Sucesión papal, ¿continuidad o regresión clerical conservadora?

En este año 2025, el mundo está enfrentado una difícil coyuntura política, económica y social, además de guerras y el auge de un conservadurismos que parecía superados a inicios del siglo XXI. En esta turbulenta coyuntura global fue normal escuchar en variados círculos vaticanos que no pocos cardenales habían iniciado consultas internas para examinar nombres disponibles para nominar un nuevo Papa durante el próximo cónclave.
Los
procesos internos en la Curia romana son lentos y poco visibles. Cada acción,
normas o iniciativas de conducción y poder son estudiadas sin apuro. Para
el Colegio Cardenalicio se trataba de no
llegar desprevenido o desinformado para las votaciones. Todos los electores
coincidían en que había llegado el
tiempo de discutir acerca de nuevas líneas pastorales, diplomáticas y de acción
de la Iglesia Católica para estos complejos nuevos tiempos.
Desde
ya, se debe advertir que el sector más conservador/clerical de la
Iglesia y los que se han opuesto a muchas de las iniciativas y directrices de
Francisco, encabezados por los cardenales de Estados Unidos, hoy envalentonados
por la avalancha conservadora encarnada por Trump, se afirmarán para sus falsos
propósitos “aperturistas” en el próximo cónclave, señalando que el Vaticano II,
(vigésimo primer concilio ecuménico de la Iglesia católica convocado en 1959, iniciado en
1962 y concluido en 1965 y que tenía por objeto principal establecer la
relación que debía tener la Iglesia y el mundo moderno)
en su Constitución sobre la Iglesia (nº 22) señala que “el Papa es el sujeto de
suprema y plena potestad en la Iglesia”, pero agrega a reglón seguido que
también “tiene esa potestad, junto con el Papa, el episcopado mundial”… Toda
esta estrategia de cálculo y poder ya en curso se estableció para asegurar
votos que eviten la continuidad de Francisco con un Papa restaurador elegido
con los votos decisivos de los cardenales de África y Latinoamérica, quitándole
definitivamente el poder omnímodo que tenía Roma y los cardenales italianos en
el control del papado.
Los
vaticanólogos expertos consideran que no existe preponderancia de alguna de las
corrientes internas (conservadores, reformistas y progresistas) para imponerse
porque ninguna tiene el respaldo
suficiente para asegurar la mayoría de dos tercios necesarios para elegir
holgadamente a un nuevo Pontífice en el próximo Cónclave, aun considerando que
Francisco nombró un total de 140 cardenales. Hasta ahí los elementos fundamentales del
análisis de Jaime Escobar.
Para
lograr una correlación de fuerzas favorable, Francisco nombró a su fiel amigo
el díscolo cardenal argentino, Prefecto
para el Dicasterio para la Doctrina de la Fe, Víctor Manuel “Tucho” Fernández
quien realizó un arduo trabajo ad hoc, bastante desconocido fuera de los muros
del Vaticano. Asimismo, Francisco le encargó al obispo estadounidense Robert
Francis Prevost la tarea de designar la mayor cantidad de obispos. El hoy
Cardenal Prevost quien siempre mostró
absoluta lealtad hacia Francisco fue
retirado por éste del obispado de Chiclayo en Perú para llevarlo a Roma y
nombrarlo Prefecto del Dicasterio para los Obispos y presidente de la Pontificia Comisión para América Latina,
es decir es quien recibe las propuestas para obispos y hace recomendaciones al
Papa.
En
ambientes vaticanos ya suenan nombres de probables Papas: Pietro Parolin,
actual Secretario de Estado de la Santa Sede; Matteo Maria Zuppi, arzobispo
de Bolonia y Presidente de la Conferencia Episcopal Italiana; Timothy Michael
Dolan, Cardenal Arzobispo de Nueva York; Mario Grech, Cardenal de Malta; Peter
Turkson, natural de Ghana, Canciller de las Pontificias Academias de las
Ciencias quien sería el primer Papa africano; Luis Antonio Tagle, nacido en Filipinas,
ex arzobispo de Manila pro prefecto para la Evangelización quien en caso de ser
elegido sería el primer Papa asiático; Pierbattista Pizzaballa, Orden de Frailes
Menores, Patriarca Latino de Jerusalén, Giorgio Marengo, Misionero del
Instituto de Misiones Consolata (IMC).
Otros
nombres que han comenzado a “sonar” son los del húngaro Peter Erdö,
conservador, Willem Eijk de los Países Bajos, conservador, el español Juan José
Omella, progresista y el mexicano Carlos Aguiar Retes también progresista,
aunque difícilmente sea nombrado otro papa latinoamericano por lo menos en este
cónclave.
Hay
que decir que Pietro Parolin, a pesar de haber sido designado como segundo del
Vaticano por Francisco, no es un cardenal “francisquista”, responde a la curia
italiana, En una decisión propia de su habilidad para el manejo de las
contradicciones y las diferencias, Francisco lo trajo al Vaticano desde Caracas
para neutralizar a esa poderosa instancia.
Según Jaime Escobar, hoy es comentario
obligado en Roma, la preocupación fundada del sector progresista de la Iglesia,
cercano a Francisco de que poderosos grupos -religiosos y laicos- de alta
influencia en los episcopados europeos vienen trabajando para designar un
candidato, aun secreto que contaría con el beneplácito y decisivo apoyo del
Opus Dei, Comunión y Liberación, Camino Neocatecumenal, Caballeros de Colón (Estados
Unidos), Orden de Malta (Roma), es decir toda la iglesia de extrema derecha clerical
conservadora.
En
el contexto, no hay una mayoría de cardenales habilitados para votar que
favorezcan a la extrema derecha formada por el Opus Dei y la iglesia
estadounidense. La derecha controla Estados Unidos y Europa pero los sectores
progresistas controlan la mayoría de América Latina y África habiendo un cuasi
empate entre los dos sectores. Se supone que en el Cónclave que defina al nuevo
Papa serán decisivos los votos de los cardenales de Oceanía y Asia. Vale decir
que la peor enemiga interna de Francisco fue en toda situación y en todo
momento, la iglesia católica de Estados Unidos
A
lo largo de los últimos años Estados Unidos siempre ha intentado interferir en
el nombramiento del nuevo Papa, sin embargo la injerencia no se produce de
manera directa desde el gobierno sino desde la presión de los cardenales
estadounidenses que tienen una gran alianza con la ultra derecha conservadora.
Aunque la iglesia católica estadounidense no es la más numerosa, sí es la más
poderosa porque está configurada por las diócesis más ricas, en esa medida ejercen
gran influencia sobre todo las de New York, Boston y Chicago donde participan
católicos blancos ricos.
Otras
diócesis, como Los Ángeles, San Diego, Miami, San Antonio, y Houston están
básicamente conformadas por católicos de origen latino que no tienen mucho
dinero. En este momento hay una fuerte relación de la iglesia católica con el
gobierno de Trump. Varios católicos como JP Vance vicepresidente; Marco Rubio,
secretario de Estado; Richard Grenell, enviado especial para Venezuela y Corea;
Elise Stefanik, embajadora en la ONU; John Ratcliffe, director de la CIA y Sean
Duffy, secretario de Transporte tienen altos cargos en la administración Trump.
Tal vez nunca antes en la historia había ocurrido esto.
Estados
Unidos va a pugnar para que los cardenales estadounidenses Michael Dolan,
arzobispo de New York o Raymond Leo Burke ex prefecto del Tribunal Supremo de
la Signatura Apostólica sea elegido como Papa. El primero fue nombrado como
arzobispo de New York en 2009 y cardenal en 2012, el segundo como cardenal en
2010, ambas designaciones hechas por el Papa de ultra derecha clerical
Benedicto XVI.
Francisco
siempre tuvo una visión estratégica para el manejo del poder que genera la jefatura
de la iglesia católica. Desde hace más de un año sabiendo que estaba enfermo y
que su muerte era cosa de tiempo, estuvo preparando su sucesión. Mucho tiempo
antes comenzó a tomar medidas para intentar sanear el Vaticano y la iglesia
católica. Hizo un gran esfuerzo en el último tiempo para que su sucesión fuera
la continuidad de los cambios
emprendidos durante su papado.
Una
de las medidas más trascendentales tomadas por Francisco en el último tiempo ha
sido destruir al “Sodalicio de Vida Cristiana”, formalmente una sociedad de
vida apostólica de derecho pontificio,
es decir, una comunidad perteneciente a la Iglesia católica
compuesta por fieles laicos o clérigos. En realidad, bajo este
nombre se organizaba una estructura de
extrema derecha con sede en Perú
pero con raíces en muchos países de América Latina financiada por millonarios que manejaba a los gobierno del Perú y tenía
tentáculos en otros de la región. A comienzos de este año 2025, en una de las
últimas tareas que se propuso Francisco, disolvió al Sodalicio, excomulgando a
su miembros y traspasando todos sus bienes a la iglesia católica.
Vale
decir que buena parte del dinero que manejaba el Sodalicio provenía del dinero
de la logia mafiosa P2 disuelta en 1982. Previo a ello, sacaron todos sus
recursos de Italia y lo diseminaron por varios países entre ellos Brasil,
Uruguay, Argentina, Nicaragua y Perú.
Tal
vez como nunca antes, la elección de un Papa tenga un trasfondo político. Lo
que está en juego es dar continuidad a la obra de Francisco o producir una regresión,
incluso mucho más conservadora y reaccionaria que en el pasado. Pareciera ser
que en el primer grupo se encuentran Zuppi, Turkson y Tagle y en el segundo, Dolan
y Burke. Los otros y algunos otros no mencionados, seguirían una línea
tradicionalista que trataría de mantener el poder del Vaticano más allá de
quien sea el Papa. Tal vez la tarea más trascendental del nuevo Papa sea el
establecimiento formal de relaciones diplomáticas con China.
Así,
los 138 cardenales menores de 80 años con derecho a voto, se aprestan en pocas
semanas a celebrar el Cónclave que elegirá al sucesor de Francisco. La gran
duda es si lo harán por la continuidad de su papado o por la subordinación del
mismo a los poderes globales del planeta.
Lo
subrayado/interpolado es nuestro.




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