“La libertad es un atributo de la
naturaleza humana. Todo empeño de las monarquías feudales y las tiranías, jamás
han podido terminar con este derecho otorgado por la Madre Naturaleza”…
General Libertador Bernardo O’Higgins Riquelme.
“La libertad no es un fin en sí misma. La soberanía sólo es legítima si
reside en el Pueblo, y este es gobernado por personas más sabias y honestas”
“Los Derechos Humanos y los Derechos de la Madre Naturaleza son hijos
de la misma dignidad”
Maestro Eduardo Galeano, de la Patria Continente y el Caribe.
¿Por qué la mayoría de las
personas temen tanto a la libertad? Porque la Historia de la Humanidad fue y ha
sido una confusión y manipulación de lo que suponen ciertos individuos
oligarcas fariseos opulentos sobre lo que es libertad.
Los sistemas políticos y
económicos vigentes globalizados nos han impuesto un miedo a la libertad. Los regímenes que dicen gobernar en nombre
de la libertad por y para el Pueblo, tienen miedo a la libertad de los ciudadanos
y reaccionan violentamente cuando algunos ponen en peligro sus odiosos
privilegios o su seguridad personal, acusándolos de subvertir el orden público
y la paz social… En Latinoamérica, el capital buitre foráneo impone dictaduras
fascistas/terroristas militares, las que dan brutales y salvajes golpes de
Estado. Derrocan y asesinan a presidentes elegidos democráticamente, torturan,
desaparecen a ciudadanos inocentes –“El fin justifica los medios”-, e imponen a
los Pueblos Sometidos la Doctrina de la Seguridad Nacional en nombre de la
libertad.
Los países desarrollados
globalizados de la Comunidad Europea y asiática, encabezados por los Estados
Unidos –el Pentágono, la OTAN-, invaden y someten a los Pueblos de Irak,
Palestina, Afganistán, Libia, etc. En nombre de la libertad. La verdad, para
apropiarse de sus riquezas básicas, especialmente del petróleo…
Los medios mediáticos de (in) comunicación
globalizados, en poder del capital buitre foráneo y del sionismo judío,
machacan con sus campañas del terror para causarle a la población temor y
pánico, y transformar a la masa indolente en individuos timoratos, miedosos y pusilánimes,
para que la globalización del capital, la tiranía más despótica y desalmada de
la tiranía universal siga manejando los destinos de nuestro desgraciado
planeta: Con violencia, terror, malditas guerras, lucro desenfrenado, consumo,
usura, depravación y rock&roll…
Los padres tienen miedo a la
libertad de los hijos –no confundirlo con el libertinaje consumista, hedonista
del capitalismo salvaje globalizado-, los profesores tienen miedo a la libertad
de los estudiantes, los regímenes cesaristas tienen miedo a la libertad de la
clase trabajadora y de la juventud, los ricos fariseos oligarcas tienen miedo a
la libertad de sus trabajadores que explotan y enajenan. Machacan con su
enajenante propaganda de que “el trabajo hace libre a las gentes”. El trabajo
embrutecedor del capitalismo salvaje globalizado no es liberador en sí, no lo
es para nadie…
La clave para encontrar una
respuesta correcta al miedo a la libertad está en distinguir entre la libertad de y la libertad para. El
gran humanista, el Dr. Erich Fromm afirmaba qué, “ no es lo mismo liberarse de,
que liberarse para”, la persona que ha logrado sacudirse del yugo que le
impedía ser libre, no es libre para gobernarse a sí mismo, sino se une con
otros seres humanos para construir una sociedad a escala humana en la que todos
respetemos la libertad del otro: Mi libertad termina donde empieza tu libertad.
Después que hemos logrado la
primera fase de nuestra libertad, nos quedamos satisfechos y por miedo, cobardía
u oportunismo no luchamos hasta el final para obtener una libertad plena,
total. El genio universal el Dr. W. Goethe, afirmó “sólo merecen la libertad y
la vida quién cada día las conquista”.- Dos cosas: estar vivo no es vivir, y la
libertad no es un fin en sí misma. Si la libertad fuera un fin, es decir, el objetivo
último de la lucha –“Luchar es vivir”- se conquistaría y bastaría, como lo
afirman los epígonos pragmáticos contemporizadores social demócratas de la
celestina universal, la hegemonía capitalista salvaje globalizada-. Para ser un
Ser Humano digno que lucha por darle sentido a su vida, la libertad es el
ansiado medio para desarrollar en plenitud todas sus facultades…
En nuestros días, no es la razón
la que orienta las decisiones de los testaferros de la globalización del
capital, que dicen gobernar a la humanidad, sino el odio, la ambición, el
miedo, la ira, el terror, la violencia, etc., para seguir lucrando con las
malditas guerras –fabricación y ventas de armas-, y el tráfico de las malditas
drogas. Ideal sería, que el amor, el irrestricto respeto por los Derechos del
Ser Humano y el Entorno Ecológico, fueran las fuerzas rectoras que rigieran a
nuestro desgraciado planeta. Generalmente- cuesta encontrar la excepción de la
regla-, el odio, la cobardía, el oportunismo, la malevolencia, la envidia, y el
terror individual e institucionalizado –arma fundamental del capitalismo salvaje
globalizado y de organizaciones fanáticas fundamentalistas- destruyen nuestras
mejores intenciones. La campaña del terror mediática a través de los medios de
(in)comunicación globalizado del capitalismo salvaje, es un aliado muy
peligroso, pero cuando se trata del miedo, la libertad es un delito de lesa
humanidad, un atentado contra la humanidad.
¿Qué pasa hoy con la globalización del
capital?, esta hegemonía/tiranía despótica desalmada y perversa de la celestina
universal ha empezado por estandarizar la industria para continuar con
estandarización de la persona. En ambas situaciones desaparece la libertad, no
la libertad política de hablar, de viajar, de votar, de reunión, sino la
libertad humana de Ser. (Conferencia del suscrito en la fundación Cesal e.V.
Berlín república Democrática Alemana, patrocinada por la revista Latinoamérica
un pueblo continente, Berlín/DDR que dirige la señora Gerda Böttcher.
La libertad en la arcadia mercurial de la alegría.
Frente al absolutismo de la
dictadura fascista cívico militar que por casi dos décadas oprimió y enajeno al
Pueblo Chileno bajo un “derecho divino” de parte del sátrapa que comandó el
asalto al Palacio de la Moneda y asesinó al Presidente de Chile y se
autodesignó “Capitán General y Presidente de todos los chilenos”, repetía a sus
cipayos: “en este país no se mueve una hoja sin que yo lo sepa”. Esto equivale
a afirmar que en este inefable individuo residían todas las instituciones, en
el contexto de un rancio y despótico totalitarismo, con un artilugio que impuso
y que llamó Constitución de 1980, vigente hasta nuestros días. Se impuso una vivificante
y exitosa y autocomplaciente euforia de los “ganadores de la Batalla del 11 de
Septiembre de 1973”, que lo invadió todo. Se cambiaron el nombre a las cosas
para mostrar que estas cambian.
1990: La caída de la inepta,
corrupta y criminal dictadura fascista cívico militar, produjo un momento de
alegría, una ilusión, y un exagerado optimismo. Desde Washintong, el dueño de
la carreta exigía cambio de bueyes. La arcadia mercurial de la alegría, inició
el régimen cesarista de la democracia, la liberta y la Justicia en la medida de
lo posible”, encabezado por el inefable Patricio Aylwin Azócar, el golpista más
destacado, junto a Eduardo Frei Montalva y Agustín Dunny Edwards, en el
derrocamiento y asesinato del Presidente Constitucional de Chile, Dr. Salvador Allende
Gossens.
El régimen cesarista
concertacionista de la transición a la libertad, la democracia y la “Justicia
en la medida de lo posible” redujo su papel a ser un mero espectador neutral, apolítico, cuyas
únicas preocupaciones son la de garantizar “la libre competencia”, el
consumismo desenfrenado y la libertad mercurial de prensa que permite que la
oligarquía empresarial farisea sofofa profundizar en la explotación y
enajenación de los más débiles, los marginados. Esto acentuó las diferencias
entre los ricos que profundizar sus riquezas y los pobres/marginados que
profundizaron su pobreza, su miseria, a la sombra de tres grandes y nobles
principios: La libertad, la democracia y la justicia. Lo penoso del caso es que
se llegó a esta situación después de una larga lucha contra la dictadura
fascista cívico militar que le había permitido a los vencedores de la Batalla
del 11/09/73 la Fuerzas Armadas y del orden, “La reserva moral del país”,
ocuparlo por casi dos décadas.
La libertad moral.
La libertad es un atributo
subjetivo de la persona, inherente a ella. Si nos referimos a la relación entre
una persona y sus semejantes, o frente al Estado de Derecho, estamos hablando
de libertades civiles y libertades políticas. Las primeras reglan cuando se
relacionan con la convivencia social, y las libertades políticas, afectan la
organización y vida del Estado de Derecho, es decir, los Derechos de la
ciudadanía. Para hablar de la libertad tenemos que partir necesariamente de la
persona, que es su forjador, su destinatario, que alberga la libertad dentro de
sí misma o no la alberga, según sea cada persona.
Las libertades civiles y
políticas son de uso externo y visible de la libertad, que antes debemos
alentar dentro de nosotros mismos. De lo contrario no tenemos –al menos
moralmente-, derecho legítimo al ejercicio de ellas.
La persona libre no es aquella
que se desplaza físicamente sin impedimentos –artilugio de 1980, Agenda
corta/Ley Corta- ni siquiera, que pueden hablar sin trabas. Lo principal es que
tenga, desde lo más íntimo de su ser, la firme voluntad de ser libre. Entiendo
la libertad como un acto volitivo de la persona, independiente de las condiciones
externas de la persona, que le permitirán
o no concretar su deseo. Lo otro es lo formal y lo externo. Carece de
importancia desde un punto trascendente.
La persona, para merecer las
libertades –civiles/políticas-, tiene que acreditar ante su propia consciencia,
su decisión de militante por la causa de la libertad. Concretamente el
ejercicio de las libertades externas, se legitiman partiendo de la libertad
moral, que en resumen corresponden al sentido ético de la libertad. El genio
universal del Dr. W. Goethe, a la pregunta “¿Qué es la libertad?, ¿dónde y por
qué medio encontrarla?”, respondió, “sólo merecen la libertad y la vida, quién
cada día las conquistas”…
La libertad política, y la
libertad civil, es una conquista que supone para ser lograda, la libertad
espiritual. Resumiendo, para ser acreedor al uso de las libertades externas,
concretas y prácticas, es imprescindible nuestra libertad íntima, ya que
aquellas al fin y al cabo, no son otra cosa que la oportunidad de emplear y
aplicar nuestra libertad moral…
Si no fuéramos íntimamente libres
no sabríamos qué hacer con nuestras libertades externas. En estas condiciones,
pretender conquistarlas, es un contrasentido. Equivale a hablar de la soberanía
en un régimen cesarista donde esta reside en las Fuerzas Armadas y del orden,
cuyos habitantes no son ciudadanos libres, sino vasallos, ciervos, etc., porque
la soberanía sólo es legítima cuando reside en el Pueblo y este es gobernado
por ciudadanos libres, honestos y sabios.
Con esperanza y memoria.
Secretario ejecutivo ADDHEE.ONG.