Carta del Presidente
de Chile Dr. Salvador Allende Gossens
Al Presidente del
Partido Demócrata cristiano Senador Patricio Aylwin Azocar.
23/Agosto/1973.
Señor senador Aylwin:
La trascendencia que para la seguridad y el progreso de los chilenos tiene
un urgente entendimiento entre la mayoría democrática del país, que ponga bajo
control de la razón las corrientes profundas que de modo cada vez más alarmante
amenazan con arrastrar a nuestra comunidad hacia una catástrofe social,
interpretando el sentimiento de la gran mayoría de compatriotas, me llevó a
convocar pública y solemnemente al Partido Demócrata Cristiano a entablar un
diálogo con el Gobierno que permitiera “ordenar el proceso de cambios y
continuarlo”.
En las circunstancias presentes por que atraviesa Chile, un diálogo entre
el Gobierno y el partido que usted preside tiene un solo sentido: buscar las
coincidencias y convergencias sobre los problemas nacionales más vitales que
existen entre la oposición democrática y el Gobierno, con el objeto de encontrar
el entendimiento mínimo sobre las materias concretas expresadas en la
declaración de la dirección democratacristiana el 6 de julio pasado, en sus
discursos del 11 y del 26 del mismo mes y en el mío ante el Plenario de
Federaciones de la CUT, el día 25 de julio. Y tanto usted como yo convinimos,
en nuestras últimas declaraciones sobre la materia, en que el diálogo quedaba
planteado sin imposiciones unilaterales y contemplando los puntos de vista de
la otra parte.
Por consiguiente, cuando usted, en la carta que ayer me dirigiera, reafirma
su deseo de ver promulgada la reforma constitucional sobre las áreas de la
economía, ello no puedo interpretarlo como la manifestación de querer imponer
los criterios del PDC en torno de esa materia por sobre los del Ejecutivo. Por
el contrario, usted se muestra sensible a algunos planteamientos que el
Gobierno ha formulado al respecto y hace proposiciones complementarias para
obviar los problemas que para mí, como Presidente de la República, encierra la
promulgación de la mencionada reforma.
Las tesis jurídicas sustentadas por el Ejecutivo acerca del procedimiento
seguido por el Congreso para aprobar la reforma constitucional en cuestión,
distintas de las defendidas por la mayoría parlamentaria, son ampliamente
conocidas. La posición del Gobierno se funda en mi voluntad intransigente de
mantener el régimen presidencial. Pero ha estado siempre en mi ánimo que una
discrepancia jurídico constitucional no debía convertirse en obstáculo
insalvable para la continuidad institucional del país.
Por ello, el Gobierno invocó, en su oportunidad, al arbitraje del Tribunal
Constitucional. Hoy, cuando todos nuestros ciudadanos se interrogan por los
graves problemas económicos y sociales que enfrentamos y se angustian e
inquietan por el destino que espera a nuestra convivencia cívica, no será el
Presidente de la República quien anteponga un problema de interpretación
jurídica a la discusión y búsqueda de entendimiento sobre los reales problemas
materiales que nos preocupan.
Llevado por este anhelo en bien del país, quiero proponerle una solución
concreta que concilie las posiciones jurídico constitucionales del PDC y del
Gobierno, sin que las de ustedes se impongan sobre las nuestras ni viceversa.
En caso de acuerdo estaría dispuesto a promulgar la reforma constitucional
para que así desaparezca la dificultad formal y entremos a discutir sobre lo
sustancial que preocupa a los trabajadores y a todos los chilenos, lo que
presupone el siguiente procedimiento de instrumentación, basado en la simultaneidad
de sus concreciones:
1. Remitir al Poder
Constituyente formado por el Congreso Nacional y el Presidente de la República
la solución del conflicto de interpretación jurídica pendiente. En este
sentido, se tramitaría un proyecto de reforma constitucional que declare
explícitamente, a contar de su vigencia, que el quórum para que el Congreso
haga prevalecer su criterio, tratándose de observaciones supresivas o
sustitutivas a un proyecto de enmienda a la Constitución, es de dos tercios de
los miembros presentes, que representen, a lo menos, la mayoría de los
diputados y senadores en ejercicio. A la vez, que declare que, para los efectos
de la tramitación de los proyectos de reforma constitucional referente a las
áreas de la economía y al régimen de tenencia de la tierra, el Congreso no
requirió insistencia para que se entendiera aprobado a su propio texto frente a
las observaciones del Presidente de la República.
2. Dicho proyecto de
enmienda constitucional contendría, también, disposiciones encaminadas, tal
como usted lo señala, a solucionar los problemas prácticos a que daría lugar la
entrada en vigencia de las reformas constitucionales sobre las áreas de la
economía y sobre el régimen de tenencia de la tierra, en trámite.
3. Se despacharían,
simultáneamente, los proyectos de ley sobre empresas de autogestión,
participación de los trabajadores en la conducción de la economía, garantías a
la pequeña y mediana empresa, actividades económicas reservadas al Estado,
estatuto de requisiciones e intervenciones, delimitaciones del área de
propiedad social y sanciones contra el delito económico. Estas materias, salvo
el estatuto de requisiciones e intervenciones y la persecución del delito
económico, están contenidas en los proyectos de ley enviados hace varios meses al
Congreso, previo estudio conjunto del Gobierno y del Partido Demócrata
Cristiano, los que, sin duda, constituyen una base real de convergencia.
Igualmente, se despacharían los proyectos que fueran necesarios derivados de la
reforma constitucional sobre el régimen de tenencia de la tierra, ya referido.
4. Los proyectos de
reforma constitucional sobre las áreas de la economía y sobre el régimen de
tenencia de la tierra, se. promulgarían conjuntamente con la enmienda
constitucional 11 propuesta en los puntos primero y segundo y con los proyectos
de ley a que se alude en el punto tercero.
Obviado de esta forma el diferendo jurídico, queda abierto el camino para
abordar los reales problemas sobre los cuales Chile espera un entendimiento
mínimo: los problemas económicos, sociales y políticos que hoy están amenazando
la paz interna y la unidad nacional frente a presiones extranjeras.
Afirma usted en su carta que hay convergencia formal entre el PDC y el
Gobierno en torno de la necesidad de restablecer las bases esenciales de la
convivencia democrática. En su discurso del 26 de julio, usted recogió la casi
totalidad del plan en ocho puntos que yo propusiera la víspera para centrar el
diálogo y que son los siguientes:
1. Afianzamiento del
mando y la autoridad de Gobierno.
2. Rechazo de las fuerzas
armadas paralelas. Marginación de las Fuerzas Armadas de la pugna política.
3. Desarrollo del poder
popular, vinculado al Gobierno y sin producir antagonismos con el régimen
institucional.
4. Reafirmación del
camino político establecido en el programa de la Unidad Popular que, en ningún
caso, es insurreccional.
5. Definición y
articulación de las competencias que les corresponden a los poderes del Estado.
6. Plena vigencia del
Estado de derecho, para lo cual es imprescindible acabar con el bloqueo
legislativo y desarrollar el régimen legal.
7. Definición del régimen
de propiedad de las empresas, precisando legalmente el área de propiedad social
de la economía y teniendo presente la irreversibilidad de las transformaciones
realizadas en ella y la necesidad de la participación de los trabajadores en su
dirección.
8. Medidas económicas
concretas que detengan la inflación, aseguren la distribución y permitan el
desarrollo económico del país.
No es, por consiguiente, en los principios genéricamente formulados donde
se han producido las divergencias que tanto preocupan al país, sino en el
contenido y concreción de esos principios. Es sobre estos problemas concretos
que debemos discutir y buscar el entendimiento mínimo que asegure la paz y el
régimen democrático.
Tengo el firme convencimiento de que el vigor y el prestigio de nuestras
instituciones políticas se demuestra buscando los puntos mínimos de
entendimiento democrático sobre los problemas más imperiosos del momento.
Llevar a cabo un nuevo cambio de gabinete, apenas un mes después que
asumiera el actual, no aportaría ninguna solución a lo que el país nos exige en
la medida que los problemas materiales y tangibles que hoy enfrentan al PDC y
al Gobierno no hayan sido reemplazados por un acuerdo que, respetando la
personalidad propia de cada una de las partes, preserve el consenso fundamental
sobre las condiciones que hacen posible la democracia, las libertades, el
Estado de derecho, la participación popular, el desarrollo económico y, como
consecuencia de todo ello, la convivencia ciudadana.
Mi Gobierno ha sido el único que ha dado pruebas fehacientes y prácticas,
en 4 múltiples oportunidades y circunstancias, de su voluntad de incorporar a
las Fuerzas Armadas como instituciones a las grandes tareas nacionales. En un
momento de grave peligro para la paz interna, en octubre de 1972, les asigné
altas responsabilidades en el seno del gabinete. Su participación y
contribución al desarrollo económico se manifiesta de diversas maneras. Y es mi
propósito continuar sumándolas al esfuerzo nacional por avanzar en el camino
que democráticamente ha escogido nuestro pueblo. Pero es en la robustez de las
instituciones políticas donde reposa la fortaleza de nuestro régimen
institucional. Y es obligación de los partidos políticos democráticos
esforzarse en evitar el desmoronamiento de las instituciones cívicas
incapacitándolas para atender las necesidades del país.
El estudio detenido de los documentos básicos elaborados por el partido que
usted preside y el Gobierno, para orientar el diálogo, me llevó a proponerle,
el 30 de julio, que ambas partes discutieran y buscaran coincidencias mínimas
en breves plazos preestablecidos, en torno de las grandes cuestiones nacionales
en ellos mencionados y que usted recoge y enumera en su carta.
La concreción de todas estas medidas, que expresan el decidido propósito de
mi Gobierno de elaborar la nueva juridicidad que el país reclama y que yo
estimo indispensable en el ordenamiento del proceso, permitirá el desarrollo
normal de nuestra vida institucional lo que, a su vez, facilita el pleno
desarrollo de los cambios sociales dentro de la concepción del Estado de
Derecho.
No deseo dramatizar, pero tengo el deber de recordarle las trascendentes
responsabilidades que usted y yo tenemos en los difíciles instantes que vive el
país y las proyecciones históricas de nuestras decisiones. Por ello y por el
interés superior de Chile, debemos continuar el diálogo. Lo invito formalmente
para que prosigamos nuestras conversaciones.
Cordialmente,
Salvador Allende Gossens/ Presidente de la República.
Una carta que sigue
esperando respuesta…
¿Qué habría sido de Chile, sin el compañero Presidente Dr. Salvador Allende
Gossens, el Prometeo del Pueblo Chileno?
“En tiempos infames, como el actual, en que reina la mentira generalizada,
la corrupción, la impunidad, la depravación, la falta de coraje civil, decir la
verdad es un acto revolucionario…”
“La derecha cavernaria / sofofa no será capaz jamás de reconocer la
grandeza que tiene el pueblo en sus luchas nacidas de su dolor y de su
esperanza. A la lealtad de ustedes, responderé con la lealtad de un gobernante
del pueblo. Con la lealtad del Compañero Presidente”… Dr. Salvador Allende
Gossens, Presidente de Chile / Santiago, 4 / 9 / 1970.
Desde los balcones de la FECH Federación de Estudiantes de la Universidad
de Chile.
La carta adjunta del Presidente Allende Gossens no tuvo, y no ha tenido
respuesta, por qué, quien es desleal con la verdad no tiene porque, ser leal
con la mentira. Del esclavo enajenado, es el mentir, de la persona honesta,
libre, y digna es decir la verdad....
Basta ya de eufemismos, a los gimientes, doloridos, y afligidos, herederos
y administradores de la herencia de la dictadura cívico-,militar, echados a la
calle para despedir a su líder “de la libertad, la democracia y la justicia en
la medida de lo posible”, Patricio Aylwin Azocar, les reiteramos, que las
víctimas del golpe de Estado, del infausto 11/9/ 73, con el asesinato del Presidente Constitucional
de Chile, y Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, Dr. Salvador Allende
Gossens, aún esperan verdad, justicia y reparación digna. “La persona que no
vive como piensa, termina de pensar cómo vive”… Un ser humano sabio, afirmó, “El
hereje no es el que arde en la hoguera, sino el que la enciente”. La hoguera
del Palacio de los Presidentes de Chile, el 11 del 9 de 1973, no la encendió el
Compañero Presidente, Dr. Salvador Allende Gossens, sino, la sofofa, Eduardo
Frei Montalva, Patricio Aylwin Azocar, las Fuerzas Armadas Traidoras, por orden
del odioso Imperialismo Yanqui.
“Los pueblos sin memoria, nada significan, y nada valen. Hay que honrar a aquellos,
que dieron su vida y su existencia, por dar contenido, forma y perfil, a nuestras
nacionalidades”. Dr. Salvador Allende Gossens, en el Congreso de México, 30 de
11 de 1972.
Del querido e inolvidable Compañero Presidente Dr. Salvador Allende
Gossens, aprendimos, que sociedad y persona, se condicionan recíprocamente. Por
respeto a la Justicia, medimos la civilización de la primera, por la austeridad
en el deber, valoramos la moralidad de la segunda… La formula de la justicia
social, es garantizar a la persona, al ciudadano, todos sus derechos, la
formula de la dignidad individual es cumplir todos los deberes
correspondientes…
Con esperanza y memoria, que otro Chile digno, socialista a escala humana,
con respeto a los derechos del ser humano, y el entorno ecológico es posible…
Prof. Galvarino Jaramillo Pflucker.
Vicepresidente Addhee. ONG.
Certifico
Prof. Moreno Peralta /Iwa
Secretario Ejecutivo Addhee. ONG.