jueves, 19 de junio de 2025

Conferencia: Al encuentro con el Prof. Dr. Immanuel Kant. El ser humano consigo mismo.

Conferencia: Al encuentro con el Prof. Dr. Immanuel Kant. El ser humano consigo mismo.

La Paz perpetua fundada en la Justicia Social, “cuando los que hayan de combatir tengan el derecho de decidir la Paz o la guerra, la historia ya no se escribirá con sangre nunca más”...

Para: Pro. Dr. Carlos Aldunate Lyon SJ., Prof. Dr. Viterbo Osorio Santelices. Universidad el Norte/Chile.

De: Porf. Dr. Hugo Moreno Peralta/IWA, Aula Magna Universidad de Humboldt/Berlín, Alemania.

Cuando el maestro Kant (maestro es el formador del espíritu de la consciencia social del ser humano) leyó el Emilio, renunció a su paseo diario bajo la alameda de tilos para acabar la lectura del libro del maestro Jacques Jean Rousseau. Constituía un gran acontecimiento en su vida hallar en aquel libro el espíritu de otra persona que también quería abrirse paso más allá de las tinieblas del escepticismo científico y del fanatismo religioso.

El maestro Kant nació en Königsberg, en 1724. Le gustaba mucho la lectura de la geografía y la etnografía de los países lejanos. Nunca salió de su ciudad natal. Procedía de una familia pobre, muy fanática en la práctica y creencia religiosa. Nuestro filósofo estuvo en su infancia y juventud sumergido en la religión de la mañana a la noche. Esto lo alejó de la Iglesia durante toda su vida.

El maestro Kant se formó en el siglo de Voltaire y Federico Magno esto le impidió aislarse de la corriente escéptica de la propia época. Su enemigo favorito fue HUME.

El Prof. Kant, superó su conservadurismo, su madurez en su última obra -casi a los setenta años- asumió un viril liberalismo, desplegando su talento y atreviéndose a publicar su "Crítica a la Razón Pura". Démole a Federico Magno/Grande parte del mérito por su apoyo prestado al filósofo... Una precisión, la crítica de la razón pura no es una crítica, sino un análisis crítico, aunque al final de su formulación la crítica.

Recién, en 1755, empezó su trabajo en la Universidad de Königsberg como un asistente, docente hora, por causas de sus ideas liberales. Finalmente, en 1770 logra el profesorado, su habilitación, en la cátedra de lógica y metafísica. En 1755, escribe su “Teoría del Cielo”, que contiene una tesis muy parecida a la hipótesis nebular de Laplace. Kant pensaba que todos los planetas han sido o serán habitados, y que los que se hallaban más cerca del so1, ya que han tenido un tiempo más largo de crecimiento. Deben contener una especie de organismos inteligentes superior a la que se hayan podido producir en nuestro planeta.

Su antropología, escrita en 1798, aludía al origen animal del hombre...

La vida del Maestro Kant transcurría con la misma regularidad de los verbos regulares: levantarse, tomar café, escribir, dar clases, almorzar y dar su paseo por la alameda de los Tilos, a las 15.30 horas, con o sin lluvia. Físicamente enclenque, pensaba que su estado de salud era más seguro sin contar con ningún médico. Vivió hasta los ochenta años. A los setenta, escribió sobre “el Poder del espíritu para dominar la sensación de la enfermedad por medio de la fuerza de resolución". Sus principios: sus paseos cotidianos, respirar por la nariz, el silencio, etc.

Se quedó soltero toda su vida. Invirtió la mayor parte de su tiempo en el estudio. Es mi línea de conducta y estoy decidido a seguirla. Empecé mi carreta y nada ni nadie me impedirá llegar al final".

"La Crítica a la Razón Pura" no es propiamente una crítica, sino un análisis crítico. El Maestro Kant no ataca "la razón pura", sino al final de su libro, para mostrar sus limitaciones, más bien, espera mostrar su posibilidad y elevar por encima del conocimiento impuro que nos llega por los canales deformadores de los sentidos. Porque “la razón pura”, quiere significar conocimiento que no nos llega por los sentidos, sino que es independiente de toda experiencia sensible, es el conocimiento que nos pertenece por la naturaleza inherente y la estructura de nuestro espíritu.

El profesor Kant se dirige a Locke y a la escuela Inglesa y les dice: no todo el conocimiento se deriva de los sentidos. Hume creía haber demostrado que no existe el alma ni ciencia, que nuestro espíritu no es sino la sucesión y la asociación de nuestras ideas, y que nuestras certezas no son sino posibilidades en perpetuo peligro de verse desmentidas. Estas falsas conclusiones, dice Kant, son el resultado de premisas falsas.

"La Crítica de la Razón Práctica": Si la religión no puede fundamentarse en la ciencia y en la teología, ¿sobre qué se fundamentara?. Sobre la moral. El fundamento de la teo1ogía es demasiado inseguro, mejor sería renunciar a él y aún destruirlo, la fe debe ponerse lejos del alcance del reino de la razón, pero, esto mismo, la base moral de la religión, debe ser absoluta, no derivada de la discutible experiencia sensible ni de la precaria indiferencia, no corrompida por la mezcla de razón falible, debe ser derivada del mismo yo interior, por percepción e intuición directa. Debemos hallar una ética universal y necesaria, principios a priori de moral, tan absolutos y ciertos como los matemáticos. Hemos de mostrar que la razón pura puede ser práctica, esto es, puede determinar por sí misma a la voluntad, con independencia de todo lo que sea empírico. La moral imperativa que necesitamos poner como base de la religión, debe ser algo absoluto, categórico, imperativo.

Ahora bien, la realidad más sorprendente de toda nuestra experiencia es, precisamente, nuestro sentido moral, nuestro ineludible sentimiento, frente a la tentación de que tal o cual cosas no está bien. Podemos sucumbir a la tentación, pero este sentimiento no se anula a pesar de todo. “Por la mañana hago propósitos de enmienda y por la noche tonterías". ¿Qué es, pues, 1o que nos hace sentir la mordedura del remordimiento y nos impulsa a nuevas resoluciones? Es el imperativo categ6rico dentro de nosotros, el mandato incondicional de nuestra conciencia, de que hemos de obrar como si la máxima de nuestra acción debiera convertirse, por nuestra voluntad, en la ley universal de la naturaleza. Sabemos, y no por puro razonamientos, sino por vivo e inmediato sentimiento, que debemos evitar una conducta que, de ser adoptada por todas las personas, hiciera la vida social imposible. Quiero escapar de un compromiso diciendo una mentira. Bien, pero, al mismo tiempo que me propongo mentir, no puedo experimentar la voluntad de la mentira se convierta en ley universal. Porque por medio de esta ley, ya no sería posible adquirir compromiso alguno. De aquí, mi sentimiento de que no debo mentir, ni en interés propio. Una acción es buena, no porque produce buenos resultado ni por ser juiciosa, sino porque se ha efectuado por obediencia a este íntimo sentimiento del deber, a esta ley moral no es propiamente la doctrina con que podemos hacernos felices, sino que con hacemos  dignos de serlo. Estas reflexiones a que he llegado, después de estudiar "la crítica de la razón práctica y los elementos metafísicos de la ética” del Maestro Kant; es una ética harto dura para un mundo mayoritariamente inmoral  que nos toca sobrevivir, que nos obliga a poner el deber por encima de la belleza y la moralidad por encima de la felicidad, pero es la única, por la cual podemos dejar de ser animales y comenzar a ser, seres humanos... Tómese nota, que este mandato absoluto del deber prueba, en definitiva, la libertad de nuestra voluntad. ¿Cómo hubiéramos podido jamás concebir esta noción de deber, sino nos hubiéramos sentido libres? No podemos demostrar esta libertad por medio de la razón teórica, la demostramos por el sentimiento inmediato que tenemos de ella, en la crisis de la decisión moral. Sentimos esta libertad como la esencia misma de nuestro íntimo ser. Sentimos en nosotros mismos la actividad espontánea  del espíritu que moldea la experiencia y escoge sus fines. Nuestras acciones, una vez comenzadas, parecen seguir leyes fijas e invariables, pero esto sólo porque percibimos los resultados a través de los sentidos, los cuales cubren todo lo que nos transmiten con el vertido de esa ley causal que nuestros mismos espíritus han fabricado. Con todo, en este caso, nos hallamos más allá y por encima de las leyes que fabricamos para comprender el mundo de nuestra experiencia, cada uno de nosotros es un centro de fuerza de iniciativa y poder creador. De un modo que sentimos perfectamente, pero que no podemos demostrar, cada uno de nosotros es libre. Aunque no podamos demostrarlo, sentimos que somos inmortales. Comprendemos que la vida no se parece a los dramas enajenantes, estúpido de las telenovelas de los medios mediáticos de comunicación, que tanto gustan al vulgo/la chusma, la masa enajenante, en que todos los malos son castigados y todo acto virtuoso obtiene su recompensa. Cada día, los medíos mediáticos de comunicación de esta sociedad mediocratica consumista nos enseña que todo ladrón – especialmente político - si roba bastante, llega a triunfar. Además, tiene suficiente dinero para pagar a los mejores abogados.

Un maestro de la Universidad de la vida, don Felipe, afirmaba "que si la única justificación de la virtud fueran la utilidad y la conveniencia mundanas, no resultaría juicioso ser demasiado bueno”...

La Religión y la Razón

El Maestro Kant, en su “dialéctica Trascendental” y la conclusión de su “Primera Critica”, se propuso resolver todos los problemas de la metafísica y salvar de paso lo absoluto de la ciencia y la verdad esencial de la religión. Las páginas más elocuentes e incisivas sobre los objetos de la fe - un alma libre e inmortal, un creador benévolo - no     podrán jamás ser demostrados. De este modo, quedaba salvada la religión. Los fanáticos religiosos, la Iglesia y las sectas protestaron furiosamente contra esta "salvación" y se vengarán del salvador, dando a sus perros el nombre de ilustres filósofos. Despotricaban gritando: Robespierre mató a un rey y a miles de franceses, el ateo Kant mató a Dios. Qué gran contraste el de la vida de este ser humano, sus pensamientos trastornaban al mundo, mientras que para los ciudadanos de Königsberg era el brillante profesor de filosofía que, al salir de paseo, le saludaban amistosamente y, respetuosamente, ponían sus relojes a la hora exacta: 15.30 de la tarde.

 

 

La crítica de la razón práctica

Si la religión - acentúo y reitero - no puede fundamentarse en la ciencia y en la teología, ¿sobre qué se fundamentará? Sobre la moral. Debemos hallar una ética universal y necesaria, principios a priori de moral, tan absolutos y ciertos como los matemáticos. Hemos de mostrar que “la razón pura puede ser práctica, esto es, puede determinar por sí misma a la voluntad, con independencia de todo lo que sea empírico”. La moral imperativa que necesitamos poner como base de la religión, debe ser algo absoluto, categórico, imperativo. Ahora bien, la realidad más sorprendente de toda nuestra experiencia es, precisamente, nuestro sentido moral, nuestro ineludible sentimiento, frente a la tentación de que tal o cual cosa no está bien. Podemos sucumbir a la tentación, pero este sentimiento no se anula a pesar de todo. ¿Qué es, pues, lo que nos hace sentirla amargura, la intranquilidad del remordimiento y nos impulsa nuevas resoluciones? Es el imperativo categórico dentro de nosotros, el mandato incondicional de nuestra conciencia, de que hemos de “obrar como si la máxima de nuestra acción debiera convertirse per nuestra voluntad en ley de la naturaleza”... Sabemos, y no por razonamiento, sino por vivo e inmediato sentimiento, que debemos evitar una conducta que, de ser adoptada por las gentes, hiciera la vida social imposible. Yo deseo escapar de una situación difícil, la solución “la mentira piadosa". Bien, al mismo tiempo que me propongo mentir, no puedo experimentar la voluntad de que la mentira se convierta en ley universal. Porque por medio de esta ley ya no sería posible adquirir compromiso alguno. De aquí mi sentimiento de que no debo mentir, ni en interés propio”. La prudencia es hipotética, su lema es que hay que ser honesto, cuando la honestidad constituya la mejor política, pero la ley moral de nuestros corazones es incondicional y absoluta.

La moral, insisto, no es propiamente la doctrina con que podemos hacernos  felices, sino que nos hacemos dignos de hacerlo. Procuraremos la felicidad para los otros, y esto nos hará sentirnos felices a nosotros también, porque le estaremos dando sentido a nuestra vida. Hay que obrar de manera que tratemos a la Humanidad, ya sea en la persona de los otros, en vuestra persona,  como un fin y nunca como un medio. Repito: me dirán que esta es una ética harto dura, pues consiste en poner el deber por encima de la belleza y la moralidad por encima de la felicidad, pero es la única por la cual dejamos de ser animales y comenzamos a ser, SERES HUMANOS... Todo está dicho, pero como nadie hace caso hay que volverlo a repetir...

La Religión y la Razón

Asumo al maestro(a) como el/la formador(a) del ser humano integral y de su conciencia social, en particular, según los maestros Lic. José Martí Pérez y la Profesora Gabriela Mistral de la Patria Continente, Latinoamericana y Caribeña.

El Maestro Kant estaba por cumplir sus setenta años - aunque la edad es una cifra, un estado emocional - cuando publicó su "Crítica del juicio y la religión dentro de los límites de la razón pura”. Les aclara a la jerarquía de la Iglesia Católica, Protestantes y a todas las sectas religiosas que muchos objetos de la naturaleza revelan tanta belleza, simetría y unidad que casi nos llevan a la noción de un plan sobre natural. Pero, por otra parte, se hallan en la naturaleza muchos ejemplos de desperdicio y de caos, de repetición inútil y multiplicación sin sentido,1a naturaleza conserva la vida, pero a costa de cuántos sufrimientos y muerte. El genio alemán resume que la religión no se debe fundar en la lógica de la razón teórica, sino en la razón práctica del sentido moral. La Biblia o  revelación debe  juzgada   por su valor moral y no puede, a su vez, ser juez   de un código moral...

Los milagros no pueden demostrar la veracidad de una religión, porque jamás podemos confiar enteramente en los testimonios que los afirman... Desgraciadamente, para el Maestro Kant, el rey de Prusia, Federico Magno/Grande, murió en 1786, el sucesor de éste, un ignorante, dogmático, le envió una carta en la que le manifiesta que con su filosofía está mimando y destruyendo las doctrinas de la santa escritura y del cristianismo, y que si continúa con sus publicaciones en esta dirección, se expondrá a desagradables consecuencias. El Maestro Kant replicó: "que todo escritor debía tener derecho de juzgar con toda independencia cualquier materia religiosa, científica, filosófica, etc., y dar a conocer sus opiniones, pero como esto no es posible, en el reino actual, guardare silencio...

Política y Paz Perpetua, y las malditas guerras

El régimen Prusiano hubiera podido perdonar las herejías religiosas del Maestro Kant, pero no las herejías políticas. La Revolución Francesa hace temblar los tronos de Europa y éste la saluda entusiasmadísimo. Con lágrimas en los ojos, dice, al igual que Simeón, “ahora, Señor, deja en paz a tu siervo, porque mis ojos han visto la salvación".

En su ensayo sobre la paz publicado en 1795, Kant tenía ya 71 años, se lamentaba de que "nuestros gobernantes no tengan dinero para gastar en la instrucción pública, porque los recursos que disponen ya se hallan destinados al presupuesto para la próxima guerra. "Las naciones no serán realmente civilizadas, mientras no sean abolidos todos los ejércitos"... “Cuando los que hayan de combatir tengan el derecho de decidir la paz o la guerra, la historia ya  no se escribirá con sangre nunca más”.

La victoria aparente de la revolución sobre los ejércitos reaccionarios en 1795, hizo pensar al Maestro Kant que iban a brotar Repúblicas por toda Europa y que surgiría un acuerdo internacional fundado en una Democracia exenta de esclavitud y de explotación y firmemente afianzada en la paz. Repite y acentúa, "toda persona debe ser respetada como un fin absoluto en sí mismo y es un crimen contra la Dignidad que le pertenece como creatura humana, servirse de ella como un siempre medio para cualquier fin extraño”. Este principio forma parte de este imperativo categórico, sin el cual la religión no es sino farsa hipócrita. El Maestro Kant apela, pues, a la igualdad, no a la igualdad de la inteligencia, del talento, sino de las facilidades para el desarrollo y la aplicación de la inteligencia y del talento.

¡Cuán verdaderas son estas reflexiones también para la política y la vida actual en nuestro desgraciado planeta!

En medio del oscurantismo de la Europa monárquica, que no descansará hasta aplastar la Revolución, el Maestro Kant, con sus más de setenta años, toma partido y se compromete con el orden nuevo, por el establecimiento de la  Democracia y de la Libertad en todas partes y para todos. Jamás la vejez se había expresado con tanta valentía y consecuencia ni con una voz tan joven...

A los filósofos de hoy en día, les haría bien estudiar al Maestro Kant porque, después de la saludable, reconfortante y digna lucha del profesor Noam Chomsky, es bien poco lo que aportan los filósofos de la globalización del capital determinista hegemónico.

La traducción al alemán, francés e inglés por la señora Gerda Böttcher, directora de la Revista Latinoamérica un Pueblo Continente MR.

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