Sobre el «pánico moral» y el valor de hablar: El silencio de Occidente/USA y la Unión Europea, Inglaterra, Japón y el patio trasero latinoamericano/estadounidense yanqui sobre Gaza
Las respuestas del mundo
occidental/USA y la Unión Europea, Inglaterra, Japón y el patio trasero latinoamericano/estadounidense
yanqui a la situación en la Franja de Gaza y Cisjordania plantean una
pregunta inquietante: ¿Por qué el Occidente oficial, y la Europa occidental
oficial en particular, son tan indiferentes al sufrimiento de los palestinos?
¡Se es culpable del genocidio
por acción criminal u omisión!
¿Por qué el Partido Demócrata de Estados Unidos es cómplice,
directa e indirectamente, del mantenimiento de la inhumanidad cotidiana en
Palestina, una complicidad tan visible que probablemente fue una de las razones
por las que perdieron las elecciones, ya que el voto árabe-estadounidense y
progresista en estados clave no podía perdonar, y con razón, al gobierno de
Biden su participación en el genocidio de la Franja de Gaza?
Se trata de una pregunta pertinente, dado que estamos ante
un genocidio televisado que ahora se ha renovado sobre el terreno. Es diferente
de periodos anteriores en los que se mostró la indiferencia y complicidad
occidentales, ya fuera durante la Nakba o durante los largos años de ocupación
desde 1967.
Durante la Nakba y hasta 1967, no era fácil obtener
información, y la opresión posterior a 1967 fue en su mayor parte incremental
y, como tal, ignorada por los medios de comunicación y la política
occidentales, que se negaron a reconocer su efecto acumulativo sobre los
palestinos.
Pero estos últimos dieciocho meses son muy diferentes. Ignorar el genocidio en la Franja de Gaza y
la limpieza étnica en Cisjordania sólo puede calificarse de intencionado y no
de ignorancia. Tanto las acciones de los israelíes como el discurso que las
acompaña son demasiado visibles para ser ignorados, a menos que políticos,
académicos y periodistas decidan hacerlo.
Este tipo de ignorancia es, ante todo, el resultado del
éxito de los grupos de presión israelíes que prosperaron en el fértil terreno
del complejo de culpa, el racismo y la islamofobia europeos. En el caso
de Estados Unidos, es también el resultado de muchos años de una eficaz y
despiadada maquinaria de presión a la que muy pocos en el mundo académico, los
medios de comunicación y, en particular, la política se atreven a desobedecer.
Este fenómeno se conoce en la erudición reciente como pánico
moral, muy característico de los sectores más concienciados de las sociedades
occidentales: intelectuales, periodistas y artistas.
El pánico moral es una situación en la que una persona teme
adherirse a sus propias convicciones morales porque ello exigiría un cierto
valor que podría tener consecuencias. No siempre se nos pone a prueba en
situaciones que exigen valor, o al menos integridad. Cuando ocurre, es en
situaciones en las que la moralidad no es una idea abstracta, sino una llamada
a la acción.
Por eso muchos alemanes guardaron silencio cuando los judíos
fueron enviados a campos de exterminio, y por eso los estadounidenses blancos
permanecieron impasibles cuando los afroamericanos fueron linchados o antes
esclavizados y maltratados.
¿Cuál es el precio que tendrían que pagar los principales
periodistas occidentales, los políticos veteranos, los profesores titulares o
los directores generales de empresas de renombre si culparan a Israel de
cometer un genocidio en la Franja de Gaza?
Parece que les preocupan dos posibles consecuencias. El
primero es ser condenados como antisemitas o negacionistas del Holocausto y, en
segundo lugar, temen que su respuesta honesta desencadene un debate que incluya
la complicidad de su país, o de Europa, u Occidente en general, en permitir el
genocidio y todas las políticas criminales contra los palestinos que lo
precedieron.
Este pánico moral conduce a algunos fenómenos asombrosos. En
general, transforma a personas educadas, muy elocuentes y entendidas en
imbéciles totales cuando hablan de Palestina. Impide a los miembros más
perspicaces y reflexivos de los servicios de seguridad examinar las exigencias
israelíes de incluir a toda la resistencia palestina en una lista de
terroristas, y deshumaniza a las víctimas palestinas en los principales medios
mediaticos de comunicación.
Este desequilibrio de humanidad y solidaridad es sólo un
ejemplo de las distorsiones que trae consigo el pánico moral. No me cabe duda
de que las acciones contra estudiantes palestinos o propalestinos en Estados
Unidos, o contra conocidos activistas en Gran Bretaña y Francia, así como la
detención del director de The Electronic Intifada, Ali Abunimah, en Suiza, son
manifestaciones de este comportamiento moral distorsionado.
Recientemente se ha producido un caso similar en Australia.
Mary Kostakidis, una famosa periodista australiana y antigua presentadora de SBS
World News Australia en horario de máxima audiencia, ha sido llevada ante el
tribunal federal por su -hay que decir que bastante manso- reportaje sobre la
situación en la Franja de Gaza. El mero hecho de que el tribunal no haya
desestimado esta acusación a su llegada demuestra lo arraigado que está el
pánico moral en el Norte Global.
Pero hay otra cara de la moneda. Afortunadamente, hay un
grupo mucho más amplio de personas que no temen correr los riesgos que implica
manifestar claramente su apoyo a los palestinos, y que muestran esta
solidaridad aun sabiendo que puede acarrear la suspensión, la deportación o
incluso la cárcel. No es fácil encontrarlos entre la corriente académica,
mediática o política dominante, pero son la auténtica voz de sus sociedades en
muchas partes del mundo occidental.
Los palestinos no pueden permitirse el lujo de que el pánico
moral occidental tenga voz o repercusión. No ceder a este pánico es un paso
pequeño pero importante en la construcción de una red global de Palestina que
se necesita con urgencia, en primer lugar, para detener la destrucción de
Palestina y su pueblo y, en segundo lugar, para crear las condiciones para una
Palestina descolonizada y liberada en el futuro.
Traducido del inglés por Sinfo Fernández
*Ilan Pappé es un historiador y activista socialista
israelí. Es catedrático de Historia en la Facultad de Ciencias Sociales y
Estudios Internacionales de la Universidad de Exeter (Reino Unido), director
del Centro Europeo de Estudios sobre Palestina y codirector del Centro de
Estudios Etnopolíticos de Exeter. Asimismo, es autor de los bestsellers The
Ethnic Cleansing of Palestine (Oneworld), A History of Modern Palestine
(Cambridge), The Modern Middle East (Routledge), The Israel/Palestine Question
(Routledge), The Forgotten Palestinians: A History of the Palestinians in
Israel (Yale), The Idea of Israel: A History of Power and Knowledge (Verso) y,
con Noam Chomsky, Gaza in Crisis: Reflections on Israel’s War Against the
Palestinians(Penguin). Escribe, entre otros, para The Guardian y London Review
of Books. En X: @pappe54
*Originalmente
publicado en The Palestine Chronicle
Lo
subrayado/interpolado es nuestro





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