que algo mute para que lo demás
permanezca intocado en la organización social. Se refiere a reformas meramente
cosméticas, ociosas o de distracción que se proponen para mantener incólumes
los privilegios sociales y económicos de los manipuladores de esas reformas de
epidermis.
Lo subrayado/interpolado es
nuestro.