Hamás no se
rendirá jamás... Que se rinda tu...
¡Basta ya de eufemismos¡
Rechazamos una vez más la
insólita pretensión del sionismo colonialista israelí de establecer/imponer la
soberanía de “la gran Israel” sobre la base del derecho de conquista y el genocidio del Pueblo Palestino. Pretensión inadmisible ya que el artículo 4,
Párrafo IV de la Carta de Naciones
Unidas prohíbe recurrir a la fuerza en
las relaciones internacionales.
Como colofón la resolución del 29
de Noviembre de 1947 a casi 80 años de la partición de Palestina, adoptada
por la ONU constituye una nueva violación de la legalidad internacional, que estuvo y está en contradicción con las finalidades de la
organización y con sus propias reglas de competencia. Nunca se dirá bastante que ese miserable
compromiso por el cual se quiso y se
creyó asentar el “Estado de Israel”, no
ha resuelto nada y no resolverá
nada mientras la Nación Palestina
mutilada, no sea reinvestida de la plenitud
de sus derechos soberanos.
Con esperanza y memoria. “Luz más
luz”, el presente es de lucha para el
digno y admirado Pueblo Palestino que asume que
solo merecen la libertad y la
vida, quienes cada día las conquistan”...
Prof. Moreno Peralta /IWA
Secretario ejecutivo Addhee.Ong
Por David Hearst*/escritor y analista internacional/Diario RED, Inter Press Service (IPS), xinhuanet, la jornada de México, Other News, Tektonikos, red latina sin fronteras, en red, el salto diario, el clarín de chile, ACHEI, ADDHEE.ONG:
Llamen a Gaza como quieran: campos de exterminio, un bucle interminable de sangre, dolor y muerte, el mayor campo de concentración del mundo. O, como parece querer hacer la población de Israel, ignórenla por completo.
Los judíos asquenazíes de Tel Aviv viven en una burbuja
occidental, sorbiendo sus capuchinos matutinos y preocupándose por sus
profesores de yoga a sólo una hora en coche de las escenas más atroces que el
mundo ha presenciado desde Srebrenica, o Ruanda.
Pero hay una cosa que ninguno de ellos parece entender:
Hamás no se rendirá.
Pensar que sus dirigentes en Gaza cogerán el dinero y
huirán, como hizo en su día Al Fatah, es revelar, tras 18 meses de guerra total
y dos meses de inanición, lo poco que entiende a su enemigo el primer ministro
israelí, Benjamin Netanyahu.
No se equivoquen, la última «oferta» israelí habría
equivalido a un acto de rendición. Era entregar a todos los rehenes a cambio de
45 días de comida y agua, y buscar el desarme de Hamás.
Hamás respondió que estaba dispuesto a liberar a todos los
rehenes a cambio de una serie de prisioneros palestinos y ofrecer una hudna o
tregua a largo plazo, en la que no volvería a construir sus túneles ni
desarrollaría sus armas, y cedería el gobierno de Gaza a otras facciones
palestinas.
Pero no se ha movido de las dos condiciones que puso al
comienzo de esta guerra: no se desarmará y quiere la retirada total de las
fuerzas israelíes de la franja y el fin completo y definitivo de la guerra.
Delincuente fugitivo
Netanyahu, con una orden de detención de la Corte Penal Internacional
(CPI)
Ha quedado claro en repetidas ocasiones que el obstáculo
para lograr un acuerdo negociado reside en el propio Netanyahu. En dos
ocasiones ha firmado acuerdos con Hamás para romperlos él mismo
unilateralmente.
En la última ocasión, en enero, acordó un alto el fuego por
fases, que garantizaba la liberación de 33 rehenes, en el que se suponía que
Israel iniciaría negociaciones sobre una segunda fase y un alto el fuego
permanente.
Netanyahu simplemente rompió ese acuerdo. El presidente
convicto de Estados Unidos, Donald Trump, se lo permitió, a pesar de que
ese era el papel que el propio nuevo presidente se había atribuido.
De común acuerdo,
Netanyahu sólo volvió a la guerra para salvar a su coalición de una derrota
inminente en una votación sobre el presupuesto. Hace tiempo que se agotaron
todos los objetivos militares.
Gaza no sólo ha estado bajo bloqueo total durante dos meses,
sino que Israel ha estado bombardeando los almacenes en los que se guardan los
alimentos restantes. El hambre se ha convertido clara e indudablemente en un
arma de negociación que, sin embargo, tampoco está funcionando.
El antiguo enviado de Trump para los rehenes, Adam Boehler,
tuvo con Netanyahu la misma experiencia que los enviados de Biden. Hamás estuvo
a punto de llegar a un acuerdo independiente con Estados Unidos sobre el
intercambio de rehenes en negociaciones directas, hasta que Netanyahu se enteró
de ellas y las filtró a los medios.
El propio Boehler declaró a Al Jazeera que la guerra de
Israel contra Gaza «terminaría inmediatamente» si se liberaba a todos los
cautivos. Hamás estaría de acuerdo. Pero eso sería sobre el cadáver de
Netanyahu.
La situación no ha cambiado desde que el director de la CIA
de Biden, Bill Burns, supervisara hace un año un final negociado de la guerra,
que Hamás firmó, sólo para que Netanyahu se retirara.
No hay rendición
Hay muchas razones por las que Hamás no se rendirá ante el
castigo nocturno que está recibiendo tanto ella como la población de Gaza. Más
de 1.500 palestinos han muerto desde que se rompió el alto el fuego en marzo.
Rafah está siendo demolida...
Hamás ha visto aniquilado su primer rango de liderazgo, su
gobierno civil, su policía y casi todos los hospitales. Rafah está siendo
demolida. Y, sin embargo, sigue resistiéndose a importantes ofertas de dinero
para exiliarse.
El difunto dirigente palestino Yaser Arafat se habría
exiliado hace tiempo, como hizo después de que las fuerzas de la Organización
para la Liberación de Palestina (OLP) fueran cercadas en Beirut Occidental en
1982. Fatah ya habría volado al extranjero.
Pero ninguno de estos precedentes se aplica a Hamás. ¿Por
qué?
Ante todo, si el colapso del ejército israelí y las atrocidades
cometidas en el sur de Israel el 7 de octubre cambiaron Israel para siempre,
también la aniquilación de Gaza ha cambiado la causa palestina para siempre.
Gaza se ha convertido en territorio sagrado para los
palestinos de todo el mundo.
No hay familia en Gaza que no haya perdido familiares o sus
hogares en esta guerra.
Ni Hamás ni ninguno de los otros grupos de resistencia
pueden separarse del pueblo por el que luchan. A medida que aumenta el
sufrimiento colectivo, también lo hace la voluntad colectiva de permanecer en
sus tierras, como han demostrado los campesinos desarmados del sur de Hebrón.
Además, no hay defensor más persuasivo del imperativo de
resistir a la ocupación que el propio comportamiento del Estado israelí. Se
trata de un invasor amorfo, persistente y tóxico del espacio de otras personas.
«Acabar el trabajo»
Israel nunca puede tener suficiente tierra, ni suficiente
control. Siempre busca más. Nunca podrá dejar de hacer que su religión domine a
todas las demás religiones en este espacio. En Semana Santa, los cristianos son
tan víctimas de estos actos de supremacía como los musulmanes.
Su movimiento de colonos es aún más activo en tiempos de paz
que en tiempos de guerra, como demuestra la historia de los asentamientos en
Cisjordania ocupada tras los Acuerdos de Oslo.
Israel no puede atenerse a una solución de dos Estados
porque en la mente de sus creadores y sus descendientes sólo existió un Estado.
Itamar Ben Gvir, Bezalel Smotrich y Netanyahu, colectivamente, sólo están
«terminando el trabajo» de erradicar a los palestinos de la «Tierra de Israel»
que David Ben Gurion empezó y luego detuvo.
Es un mito recurrente y conveniente, alimentado por los
sionistas liberales, separar a las diversas tribus de Israel en la cuestión
palestina, porque no existen diferencias significativas. Esto es más cierto hoy
que en el momento del asesinato de Isaac Rabin.
No es casualidad que en el mismo momento en que hay un
aumento de judíos rezando en la mezquita de Al-Aqsa -más de 6.000 judíos
entraron en los patios para rezar desde que comenzaron las vacaciones de Pascua
el sábado, más que todos los fieles judíos que la visitaron durante las
vacaciones del año pasado-, el Tribunal Supremo israelí haya votado por
unanimidad desestimar una petición presentada por varias organizaciones de
derechos humanos que exigían la reanudación de la entrega de ayuda humanitaria
a Gaza.
El Estado de Israel en todas sus formas, religiosas y
laicas, persigue el mismo objetivo, incluso aunque sus tribus estén en guerra
entre sí por muchas otras cuestiones.
La rendición de Hamás, y con ella de Gaza, equivaldría hoy a
la rendición de la propia causa palestina. No porque todos los palestinos sean
religiosos o porque Al Fatah sea tan impopular, sino porque la resistencia
representa la única vía que queda para acabar con la ocupación.
La magnitud del sufrimiento que Israel ha infligido a todos
los palestinos a su alcance, en Gaza, en Cisjordania, en Jerusalén y en Israel
por igual, ha hecho que el destino de Hamás sea también el de Palestina.
Pero Hamás se diferencia de Fatah en que es una organización
religiosa. Comenzó esta guerra por las incursiones de colonos judíos en la
mezquita de Al-Aqsa. Y los palestinos de Gaza han recurrido a su religión para
dar sentido a la carnicería a la que han sido sometidos.
Objetivo estratégico
La disciplina y la fe colectivas de Hamás han impedido que
se corrompa. Esto les afecta a todos.
Rifat Radwan, el paramédico de 23 años cuyas últimas
palabras fueron captadas por su teléfono, suplicaba a Alá que le perdonara por
no haber rezado regularmente cinco veces al día. No era tan observante y,
evidentemente, no era miembro de Hamás, pero era lo suficientemente religioso
como para pedir perdón en sus últimos momentos.
Si alguna vez hubo un símbolo de la valentía y el sacrificio
que los palestinos de Gaza están haciendo frente a probabilidades increíbles y
aplastantes, Radwan lo era. En su lecho de muerte, su creencia en un líder
divino no sería aplastada. Tampoco la de Gaza.
Hay otras razones menos existenciales por las que Hamás no
se rendirá. Cree que ha logrado su objetivo estratégico, luchar por a
dignidad y autonomía del Estado Palestino en su tierra
Sea cual sea el destino que le aguarde como organización -y
reconozcámoslo, insurgencias como los Tigres Tamiles o los rebeldes chechenos
han sido aplastadas por una fuerza abrumadora, mientras que otras como ETA se
han marchitado sin lograr sus principales objetivos-, Hamás ya cree haber logrado su objetivo estratégico.
Hamas ya cree haber alcanzado su objetivo estratégico, que
consistía en volver a situar la búsqueda palestina de la autodeterminación en
un Estado propio en lo más alto de la agenda mundial de derechos humanos.
El 53% de la
población adulta estadounidense tiene una opinión negativa de Israel
En los últimos tres años, la opinión pública estadounidense
sobre Israel se ha vuelto negativa, según Pew Research. Más de la mitad de los
adultos estadounidenses -el 53%- tiene una opinión desfavorable de Israel, lo
que supone un aumento de nueve puntos porcentuales desde antes del 7 de
octubre.
Hamás está ganando la guerra de la opinión pública, e Israel
la está perdiendo, especialmente en los países donde el grupo es una
organización proscrita. La ley está diciendo a la gente que piense en Hamás
como terroristas, pero cada vez se muestran más reacios a hacerlo, aunque
piensen que el 7 de octubre fue un acto de maldad.
La mayoría de la población
europea apoya la lucha del Pueblo Palestino. Francia apoya la creación del
Estado Palestino Aurotomo
Si Israel quiere acabar definitivamente con este conflicto
por la fuerza, puede estar seguro de que ese mismo objetivo también está
grabado a fuego en la conciencia de todos los palestinos. Cuanto más tiempo
siga Netanyahu con su campaña condenada al fracaso en Gaza, más cerca estarán
los principales países europeos, como Francia, de reconocer un Estado
palestino.
Negociaciones
complejas
Los enviados de Trump están llevando a cabo actualmente tres
grupos de complejas negociaciones simultáneamente y están aprendiendo por las
malas lo intrincada que es cada una de ellas.
Gaza es sólo una de las tres y Trump quiere resultados
rápidos. No tiene paciencia para perseguir ninguna durante mucho tiempo.
Además, dos de los conflictos están profundamente interconectados.
Los mismos países que están prohibiendo a EE. UU. su espacio
aéreo en caso de un ataque a Irán, también se resisten a una transferencia
masiva de población fuera de Gaza, e Israel y Egipto están en un estado de
hostilidad abierta sobre el Sinaí, con cada uno acusando al otro de violar los
términos del Acuerdo de Camp David.
Si las negociaciones de Trump con Irán fracasan, Netanyahu
renovará su presión para bombardear sus instalaciones nucleares, sin que se
encuentre una solución para Gaza. Se acerca la hora de la decisión para
Netanyahu, el pragmático, y no tendrá tantas cartas como actualmente cree que
tiene para jugar.
Para potencias militares tan grandes como Estados Unidos y
la OTAN, los talibanes demostraron ser demasiado. También lo fue la resistencia
en Iraq.
Para un país tan pequeño y tan dependiente de Estados Unidos
como Israel, una guerra eterna en Gaza es aún menos sostenible. Sería prudente
que Israel redujera sus pérdidas ahora y se retirara de Gaza antes de perder
aún más en la escena mundial.
Una vez que se rompe el aura de invencibilidad, como ocurrió
el 7 de octubre, se acabó para siempre.
Traducido del inglés por Sinfo Fernández
*David Hearst es cofundador y redactor jefe de Middle East
Eye, así como comentarista y conferenciante sobre la región y analista en temas
de Arabia Saudí. Fue redactor jefe de asuntos exteriores en The Guardian y
corresponsal en Rusia, Europa y Belfast. Con anterioridad, fue corresponsal en
temas de educación para The Scotsman.
Lo
subrayado/interpolado es nuestro.-




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